Lula Cornejo toma una tela blanca y la convierte en arte. No hay trazos previos, sólo los colores que imagina con determinadas formas. Así comienza a pintar. Sus obras traspasaron las fronteras cuando fue seleccionada para exponer en la Biennale de Florencia, Italia.
“Pintar me da felicidad, me deja expresar quien soy yo”, asegura la joven de 29 años con diversidad neurológica, oriunda de la ciudad de Buenos Aires que desde hace unos años vive con su familia en Chivilcoy y recorre con sus obras distintas ciudades bonaerenses. Además, participa de todas las actividades que le proponen para mostrar su arte, y ya vendió algunas de sus obras a compradores privados.
Para ella, le cuenta a Infobae, “el arte es una herramienta vital” en la vida en la que encuentra su espacio de realización personal. Por medio de esos lienzos se expresa emocionalmente y también encuentra apoyo terapéutico ya que esto la ayuda a soltar miedos y algunas dificultades físicas que tiene como inestabilidad en el equilibrio.
Alas
Fue durante la cuarentena de 2020 que María Luján Cornejo —así se llama Lula— usó ese tiempo para descubrirse y recordar que desde los años de escuela tenía pendiente estudiar pintura. Entonces, le gustaba pero no había despertado en ella el cimbronazo que hoy representa en su vida. No pasó mucho tiempo de ese redescubrimiento para que comenzara a tomar clases virtuales de artes plásticas con una profesora y darse cuenta de que todo lo que le faltaba allí estaba.
“Fue porque estaba aburrida que empecé a pintar, pero encontré mi pasión y aprendí distintas técnicas para pintar en tela”, cuenta entusiasmada y asegura que desde el primer momento que pasó un pincel con acuarela sobre un lienzo no hubo retorno.
“Cuando pinto me libero, salen mis emociones porque puedo bailar con el lienzo y expresar mis sentimientos; puedo reírme o hablar... hacer un montón de cosas que no puedo hacerlas en tierra firme”, explica.
Su paso a paso es poner música rítmica, dejar que la melodía se apodere de sus sentidos, concentrar ese sentir en sus manos y plasmarlo en la tela. Lula baila y mientras pinta. “Me genera esas emociones que me hacen usar colores. Los imagino, los mezclo y pienso qué técnica y herramientas usar”, cuenta.
Con el apoyo de su familia, la joven de 29 años realiza sus sueños. Gabriela, la madre, la acompaña en cada una de las actividades donde su hija tiene la posibilidad de mostrar lo que hace. “Algunas muestras en las que participo fue Lunática; en el Centro Cultural de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA; en la UNLa , en el Dolores, en Chascomús en la Casa de Casco, y otras tantas. Lo maravilloso es la devolución que tiene de otros artistas y hasta de los curadores de las muestras”, dice orgullosa.
Feliz por sus logros, destaca la importancia que es el arte para que Lula se exprese y también para su cuerpo. “Ella no tiene buen equilibrio, pero cuando pinta (que lo hace de manera horizontal, por lo que está parada) no existe ninguna limitación física. Entonces, ahí una se da cuenta que las limitaciones están en la cabeza y que el hecho de sentirse feliz con lo que está haciendo hace que no haya obstáculos afuera”.
Como asegura que siempre repite, Gabriela afirma: “Las limitaciones son externas. La sociedad es la que tiene sus barreras que hacen que una persona deba esforzarte cada vez más y, sobre todo, exige más a una persona con diversidad funcional o con discapacidad. Ellas son las personas que más tienen que esforzarse más y eso hizo que Lula, antes, se autolimitara. Gracias a esto venció sus temores”.
“Pintar me hace recorrer otros mundos y me hace sentir que puedo, que puedo hacerlo”, afirma la artista.
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La Biennal
El sueño comenzó hace pocos días, Lula supo que será parte de la próxima Biennale de Florencia. “Como en cualquier otro proceso, debió mostrar sus obras (mandó cuatro) que fueron examinadas por un Comité Curatorial. De ahí la contactaron para avisarle que fue seleccionada para que se presentara con una obra nueva, exclusiva para este evento”, detalla Gabriela.
“Todavía no sé qué voy a pintar, tengo tres meses para pensarlo. Sólo sé que será enorme: de 2 x 2 metros -avisa Lula-. Cuando me enteré por mail que había sido elegida para estar ahí me sentí muy emocionada, feliz porque esto me hizo pensar que yo puedo hacer más, que las personas como yo podemos hacer más, hacer más de lo que se pensó que podemos hacer y cosas que muchos médicos no pensaban que podíamos hacer”.
Angustiada lamenta que el Censo Nacional 2022 no fue realmente inclusivo. “Me sentí frustrada y pinté un cuadro para las personas con discapacidad, como yo, que no fuimos incluidas por nuestra discapacidad, se llama ‘Notorios’ y reivindica a todas las personas que son como yo y que estuvieron fuera del censo y que también se sintieron frustradas. El Censo se refirió a las ‘personas con necesidades especiales, con dificultades’ y no son necesidades especiales. Las dificultades están en el entorno”, sostiene.
Convencida y clara, finaliza: “Al tener una discapacidad motriz me puedo desenvolver en una tela por medio del arte. El arte, pintar me hace conocer otros mundos y me hace sentir que puedo hacer lo que deseo”.
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