El martes 6 de junio, por la tarde, se celebró una misa de Acción de Gracias a la memoria del coronel Argentino del Valle Larrabure, secuestrado por el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), el 12 de agosto de 1974, mantenido en cautiverio durante 372 días y asesinado el 19 de agosto de 1975, a sus 43 años de edad.
El oficio religioso, que tuvo lugar en la parroquia de Nuestra Señora de Luján Castrense, estuvo a cargo del obispo castrense de Argentina, monseñor Santiago Olivera, cuya llegada al templo, junto a sus ministros, fue precedida por la entonación del capitulo 4 de la Carta a los Efesios, una contemplación del plan de Dios realizado en Jesucristo y en la Iglesia, con la consiguiente exhortación a llevarlo a la práctica en todos los actos de la vida. “Un solo cuerpo y un mismo espíritu, pues ustedes han sido llamados a una misma vocación y una misma esperanza. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo”, se escuchó en la sede religiosa de avenida Cabildo 425.
“Siempre recuerdo con gozo aquellas palabras de San Juan Pablo II: ´la vida del otro es un don para mí´, ciertamente la vida del coronel es un don para cada uno de nosotros”, expresó Olivera acerca de Larrabure, a quien el Vaticano autorizó la apertura de la causa de beatificación, durante fines del mes de abril de este año.
Te puede interesar: Se inicia la causa de beatificación del coronel Argentino del Valle Larrabure, secuestrado y asesinado por el ERP en 1975
La petición fue presentada por el mismo Olivera, hacia el cardenal italiano Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, quien confirmó el “nihil obstat” (nada obsta, nada en contra), o sea, la autorización de la Santa Sede para iniciar el proceso. “Examinado el asunto, me complace informar a vuestra excelencia que, por parte de la Santa Sede, nada puede impedir la causa de beatificación y canonización del mencionado Siervo de Dios”, se lee en un fragmento de la misiva enviada por el prelado europeo.
“La Palabra de Dios que hemos escuchado nos pone de un modo contundente el horizonte de cómo debemos amar, el modo de amar y a quién debemos amar. Estoy convencido que los hombres de Dios iluminan su ambiente y su realidad. Son faros en tiempos de oscuridad”, fueron algunas de las palabras con las cuales Olivera enalteció la figura de Larrabure, a quien, durante el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón, un comando de 70 guerrilleros del ERP tomó por asalto la Fábrica Militar de Pólvora y Explosivos de Villa María, en Córdoba, y secuestró a quien -por entonces- era el subdirector de la guarnición.
“Él bien supo no dejarse enredar por sentimientos de enfrentamientos ni de odios, de violencia y revancha para encarnar las verdades aprendidas y vividas del Evangelio. Supo de fidelidad a sus convicciones y de su amor a la Patria hasta el extremo”, exclamó Olivera ante los feligreses que durante el día de ayer se congregaron en la parroquia de Palermo.
Y, además, el obispo citó un fragmento del diario de cautiverio del coronel, en donde se reproduce un diálogo entre él y uno de sus secuestradores. “Mayor, usted es especialista en armas y explosivos. Acepte usted trabajar como asesor para las fabricas de nuestra organización y será libre”, le exigen. A lo que Larrabure respondió: “Por este precio no… Sólo la muerte, que sabe a la pureza del fruto no corrompido. Morir, pero por ideales que están al amparo de símbolos que nos conmueven el espíritu con la visión de una nación altiva. Ricas pampas, ríos caudalosos, mocetones que sienten la patria por la pureza de sus corazones libres y que ignoran cánticos foráneos y estrellas imperialistas de cinco puntas teñidas de rojo. ¡Oh, muerte apetecida, te espero fiel a mi patria y a mi Ejercito!”, respondió.
Absorto, el secuestrador le espeta al militar que “usted tiene un desequilibrio emocional que no le permite apreciar exactamente su situación. Piense y hablaremos”. A lo que el coronel respondió: “¡Sí, hablaremos, para que cada vez más se consolide más mi fe y mi fidelidad!”
Según Olivera, también Delegado Episcopal de la Causa de los Santos de la Conferencia Episcopal de Argentina, el “desequilibro emocional” no era tal. “Podríamos decir que su equilibrio y su sabiduría eran su fe profunda, probada y encarnada, su hombría de bien y de Palabra, su amor a Dios y a la Patria”, afirma acerca del militar quien estuvo privado de su libertad en una “cárcel del pueblo”, una especie de calabozo húmedo, sin luz y con escasa ventilación, que él mismo llamó “canil”.
En diálogo con Infobae, entrevistado por Claudia Peiró, Olivera destaca el modo “en que Larrabure encarnó la fe sin flaquear durante el difícil trance que le tocó vivir y de la que dejó un testimonio profundo y descarnado en las pocas cartas que pudo enviar y en anotaciones diarias”.
Por ende, durante el oficio religioso, el obispo destacó que “cuando la Iglesia propone un modelo de santidad, vida heroica y de martirio, lo hace con la convicción de que además de ofrecernos un buen intercesor en el cielo”. Y completó: “Él nos recuerda y anima a vivir nuestra propia vida en clave vocacional, esto es, llamados a responder a nuestro bautismo que implica responder con una vida santa“, sostuvo Olivera.
Por último, para él, esta proceso de camino hacia la canonización tiene una gran implicancia pastoral. “Lo sabemos por la fe y, lo sabemos también, por la lectura de la primera carta de San Juan: ´Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos. Quien no ama permanece en la muerte. Quien odia a su hermano es homicida, y saben que ningún homicida posee la vida eterna´ ¡Cómo no recordar aquellas palabras del 22 de octubre de 1974 que, frente al dolor, Larrabure invitaba al perdón y a vivir sin odios ni rencores: ´A mis hijos y ahijado especialmente, que no olviden mi mensaje: aún suceda lo peor, no deben odiar a nadie y devolver la bofetada poniendo la otra mejilla´, Evangelio puro!”, cerró.
Seguir leyendo: