La increíble historia de la pileta Marimón: 4 cuadras de largo y su triste final como cementerio del conurbano

El lugar fue inaugurado en la Navidad de 1937. Contaba con quinchos, lugares para comer y conexión con el río Reconquista. Cómo eran los veranos en los que había bailes hasta la madrugada y se elegía a Miss Pileta Ballester

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Miles de personas por fin de semana visitaban la pileta en Villa Ballester
Miles de personas por fin de semana visitaban la pileta en Villa Ballester

Es un secreto a voces que se cuenta en las calles de una localidad del conurbano. Los adultos mayores aún la recuerdan y cuentan anécdotas de las tardes de verano que pasaron en ese lugar. Había competencias, quinchos en los que predominaba el olor a asado y según cuentan algunos memoriosos, las mejores sangrías de la Argentina. “Era una pileta que desde una punta no llegabas a ver donde terminaba”, aseguran sin inmutarse. Los más jóvenes no lo pueden creer. Necesitan ver las fotos para entender de que se trataba. Los fines de semana la contraseña se escuchaba en las despobladas calles de la localidad. “¿Nos vemos en la pileta, no?”, se decían todos cuando se cruzaban en la verdulería o la carnicería.

El partido de San Martín durante el siglo pasado tuvo una enorme pileta que miles de vecinos usaban todos los veranos para soportar los calores. El lugar se inauguró la tarde de Navidad de 1938. Algunos comentarios en las redes sociales de la cuenta @visitesanmartin recuerdan la procesión de vecinos con sus canastas con las sobras de la Nochebuena y heladeritas de telgopor cargadas de hielo se dirigían hacia la nueva atracción del barrio.

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Cuando llegaban, el grito de excitación era colectivo. Nunca habían visto tanta agua junta. Hay que tener en cuenta que recién con el ascenso de Juan Domingo Perón al poder en la década del 40, los obreros van a acceder a tomarse un descanso en una Mar del Plata que se convertiría de aristocrática a popular.

El origen de la pileta

La familia Monteleone era dueño de las tierras, pleno campo en ese momento. Contrataron a un ingeniero para que realizara terraplenes para evitar los desbordes del río Reconquista. En ese momento descubren que el suelo contenía arena de muy buena calidad. Julio Otaño es el Director del Museo Histórico de la Municipalidad de San Martín. En diálogo con Infobae, el historiador sostuvo que “los materiales que se extrajeron de esa zona fueron usados para la construcción de estaciones de subte y del Colegio Militar”.

La pileta tenía conexión con el río Reconquista
La pileta tenía conexión con el río Reconquista

Tras la extracción de la arena, quedaban los socavones. A los Monteleone se les ocurre que puede ser una buena idea hacer una enorme pileta en la zona y se asocian con los hermanos Marimón. Recién en San Martín se ubicaban los primeros inmigrantes italianos en la zona cercana a la Avenida General Paz. Toda la zona crecía en torno a la planta de Fiat y otras fábricas que se instalaron alrededor. Los tanos construían sus casas cerca de sus lugares de trabajo. Así toda esa zona fue conocida como la “pequeña Italia”.

Los Monteleone vendían la arena y los Marimón estuvieron a cargo de la continuación del proyecto. Iban a tener una de las piletas más grandes del país en sus tierras.

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El espejo de agua, inaugurado en la Navidad de 1938, tenía 400 metros de largo. Es como tener el largo de cuatro canchas de fútbol. De ancho tenía unos 25 metros. Así esa primera tarde de Navidad se acercaron los vecinos. Primero apenas mojaban sus pies en el agua fresca. Con el correr de las horas, todo cambiaría. Sonaba la música en los quinchos y miles de personas se zambullían en la enorme piscina de San Martín. El proyecto de los Marimón era un éxito.

“No hay mucho registro escrito de la historia de las piletas -explica Otaño-. Todo se fue reconstruyendo por los recuerdos y las fotos que pudieron acercar los vecinos. Ya sea los que fueron a la pileta o los nietos e hijos que escucharon las historias de las piletas de Villa Ballester”.

A los pocos veranos el lugar ya era conocido como la pileta Marimón. Los hermanos pensaron el lugar para toda la familia. Por eso había zonas de la piscina que tenía menos de un metro de profundidad y otros con trampolín olímpico de casi 4. Estaba ubicado en las cercanías de la hoy estación José L. Suárez, apenas cruzando la avenida Brigadier Juan Manuel De Rosas entre las calles Artigas y Belgrano.

Una vista panorámica de la piscina que equivale al largo de 4 canchas de fútbol
Una vista panorámica de la piscina que equivale al largo de 4 canchas de fútbol

Un balneario en el conurbano

Para aprovechar las instalaciones, durante enero y febrero se realizaban diversas competencias acuáticas que duraban todo el día y cuyos premios eran entregados al anochecer. Luego, la orquesta comenzaba con su recital y el baile se extendía hasta la madrugada, especialmente los sábados.

En la piscina hubo carreras de natación, partidos de waterpolo y concursos de saltos ornamentales desde el trampolín olímpico.

Alrededor del espejo de agua, florecieron nuevos negocios. Kioscos que vendían alimentos y bebidas. Y parrillitas al paso con choripanes y sándwichs de carne. Eso no era todo, cuando promediaba el verano había una noche especial que nadie se quería perder. Era el momento en que se elegía Miss Pileta Ballester entre las chicas que desfilaban por el escenario armado al costado de la pileta.

Los Marimón nunca se quedaron quietos. Alrededor de la enorme pileta construyeron una circuito de automovilismo. Uno de los hermanos, Domingo, había sido corredor de autos en su juventud. “Toscanito”, así lo conocían en las pistas, había cumplido otro sueño. El de la pista propia. Allí se corrió una mítica carrera de Turismo Carretera. Los organizadores convocaron a Juan Manuel Fangio para que bajara la bandera a cuadros sobre el auto del ganador.El evento fue cubierto por el diario Clarín y la revista El Gráfico.

Una nena parada en el borde de la piscina. Atrás se ven otros chicos que juegan en el agua
Una nena parada en el borde de la piscina. Atrás se ven otros chicos que juegan en el agua

Varios sitios de historia de San Martín publicaron la poca información que hay sobre la pileta como la cuenta de Instagram @visitesanmartin. Allí enseguida se dispara la memoria de los vecinos. “La pileta tenía una zanja en el medio donde se quedaban atascadas las cadenitas y anillos que se le caía a los bañistas. Una vez al año, los Marimón la vaciaban y ponían las cosas a disposición para que la gente recuperara sus objetos perdidos. Era tan importante para todos que los colectivos cambiaron sus recorridos para entrar hasta el lugar y hacer que la gente baje más cerca”.

Pero el sueño del balneario propio terminó en la década del 70. Antes de ser vendido, estuvo un par de años abandonado. Los Marimón no tuvieron quien siga con su obra. Los chicos de los barrios cercanos la visitaban y jugaban a hacer patito con piedras planas en las aguas cubiertas de camalotes. “Fue muy caro mantenerlo y el avance de las comunicaciones y el transporte hizo que las personas elijan otros destinos para pasar sus vacaciones de verano”, argumenta el historiador de San Martín.

Muy poco tiempo después, parte de estos terrenos fueron expropiados para el Cinturón Ecológico, y un lote de 22 hectáreas por la familia Campos. En 9 de éstas su hijo realizó un cementerio parque privado, dejando vacante la mayoría del lote (en situación lindera con los asentamientos Lanzone e Independencia), terrenos en donde hoy se encuentra el barrio Los Eucaliptus.

En 2006 empieza a desarrollarse el asentamiento y el desmonte de la arboleda de eucaliptus, cuestión que se incrementó hasta la actualidad donde casi no quedan árboles.

Más imágenes proporcionadas por los vecinos de San Martín al Museo Histórico de la Municipalidad
Más imágenes proporcionadas por los vecinos de San Martín al Museo Histórico de la Municipalidad

Las otras piletas de Buenos Aires

Cuando todavía Mar del Plata quedaba muy lejos, en la primera mitad del siglo XX, las piletas porteñas cumplían un rol fundamental para paliar el verano en la Ciudad.

En una nota del historiador Adrián Pignatelli publicada en Infobae da cuenta de varias piscinas enormes que florecieron en la Buenos Aires.

En el barrio de Retiro, donde entonces era un gran descampado, y hoy está la Plaza Canadá, se levantó una pileta pública. Podía albergar a unos 500 bañistas y su profundidad iba desde los ochenta centímetros, para los más chicos, a los tres metros, donde se había colocado un trampolín. En el medio, instalaron una fuente, cuenta Pignatelli en su nota de Infobae.

Hubo otra pileta, de mayores dimensiones. Es más: el gobierno la promocionó como la más grande del mundo. Medía un poco más de 800 metros, aunque en la película de propaganda del gobierno peronista “Buenos Aires en relieve”, estrenada en marzo de 1954, afirmaba que su largo era de un kilómetro y medio.

Esta pileta abrió por 1950 y se ubicaba en el terreno que hoy ocupa la playa de estacionamiento del Aeroparque metropolitano. Por su cercanía con el río, se usaba su agua para renovarla y los memoriosos recuerdan que el barro se asentaba en su fondo.

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