El periódico La idea, de Cruz del Eje, Córdoba, hoy tiene un gran motivo de celebración y una razón que lo convierte en un medio gráfico único: cumple cien años de vida y se imprime en su propia imprenta que sigue en funcionamiento con las mismas maquinarias desde 1923, cuando fue fundado por Nicolás Pedernera, en el que se utilizan letras o “tipos” móviles de plomo.
Esa maquinaria obsoleta, que se resiste a convertirse en pieza de museo, está en manos de Carlos Ubelino Castro Cuello, tipógrafo La Idea, el último de ese medio, quien trabaja en ese lugar hace 64 años de manera ininterrumpida.
El hombre de 78 años, viudo y con tres hijos, mantiene vivo un oficio extinto y una publicación que sería historia si no fuera por él, la Asociación Amigos La Idea y los suscriptores que leen y apoyan el periódico. Actualmente tiene una tirada de 500 ejemplares por mes, que consiste en un cuadernillo de 8 páginas de formato tabloide, que había empezado siendo tamaño sábana. La publicación va por su número 2698.
“Un grupo de gente decidió hacer una asociación a efectos de que el periódico siga saliendo de manera tipográfica y además que con la idea de hacer un museo y digitalizar los 100 años”, explica Germán Baigorrí, presidente de esta asociación nacida en 2014. La Idea debe ser uno de los pocos periódicos en el país y en el mundo, -quien sabe el único-, que se imprime con tipos móviles, como a principios del siglo XX. El trabajo de Carlos se basa en componer los textos con letra por letra de metal sobre una plancha, que se entinta y se transfiere al papel por presión. La particularidad es que debe combinar tipografías, mayúsculas y minúsculas en espejo, de derecha a izquierda.
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Carlos activa ese mundo mecánico con palancas, que en otros lugares acumulan polvo y forman partes de exhibiciones. Cada máquina tiene un nombre y con preciosas letras metálicas indican su lugar de origen y fecha de fabricación. Cuenta el tipógrafo que tienen una guillotina alemana para cortar el papel, una máquina plana, con la imprimen el periódico, de origen estadounidense y una minerva, que data de 1908 y es originaria también de Estados Unidos, precisamente de Ohio. Esta máquina tipográfica, pequeña, plana, fue muy utilizada hasta la aparición de las primeras prensas cilíndricas a mediados del siglo XX, donde el papel se coloca en un cilindro que hace presión sobre el molde, a una mayor velocidad.
Carlos se ocupa de enhebrar ese mundo de letras metálicas, en base a los textos, muchos de ellos manuscritos que le dan los periodistas. “Las notas las vamos a buscar a domicilio. Y algunos periodistas las traen. Acá se trabaja como hace 100 años atrás”, subraya. En el proceso, no pueden salir errores. “Primero preparo las letras, después la página, lo meto en la máquina y saco pruebas para que una de las periodistas, que es una profesora lo corrija. Si no está, lo corrijo yo no más. Tarea completa”, dice riéndose. Además de buen gusto para elegir las letras, en su trabajo, deben estar atentos a los errores. Un tipógrafo no es un simple operario, sino una persona con conocimientos de gramática y ortografía. Y que tienen el don de “escribir” del revés.
La imprenta solo se enciende para hacer el histórico periódico de Cruz del Eje y nada más. Dicen que los trabajos de imprenta no son redituables. La única persona que trabaja allí es Carlos, con todas sus cajas de tipos y una paciencia única. Para hacer una página puede tardar un día o día y medio. “No es muy difícil. Hay que tener buen gusto para combinar letras, para hacerlo distinto de alguna manera”, detalla el tipógrafo. “Aprender se aprende mirando, curioseando y si se le pone corazón se aprende más rápido”, agrega Carlos, que actualmente tiene algunos aprendices y los alienta a mantener viva la imprenta, la poderosa herramienta desarrollada por Gutenberg que transformó el mundo en 1450 difundiendo el saber e ideas de forma masiva.
La historia
En los últimos cien años de historia en la Argentina, en los años que la libertad de expresión fue violada, el tipógrafo puede recordar las veces que los clausuraron por un tiempo “porque a algún político no le gustaba alguna nota”, pero que siempre tuvieron continuidad. Dice el tipógrafo que La Idea, siempre fue un medio muy político y partidario del radicalismo. Primero su fundador, Nicolás Pedernera y también su hijo Temístocles. Recuerda que para la asunción del presidente radical Arturo Illia cargaron un camión con 15 mil ejemplares de La Idea con destino a la Plaza de Mayo, acto que consideraron en su redacción como una “Quijotada del periodismo de tierra adentro”.
A los 78 años el hombre podría estar jubilado, pero nada de eso. Trabaja entre 8 y 10 horas diarias y vive allí mismo. “Sigo acá por el amor que tengo por esto. No sé hacer otra cosa. Imaginate, llevo 64 años en este espacio. Pero ya estoy grande. Se van apagando las fuerzas”, dice quien empezó con tareas menores en ese mismo espacio cuando tenía tan solo 14 años y tuvo muchos compañeros con su oficio. Eran unos 15, recuerda”. El periódico no pudo actualizarse en el camino de transformación digital, donde hoy todo se imprime desde un pdf y a color. “No se pudo”, se lamenta Carlos. Pero La Idea está viva. Se sigue leyendo y hoy tiene un matiz diferente. Forma parte del patrimonio cultural de Cruz del Eje.
En el espacio donde se imprime La Idea, funciona algo así como un centro cultural, donde se presentan libros, películas y más actividades. El lugar está enmarcado por la punta de los ferrocarriles que se cerraron en 1978.
En el día del periodista la Asociación Amigos La Idea junto a Cispren organizaron un encuentro llamado “La Palabra Impresa” en la Escuela Normal de Cruz del Eje (Sarmiento 1155) y participarán Eduardo Aliverti, Fernanda Nicolini, Mariana Mandakovic, Quique Pesoa, Alexis Oliva.
El 9 de julio próximo se cumplen los 100 años del periódico y para esa fecha especial la Asociación convoca a los cruzdelejeños para que “vean y sientan su historia. Palpen esa máquina del tiempo que no quiere ni debe desaparecer”.
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