El documental recomendado por Elon Musk en Twitter fue estrenado hace un año, en junio del año pasado, y conoció un inmediato éxito en internet. Repudiado por los críticos de cine, fue muy bien recibido por el público. En el ránking de Rotten Tomatoes esta película de Justin Folk, protagonizada por Matt Walsh, estuvo al tope en las preferencias de los espectadores, pero fue boicoteada por el pensamiento políticamente correcto. “What is a woman?” (¿Qué es una mujer?) recogió en poco tiempo una amplia audiencia así como muchas condenas de gente indignada con su temática.
El motivo es que el documental cuestiona la ideología queer, la pretensión de negar todo vínculo entre sexo y biología, y la afirmación de que todo es “construcción” o estereotipo cultural impuesto. El largometraje fue producido por la web de noticias The Daily Wire, creada en 2015 por el comentarista político Ben Shapiro y el director de cine Jeremy Boreing. Hay que decir que muchos críticos se negaron incluso a verlo, una actitud bastante extendida en tiempos de wokismo: la indignación prevalece sobre el debate de ideas, la cancelación sobre el análisis de los argumentos y de los hechos.
“What is a woman?” es un recorrido por varias ciudades estadounidenses y por diferentes escenarios para entrevistar a profesionales, especialistas y ciudadanos de a pie a los que se les formula una misma pregunta: ¿qué es una mujer?
Con ese simple recurso, la película, entre documental y sátira sutil, expone las contradicciones y debilidades de la ideología de género que, para el protagonista y relator, “es realmente un asalto a la mismísima verdad”. Es decir, la teoría que divorcia por completo la identidad sexual de la biología, que pretende que el sexo es “asignado” al nacer.
Es sabido que cualquier crítica a la ideología de género -negada por sus cultores- desata de inmediato acusaciones de transfobia, censura y cancelaciones. “What is a Woman?” no fue la excepción. En su versión subtitulada al castellano, la película podía ser vista en diferentes sitios de Internet en ventanas de tiempo hasta que una nueva cancelación la bajaba de la red. Ahora, The Daily Wire la promocionó en Twitter y el empresario fundador de SpaceX y dueño de la red del pajarito, Elon Musk, la recomendó con una frase que no deja dudas de su opinión sobre el film: “Todos los padres deben ver esto”.
El consejo tiene que ver con el hecho de que la ideología de género está penetrando en las escuelas, a través de la educación sexual o de modo transversal en muchas otras materias. Existe una gran controversia en torno a la pretensión de algunas autoridades educativas de inculcar el derecho al cambio de sexo desde la más temprana edad, la imposición a los padres -que ven cuestionada o restringida su potestad- de que deben aceptar el deseo del niño que dice querer ser niña, o viceversa, y la afirmación de que las terapias hormonales son inocuas y reversibles, entre otras cosas.
Todo esto aparece en el documental en las entrevistas a promotores de este tipo de transiciones y a través de algunos casos problemáticos.
La película intenta infructuosamente obtener una definicion de qué es una mujer, pero las respuestas apelan a mecanismos tales como: devolver la pelota -”¿qué crees tú que es una mujer?”-, tautologías -”una mujer es toda persona que se define como mujer”- o cuestionamientos al interrogante -”¿por qué me preguntas eso?”-.
La acusación de transfobia enmascara que la crítica no se dirige a la disforia de género sino a la campaña permanente por normalizar las transiciones de sexo como si se tratase de un procedimiento médico inocuo, sencillo, natural.
Hay personas que verdaderamente sufren de disforia de género, es decir, una distorsión entre su identidad sexual y su cuerpo; pero es un número ínfimo de casos. Acá se trata de otra cosa: “Este aumento de la identificación transgénero no se debe a la disforia de género”, dice Walsh, sino a un “contagio social” y a una “moda”.
Lo mismo sostiene la reconocida historiadora y psicoanalista, biógrafa de Jacques Lacan y Sigmund Freud, Elisabeth Roudinesco, en su último ensayo, “El Yo soberano. Ensayo sobre las derivas identitarias”.
Roudinesco critica el concepto de “autopercepción” -soy aquello que yo percibo que soy, en cada momento, según mi subjetividad, y sin importar la realidad-, denuncia los “estragos de la política identitaria” y asegura que se vive “una epidemia transgénero”.
“En general, los medios progresistas presentan todas las historias de niños con ‘disforia de género’ como magníficas aventuras en las que unos padres heroicos se enfrentan valientemente a una opinión hostil”, dice la ensayista francesa. Pero agrega que nadie parece estar razonando sobre ciertos postulados de género que contradicen el sentido común. “¿Cómo puede afirmarse, por un lado –y con razón–, que un niño de menos de quince años nunca es consentidor de una relación sexual con un adulto y considerar, por otro, que es lo bastante maduro –o sea, consentidor– como para decidir por sí mismo que debe realizar esa transición?”
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Las entrevistas de “What is a Woman?” revelan hasta qué punto esta ideología ha penetrado en ambientes médicos, académicos y en el público en general. Es especialmente impactante escuchar a Michelle Forcier, una pediatra especialista en “transiciones”, cuando Walsh le pregunta si decir que un niño es varón porque tiene pene es una asignación arbitraria de sexo, responder: “Decirle a una familia, basándose en ese pequeño pene, que su criatura es absolutamente cien por ciento varón, sin importar qué más pueda ocurrir en su vida, eso no es correcto”. Y ante una réplica de Walsh, responde: “No, tu esperma no te hace varón”.
Para Forcier, hasta la gallina tiene un sexo asignado -porque pone huevos-, pero “no tiene identidad de género”. Este tpo de diálogos desopilantes abundan en la película que por momentos deriva en tragicomedia.
El sexo es biológico e incambiable, aun si la persona hace una transición: es el mensaje que deja el film. “Soy una mujer biológica. Nunca seré un hombre”, le dice Scott Newgent, un hombre trans, a Walsh.
La incomodidad que genera la pregunta que atraviesa todo el documental se debe a que la corrección política reinante ha generado un clima de terror: nadie quiere ser calificado de transfóbico. Como el dogma dice que las mujeres trans son mujeres, y los hombres trans, hombres, se cae en eufemismos como personas menstruantes o personas con vagina o con útero y ya no se puede llamar mujer a una mujer. Si no lo creen, miren las comunicaciones de nuestros ministerios de Mujer, de Salud y otros.
La mejor muestra del revuelo que genera el documental se produjo en la misma red. Como se cumplía un año de la salida del film, The Daily Wire lo subió a su cuenta de Twitter y lo puso gratuitamente a disposición del público.
Pero la red etiquetó la película como discurso de odio, lo que limita la posibilidad de compartirla, y generó muchas críticas de los usuarios. Luego directamente la bajó. Esto motivó también la protesta de los realizadores, que apuntaron a la promesa hecha por Elon Musk, cuando compró Twitter, de que no habría censura.
La película volvió a aparecer en la cuenta de The Daily Wire, esta vez sin restricciones, y el resultado fue que la directora de Confianza y Seguridad de la red social, Ella Irwin, dimitió.
Musk en persona se disculpó por lo que llamó “un error de muchas personas” y luego recomendó él mismo el documental a sus más de 140 millones de seguidores.
“Han sido 24 horas salvajes. Comenzó cuando Twitter etiquetó nuestra película como discurso de odio y la suprimió por completo, y terminó cuando se eliminó toda supresión y el propio Elon Musk tuiteó la película e instó a la gente a verla. Una gran victoria”, sintetizó Matt Walsh.
El documental sigue precedido por una advertencia. Ya no se habla de “discurso de odio”, pero se advierte que es polémico y se enumeran los temas que trata. Aun con esa precaución, la batalla por la libre expresión está ganada, como dice el protagonista de “¿Qué es una mujer?” El film ha sido visto por más de cien millones de personas.
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