Esta historia empieza a mediados de 1975. Se estaba por acabar la democracia en Argentina y los militares estaban a punto de tomar el poder. Un hombre pedalea en su bicicleta roja por el centro de La Plata. Es militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), el brazo político del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).
Allá va el militante cerca de la Plaza Moreno. Se cruza con el tránsito y con alguna pinza de la Policía Bonaerense que logra sortear. Nadie duda de un hombre en bicicleta parece. Dentro del manubrio de su rodado lleva un par de documentos del partido. La idea es difundirlo. Que se conozca la posición del PRT sobre la reciente muerte del Che Guevara. En el otro papel, escrito a máquina, se puede leer lo que el partido creía sobre el capitalismo: “Un cambio que saqué de raíz las estructuras del capitalismo para que se acabe la explotación del hombre por el hombre”.
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Después de ese viaje en su bici roja no se sabe nada más del militante. Puede ser un desaparecido, un exiliado o alguien que se haya salvado de la represión ilegal.
La historia que vuelve
Casi cincuenta años después su historia reaparece casi por casualidad. Tras la muerte de sus padres, Sergio Cechet, de 58 años, decide poner en funcionamiento la vieja bicicleta roja que dormía en el garaje de la casa familiar.
“La habíamos comprado en un remate del Banco Municipal de La Plata a principios de la década del 90 – recuerda Cechet en diálogo con Infobae-. En ese momento, compramos la roja para mi papá, otra de paseo para mi mamá y una de carrera para mí”.
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La familia Cechet tiene mucha relación con la bicicleta. Siempre la usan para ir a trabajar, aún antes de que se pusiera de moda. “Mi papá fue asistente de un equipo y mi tío José fue campeón argentino de ciclismo en la década del 40″, relata Daniel orgulloso.
Sergio llevó la bicicleta de su papá al bicicletero para que la ponga a punto. Quería volver a usarla o quizás venderla. “El que te la compre la va colgar de una pared, porque es una reliquia”, le aseguró el mecánico.
Una mañana, Cechet toma la bici roja para ir a trabajar. Quería probar cómo había quedado el arreglo. En su cabeza aún rondaba la idea de venderla. De empezar a vaciar la casa de sus padres que habían fallecido hace poco.
El hallazgo de los panfletos
Fue hasta su oficina en el Ministerio de la Comunidad, ex Desarrollo Social de la Provincia, y estacionó la bicicleta en la puerta. Antes de atarla con el candado se fijó que tenía un manillar roto. Se miró la mano y la tenía irritada por el viaje. El puño del manubrio le había molestado en todo el trayecto.
Entonces decide sacarlo para evitar la molestia en el viaje de vuelta. De costado se ve el filo de un papel gastado, amarillento. Sergio mete un dedo despacio y desliza el documento hacia afuera. El panfleto del PRT que el militante en la década del 70 había escondido allí, quizás, para salvar su vida, reaparecía casi 50 años después.
“El papel tenía como olor a humedad, pero estaba seco y se podía leer. Está escrito a máquina –describe Cechet-. Se nota el paso del tiempo en la fragilidad del panfleto. Casi siento muchas veces que si lo toco mucho se puede llegar a romper”.
Sergio subió a la oficina a cumplir su jornada laboral. A la salida, se preguntó: “¿Y si hay otro papel en el otro manillar de la bicicleta?”. Se puso a desenroscar el puño que es también rojo. Le costaba, había quedado pegado al metal por el paso del tiempo.
y así descubrió otro documento. En este caso un homenaje al Che Guevara a 6 años de su muerte en ese momento. Los dos panfletos fueron hallados por Cechet en muy buen estado. Como si el manubrio de la bicicleta fuera el lugar más seguro del mundo. Quizás eso pensaba el militante que pedaleaba por La Plata mientras pensaba que había encontrado para ese material el mejor escondite del mundo.
Donar la bici roja
Sergio conserva en su casa la bicicleta, ya no piensa en venderla, y los papeles del PRT-ERP. Su idea es donarlo al Museo de la Memoria de la Provincia de Buenos Aires que se encuentra en su ciudad. “La idea es que se conozca la historia y que mantengan en buen estado tanto la bici como los documentos que encontré - le explica Cechet a Infobae-. Quiero que la mayor cantidad de personas posibles conozcan y entiendan nuestro pasado reciente”.
En la época de la dictadura, El dueño de la bici roja era un nene de apenas 10 años. Cechet vuelve a ese momento y recuerda no tener miedo. “Éramos un poco inocentes de lo que pasaba. Por ejemplo con mis amigos nos metíamos en las casas abandonadas. Mucho tiempo después me enteré que eran los hogares de militantes desaparecidos que, además, habían sido saqueados por las patotas militares”.
Este mismo año, Sergio narra que pasó frente a La casa de los conejos. Se trata de lo que fue la vivienda del matrimonio Mariani-Teruggi es un testimonio arquitectónico del terrorismo de Estado. Allí funcionó un espacio operativo de Montoneros, donde se imprimía Evita Montonera. La escritora Laura Alcoba contó la historia de su familia y de cómo escondían en el fondo de la vivienda una imprenta para sacar la revista.
“Se me vinieron encima un montón de recuerdos. Cuando era chico, la noche del ataque escuché balazos y bombas. Al otro día, fuimos con mi papá a ver cómo había quedado la casa con las paredes repletas de agujeros. No lo olvido más”, se emociona Cechet mientras relata el momento.
La Plata fue una de las ciudades más golpeadas por la represión ilegal ejercida en la última dictadura. En esta ciudad, ocurriría apenas iniciado el golpe La noche de los lapices, en la que un grupo de estudiantes secundarios fue secuestrado por reclamar un boleto estudiantil. En esas mismas calles, circulaba en su bici roja el militante del PRT con los documentos escondidos a mediados de 1975, con Juan Domingo Perón ya muerto y los militares a punto de tomar el poder.
Mientras tanto, la bici roja atesoró esos documentos en su esqueleto hasta que pudieron volver a la luz para dar testimonio del pasado.
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