Melanie Saint Paul (29) es hipoacúsica. Hace 15 días, el 4 de mayo pasado, subió un video a TikTok en el que denunció que su padrastro Rubén Alfredo Rivas abusó de ella desde que tenía 10 y hasta sus 17. Pero, sobre todo, alertó de algo muy grave: el abusador, hoy de 58, fue condenado por la Justicia a 12 años de prisión, pero hace cinco que está prófugo. El Ministerio de Seguridad Nacional ofrece una recompensa de medio millón de pesos a quien aporte datos sobre su paradero.
En el video, que encabeza esta nota y tiene más de 350 mil visualizaciones, Melanie mira a cámara y cuenta el calvario que padeció. “Soy Melanie y soy sorda. Les voy a contar mi historia de abuso”, arranca la joven que, desde hace cuatro años, vive en la provincia Córdoba junto a su marido y su bebé de un año.
Según su relato, todo comenzó luego de que sus padres se separaron, cuando ella tenía 8. En ese momento, su madre la llevó a vivir con su nueva pareja que, tiempo después, se convirtió en su abusador. “Su nombre es Rubén Alfredo Rivas, comenzó a abusarme cuando tenía 10. Cuando cumplí 12 años empezaron los abusos con acceso carnal. Todo pasaba cuando mi mamá no estaba. Lo sufrí hasta los 17 años”, describió en el video, al tiempo que se ven imágenes suyas de cuando era pequeña y, también, de Rivas, su padrastro abusador.
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Cuando cumplió 18, Melanie se fue a vivir con su papá. Un año después, gracias al apoyo de una amiga, pudo poner en palabras lo que vivió. “Me llevó un tiempo, pero pude denunciarlo. Desde que hice la denuncia hasta que se llevó a cabo el juicio, pasaron cuatro años. (A Rivas) Lo condenaron a 12 años de prisión, pero hace 5 años que está prófugo”, explicó Melanie y dice que por eso recurrió a las redes sociales. “La idea es que me ayuden a difundir y a encontrarlo”, describe.
“Al principio yo no sabía, no entendía, que era algo grave y malo. Después me di cuenta de que sí y trataba de evitarlo”, contó Melanie en una entrevista al programa Quién, cuándo, dónde (A24).
Durante el reportaje, la joven detalló que el hombre también era violento con su madre. “Me daba miedo. Era una persona agresiva que le pegaba a mi mamá. Yo le pedía que se separara, pero ella me decía que él era bueno, que nos llevaba de vacaciones. Una relación plagada de violencia”, reveló y sostuvo que su madre nunca creyó en su palabra. “‘¿Cómo vas a decir eso?’, me decía. Al día de hoy me sigue echando la culpa. Hace diez años que no tengo relación con ella”.
En 2018, el Tribunal en lo Criminal N°6 de San Isidro condenó a Rubén Alfredo Rivas a 12 años de prisión por el delito de “abuso sexual con acceso carnal agravado por configurar un sometimiento gravemente ultrajante para la víctima por su duración y circunstancias de realización, agravado por la situación de convivencia preexistente y por haberle causado un grave daño a la salud mental de la víctima”, según indica la sentencia.
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Sin embargo, Rivas nunca se presentó a los tribunales para escuchar el veredicto. Hoy, cinco años después de haber sido condenado, continúa prófugo de la Justicia y con pedido de captura. En ese contexto, el Ministerio de Seguridad de la Nación dispuso una recompensa de 500 mil pesos para quien aporte información que permita dar con su paradero.
Según datos recientes del Ministerio de Justicia, entre 2017 y 2022, se registraron 14.424 niños, niñas y adolescentes (NNyA) víctimas de violencia sexual. El dato supone un aumento del 126% en el número de denuncias. Los NNyA representan el 58% del total de víctimas de abuso sexual del país. Estas estadísticas solo hablan de la pequeña proporción de personas que logran denunciar: según un informe sobre violencia sexual en América Latina y el Caribe, realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), solo el 5% de las víctimas realizan una denuncia judicial.
Estos crímenes perversos tienen como objetivo lograr la satisfacción sexual, desde esta vertiente sádica, la pulsión de poder. El perpetrador del abuso suele ser alguien conocido o cercano a la víctima. Se estima que el 70% de ellos son miembros de la familia (amigos, sacerdotes o personas a cargo del cuidado o educación de los bebés, niños, niñas y adolescentes) y que más del 80% convive con la víctima.
Cuando compartió el video en las redes, Melanie tenía un solo objetivo: pedir ayuda para encontrar a Rivas. “Me arruinó la infancia y la adolescencia”, dijo en el reportaje. Y cerró: “Le pido a la Justicia que por favor lo busque. Faltan siete años para que prescriba la causa y no sabemos dónde está”.
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