“En un rato ya partimos para Ezeiza, a las 21.00 sale el avión y queremos estar tres horas antes”, le dice Miguel Ángel Messineo a Infobae mientras Betty, su esposa desde hace 53 años, llama al taxi que lo llevará junto a “la barra brava” al Mundial de Ciclismo de Nueva York, que se disputará el 21 de mayo.
La barra son su mujer, su hija Marcela y su nieta. Las que siempre lo alientan. “Esta vez, podemos ir todos para la competencia y nos quedamos unos días para disfrutar”, cuenta y habla con el mismo entusiasmo que tenía cuando compitió por primera vez, 67 años atrás.
La pasión que tiene el hombre, que fue triatleta y Ironman (una de las competencias más exigentes), por el deporte lo mantiene intacto, tanto física como mentalmente. Lo denota su voz y al hacérselo notar, bromea: “¡No, no parece que tengo 80 años, aparento 79!”.
El jubilado, esposo, padre y abuelo feliz trabajó toda su vida en la Legislatura de la ciudad de Neuquén, de donde es oriundo. Su primera carrera fue en San Martín de los Andes, agrega, y admite que ya perdió la cuenta de cuántas (entre triatlón y ciclismo) hizo en estos años, pero no por estar flojo de memoria sino porque fueron tantas que ya perdió la cuenta.
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El secreto de la buena vida
Miguel Ángel se alimenta bien. Dice que el 40 por ciento de su plato es proteína; el 30 % carbohidratos y el resto grasas saludables. Su rutina física es de doble turno: por las mañanas, hace entrenamiento de musculación que completa con natación. Por la tarde, pedalea. Seis son las horas diarias que le dedica al ejercicio. Este orden y esa disciplina fueron desde que era adolescente sus pilares de vida porque, como asegura, “esto se trata de un estilo de vida, que yo recomiendo”.
Nació el 14 de abril de 1943 en la ciudad de Neuquén, amante de la montaña, de los lagos y la capacidad de su cuerpo, Miguel es reconocido en su provincia como uno de los máximos ciclistas. “Gané muchas carreras, pero también trabajé para que este deporte fuera reconocido toda la provincia”, asegura y hace también referencia a la pista de ciclismo que fue construida en la Ciudad Deportiva.
“Mi objetivo siempre fue participar en todo el mundo entero en nombre del deporte y de la salud, de los cuidados y la buena vida, porque esto no es un sacrificio; todo lo contrario”, cuenta desde la casa de su nieta, en Buenos Aires, en la que “la hinchada” espera la hora de partir al aeropuerto de Ezeiza para dar inicio a un nuevo sueño.
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Sin pensar en el peso de los años, porque dice que no le pesan, sí asegura que comenzará a poner un punto final a la competencia. “Prometí que este sería mi último Mundial... ¡Yo también quiero ‘la tercera’!”, dice entusiasmado y aspira a coincidir en número de estrellas sobre su pecho como la Selección. “Y, son muchas horas de entrenamiento para una competencia de este calibre y mucho dinero, porque lo pagamos nosotros. Si bien, en otras oportunidades tuve ayuda de la Provincia, por representar al país, esta vez no (no la pedí tampoco), pero así siento que será más mío todo, y de mi familia”.
Esta última tendrá varios condimentos. “Serán unos 161 kilómetros pedaleando, se parte del puente colgante George Washington. En la largada, todas las categorías recorrerán esa distancia. En 2019, me llevó 7 horas y 7 minutos, y en 2018, 6 horas y 59 minutos. Veré si rompo mi propia marca porque hay unos seis mil ciclistas inscriptos, de cien países... ¡Impresionante! Siempre se reúne mucha gente”, explica y dice que en 2018 y 2019, los ganó, pero que en 2016 salió segundo.
Además, confía, que tiene su propia competencia personal en el día de su cumpleaños. “Cada año agrego dos kilómetros al recorrido que hago y este año alcancé 160 km″, cuenta con orgullo su logro. “Se habla mucho de la importancia de hacer deportes a lo largo de la vida, es algo que recomiendo, aunque las nuevas generaciones lo viven de otra manera, pero se llega a los 80 años de otra manera”, asevera y demuestra.
Comenzó a los 13 años en una carrera de atletismo para menores de 15 años. Estuvo federado y comenzó a recorrer el país para correr en distintos terrenos. Una grave lesión en su rodilla lo sacó de carrera. “Tuve un infarto óseo en una rodilla y no puedo correr porque se me rompió el cartílago, pero acá estoy firme a mis 80, por asumir un nuevo desafío”, dice.
En Europa compitió en Triatlón y Duatlón; el Ironman, que es una de las competencias de triatlón más exigidas que existe. También cosecha mundiales de triatlón en México (dos), Italia, Uruguay, Chile y Brasil. En la Argentina gané más de 30 campeonatos de ciclismo y en los años 90s fue el primer campeón argentino de mountain bike que se realizó en San Martín de los Andes. Toda mi vida se la dediqué al deporte y lo hago con toda la intensidad y compromiso que significa representar al país”, admite.
“Para mi siempre fue todo un combo a seguir, no es solo subirse a la bici y pedalear. Hay que saber alimentarse, hidratarse”, explica. Yo tengo el control de lo que hago durante la competencia: voy con una computadorita y miro cómo va mi pedaleada por minuto; mi ritmo cardíaco, controlo mis pulsaciones. Esto lo hago desde 1948″.
Más allá del deporte, Miguel fue el primer cadete de la Legislatura de Neuquén. “Después fui mozo, vieron que tenía muchas cualidades y, a pesar de que no pude estudiar, me hicieron aprender, perfeccionarme y llegué a ser auxiliar administrativo y me jubilé como pro secretario administrativo. Fue como en el ciclismo, empecé bien de abajo y fui subiendo a costa de esfuerzo y constancia. Siempre fui un luchador”.
Más que emocionado, Miguel Ángel espera el 21 de mayo para poder ganar el Mundial y demostrarse a sí mismo que pudo. “Hay que seguir activo, como siempre digo: ¡No hay que dejar el viejo a nuestra vida! No se trata de una cuestión de edad, en número ni nada de eso. Hay que buscar algo que nos motive y mantener el cuerpo y la mente sana ocupada en eso”, finaliza.
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