Una cerveza fabricada por tres amigos en un galpón del conurbano salió campeona del mundo en los Estados Unidos

Por primera vez, una marca artesanal argentina logra el oro en el Mundial de la Cerveza. En el certamen, realizado en Tennessee, compitió contra 10 mil cervezas de 51 países participantes. Ricardo “Semilla” Aftyka, uno de los felices creadores, cuenta la historia del emprendimiento, que empezaron para divertirse los fines de semana

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El momento de la premiación
El momento de la premiación

Como si la palabra mágica, que le presta el nombre, hubiera hecho efecto, “Ábrette Sésamo”, abrió las chances argentinas en el camino de la World Beer Cup y se consagró campeona. Es una cerveza de fermentación espontánea y sin levaduras, añejada en barricas durante 20 meses para ganar acidez por la acción de las bacterias. Tras ese largo proceso, es embotellada y encorchada para ser refermentada lentamente durante un año más.

Este premio es el resultado de años de trabajo, pero también de estudio, perfeccionamiento y mucha pasión. Ricardo “Semilla” Aftyka (45 años) es uno de los impulsores de Juguetes Perdidos, la cervecería que elaboró a la ganadora. Comenzó a elaborar cerveza “hace muchos años, como hobbie”, dice. “Empecé en 1999 y fui cervecero casero 15 años antes de vender mi primer litro. Esto tiene mucho que ver con Juguetes Perdidos porque conocí a mis socios, Ian y Pisa, haciendo cerveza en casa”, dice.

Aún emocionado por el premio, asegura: “Hacemos la cerveza que nos gusta, primero, y muchas distintas: unas 80 diferentes al año. Así que al momento de inscribirnos vemos qué hay disponible, hacemos una cata y decidimos los que a nuestro criterio representan mejor el estilo. Porque al final, lo que se evalúa es que tan cerca estás del estilo que decís que fabricaste”. También es socio fundador de Somos Cerveceros, una asociación civil sin fines de lucro que enseña y difunde la cultura cervecera de manera gratuita.

El emprendimiento surgió hace más de una década cuando los tres amigos decidieron elaborar su propia cerveza con la particularidad de crear variedades que no se conseguían en Argentina debido al proceso de elaboración.

Una cerveza fabricada en Tres de Febrero fue campeona en el Mundial de Estados Unidos

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Juego de grandes

Ricardo, Ian y Pisa son fanáticos de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Como tantísimas otras veces, hace más de 10 años, escuchaban a la banda cuando la idea de hacer cerveza de manera artesanal se instalaba en ellos y se inspiraron para bautizar al lugar y comenzar a saborizar mentalmente aquellas que deseaban tomar.

“Siempre estuve muy vinculado a la organización de eventos, dando capacitaciones (mientras trabajaba de otra cosa, como todos) y ellos fueron presidentes de la asociación. Así que me tocó compartir experiencias de gestión aparte de la pasión por la cerveza. Yo soy juez internacional desde 2009, y en un viaje a la World Beer Cup de 2014, en Denver, conocí Great Divide y sus cervezas Imperial Stout de barricas de Bourbon. Me rompió la cabeza... En Argentina era imposible conseguir estas cervezas, no entraban importadas y nadie las fabricaba acá. Entonces dije: ‘¡Las voy a hacer yo!’. Como hacer cerveza es muy social, es como hacer un asado, porque te juntás y charlás, como son 8 horas aproximadamente todo el proceso, se lo suele compartir con amigos. Así que yo hacía cervezas mientras tomaba estas cervezas con Ian y Pisa... Y nació la idea de Juguetes Perdidos”, revive Semilla.

Al principio, pensaron en hacer algo chico. “Juntar nuestros equipos caseros, cocinar a la vez 200 litros entre los tres y llenar una barrica, pero vimos que era poco práctico así que nos decidimos a alquilar un galpón, que es donde ahora está la fábrica de Caseros (era sólo la parte del fondo, se accedía por un pasillo) y armamos un equipo de 300 litros. Lo primero que entró por la puerta, literal, fueron 60 barricas de roble”, recuerda.

Ábrette sésamo, la ganadora
Ábrette sésamo, la ganadora

Fue cuando también entró en la historia Martín Ron, un vecino y amigo de Ricardo, que ilustró algunas de sus etiquetas, entre ellas la de la cerveza ganadora, Ábrette Sésamo. “Es un mural que se llama ‘Sapo a Contramano’ y está en Hornos y la vía, en Caseros. Pero bueno, la cosa es que Martín pasó un día, mientras descargamos equipos, y nos pusimos a charlar; entró, tomamos unas birras mientras le contábamos cómo se hacía la cerveza... Al rato, ¡ya estaba pintando las paredes!”.

Como todos trabajaban de otra cosa (Ricardo tengo parte en una empresa autopartista, Ian consultor informático y Pisa era ejecutivo bancario), los amigos se reunían los fines de semana e invitaban a Martín para hacer su arte.

“Nos decía en broma: ‘¡Ustedes acá se armaron un lugar para venir a jugar!’, y desde entonces la clave era: ‘¡Nos vemos en la juguetería!’...—se ríe—. Nosotros somos muy fans de Los Redondos y un día estábamos ahí y sonó Juguetes Perdidos, la canción del disco Luzbelito, y nos miramos los tres... ¡Ya teníamos nombre!”, revela.

La idea que tenían era cocinar los fines de semana, llenar una barrica, esperar un año y luego vender la cerveza. Las cervezas de barrica llevan procesos largos y así lo fue para el caso de Ábrette Sesamo. “Fueron 20 meses en barricas más una lenta refermentación en botella, que duró un año. En total, son tres años de proceso”, cuenta Semilla.

Campeones
Campeones

El tiempo parecía jugarles en contra y no tardaron mucho en darse cuenta de que no era sostenible seguir pagando un alquiler, todos los insumos, etc. sin obtener ganancias. “Nos vimos obligados a sacar algunas cervezas frescas, de línea, como las ipas. No queríamos hacer lo mismo que los demás, así que salimos con copas con borde de oro, exclusividad en locales, y unas cervezas con una potencia tremenda. El resto es historia...”, dice sin exagerar.

Desde 2015, no pararon de crecer: ganaron más de 120 reconocimientos en, prácticamente, todas las competencias americanas y también en Europa (Brussels Beer Challenge, Barcelona Beer Challenge) o inclusive en Japón (International Beer Contest), lo que los convirtió en la cervecería independiente más premiada de América Latina.

“Pero la que nos faltaba era la del mundial, la World Beer Cup, que es, lejos, el concurso más grande y prestigioso del mundo. Empezó hace 24 años, ¡y convoca más de 10. 000 cervezas! Llegan competidores de 51 países, con 2400 fábricas participando... ¡Es una verdadera locura y la referencia mundial para cualquier cervecero, no importa donde hagas cerveza!”, repasa entusiasmado el camino recorrido y asegura: “Nos gusta que cualquiera que tome nuestras cervezas las pueda disfrutar sin tanta información; y si la tiene, ¡que la pueda disfrutar más!”.

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“Ábrette Sésamo”, la otra ilusión argentina

Cada estilo de cerveza elaborada tiene parámetros para el aroma, color, sabor y la sensación en boca. “Es distinto para una Stout que para una IPA, es distinto para una American IPA que para una English IPA. Más allá del que más nos guste, elegimos los que creemos representan mejor el estilo”, cuenta Ricardo.

Para él, Ábrette Sésamo es una cerveza muy compleja de hacer. “La fermentación espontánea y las barricas, trabajar con levaduras salvajes, refermentar en botellas de espumante... todo es muy difícil de amalgamar, pero si no te digo nada y te sirvo la cerveza, la tomás como un champagne porque es seca, chispeante, tiene sabores de pera y durazno por la barrica de vino blanco, una leve acidez super refrescante... La podés disfrutar igual. Esa es nuestra meta a la hora de diseñar una receta”, admite.

Emocionado y aún con los nervios del certamen, admite que haber participado y ganado el máximo premio fue mucho más de lo esperado. “¡Estar ahí es alucinante! Muchos cerveceros viajan a la premiación y a la Craft Brewers Conference, que se hace en simultáneo y es la expo cervecera más importante de USA. Hay unos 10 mil, además de conferencias, capacitaciones... También se viaja para ver las nuevas tendencias, los nuevos productos de los proveedores de materia prima y equipamiento... Y por supuesto a la fiesta de premiación”.

Los números
Los números

Pero no todo sucede allí mismo. “Las cervezas se catan unos días antes y el proceso empieza cuando te inscribís, unos 6 meses antes. En febrero hay que mandar las muestras a USA, para que consoliden todo en marzo. Son alrededor de 120.000 latas o botellas, la logística es brutal: hay que clasificarlas, acomodarlas, etc. En abril empiezan las rondas eliminatorias”, detalla y explica que las cervezas se agrupan por categorías y que de doce quedan tres. “Esas tres seleccionadas, las ‘ganadoras de ronda’ van a una segunda ronda, donde ahora las 12 cervezas son ganadoras previas”.

Esas rondas se pueden repetir hasta cuatro veces, para llegar a una final con doce cervezas, que son tres veces las mejores entre las mejores. “Ahí se ponen las 3 medallas, Oro, Plata y Bronce. En la premiación de Nashville había unos 40 argentinos”, recuerda.

Haber ganado, representa un gran paso a nivel internacional: “Cuando ganas el Oro en la World Beer Cup, esa cerveza se convierte en la referencia mundial para el estilo. En nuestro caso Wild Ale (cervezas de fermentación espontánea). Ahora, estamos haciendo cerveza en España para el mercado europeo hace un año y medio. Por eso estoy tanto en España. Aparte, conocí a una cervecera en Japón en un evento, y vivimos juntos en Oviedo”.

La marca se hizo conocida en Europa por ir a festivales muy importantes, como el Wild Ale Celebration, de Mikkeller Baghaven, o el Barcelona Beer Fest. “Estuvimos en Bélgica, en Francia, nos invitan porque somos la cervecería independiente más premiada de América Latina, y porque por 48 horas, en 2019, fuimos el centro del mundo cervecero cuando organizamos en Festival de Cervezas Extremas Juguetes Perdidos”, dice orgulloso.

En 2021, la producción se extendió también a México, Hong Kong, Holanda, Finlandia, Bulgaria, Italia, y lograron una experiencia similar con una producción en Miami para el mercado de Estados Unidos.

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