De tanto en tanto los argentinos son sorprendidos por “revelaciones” que solo intentan salvar situaciones personales o distraerlos de los serios problemas que los rodean. Ahora, el último capítulo de la serie trata sobre si el Partido Comunista Argentino fue cómplice del Proceso de Reorganización Nacional o de manera contraria hizo de salvavidas del terrorismo setentista en medio de la tormenta. La primera historia, más cercana a la verdad, enseña así:
El 17 de octubre de 1975, a las 13 horas, a pocos metros del cruce de las avenidas Las Heras y Pueyrredón, sobre una calle empedrada queda un edificio de perfiles parisinos. El departamento tenía vista a un centro de manzana con mucho verde. Era el escenario especial para una reunión de conversación en voz baja. Como sonido de fondo, los gritos que salían de un aparato de televisión que transmitía en directo el acto del Día de la Lealtad en la Plaza de Mayo. El grupo de profesionales – no más de media docena, cuyas edades no superaban los 40 años – fue comandado por un profesional que volcó en papel un listado de varias frustraciones nacionales: 1955; Frondizi, Guido, Azules y Colorados; Illia, Onganía, Lanusse, Juan Perón y el presente que se vivía.
El dueño de casa tenía 35 años y había sido testigo especial de muchas decepciones políticas, como la mayoría de su generación. Aquí, algunas de las partes principales de la carpeta que comenzó a armarse para el golpe de 1976:
-- Se afirma que “la crisis actual, tan generalizada y extendida, abarca prácticamente a todos los sectores del país. No tuvo comienzo el 25 de mayo de 1973. A esta situación se ha llegado por una acumulación de errores cuyas primeras manifestaciones resulta difícil de ubicar en un tiempo histórico preciso”. “Una larga suma de desencuentros, e intentos de soluciones, tanto estériles como equivocados, derivó en el actual estado de cosas cuya continuidad, agotadas las instancias constitucionales o políticas, no debe aceptarse sin riesgo de someter a la Nación a su desintegración total.”
-- Seguidamente vienen 4 carillas con un sintético repaso de las experiencias del ‘43 al ‘73 con una primera advertencia para los que iban a detentar el poder: “Los gobiernos militares tienden a debilitarse en beneficio de los partidos cuando se inicia la etapa del ‘desemboque político’.” De allí que se afirma que “las propias Fuerzas Armadas deberán ser las generadoras del futuro desemboque político. Si así no ocurre, el proceso les será arrancado por los distintos sectores políticos y sociales. En este sentido, las experiencias de 1958, 1963 y 1973 son recientes y aleccionadoras.”
-- “Es indispensable comprender que el pueblo argentino es tremendamente exitista, versátil, y que aquello que desea ardientemente hoy, lo rechaza al poco tiempo y exigirá su remoción – bajo distintas formas – luego de un lapso históricamente mensurable. Es así como los pronunciamientos del 30, 43, 55 y 62 buscan una solución -- que en el caso específico de los dos últimos se convierte en una ‘salida’ – luego de un período promedio de dos años de permanencia en el poder.”
-- (....) la experiencia indica que las FFAA tendrán que contar con una corriente de opinión afín y consecuente, como un ‘canal’ de expresión política. (...) “Entonces es necesario repetir, hasta el cansancio, que debe preverse desde la primera hora, que la salida del gobierno de las FFAA no implique la entrega del poder a los sectores políticos adversarios del régimen militar (Argentina 1958, 1963 y 1973).”
-- “El accionar de las FFAA – fundamentalmente en la primera etapa exclusivamente militar – no deberá tener un tinte antiperonista ni persecutorio del movimiento justicialista, por más que haya que sancionar a algún sector o a ciertos dirigentes...”
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-- “El problema quizás empieza principalmente por elegir una ‘imagen’. Si se muestra una fisonomía ‘reaccionaria’ (pinochetista) o ‘gorila’ se logrará el apoyo de una insignificante minoría cuyo aporte ya no cuenta. Perón es el pasado, ya es historia y por lo tanto nada agrega para el futuro; lanzarse contra él, además de inútil, es crear un probable foco irritativo, siempre adverso. La persecución al peronismo merece el mismo comentario.”
-- Cursos de acción (....) “los primeros para ser implementados en una etapa de carácter estrictamente militar. Los segundos para cuando concluida la fase anterior – que deberá ser dura pero corta – comiencen a echarse los cimientos del futuro proceso político.” Entre otros se señalan, “la suspensión total de la actividad política. No disolver a los partidos políticos ni incautarse de sus bienes. Debe evitarse agraviar a sus dirigentes pues lo único que se lograría es ampliar el frente opositor haciéndole, así, el juego a la subversión, quedando ellos como furgón de cola de la guerrilla. Activa y flexible tarea a fin de evitar que la opinión pública internacional sea manipulada contra el régimen militar y, por ende, condicione la actitud de los gobiernos extranjeros hacia nuestro país. Evitar el aislamiento internacional. Recordar que necesariamente vamos a requerir el concurso de los gobiernos de occidente para: a) solucionar nuestros problemas de balanza de pagos y b) obtener el concurso de capitales privados y de organismos públicos para reactivar la economía y promover nuestro desarrollo (....) si se hace gala de una activa política anticomunista en el orden internacional – fuera de la realidad atento a la evolución de las relaciones entre EEUU, URSS, China y Europa toda – tendrá entre otros efectos perniciosos el volcar simpatías a favor de la subversión de elementos de centro izquierda o de la izquierda que se encuentran dentro del sistema.”
La carpeta fue entregada al general de brigada José Rogelio Villarreal que sería el primer Secretario General de la Presidencia (1976-1978). Su contenido tenía dos condimentos. 1) un condimento moderado que llevó más tarde a que su autor fuera calificado de “populista”; 2) Videla y Viola, los dos principales que la habían aprobado, eran generales de escritorio, sin ánimo de mando y pusilánimes. El primero contó que solo leía la Biblia, el segundo más mediocre que el primero, se regodeaba con El Gráfico. No se intenta evaluar este trabajo que pasó por las manos de los principales jefes de la estructura del Ejército, sólo se pretende relatar al lector la hoja de ruta que conduce al 24 de marzo de 1976.
Pero, no se deben dejar de señalar algunas observaciones. Queda claro que el trabajo marca el espíritu de lo que dio en llamarse la “línea blanda” que, dentro del proceso que se avecinaba, se oponía a la “dura”. Los autores eran interlocutores de los mandos castrenses, pero los mandos militares no compartían sus secretos con los civiles. Y entre esos secretos estaba la red de directivas para combatir la subversión. De todas maneras, es de destacar el trabajo, porque quienes lo elaboraron con la mejor buena fe, llegaron al poder y dos años más tarde fueron desplazados por sectores que no se destacaban por el grado de tolerancia. Algunos partieron con daños físicos, patrimoniales y espirituales causados por sectores de las Fuerzas Armadas. Félix Loñ, un valioso constitucionalista, se fue con un consejo dado en persona, en diciembre de 1978, a Jorge Videla durante el almuerzo de despedida: “Señor ponga en orden el problema de los desaparecidos porque pueden terminar todos presos.”
Otro ítem que llama la atención es la información que lograba la Unión Soviética sobre la Argentina que estaba por entrar a marzo de 1976. En el archivo del Departamento 52 de la Inteligencia checoslovaca encontré una nota del Departamento 52 que acompaña un informe cuyo texto dice lo siguiente:”Enviamos en forma de adjunto la preparación del golpe militar en la Argentina”, obtenido de los amigos soviéticos.” Es importante porque la KGB tenía con más de un mes de antelación la decisión militar de derrocar a Isabel y establece, además, una fecha del encuentro Videla-Balbín. El resto del texto constituye una interpretación sobre los papeles de Videla y Viola en las cercanías del poder. La gran pregunta es: ¿Quién le informó a los soviéticos? El que informó fue un alto oficial del Ejército con el visto bueno del alto mando. A diferencia de Chile, la Argentina mandó un “guiño” a Moscú de lo que se venía.
De alta confidencialidad
Adjunto del N° de ref.: A-00132717-76
La preparación del golpe militar en la Argentina
La conducción de las Fuerzas Armadas argentinas llegó a la conclusión de que se agotaron los medios legales para resolver la crisis interna por intermedio de la vía constitucional. El Jefe del Estado Mayor del Ejército Argentino, el general Videla, informó el 4 de febrero del año en curso al líder del Partido Radical opositor, Ricardo Balbín, respecto a que las Fuerzas Armadas decidieron tomar el poder del Estado. Se supone que el Congreso será disuelto, la actividad de los sindicatos – la Confederación General de Trabajo – se interrumpirá temporalmente. (La Confederación General de Trabajo debería ser reorganizada; y se les pedirá a los representantes de las principales cinco uniones de sindicatos que propongan nuevos candidatos para los puestos dirigentes). Se le atribuye una gran importancia al extremismo y el terrorismo político. No se debería instaurar un régimen de tipo chileno, ya que según la opinión de los representantes militares argentinos, la junta chilena no llegó a resolver ningún problema que se le presentó. La reunión reciente del Estado Mayor con presencia de los cuatro comandantes en Jefe de los cuerpos militares trató sobre los detalles concretos de la organización del golpe”.
Al mismo tiempo, quienes planificaron el golpe le advirtieron a los EE.UU. el problema que iba a generarse: El 16 de febrero de 1976, el embajador Robert Hill almorzó con el embajador Diego Felipe Medús, el Director del Departamento América del Norte del Palacio San Martín. Medús. Luego del encuentro, Hill redactó un cable secreto a Washington, en el que informó, entre otros detalles:
“1. Me confió hoy, en un almuerzo, que el grupo de planeamiento militar le había pedido un estudio y recomendaciones de cómo el futuro gobierno militar podría evitar o minimizar los problemas generados por el tema de los derechos humanos, tal como estaban teniendo los gobiernos de Chile y Uruguay con los Estados Unidos.” “Medús, me dijo que van a tener problemas si van a comenzar a ejecutar personas (”executing people”). Los delegados militares respondieron que su intención era comenzar una guerra contra el terrorismo y algunas personas probablemente serían ejecutadas. Ellos necesitan minimizar cualquier problema con los Estados Unidos.”
“2. Además, Heriberto Kahn de La Opinión dijo a nuestra sección política el 13 de febrero que en una reciente conversación con el General Viola, él [Kahn] trajo a colación el tema de los derechos humanos y le señaló que cualquier gobierno militar futuro debe evitar pasos que puedan llevar a problemas con el Congreso de EEUU tales como los que está teniendo el gobierno de Pinochet... [Viola] remarcó, sin embargo que mientras él, [el comandante del ejército Jorge Rafael] Videla y varios otros altos oficiales entienden el problema completamente, hay muchos oficiales debajo de ellos que no y que desean tomar medidas contundentes aun cuando tales medidas ofenden al Congreso de EEUU. Él enfatizó que se necesitará paciencia y comprensión de ambas partes”.
“3. Comentario: Es alentador notar que los militares argentinos están conscientes del problema y ya están concentrándose en vías para evitar que los derechos humanos se conviertan en un factor irritante en las relaciones EEUU-Argentina. Hill”
A diferencia de Chile, el régimen militar no rompió relaciones con la Unión Soviética, los países del Pacto de Varsovia y Cuba. Tampoco abandonó al Movimiento de Países No Alineados, esencialmente por tres razones: 1) Chile dejó el bloque No Alineado por pedido de Cuba; 2) El futuro gobierno de Videla intuía que frente a su política de Derechos Humanos tenía más para perder si dejaba el bloque y 3) Además, para la cuestión del Canal Beagle los NOAL podían brindar algún tipo de ayuda en el plano diplomático, especialmente la diplomacia cubana.
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El 25 de marzo de 1976, entre sus primeros actos de gobierno, la Junta Militar suspendió la actividad política de los partidos tradicionales, incluido el Partido Comunista Argentino. Pero proscribió al Partido Comunista Revolucionario, el Partido Comunista Marxista Leninista, el Partido Socialista de los Trabajadores, el Partido Obrero Trotskista y el Partido Obrero.
Horas más tarde, el PCA emitió una declaración en la que se señalaba: “Ayer, 24 de Marzo, las F.F.A.A. depusieron a la presidenta María E. Martínez, reemplazándola por una Junta Militar integrada por los comandantes de las tres armas. No fue un suceso inesperado. La situación había llegado a un límite extremo “que agravia a la Nación y compromete su futuro”, como dice en uno de los comunicados de las F.F.A.A. […] El PC está convencido de que no ha sido el golpe el método más idóneo para resolver la profunda crisis política, cultural y moral. Nos atendremos a los hechos y a nuestra forma de juzgarlos: su confrontación con las palabras y promesas”. “El P.C. considera auspicioso que la Junta Militar haya desechado una solución Pinochetista”. Fue una declaración moderada, no condenatoria del golpe, que iba en consonancia con algunas consignas de jóvenes comunistas: “Videla, Viola, éste es un golpe piola”.
A los nueve días del golpe, el 2 de abril de 1976, la embajada argentina en Chile envió al Palacio San Martín la Nota “Secreta” N 196 firmada por el ministro Pedro Mirande, Encargado de Negocios en Chile. La misma revela las repercusiones en Chile sobre la caída del gobierno de la señora de Perón:
a) Círculos políticos (no partidarios), oficiales y de prensa informativa o analítica: Total unanimidad en destacar (la) imperiosa necesidad que las Fuerzas Armadas procedieran a ocupar (el) evidente vacío del poder…son unánimes en destacar (la) absoluta calma política y muy apreciable consenso nacional en apoyo a las nuevas autoridades.”
b) Ejercito, Mandos Superiores. Total identificación y actitud de solidaridad. Existe admiración por (la) mesura con que se actuó, entendiéndola como dirigida (a) evitar los graves problemas internacionales que padece Chile. (Los) Mandos medios si bien expresan asentimiento y solidaridad se manifiestan un poco desencantados con el criterio sustentado en materia de relaciones internacionales, y con respecto al partido comunista local esperaban una línea más coincidente con el gobierno chileno, lo que más les aliviaría del actual rol de únicos objetivos de ataque del comunismo internacional.”
c) Armada: Se produce un poco el cuadro expuesto, aunque es mayor la curva de reticencia. Se opina que puede estar incidiendo la apreciación negativa para la posición de Chile de la visita de la Corte Arbitral a la zona del Canal de Beagle.”
Ricardo Balbín sostuvo en una carta publicada por La Opinión que “recibimos con satisfacción que las Fuerzas Armadas en el poder, hayan ratificado su voluntad de arribar a un proceso democrático y republicano. Que no hayan definido otros enemigos que los responsables de las deshonestidades administrativas y la quiebra moral y los que han marginado voluntariamente el proceso recurriendo a la subversión y al terrorismo y que hayan reconocido la necesidad de los partidos políticos.” El reconocimiento al hecho anticonstitucional fue casi general en la dirigencia partidaria. Se expresó no solo con palabras si no con hechos. El gobierno de Videla y la Junta Militar contó con la participación de funcionarios de extracción política en el Estado Nacional y provinciales. El Cuerpo Diplomático fue nutrido con dirigentes políticos…hasta del peronismo (Fernando Insausti, el embajador argentino en La Habana).
Por decir lo menos, la administración militar que derrocó a Isabel Perón generó en siete años un gran desastre. El gobierno militar de facto entregó el poder en 1983, tras la derrota de la Guerra de Malvinas (1982). Durante el período de siete años tuvo cuatro jefes de Estado: Videla, Viola, Galtieri y Reynaldo Bignone. Nunca se resolvió el problema de los desaparecidos y existió un intento de auto amnistía que fue rechazado por la dirigencia política, especialmente el radicalismo (Alfonsín). Primó durante las gestiones de Videla y Viola la ausencia absoluta de mando militar. Cada jefe de Cuerpo era un “califa” (grandes jefes regionales) que hacían y deshacían a su antojo. Si el Ejército estaba sin mando mucho más lo estaba el Estado. Había tres jefes de las FFAA que se lo dividieron en un 33% para cada Fuerza.
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