Juan Manuel de Rosas y la Reina Victoria: los homenajes, misas y feriados que celebraron su coronación

Hubo tiempos en que en nuestro país se otorgaba otra importancia a sucesos como la coronación de un monarca. En lo que respecta al Reino Unido, fue el Restaurador quien le dio una significación especial al ascenso al trono de la sucesora de Guillermo IV, en cuyo honor se fijaron dos feriados

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Como gobernador, Juan Manuel de Rosas impuso diversas festividades y conmemoraciones, entre ellas, la del ascenso al trono de la reina Victoria.
Como gobernador, Juan Manuel de Rosas impuso diversas festividades y conmemoraciones, entre ellas, la del ascenso al trono de la reina Victoria.

Casi once años después de celebrado el Congreso de Tucumán, Gran Bretaña reconoció la independencia de nuestro país a través del Tratado de Amistad, Libre Comercio y Navegación. El mismo fue rubricado el 2 de febrero de 1825 por Woodbine Parish, cónsul general británico en Buenos Aires y Manuel García, ministro de Hacienda y Relaciones Exteriores de la Provincia de Buenos Aires, quien lo hizo en nombre de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

En contrapartida del reconocimiento de nuestra independencia, Gran Bretaña obtuvo importantes ventajas en cuanto a la libertad de comercio y sus súbditos que residían en Buenos Aires quedaban exentos de ser convocados a la milicia, como sí ocurría con otros extranjeros.

Este tratado contempló la cuestión de la tolerancia religiosa. Fue Juan Manuel de Rosas que cedió un terreno que la iglesia Nuestra Señora de la Merced usaba como cementerio, para que los británicos levantasen el primer templo anglicano, que fue el primero en América Latina. La catedral anglicana de San Juan Bautista aún se levanta en la calle 25 de mayo al 200, en pleno microcentro porteño.

Coronación de la reina Victoria. Tenía 18 años y su figura era recordada en Buenos Aires. Cuadro de George Hanter.
Coronación de la reina Victoria. Tenía 18 años y su figura era recordada en Buenos Aires. Cuadro de George Hanter.

Allí hubo funerales en homenaje a la memoria del rey Guillermo IV del Reino Unido, fallecido en 1837, que incluyeron día de duelo oficial y cese de actividades, por decisión de Juan Manuel de Rosas que además envió sus condolencias oficiales a la heredera al trono, Victoria.

Durante su gobierno, especialmente el segundo período, que fue desde 1835 a 1852, no solo hubo una exaltación a su figura y a todo lo que lo rodeaba, sino que además homenajeó en las efemérides anuales a figuras que, en el presente, pueden parecernos un tanto extrañas.

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Frente de la catedral anglicana en la ciudad de Buenos Aires. Se levantó a instancia de Juan Manuel de Rosas. Fotografía Wikipedia.
Frente de la catedral anglicana en la ciudad de Buenos Aires. Se levantó a instancia de Juan Manuel de Rosas. Fotografía Wikipedia.

Para esas ocasiones, eran infaltables los cañonazos disparados desde el fuerte, convertido en sede de gobierno, aunque él usase su domicilio de la calle Moreno porque era imposible trabajar en la derruida sede invadida por ratas y humedad. Se conmemoraba el 25 de Mayo, el 9 de Julio, un día de Semana Santa, Santa Rosa de Lima y San Martín de Tours, éstos últimos patronos de América y de Buenos Aires, respectivamente.

Eran tiempos en que la mayoría de los feriados correspondían a festividades religiosas, y donde todo obedecía a un reglamento, hasta la práctica de los carnavales.

Sin embargo, estuvo el caso de la Reina Victoria del Reino Unido. La joven heredera, de 18 años, ascendió al trono el 20 de junio de 1837. Además de una misa en su honor en la iglesia anglicana de Buenos Aires y festejos en la ciudad, se agregaron a las festividades anuales el 24 de mayo, día del cumpleaños de la soberana y el 20 de junio, en recuerdo a su ascenso al trono.

También se celebró el casamiento de la reina con el príncipe Alberto de Saxe-Coburgo, realizado en febrero de 1840.

Rosas siempre mantuvo buenas relaciones con los británicos, porque sostenía que una relación madura sería beneficiosa para ambas naciones, aunque no siempre fue así. Cuando subieron al gobierno los conservadores, los lazos se enfriaron. La guerra que mantenía con los unitarios y con algunas provincias estaba perjudicando a los comerciantes ingleses. Además, con las arcas exhaustas, estaba más que atrasado con el pago de las cuotas del interminable empréstito de la Baring Brothers, tomado durante el gobierno de Bernardino Rivadavia. Fue la época del segundo bloqueo al Río de la Plata y el famoso combate de La Vuelta de Obligado, en noviembre de 1845.

La diplomacia inglesa, que siempre hizo gala de su practicidad, luego de trabajosas negociaciones, que incluyó el concurso de diversos actores, llegó a un acuerdo con Rosas en homenaje a fuertes intereses económicos, levantó el bloqueo y el Restaurador quedó como el ganador de la jornada.

Las ya enumeradas no serían las únicas atenciones hacia la reina. En los últimos años de su gobierno, el Gobernador aceptó las credenciales del irlandés Robert Gore como encargado de negocios del Reino Unido. Rosas le mandó un caballo para que se lo enviase de regalo a la Reina. El propio gobernador le había puesto nombre: “El Victoria”.

En la ciudad de Buenos Aires existía una importante comunidad británica, y Rosas se llevaba bien con ellos. Hasta a algunos les salvó la vida. Fue el caso del joven naturalista Charles Darwin que, cuando vino en el Beagle al mando del capitán Fitz Roy, recorrió la Patagonia y pudo conocerlo, cuando Rosas estaba ocupado en la campaña del desierto. Congeniaron enseguida y le dio un salvoconducto por cualquier contingencia. A Darwin le vendría de perillas cuando, en plena Revolución de los Restauradores, en 1833, pretendía llegar al puerto de Buenos Aires y más de un exaltado quiso matarlo. Al presentar el papel, fue tratado con la mayor de las consideraciones.

La soberana inglesa en su ancianidad, en una fotografía de 1899. Fuente Revista Caras y Caretas.
La soberana inglesa en su ancianidad, en una fotografía de 1899. Fuente Revista Caras y Caretas.

En tiempos del bloqueo, cuando los ingleses y franceses eran mirados de reojo en Buenos Aires, Rosas dio la orden de no molestar a un irlandés ilustre en nuestra historia, el almirante Guillermo Brown, que vivía sobre la actual calle Martín García, y que tanto había hecho por el país, aunque no hiciese gala de un fanatismo federal.

Cuando el gobernador fue derrocado el 3 de febrero de 1852, se refugió junto a su familia en la casa que Gore tenía en la calle Bolívar. De allí, disimulado con un abrigo negro, se dirigió al puerto y se embarcó en la fragata Centaur, que lo llevaría a Inglaterra, donde había decidido transitar su exilio. Viviría en Southampton los últimos 25 años de su vida.

En un primer momento alquiló una casa en la ciudad, y era la nota discordante entre los habitantes, al que solían ver montado a caballo con ropas de gaucho. Además, iba acompañado por un negrito que le cebaba mate. Más adelante alquiló una granja, Burguess Farm, en las afueras y se dedicó, casi hasta el día de su muerte, a las actividades del campo.

Ya en el viaje en alta mar, comenzó a aprender inglés, junto a su hija Manuelita. Siguió tomando clases con un profesor en Southampton. Cuando Juan Bautista Alberdi lo conoció, dijo que hablaba fluido el inglés, aunque no de la mejor forma.

Tenía pocos amigos, entre ellos Lord Palmerston, quien fue primer ministro en dos oportunidades, entre 1855 y 1858 y 1859 y 1865.

Burgess Farm, la vivienda que Rosas alquilaba, a unos 10 kilómetros de Southampton.
Burgess Farm, la vivienda que Rosas alquilaba, a unos 10 kilómetros de Southampton.

Habían pasado más de sesenta años cuando, siendo un jovencito de 14 años, se había enrolado en una compañía del regimiento de Migueletes para luchar contra el invasor inglés, que intentaba apoderarse de Buenos Aires. Hombre práctico, creyó que mantener buenas relaciones con los ingleses sería beneficioso para su gobierno. Las siguientes gestiones que vinieron después siguieron una línea de puertas abiertas con el Reino Unido, que tuvo en la guerra de Malvinas un capítulo aparte en las relaciones entre los dos países. Pero esa es otra historia.

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