La sirena del camión policial de traslado quebró la mañana en plena avenida 9 de Julio. El vehículo -que partió de la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la PFA, pasó por el Obelisco y entró por las calles porteñas, hasta la Unidad N°28 del Palacio de Tribunales sobre la calle Lavalle- trasladaba a uno de los capos narco de la dinastía que dominó por 20 años, a sangre y fuego, la Villa 1-11-14: Fernando “Piti” Estrada Gonzáles, hermano de “Marcos”, el máximo señor de la zona condenado a 24 años de prisión y aliado -por necesidad- de Raúl Martín “Dumbo” Maylli Rivera.
“Piti” se había entregado la semana pasada a la PROCUNAR, el área de la Procuración dedicada a investigar delitos de narcotráfico, que lo buscaba junto al fiscal Eduardo Taiano y el juez Ariel Lijo. Pasó 13 años prófugo. Lo hizo tras un sorpresivo llamado de su abogado. No impuso condiciones, no pactó términos. Luego, fue a una celda de la PFA. Ahora, con el traslado, comienza un paso clave: su entrada a un penal federal.
Te puede interesar: El nuevo poder narco de la Villa 1-11-14: el sicario hermanastro de “Dumbo” y la orden de matar “a cualquiera que se regale”
“Piti” salió de la puerta principal de la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la PFA, en Belgrano al 1600, cerca de las 10 de la mañana, con la misma campera con la que se entregó el 25 de abril pasado. Este jueves, con la temperatura baja, llevaba un buzo negro debajo del abrigo. Cinco motos policiales rodeaban el camión del virrey del clan Estrada Gonzáles y lugarteniente de su hermano, que fue perseguido por la División de Operaciones Metropolitana Oeste de Drogas Peligrosas, cuyos integrantes llegaron a viajar a Perú para encontrarlo.
Lo rodearon también dos brigadas reforzadas con móvil no identificable, cuatro celadores, un grupo de apoyo táctico. La orden del día había marcado a “Piti” como “altamente peligroso”.
La cápsula que dispuso la PFA, al ser catalogado fue mucho más importante que la de los traslados comunes. El mal a evitar: que sea “rescatado” en medio del traslado por integrantes de la organización.
Detrás, el hermano menor de “Marcos” dejó los libros que leyó durante su estadía en el calabozo de Drogas. El Niño con el Piyama a Rayas, de Jhone Boyne; el best seller Padre rico; padre pobre, de Robert T. Kiyosaki y una revista Muy interesante que indaga sobre los misterios del Sistema Solar.
Pese al sonido de la sirena ensordecedora y la velocidad con la que el móvil completó el recorrido, dentro del vehículo de traslado el clima fue distendido. “Piti” permaneció sentado, esposado, con las manos hacia atrás.
Se había negado a declarar en la Justicia tras entregarse. Hasta el momento, no se ofreció a ser un arrepentido colaborador. Su rendición incluso sorprende a las autoridades y a los fiscales que lo persiguieron durante años. Sin embargo, en el camión, el narco habló en el camino hacia Tribunales.
De acuerdo a fuentes del caso, el presunto segundo al mando del negocio de la droga en el Bajo Flores dijo que no quería declarar, que iba a esperar las pruebas que la Justicia presentaría en su contra en la causa en la que se lo acusa de ser “organizador de tráfico ilícito de drogas organizado y acopio de armas de fuego, piezas, municiones y materiales explosivos”, un expediente que está en manos del juez Lijo y el fiscal Taiano.
Según detallaron, “Piti” reveló que “ya no quiere estar con las personas de la organización y que quiere desvincularse de todos ellos”. Fuentes de la causa indicaron que pidió la cárcel de Marcos Paz como destino final de encierro. Sospecha que en la prisión de Ezeiza no lo recibirán de la mejor manera.
En ese penal del Servicio Penitenciario están alojados los laderos de Richard “Choclito” Ramos Noa y de Alionzo Rutillo Ramos Mariños“Ruti”, tío de “Choclito”, sus principales rivales. “Ruti” se había convertido en un enemigo mortal de “Marcos”, tras ser su socio original, una fractura que terminó con una masacre en el año 2005, cometida en la procesión de la Virgen de los Milagros en la Villa 1-11-14, donde mataron a un bebé.
También, según las fuentes, “Piti” comentó algunos de sus pasajes como fugitivo. Contó sus gustos por los viajes en moto -el año pasado tuvo un grave accidente en el que perdió el dedo de un pie que terminó por cercarlo- y que admitió que le gustaba la vida de “nómade”. Por su situación ante la ley, se mudaba cada 20 días. Itineraba entre departamentos y carpas de campings en Perú.
Habría recordado, someramente, sus inicios junto a “Marcos”, primero como ladrones. Luego, llegó el negocio de las drogas.
Seguir leyendo: