Manuelita, la tortuga cumple 60 años: la canción infantil que María Elena Walsh creó bajo la ducha

El origen del tema infantil que cantaron varias generaciones de argentinos. El legado cultural de la autora que incluyen canciones y la mítica obra de teatro Doña Disparate y Bambuco. Además, su dúo creativo con Leda Valladares

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No hay nada más difícil que hablarle a las niñas, o a los varoncitos. En fin, dudo que haya tarea mas dificultosa que lograr que una crianza te de bola.

Los chicos tienen su mundo y vos generalmente no estas incluido, a menos que seas la madre, que en ese caso estás incluida pero hasta ahi.

Una vez almorzando con un prestigioso mago chileno, en mis días en Viña de Mar, en un momento le pregunté cuál era el público más complicado para desarrollar su arte. ”Los nenes, porque para ellos que vos sacudas una varita de madera y la conviertas en un ramo de flores no es algo extravagante. Ven acciones mucho más novedosas todos los días en Cartoon Network. Ni siquiera te están esperando, jamás”, contestó.

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Todos fuimos niños, podemos recordar olores, disgustos, risas propias y ajenas, sobre todo en el principio podemos escuchar canciones que nos van a quedar toda la vida. A decir verdad el primer estímulo que un ser humano recibe es la música. Existe esa superstición nunca verificada que estipula que si a tu esposa, amante o novia embarazada de panza avanzada, le apoyas unos auriculares suavemente, el bebé escuchará o minimamente sentirá las vibraciones de la canción. Así logrará la primera vuelta de su oído con los Beatles o Pescado Rabioso. De hecho, dicen que lo primero que reconocen fuera de ellos al nacer es el arrorró de su mamá.

Manuelita

Nadie que conozcamos le habló mejor a la niñez de este pintoresco rincón del mundo que María Elena Walsh. Ese ser superior que es parte de nuestro ADN.

Le habló con tanta claridad a las criaturas como a los mas adultos. Autora de textos no inolvidables, sublimes. Historias de una fantasía surrealista que entendíamos todos los chicos sin esfuerzo. Desde una tortuga enamorada hasta una naranja paseandera. Canciones que nos hacía comprender mejor lo que subyacía, ya de grandes esas niñas, con la Serenata para La Tierra de Uno, Como la Cigarra. O esos caretas Mirón y Miranda, y la tristeza del exilio de Zamba de Pepe compuesta para un amigo fotógrafo que se tuvo que ir del país.

Nada de lo genial le era ajeno a María Elena. Bastó una nota en Clarín que llamó El Pais Jardín de Infantes para después siempre asumirnos como tal cada dos o tres años. O esos programas de televisión en los que participó con Maria Herminia Avellaneda o Susana Rinaldi dándonos periódicamente lecciones de buen vivir.

Todo eso después de Manuelita La Tortuga, canción infantil prodigiosa que está cumpliendo estas semanas 60 años. Todos sabemos la letra, reconocemos la melodía perfecta, hasta podríamos afirmar quién nos la cantó, o simplemente donde la escuchamos por primera vez.

Nada de lo genial le era ajeno a María Elena. Bastó una nota en Clarín que llamó El Pais Jardín de Infantes para después siempre asumirnos como tal cada dos o tres años (Sara Facio)
Nada de lo genial le era ajeno a María Elena. Bastó una nota en Clarín que llamó El Pais Jardín de Infantes para después siempre asumirnos como tal cada dos o tres años (Sara Facio)

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Aun hoy se la canta en todas las escuelas y eventos infantiles.

María Elena Walsh, nacida en 1930 en la zona oeste de Buenos Aires, a los 15 años ya publica sus primeros poemas reunidos en su libro Otoño imperdonable, con gran repercusión. Tanta que llega a manos de Juan Ramón Jiménez, el autor de Platero y Yo, quien en 1949 la invita a su casa en Maryland, USA, donde va para perfeccionarse aunque el maltrato de Platero la hace volver rápidamente. Otra vez aquí recibe el beneplácito de toda la intelligentzia cultural porteña.

Se vincula profundamente, vía cartas, con la folklorista tucumana Leda Valladares que estaba en Costa Rica. Hacia allí encara Maria Elena, forman un dúo en el que tocaban canciones folkloricas argentinas y terminan en 1952 actuando en París. Graban canciones de Atahualpa Yupanqui que también estaba allá, del Chivo Valladares hermano de Leda, de Jaime Dávalos. Tocan en el Moulin Rouge, en el Olimpia, en variados teatros y salones franceses hasta su vuelta en 1956. Siguen presentándose con notable éxito en el país, graban discos de folklore que hoy son de los mas buscados por los iniciados. Llegan a presentarse en la incipiente televisión de 1958 de la mano de la directora Maria Herminia Avellaneda, hasta que empezaron las pacificas rispideces artísticas entre ambas. María Elena quería experimentar mientras Leda quería profundizar aun mas su búsqueda folklorica.

Ahi se bifurcan los senderos.

Llegamos a 1963.

El Twist del Mono Liso

En la sala Casacuberta del Teatro General San Martín se estrena Doña Disparate y Bambuco de M.E. Walsh. Dirigida por Maria Herminia Avellaneda, la obra se convierte en un discutido éxito casi inmediatamente. Allí se estrenan las canciones Manuelita la Tortuga, El Twist del Mono Liso, El Gato que Pes y la tonada de la naranja paseandera. Con la eximia actriz Lidya Lamaison y Osvaldo Pacheco como Doña Disparate y Bambuco, mas Teresa Blasco y Pepe Soriano.

Aquí me auxilia una testigo excepcional de esos días, la divina Graciela García Romero, a quien jamas dejaré de agradecerle su aporte. Ella me decía que no hay meticulosidad en lo que se escribe sobre Doña Disparate y Bambuco. Que nota en su realización mas el apoyo de Susana Rinaldi, la excelente interprete de tango, para muchos la mejor, que estaba más cerca que Leda de Maria Elena en esos días. Es más, recuerda Graciela que Maria Elena le contó que la melodía de Manuelita le había surgido mientras se duchaba, entera le salió. Tras eso, en una visita a la casa materna de Susana Rinaldi, la mamá tenía una tortuga, asi que mirándola un rato moverse apareció el personaje para la letra, y que algo asi le pase a personas como Maria Elena Walsh cambia definitivamente la percepción del mundo para todos.

La obra se hizo con tan magro presupuesto que eso terminó de redondear su genialidad. Se estrenó en un escenario sin escenografía. Así que de repente, Doña Disparate le pedía a Bambuco que salte el río, y apenas con una cartulina celeste en el piso a manera de agua, Bambuco saltaba ante el griterío de la platea infantil que se sentía convencida de que en el piso había agua. O se quedaban mirando un tren pasar donde no había nada, mas que la mano de Bambuco saludando al tren imaginado por todos al mismo momento.

Háblame de seducir al público mas difícil de todos. De saber hablarle a los mas chiquitos. De lograr que las fantasías infantiles se prolonguen mas alla de sus miradas.

A los mas crecidos también les dio fuerte la obra, obviamente hubo quienes la entendieron y quienes dudaron, pero el tiempo pone todo en su lugar.

Como la cigarra

Una crítica del diario La Razón decía: “Probablemente el secreto de Maria Elena Walsh al comunicarse con los niños, a que consiga un lenguaje tan justo y deslumbrante, provenga de que para hacerlo sencillamente observe al mundo con la óptica de un niño. Los ojos que miran Doña Disparate y Bambuco son los ojos de un niño... Alguien puede considerar que es una obra para adultos, porque encuentran situaciones poéticas demasiado elaboradas, seguramente esa descreencia proviene de otra desconfianza mayor, acerca de la capacidad de fantasía y exaltación que tienen los niños para convocar a la realidad”.

Para Clarín: “La pieza de la Sra Walsh no está en absoluto escrita para niños y tanto en implicancias como en modos formales, se dirige a la mente organizada y razonadora de los mayores. Antinomias, contrasentidos y paradojas no son elementos perceptivamente claros para ser captados por la infancia. El lenguaje lexicográficamente rico (malaquita, gliptodonte, etc.) no resulta inteligible para la niñez... todo eso compone la trama y el desarrollo arquitectural de la obra que embelesa a los grandes por su contenido, pero nos atrevemos a asegurar que no será ni medianamente comprendida por los pequeñuelos ajenos a tales especulaciones”.

En fin.

Manuelita vivía en Pehuajó

Pero un día se marchó.

Nadie supo bien porqué

A París ella se fue.

Un poquito caminando

Y otro poquitito a pie.

Manuelita, Manuelita,

Manuelita dónde vas

Con tu traje de malaquita

Y tu paso tan audaz.

Manuelita una vez se enamoró

De un tortugo que pasó.

Dijo – qué podré yo hacer?

Vieja no me va a querer.

En Europa y con paciencia

Me podrán embellecer.

Manuelita, Manuelita

Manuelita dónde vas

Con tu traje de malaquita

Y tu paso tan audaz.

En la tintorería de París

La pintaron con barniz.

La plancharon en francés

Del derecho y del revés.

Le pusieron peluquita

Y botines en los pies.

Manuelita, Manuelita

Manuelita dónde vas?

Con tu traje de malaquita

Y tu paso tan audaz.

Tantos años tardó en cruzar el mar

Que allí se volvió a arrugar.

Y por eso regresó

Vieja, como se marchó.

A buscar a su tortugo,

Que la espera en Pehuajó.

Manuelita, Manuelita

Manuelita dónde vas?

Con tu traje de malaquita

Y tu paso tan audaz.”-

Hago mias las palabras de Graciela Garcia Romero.

”Te digo dos cosas Bobby que para mi son centrales. Pienso yo. Con una lectura atenta esa canción es para mi una gran metáfora que uso para hablar de la Fundación. (Fundación Maria Elena Walsh creada por Sara Facio para la preservación y difusión de su obra). En una lectura atenta que hice de su obra, en Manuelita La Tortuga sobre todo, poniendo énfasis en su personaje muestra que lo importante es el camino. Me acordé de Itaca por supuesto, la patria de Odiseo en el poema de Homero, cuyo regreso al hogar es el dilema central de la Odisea. Esa resonancia que pone de relieve que lo único importante es el camino. Que hay un faro en ese trayecto que es el amor, que ilumina el sendero pero en ultima instancia ese ser que sobre todo tiene que ver con el género, lo que hace es desarrollar su deseo. Que después vuelve sincerada a ese amor que aparentemente la está esperando. Esa es la lectura que haría hoy de Manuelita, la decisión de género y la libertad que tiene para priorizar su camino”.

María Elena Walsh en el Teatro Regina, año 1968
María Elena Walsh en el Teatro Regina, año 1968

Sigue García Romero.

“La otra cosa que te digo es que Doña Disparate y Bambuco y antes Canciones para Mirar del 62, lo que hizo María Elena, que los chicos no miraban nada en el escenario, porque no había nada, entendieron la contraseña que da Maria Elena en el escenario que dice ´cuidado que vamos a cruzar el río sin que haya nada que simule un río’. Más allá de ser una puesta de una vanguardia maravillosa, yo creo que nos hizo mas libres a varias generaciones. Primero apelando a la imaginación y a la poética de los niños, que las encontró. Aparte de lograr un antes y un después en la literatura infantil y el teatro infantil que a partir de esto fue otra cosa. Alejado de todo el acartonamiento y la solemnidad mas allá del gesto educativo que tuvo en ese momento el teatro, María Elena pasa a ser la libertad. Como ella dice en un momento, ´soy el recreo, no lo didáctico´.- Por eso nos hizo más libres, generación tras generación.”

Como una vez me dijo Daniel Divinsky, maestro de libros, editor genial y amigo supremo, “Doña Disparate y Bambuco fue nuestro Alicia en el Pais de las Maravillas, pero ligeramente superior”.

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