A la una de la mañana del 25 de abril llegó a Gritviken, una estación ballenera abandonada en 1964 ubicada en la isla de San Pedro, el submarino Santa Fe, que había participado de la recuperación de las Islas Malvinas. Llevaba a once hombres del grupo Alfa para reforzar la dotación militar en las Georgias. La descarga de varias toneladas de material que transportaba demoró más de lo previsto y finalizó a las cinco y media. Esto contrarió al capitán de corbeta Horacio Bicain, que pensaba zarpar al amparo de la oscuridad.
Una vez que el material quedó en el muelle de King Edward Point -Punta Coronel Zelaya- el submarino partió.
En Shackleton House, convertido en hospital, hubo una reunión con el capitán de corbeta Luis Lagos para interiorizarse de la situación. Sabían que estaban a la buena de Dios, sin cobertura aérea, demasiado lejos del continente para esperar ayuda.
A fines de marzo, la Armada había enviado al buque polar Bahía Paraíso a las islas Georgias del Sur con la misión de evitar el desalojo de un grupo de obreros argentinos del empresario Constantino Davidoff por parte del Endurance, desplegado desde las islas Malvinas. Los obreros habían izado la bandera argentina en el lugar donde iban a trabajar.
El Bahía Paraíso había arribado a Puerto Leith en la noche del 24 de marzo y desembarcó a un grupo de 14 militares, mientras que el buque permaneció en la zona patrullando con sus helicópteros sin artillar, un Alouette de la Aviación Naval y un Puma del Ejército.
El 28 de marzo habían sido embarcados en la Base Naval Puerto Belgrano, rumbo a las Georgias, 40 infantes de Marina al mando del teniente de navío Guillermo Luna, en la corbeta ARA Guerrico.
El 1 de abril, el Estado Mayor General Naval recibió la orden de ocupar Grytviken y mantener Puerto Leith, para lo que destacó a la Guerrico –junto al grupo al mando del Teniente Luna– para unirse al Bahía Paraíso.
El 14 de abril se desprendieron de la flota inglesa que había puesto proa al Atlántico Sur, el destructor Antrim, las fragatas Brillan y Plymouth y el petrolero Tidespring. Debían sumarse al Endurance y participar de la operación Paraquet, de desalojo de los argentinos en las islas Georgias.
En el Tidespring iba la compañía M del Comando 42 y el Antrim llevaba tres patrullas del SAS de cuatro hombres cada uno. Su jefe era el capitán Gavin John Hamilton, que moriría en un enfrentamiento con una patrulla de comandos argentinos al mando del teniente primero José Martiniano Duarte, ocurrido en la isla Gran Malvina el 10 de junio.
Para los comandos británicos hacerse fuertes en las Georgias no les resultaría una operación sencilla. Fueron llevados en helicópteros al Glaciar Fortuna, a unos 20 kilómetros de Grytviken, donde supieron lo que era el infierno: los vientos de 150 kilómetros les impidieron moverse. Se les volaron las carpas y equipos y algunos hombres mostraron signos de congelamiento, ante lo cual pidieron ser evacuados. Al día siguiente se intentó un desembarco con gomones, pero el fuerte oleaje hizo que los botes chocasen con peñascos y se pinchasen. Nuevamente los hombres debieron ser rescatados. En las maniobras se accidentaron dos helicópteros y sus tripulaciones se salvaron de milagro. Además se perdieron tres botes y tres hombres acusaron principio de congelamiento.
En Gritviken, las fuerzas argentinas se componían, por un lado, de un grupo de 20 hombres, de los cuales diez eran infantes de marina y otros diez de marinería. Disponían de armamento individual y un lanza misiles Bantam. Había una fracción de 41 infantes de marina, de los cuales cinco eran marineros, también con armamento individual y morteros. Completaban los 77 hombres de la dotación del submarino Santa Fe, sin armamento y sin ropa adecuada para soportar bajas temperaturas.
Cuando el 25 de abril amanecía con buen tiempo, el submarino Santa Fe que había puesto proa al este para tomar la misma ruta que había hecho de ida, alertó que estaba siendo atacado, que tenía heridos a bordo y que regresaba al muelle. No podía sumergirse porque las aguas no eran profundas y navegó de regreso en zigzag.
El helicóptero Wessex 3 procedente del Antrim lo había detectado cuando abandonaba la bahía de Cumberland en busca de un lugar de inmersión. Le arrojó bombas de profundidad, que afectaron el tanque de seguridad y se cortaron la energía y las comunicaciones. El submarino se salvó del impacto de torpedos buscadores por la poca profundidad de las aguas.
El cabo principal Héctor Feldman y el suboficial segundo Enrique Muraciole hacían guardia y vieron a un helicóptero inglés aproximándose. Abrieron fuego y se sumaron otros hombres. Un misil lanzado de unos 150 metros atravesó la vela del submarino, arrancó la pierna derecha del cabo camarero Macías y luego estalló.
El suboficial enfermero Funes le aplicó morfina a Macías, le hizo un torniquete y trató de parar el sangrado con apósitos.
Cerca de las siete de la mañana la nave ingresó a la Caleta Vago, mientras era perseguido por un Sea Lix que le disparaba misiles.
Minutos después de la nueve de la mañana, británicos instalaron un puesto de observación, fuera de tiro de las armas argentinas. El desembarco fue seguido por una patrulla argentina.
Desde tierra, la guarnición abrió fuego y se lanzó al helicóptero inglés un misil Bantam, pero no dio en el blanco: fue suficiente para que los británicos desistieran de atacar por aire.
El Santa Fe atracó en King Edward Point y su tripulación bajó a tierra. A las 10 había comenzado un nutrido fuego naval enemigo, con ráfagas de seis a diez disparos cada cinco minutos. Fueron en total 235 proyectiles de cuatro pulgadas y media.
La intención de los argentinos fue recuperar material que aún permanecía en el muelle. En el tiroteo que allí se produjo fue herido el teniente de corbeta Giusti, que estaba a cargo de 14 infantes de marina. Le gritaron que no se moviese, porque las balas picaban por todos lados.
Todos buscaron refugio en Shackleton House, adonde se asistió a Macías, el herido más grave.
A las cuatro de la tarde continuaba el bombardeo naval. Próximo a oscurecer, vieron a una compañía de tiradores ingleses que empezaron a rodearlos. Tomaron conciencia que no había más qué hacer.
La orden que la dotación militar de las Georgias había recibido del alto mando era que resistiese siempre y cuando se enfrentase a pequeños grupos y no dar combate ante fuerzas superiores para evitar un baño de sangre.
Cuando los argentinos comprendieron que la resistencia era inútil, colgaron trapos blancos en las ventanas y a las cuatro y media -antes de que llegaran los británicos- arriaron la bandera mientras cantaban el himno. Cuando los ingleses llegaron, alcanzaron a escuchar tres vivas a la Patria.
En Puerto Leith, el grupo de infantes de marina a cargo del capitán Alfredo Astiz, que custodiaban a los 39 operarios argentinos entregó la plaza.
Los argentinos fueron alojados en Shackleton House y los argentinos desactivaron los campos minados. A las dos de la tarde los 189 prisioneros -entre ellos 39 civiles- fueron embarcados en el Tidespring, el buque tanque británico.
Al día siguiente John Coward, capitán del destructor HMS Brilliant, le indicó al capitán Bicain que quitase la nave del muelle porque dificultaba las operaciones de los buques ingleses. Estaba inclinado a babor y con la proa levantada y representaba un peligro latente por los explosivos que llevaba.
Se designaron a media docena de argentinos a que lo llevasen fuera del muelle. Uno de ellos era el suboficial primero maquinista Félix Oscar Artuso. Los ingleses tenían la orden de evitar cualquier maniobra que llevase al sumergible al fondo del mar para siempre. Cuando la nave de pronto se escoró, Artuso hizo rápidos movimientos para estabilizarlo, que fueron interpretados por un británico como un intento de sabotaje y lo mató de varios disparos.
Fue un crimen de guerra que los ingleses interpretan como un lamentable error. Artuso fue sepultado en Grytviken con honores militares.
Lo que los británicos ignoraron entonces es que se estaba planeando una misión de aviones Canberra que debían partir de Río Grande y atacar los buques ingleses en las Georgias. Pero el mal tiempo reinante frustró la operación.
Se cerraba así un capítulo no tan conocido de la guerra en el Atlántico Sur.
Fuentes: Cronología de operaciones del cuerpo de Infantería de Marina en el conflicto del Atlántico Sur/82 – Revista Desembarco; La batalla de las Georgias – Fundación Malvinas.
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