La “Indiana Jones argentina”: es egiptóloga y dirige al equipo que investiga la tumba de Amenmose en Luxor

Andrea Zingarelli coordina la tarea de más de 20 profesionales argentinos que llevan adelante un proyecto de estudio y conservación en Luxor, Egipto. Recientemente realizaron el tercer viaje al lugar y lograron un descubrimiento que los motiva a ir en búsqueda de más respuestas. En diálogo con Infobae, la doctora en Historia habla de su vocación y cuenta con detalle la experiencia

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En Luxor, Egipto, en la
En Luxor, Egipto, en la tercera campaña del Proyecto Amenmose, donde se desempeña como directora (Foto: Gentileza Andrea Zingarelli)

La lectura e interpretación de jeroglíficos es una de las muchas tareas que realiza Andrea Zingarelli, egiptóloga, doctora en Historia y directora del Proyecto Amenmose. Cuando era adolescente vio la película Indiana Jones y los cazadores del arca perdida, y la cautivó la combinación de aventura y ciencia, además de la significativa misión de resolver enigmas de las civilizaciones. Esa vocación se mantuvo en el tiempo, y en el presente coordina cada una de las campañas a Luxor, en Egipto, junto a un equipo compuesto por una veintena de expertos: en marzo último consiguieron el objetivo de descubrir la entrada original a la tumba del tebano, que data de 3500 años.

“Es un sueño que se hizo realidad”, dice Zingarelli en diálogo con Infobae, y revela que minutos antes de atender el llamado estaba trabajando en la traducción de algunas inscripciones para cargarla en la base de datos que crearon para dejar asentada toda la información que están recopilando. “Esto no fue traducido previamente al español ni al inglés, porque el único antecedente es el trabajo de una delegación japonesa que lo tradujo al japonés, por eso recién ahora estamos descubriendo qué dicen; y una parte que leí significa: ‘El corazón se alegra al ver el lugar bello’”, cuenta con emoción. El estudio y la conservación de los elementos que fueron analizando les permite reconstruir quién fue Amenmose, que significa “Hijo de Amón”. Según el letrero del ingreso a la tumba, fue un cantero de Amón que habría vivido entre los años 1479-1458 A.C. y se destacó durante el denominado Reino Nuevo, en la antigua Tebas, como trabajador de la necrópolis.

Con apenas 20 años, pisó
Con apenas 20 años, pisó por primera vez Egipto en 1995, cuando junto a otras cuatro mujeres viajó para realizar un trabajo de campo en Tell el-Ghaba: más adelante hizo una una especialización en lenguas egipcias

La tumba está ubicado a 700 kilómetros de El Cairo, en el sur, en un lugar que se llama Luxor y en la antigüedad se llamaba Tebas, y como está en la parte baja de la colina podemos decir que era un funcionario menor, un noble, porque se encuentra a pocos kilómetros de donde están las tumbas de los reyes, en lo que se conoce como el ‘Valle de los nobles’”, explica. Desde que estuvo en Egipto por primera vez en 1995, la pasión por su profesión fue creciendo, y también la admiración por colegas que se convirtieron en compañeros de trabajo que estuvieron dispuestos al mismo nivel de entrega. “El conocimiento es inagotable, y creo que lo que más nos motiva es buscar los sentidos, las explicaciones de las expresiones culturales y sociales detrás cada objeto, qué significó para esas personas, que función le dieron, y cómo hay determinadas lazos entre esa cultura y la nuestra”, destaca.

La conexión entre pasado y presente es transversal a las metas que se propone, porque no tiene dudas de que la pervivencia material de la civilización egipcia también es una oportunidad para reflexionar. “Estamos hablando del estado faraónico, que duró más de 3000 años, un período de tiempo muy grande, significativo, donde hay mucha cantidad de figuras e imágenes que sobrevivieron gracias a las condiciones climáticas de Egipto, y eso tiene mucha fuerza porque es el documento vivo de una sociedad”, asegura. Se acuerda de su primera “zambullida” a la tumba capilla en forma de “T”, después de varios meses esperando ese momento, porque aceptaron el desafío sin siquiera haberla visto por dentro, más que en algunas fotos como referencia y una publicación muy acotada que había realizado la misión japonesa que estuvo trabajando allí cuatro años en la década del ‘80.

En el área de excavación,
En el área de excavación, en plena búsqueda de los primeros indicios de la entrada original de la tumba de Amenmose (Foto: Alejandro Dajil)

“En 2019 viajamos seis argentinas, arqueólogas, egiptólogas, e historiadoras, para trabajar en otro proyecto, pero hubo un problema y no salieron los permisos a tiempo, como pasa muy a menudo”, recuerda. Y devela el detrás de escena de los obstáculos que enfrentaron: “Teníamos la idea de hacer un pedido con un listado de tumbas que nos interesaban, y ya habíamos estudiado cuáles, pero las autoridades locales nos dijeron que muchas de esas ya estaban siendo estudiadas, y nos propusieron otra mucho más grande, muy importante, para la que íbamos a necesitar muchos recursos que no teníamos, por problemas estructurales con la piedra, y así fue como finalmente elegimos la de Amenmose, y la primera vez que entramos fue en el 2020 cuando nos aprobaron los permisos”.

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Por más que tiene espíritu de aventurera, reconoce que sintió un poco de resquemor antes de ingresar arrastrándose por un túnel de 50 centímetros por 37, completamente a oscuras, y sin saber si habría alguna alimaña en el camino. “Me metí con una linterna, y pudo más el entusiasmo, las ganas de estar ahí, de aprender, porque había trabajado todo el año en eso, pensando, escribiendo, viendo si conseguíamos fondos; llegamos y a todos nos pasó lo mismo, nos tiramos ahí y lo único que yo repetía cuando entré es: ‘Esto es maravilloso, es maravilloso’”, rememora.

Foto grupal de todos los
Foto grupal de todos los que participaron de la tercera campaña, con la bandera argentina y de Egipto unidas en el sitio que fue declarado patrimonio de la humanidad en 1979 por la UNESCO (Gentileza Andrea Zingarelli)

Durante esa primera campaña se dedicaron a restaurar y conservar las pinturas de las paredes, además de los textos que hallaron pintados -algunos en color azul y otros en relieve-, y los que identificaron gracias a la luz ultravioleta. “Las tumbas eran como casas de memoria, no eran simplemente un lugar de enterramiento, ahí quedaba para siempre retratado cómo fue la vida de esa persona, con escenas de la vida cotidiana del difunto, su esposa, los hijos, a veces los padres, los amigos, el trabajo que realizaba”, enumera. A modo metáfora cuenta que el concepto de una tira continuada se parece un poco a los cómics, con momentos agrícolas, producción de vino, cazando y pescando en el pantano, entre otras actividades.

En 2022 hicieron la segunda etapa, y este año se concentraron en encontrar la entrada original, que tal como sospechaban, estaba cubierta por siete metros de sedimentos que hubo que excavar. Andrea confiesa que el tiempo parece acelerarse cuando están en trabajo de campo, porque por más que se quedaron un mes -desde el 14 de febrero hasta el 14 de marzo-, el cronograma siempre resulta ajustado. “Llegamos y hacemos todo el papeleo, presentando todos los pasaportes, y toda una cantidad de trámites que se deben cumplir antes de empezar, con un contrato que se firma para poder ingresar, y planificamos diferentes áreas de trabajo, entre la excavación, el relevamiento, asesoramiento por parte de los arquitectos para saber cómo proceder, y luego el procesamiento y la conservación de todo el material, porque encontramos 1000 objetos”, comenta con alegría por los resultados positivos de cada viaje.

Al principio los integrantes del
Al principio los integrantes del proyecto debían ingresar a la tumba por un hueco pequeño, de 50 por 37 centímetros, y por eso resultaba clave encontrar la entrada original (Gentileza Andrea Zingarelli)

Entre algunos de los hallazgos, encontraron objetos faraónicos, restos de momias, collares secos similares a guirnaldas con flores que se colocaban sobre los sarcófagos, conos funerarios con nombres de tumbas vecinas, envoltorios de las momias y huesos de animales, a los que habrá que hacerles estudios de ADN, y radiografías para estudiarlos en mayor profundidad. El 8 de marzo fue su cumpleaños y se podría decir que tuvo el mejor regalo, porque fue el día que hicieron el descubrimiento que más esperaban en esta fase del proyecto.

“Seis días antes habían visto los primeros indicios, y lo único que quería era que pudiésemos encontrar la entrada porque era muy importante, y mientras yo estaba limpiando en un recreo, aparecieron dos jambas con inscripciones: el nombre de Amenmose y una fórmula de ofrenda con una imagen de él con una mesa de ofrendas; y es una emoción indescriptible, encontrarte con esa imagen que estuvo atrapada por tanto tiempo, de la cual nadie en ningún lado mencionó ni dijo nada, es como volver a encontrarte con el ser humano, con esa persona que vivió hace tanto tiempo”, celebra conmovida.

Para realizar el trabajo de
Para realizar el trabajo de campo conformaron un equipo interdisciplinario integrado por Silvana Yomaha, egiptóloga y co-directora del proyecto; las arqueólogas Liliana Manzi, Bernarda Marconetto, Eva Calomino, Claudia Kohen, María Sarmiento, y Lucas Gheco, entre otros profesionales

La docente de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de la Plata distingue las etapas de las diferentes construcciones de los egipcios y explica la importancia de esas diferencias. “Hasta 1500 hacían las famosas pirámides, y trasladaban las piedras para hacerlas, hasta que en lugar de tener que moverlas, excavaron la piedra y obtuvieron las tumbas sin necesidad de trasladarlas, con salas enteras, y a veces colocaban lo que se llama ‘piramillón’ -una pirámide pequeña- sobre esa construcción”, describe. Y aclara: “A diferencia de la de Tutankamón o la de los reyes, estas tumbas son muy significativas porque tienen información con representaciones de lo que esas personas hacían, en que dioses creían, es más más humano en cierta manera; y en cambio las de los reyes representaban mucho más lo que querían mostrar, viviendo en un mundo de dioses”.

Cuando aceptaron estudiar y visitar el lugar de descanso eterno de Amenmose se plantearon un límite de tiempo de una década para trabajar en el proyecto, y en esta área donde cada detalle forma parte de un rompecabezas que se va haciendo cada vez más grande, el margen de 10 años está dentro de los parámetros, e incluso resulta audaz. “Lo pensamos como un objetivo posible porque es una tumba de 50 metros cúbicos, que es pequeña en comparación a otras muchas grandes de la zona, y como tiene todas las paredes pintadas, y nunca se había hecho conservación, es algo central para nosotros”, sentencia. Cada vez que están allá visitan a otros colegas de diferentes nacionalidades, conocen métodos que enriquecen su formación, intercambian experiencias y resalta la generosidad de quienes dirigen las campañas.

La historiadora y egiptóloga Belén
La historiadora y egiptóloga Belén Castro, vistiendo la camiseta argentina en plena jornada de trabajo: "Ella hizo una labor impecable porque registró uno por uno los 1000 objetos que encontramos", destaca Zingarelli

Revela que el túnel por donde ellos ingresaron hasta el momento fue hecho por ladrones, y debido a la inseguridad y al temor de que siguieran ultrajando las tumbas, el sitio donde están trabajando fue declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1979. Desde ese momento se cierran con candados para protegerlas, y por eso también se requiere de una serie de documentación para habilitar el ingreso con fines científicos. “Este es un proyecto federal interdisciplinario porque la idea es llevar la ciencia argentina a Egipto y formar otras generaciones futuras de especialistas”, expresa con orgullo. La bandera celeste y blanca ya flameó varias veces en Luxor, con todo el equipo que hace posible el aporte argentino a nivel internacional. “Nuestro país está colaborando en mantener algo que es un patrimonio humano, que se considerada que debe ser preservado para que no se pierda, y los resultados que estamos obteniendo nos hacen sentir que se puede hacer desde Argentina, que existe la posibilidad de trabajar y de armar un equipo como el que tenemos”, manifiesta.

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El Proyecto Amenmose también lo integran arquitectos, geólogos; miembros del Instituto de Antropología de Córdoba (IDACOR); de la Facultad de Arte de la Universidad Nacional de Tucumán; de la Universidad de Buenos Aires; y del CONICET. Zingarelli cuenta que la parte más compleja del proceso es el financiamiento, ya que los pasajes son muy costosos e implica que desde el día en que regresan vuelve a comenzar la titánica tarea de conseguir los fondos, incluso a través de ferias del plato. “Tuvimos un poco de ayuda de la Universidad Nacional de La Plata, pero no es fácil para nosotros, porque nos pagamos de nuestro bolsillo los vuelos y la estadía; es como un equipo de voluntarias y voluntarios, y gracias al aporte de la gente hacemos un financiamiento colectivo”, revela. A través de su cuenta de Instagram -@proyectoamenmose-, publican el link de colaboración, y asegura que sin el acompañamiento de la ciudadanía sería imposible llevar a cabo las campañas.

En el sector de dibujo
En el sector de dibujo de objetos: "Se hicieron 40 dibujos de los objetos más importantes para su estudio, y esta vez requerimos de más profesionales, como los arquitectos Nora Pone y Emilio Sessa, la especialista en conservación Myriam Hara, y los Licenciados en Arte Silvina Vera y Rodrigo Aredes Leiva", detalla la historiadora

“Hemos tenido apoyos diplomáticos de las embajadas, tanto de la Embajada Argentina en Egipto, como de la Embajada de la República Árabe de Egipto en Argentina, que han organizado encuentros para que nosotros podamos exponer la la información, y esa difusión también nos sirve muchísimo”, asegura. Y agrega: “Sin el apoyo de la familia de todas las personas que forman parte del proyecto todo esto tampoco sería posible, porque son recursos económicos que cada año se invierten y salen de los presupuestos familiares”.

La egiptóloga pone a disposición su propia experiencia, ya que en 2005 fue mamá, y destaca el apoyo incondicional de su hijo, que ahora tiene 17 años. “Tomé la decisión personal en ese momento de dedicarme a eventos académicos más acotados, porque no me quería ir un mes como me voy ahora, me parecía mucho, y aproveché para publicar mi tesis en inglés, y para hacer un libro de literatura egipcia, que fueron investigaciones que me llevaron mucho tiempo; estuve 10 años traduciendo los textos”, confiesa. No fue hasta 2019 que volvió a pisar Egipto, y por eso resultó doblemente emotivo.

“Hay personas que deciden otra cosa y está muy bien, pero en mi caso sentí que eso era lo que quería hacer, y al día de hoy él me acompaña mucho. No se involucra demasiado en los contenidos, pero cuando hablamos me doy cuenta que él entiende perfectamente la importancia que tiene lo que estamos haciendo, y yo yo creo que las nuevas generaciones reconocen el valor de este trabajo”, argumenta. En el próximo viaje resta mucho por hacer, y tratarán de encontrar la cámara funeraria, guiados por la hipótesis de que posiblemente se encuentre en el patio.

El plano general de la
El plano general de la zona donde tuvieron que excavar siete metros de sedimentos, y en el día del cumpleaños de Andrea Zingarelli hicieron el gran hallazgo (Foto: Alejandro Dajil)

“Estamos pensando cómo terminar de limpiar el acceso, porque encontramos dos ingresos más a dos posibles tumbas que están lindantes con el patio, con lo cual tenemos todavía trabajo de excavación para terminar de despejar. Los patios eran lugares muy importantes, porque ahí se hacían rituales”, sostiene. En el mismo tono de confesiones, reconoce que “nunca se acaba el trabajo”, y que hay una infinita cantidad de subproyectos dentro del mismo fin. “La base de datos que estamos creando te da mucha información comparativa con otras tumbas, con las técnicas que usaron, e incluso se está haciendo el dibujo digital para reconstruir las escenas de las diferentes paredes, y una reconstrucción de la tumba en dibujo en 3D”, detalla.

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Sobre la fascinación y los mitos que han surgido en torno al Antiguo Egipto, la experta brinda varios posibles motivos. “Hay algo con lo estético que está bastante vinculado a la actualidad, donde lo bello como concepto es muy parecido al estereotipo de hoy; también creo que atrapa mucho la majestuosidad, el tipo de parafernalia que tenían y hay otro punto con el tema de la muerte, por esa devoción por un mundo del más allá, las imágenes que creaban y las momias; por el impacto en torno a la preservación de los cuerpos”, señala. Y por más que como científicos mantienen la racionalidad como criterio supremo, son conscientes del temor y el miedo que se generó durante mucho tiempo por relatos, cuentos y películas de la temática.

“La momia que revive con electricidad, la momia que se levanta, el amor entre una momia y un vivo, todo eso”, enumera con humor. Como ya dispone de muchos conocimientos, al ser nuevamente espectadora de la saga protagonizada por Harrison Ford, puede advertir algunos errores en la trama, como que las tomas de Egipto se hicieron en Túnez en los mismos sets de Star Wars, y la incongruencia de que buscaban el Arca de la Alianza, vinculada al Antiguo Testamento y no a la civilización egipcia. Pero tampoco reniega de toda esa fantasía que despertó esa chispa en su interior en su adolescencia, la misma que mantiene encendida a los 57 años.

Dentro de la tumba, donde
Dentro de la tumba, donde también trabajaron los historiadores y egiptólogos Silvana Fantechi, Pablo Rosell, María Andrade, Victoria Romero y el geólogo Alain Viot (Foto: Gentileza Andrea Zingarelli)

Cuando le consultan por experiencias sobrenaturales, la respuesta es similar: “Tenemos mucho respeto, y estamos acostumbrados a encontrarnos con restos de momias y los envoltorios”. Sin embargo, hubo una vez que no pudieron determinar la razón exacta de un hecho que los sorprendió. “Habíamos encontrado unas guirnaldas de flores que eran como ofrendas, y las dejamos en una bolsa, que cuando agarramos al otro día, tenía estrellas hechas con la misma tierra, completamente simétricas y hilera, algo muy llamativo, que por ahí se hizo por la impronta del material que estaba adentro, pero esas estrellitas suelen estar en los techos de las tumbas”, relata.

El miedo al olvido también está presente en la sociedad que la cautivó, y debido a todos los datos que lo comprueban, no teme afirmar que a los egipcios les importaba mucho ser recordados, y planificaban cómo querían reflejar su paso por este mundo. “Tenían la idea de que había pervivencia en el más allá, y de alguna manera lo que nosotros estamos estudiando son sus casas de memoria para ‘el más acá', y le estamos dando nuevamente vida y color a quiénes fueron”, resume sobre la compleja tarea que abordan con profesionalismo y compañerismo, enfocados en el compromiso de seguir aportando información, nada más y nada menos, que para resolver algunos de los grandes misterios de la humanidad.

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