“Te muestro los paisajes de un rinconcito de la Patagonia Argentina”, promete Nelson Salazar, el fotógrafo que cumple esa premisa y brinda más de lo dice: lo suyo son postales de ensueño que conjugan la perfección de la naturaleza en distintos momentos del día y estaciones del año con la posibilidad de descubrir su pueblo, Villa Llanquín, a 35 kilómetros de Bariloche, en Río Negro.
El lugar, según lo retrata y describe, es digno de un cuento de hadas donde la belleza de la colorida flora, las montañas y el río se conjugan con la tranquilidad que permite escuchar los sonidos del viento y el cielo despejado de contaminación deja ver cada una de las estrellas.
“Me gusta la tranquilidad del lugar”, asegura y cuenta que pese a que nació en Bariloche, porque en su pueblo no hay hospital, elige la mágica ciudad para vivir porque allí encuentra todo lo que busca y sólo comparte con otras 350 familias, que se conocen todas entre sí.
“Mi pasión es fotografiar todo lo que me rodea”, asegura a modo de encontrar sentido al por qué cada día toma su cámara y con ella sale a explorar los recónditos secretos de su tierra, hasta la que se llega en balsa atravesando el río Limay. Todo lo comparte en su cuenta @_nelson_salazar donde también hace recomendaciones para aquellas personas que deseen visitar esta hermosa localidad sureña.
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Villa Llanquín
Es simplemente un paraíso pintado entre el río y el bosque, con las montañas en el horizonte. Allí nació hace 31 años Nelson Salazar, enamorado de su tierra en medio de la Patagonia. En 2017, se compró su primera cámara de fotos con el deseo de despuntar el vicio de la fotografía, pero no se sentía seguro de lo que hacía y la devolvió a la caja.
Tres años después, le dio una segunda oportunidad y lentamente comenzó a despuntar el vicio. Fueron los días de pandemia los que lo alentaron, en medio del encierro a aprender el arte de fotografiar de manera autodidacta. “Empecé a hacer fotos y a subirlas a mi cuenta de Instagram. Fue para ver qué pasaba y la respuesta fue muy buena. Me hace feliz salir a caminar, hacer fotos y mostrar el lugar donde vivo. Y si con eso logro que alguien tenga ganas de venir, doble felicidad”, asegura.
Enamorado de su lugar, quiso hacer la experiencia y vivir en las ciudades de Bariloche y Dina Huapi, pero no estaba allí lo que buscaba. “Sentía que tenía que volver y regresé a Villa Llanquín, mi lugar en el mundo”, sostiene y explica: “Me divierte compartir fotos, pero no pienso en trabajar de fotógrafo de fiestas o ese tipo de eventos”.
Para él, compartir sus imágenes es parte de demostrar se amor por su tierra y buscar que se la conozca en el mundo: “Mucha gente me escribe para preguntar por el lugar y felicita por las fotos. Las redes son un mundo interesante”, dice sobre el lugar donde “no hay colectivos, cada uno anda en su auto aunque es muy extraño verlos de noche”.
Describiendo el pueblo, cuenta que “son pocas las calles que hay. En otoño se ven unos colores extraordinario, pero en primavera también. Cada estación tiene su encanto”. Allí, no hay hospital porque nunca fueron más de 700 habitantes, por eso, casi todos ellos nacieron en Bariloche.
En esa ciudad, Nelson vivió cuatro años. “También viví en Dina Huapi, pero me di cuenta de que me gustaba estar acá donde trabajo de mozo, nada que ver con la fotografía. Este es mi lugar en el mundo”, cuenta el joven que también compartió emprendimiento con su familia.
“Teníamos un patio cervecero que tenemos planeado reabrir el próximo verano”, asegura sobre Lucinel, nombre que por sus padres fusionando su nombre y el de su hermana Lucia.
Crecer en un pueblo tan bello hizo que el joven aprendiera a valorar todo lo que lo rodea, por eso, además de mostrar su belleza a través de sus fotos, pide que quienes llegan hasta allí lo cuiden.
“Mi vida comenzó aquí, me fui y volví. Amo este lugar y aunque me gusta que lo conozca y quieran conocer, el lado negativo es que a veces los turistas no lo cuidan. Por eso, pido que quienes vengan se lleven su basura, lo que traen tiene que volver con ellos; no se puede prender fuego. Es muy bueno que vengan a conocer, les agradezco, pero hay ser cuidadoso y cuidar el lugar”, clama.
La escuela primaria la cursó en una escuela rural y en Dina Huapi la secundaria. “Creo que no nos damos cuenta lo que es crecer en un lugar así”, opina.
Emocionado, agradece la recepción que está teniendo su trabajo en las redes. “Recibo mensajes que me ponen muy contento, muy feliz, porque la gente me transmite mucha energía positiva, y eso me hace seguir creando y saliendo todos los días a hacer fotos y cada día encuentro algo distinto”, manifiesta.
Además de las diferencias en el paisaje, avisa que “durante el invierno, es bastante fresco, pero también se puede caminar y recorrer algunos caminos de la zona. La primavera es muy linda aunque suele haber muchos días de neblina en los que hasta el mediodía está todo oscuro, pero no dejar de ser hermoso. En el verano también se disfruta mucho y hay mucha gente que elige venir a pasar sus vacaciones y a disfrutar de la costa de Limay, de conocer la feria del pueblo. Esos son sus principales atractivos, pero sobre todo lo es para quienes desean desconectar y estar en contacto con la naturaleza”.
Villa Llanquín es una pequeña localidad del Departamento Pilcaniyeu, en la provincia de Río Negro, ubicada sobre la costa sur del Río Limay, a 40 km de la ciudad de San Carlos de Bariloche, por la Ruta Nacional 237.
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