Cada vez que una chica le escribe por las redes y le dice que gracias a ella estudia electricidad, Bahía Cuadros Cárdenas (24) se emociona muchísimo, al borde del llanto. Es que la docente de electricidad en dos escuelas técnicas, y electricista en sus días de franco, abrió sus cuentas de TikTok e Instagram (@profebahia) para visibilizar que su profesión también puede ser femenina.
Bahía luce unas uñas tan largas como las de una estrella de trap. Eso no es un inconveniente para su oficio. De hecho, siempre utiliza pinzas, en lugar de sus manos porque evita lastimárselas. “Las uñas se van rompiendo, pero me las hago en casa, así que en cuanto llego me las reparo y listo”, explica.
Dice que la docencia es su pasión, especialmente dar clases en la escuela Técnica 9 de Lanús, que conoció por una Feria de Ciencias y a la que sí o sí quiso ir. “Es una locura, un honor, dar clases donde me recibí. Ahí mismo, en esa escuela de la que me enamoré a los seis años”, relata Bahía. Ya esa edad temprana le atraía conocer el “funcionamiento de las cosas”.
Todavía recuerda esa feria de ciencias a la que fue por primera vez y continuó visitando. “Habíamos ido por unos amigos de la familia que tenían un hijo estudiando allí. Cuando salí del lugar, enamorada de la robótica, empecé a decir que quería ir a ese colegio. Mi mamá no estaba muy de acuerdo con el prejuicio de que era un colegio para hombres, estudios para hombres. No estaba convencida y yo era chica. Se reprimió un poco ese deseo, hasta que llegó la hora de elegir un colegio secundario”, cuenta Bahía que entendió que ese prejuicio machista que tenía su madre era una cuestión generacional.
Tenía apenas 10 años cuando su padre, que se dedicaba a la construcción, murió. Bahía, que había jugado en obras y había usado sus herramientas como si fueran juguetes, sintió que esta pérdida la marcó de por vida. A los 12, antes de sentarse con su madre a conversar en serio, a pesar de su corta edad, le recordó lo que le habían dicho una vez ella y su padre, que la iban a acompañar y apoyar siempre en lo que quisiera estudiar. Así fue como su madre deshizo los planes de la escuela de arte a la que pensaba mandarla, y Bahía pudo ingresar a la escuela técnica que había soñado, junto con su mejor amiga.
Por primera vez Bahía ingresaba a un terreno masculino. Su curso estaba integrado por 30 varones y seis mujeres. “En la primera etapa intenté resaltar mi feminidad en absolutamente todo. Iba con las herramientas pintadas de rosa y los profesores se burlaban. Después, a mediados del secundario quise ser más masculina, para que me respetaran. Mi identidad de técnica la encontré en perder mi feminidad. Era la forma en que mis compañeros me festejaban. ‘Es un pibe más’. Me encontré con el pelo corto, usando ropa de hombre, haciendo chistes bastante machistas. Por último, cuando me estaba por recibir ya estaba recuperando un poco mi identidad femenina de nuevo. Y apenas me recibí me prometí a mí misma nunca más volver a descuidar mi imagen”, confiesa. Y lo cumple al pie de la letra.
Luego de encontrarse cómoda con su identidad femenina y a la vez segura de sus conocimientos y capacidades, se encontró en medio de situaciones incómodas que suele comentar en redes. ¿Será que sus uñas con acabado de salón de belleza confunden en los lugares que frecuenta? Su imagen la asocian a cualquier profesión, menos a las suya de electricista o profe de electricidad. “La gente a veces piensa que soy modelo. Y cuando digo que soy docente, piensan que soy, no sé, profesora de inglés. No tengo una imagen de persona que trabaja en el rubro de la construcción y eso me ha llevado a que muchas veces cuando he ido a comprar materiales. Muchas veces al salir de dar clases - sin la ropa de trabajo de electricista- y voy a comprar materiales eléctricos me he encontrado con situaciones en las cuales los ferreteros estaban esperando a que yo termine de hablar para corregirme o re preguntarme cosas. Como si estoy segura de que lo que pido, siempre asumiendo que otra persona me mandó”, asevera.
La parodia del ferretero que hizo en TikTok, que le explica lo que es un cable bipolar y paralelo, fue tal cual le sucedió. “El hombre me preguntó si sabía lo que le estaba pidiendo, me hizo la mímica de lo que era, sin creer que yo podía llegar a saber eso y absolutamente confiado de que yo me estaba confundiendo”, cuenta.
Podría pensarse que explicar todo para el ferretero es una actividad común que aplica tanto a hombres como mujeres. Pero Bahía constató que es un prejuicio de género. “He acompañado amigos a comprar materiales y los tratan efectivamente de otra manera. Y no sólo eso, en las redes sociales, cuando cuento este tipo de experiencias muchísimos hombres jóvenes me cuentan que hay veces que hay un pequeño prejuicio por la edad, pero que no les pasa lo mismo que me pasa a mí y coinciden en que lo que lo que me pasa es un prejuicio por mi género”, enfatiza.
Muchos de los comentarios que le dejan sobre los videos en los que explica sus trabajos o los muestra suelen ser también ofensivos. “Gracias a toda esa gente que me bardea hoy en día pude llegar un montón más de gente que no me bardea. Me costó un montón ser profesional en el ámbito donde yo trabajo y que me respeten por mi profesión. La realidad es que a veces me resulta ofensivo cuando me subestiman, pero aprendí a reírme de esa situación. Hay veces que incluso comparto algunos comentarios que son bastante violentos y muestro la bronca que tienen las personas de ver a mujeres haciendo cosas a lo que no están acostumbrados”, explica. Y agrega: “Hay una parte de la sociedad a la que le falta madurar”.
Su ayudanta es otra chica. Al principio la asistía su hermana menor y ahora trabaja con otra docente, llamada Florencia, que también se la puede ver en los videos. Bahía asegura que el suyo es un rubro pesado, en el que se necesita fuerza. En sus videos muestra cómo domina grandes herramientas con firmeza. Lo suyo son los armados de instalaciones eléctricas completas, tableros y que prefiere no hacer la parte de albañilería, sino concentrarse específicamente en lo suyo. Tampoco toma trabajos de reparaciones. Casi todos los pedidos le llegan por recomendaciones del boca a boca y por las mismas redes sociales.
Dice que como electricista se gana mejor que siendo docente. Pero que la docencia la conserva porque le apasiona. “Pero podría vivir solo dedicándome a la electricidad”, asegura. Ser docente fue la mejor decisión de su vida. A las clases que da en escuelas técnicas ( la 8 y la 9 de Lanús), se suman las clases de robótica que dicta en una escuela primaria privada de Lanús. “Es súper gracioso y divertido”, asegura.
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