“En diciembre comenzó la peor historia de la vida de papá”, señalaron los hijos de José Luis Silva, un jubilado de 74 años que tras mendigar atención médica y peregrinar por varios centros de salud durante cuatro meses, murió este domingo, en el partido bonaerense de San Pedro, como consecuencia de una trombosis aguda de la aorta.
Pero antes de conocerse la triste noticia, su familia tuvo que pasar por situaciones inimaginables que rozan lo inhumano y lo perverso: luego de que le amputaran las piernas en la clínica San Nicolás, adonde había sido trasladado de urgencia, desde la administración se contactaron con una de las hijas para pedirle que fuera a retirar las extremidades de su padre porque no contaban con el servicio de deposición de residuos patogénicos.
Eso ocurrió el 28 de marzo, dos semanas después de que el hombre fuera sometido a la cirugía y dado de alta. “Me llaman desde la administración de la clínica y me dicen que debía que ir a buscar las piernas porque ellos no tenían cómo desecharlas y pretendían que me hiciera cargo”, recordó Liliana, una de las hijas de Silva.
Su reacción fue inmediata y sin filtro. “¿Usted me está jodiendo, no?”, fue su primera respuesta. “No tengo forma de ir, mi papá está internado nuevamente y no lo puedo dejar solo. ¿Qué quiere? ¿que le mande una moto a buscarlas?”, contestó de manera sarcástica.
Ahí fue cuando el empleado le sugirió que contratara un servicio de sepelio. “Mi dijo que ellos se encargarían de cremar las piernas y guardarlas en una urna. ‘Así, el día que tu papá muera se pone todo junto en el cajón’, me explicó sin pudor el señor cuando todavía no podía salir del shock”, recordó Liliana.
Entre la bronca y la impotencia, la mujer no se quedó callada y redobló la apuesta: “Si me lo hubiesen dicho cuando mi papá estuvo internado allá, quizás me las traía y las enterraba en el fondo de mi casa”. Parecía una conversación sacada de una película tragicómica.
Después de todo ese entuerto, Liliana se comunicó con la delegación de PAMI de San Pedro y le explicaron que ella no tenía que ir a retirar nada. “Se tiene que hacer cargo la clínica”, le aclararon. Y finalmente así fue.
Historia clínica
El peregrinaje médico de José Luis Silva arrancó antes de fin de año, cuando se quedó sin profesional de cabecera y tuvo que esperar hasta enero para que el PAMI le asignara uno nuevo. Mientras, el hombre se doblaba del dolor de piernas aunque todavía podía caminar lento y pausado.
La primera consulta fue el 24 de enero y debido a la falta de turnos o porque muchos especialistas estaban en ese momento de vacaciones le decían que recién podían hacerle los estudios que el médico había solicitado a fines de febrero.
“El fin de semana largo del Carnaval mi papá quedó internado en el hospital de San Pedro, que es el único que atiende por PAMI, porque se doblaba del dolor y ya no podía caminar. Le hicieron estudios y le diagnosticaron infección urinaria y problemas en los riñones. Nunca le trataron el dolor de piernas. Los médicos nos dijeron que todo ese cuadro es lo que podía provocar el dolor y le dieron el alta”, relató su hija.
“Al miércoles de la semana siguiente lo volvimos a llevar al hospital, lo atendió un médico que jamás se levantó de la silla para revisarlo y le recetó unas inyecciones de morfina”, remarcó Liliana.
Un día después, Silva había empeorado y su hija lo llevó nuevamente al hospital por la misma dolencia. “Gracias a Dios lo atendió un médico residente muy joven y enseguida detectó que tenía todas las piernas moradas de las rodillas para abajo y las venas hinchadas, como si le fueran a explotar. Inmediatamente lo mandó a hacerle un eco-doppler a otro centro de salud, porque en el hospital no tienen esos equipos, pero nos encontramos con que no había camas en ningún lado”, recordó.
Finalmente, los primeros días de marzo, PAMI le consiguió un lugar en la terapia intensiva de la Clínica San Nicolás. Y cuando le practicaron el eco-doppler, el diagnóstico llegó con malas noticias. “Al menos una pierna hay que amputarla y la otra la vamos a tratar de salvar. Si lo hubiesen traído antes no habríamos llegado a esta situación”, le advirtió el médico a cargo de la cirugía.
Una vez conseguidos los dadores de sangre para concretar la operación, los hijos de Silva se encontraron con un nuevo impedimento: les exigieron $200 mil para pagar los honorarios del anestesista.
“Es un montón de plata, nosotros no la tenemos”, le explicó Liliana al cirujano, del cual prefirió evitar su nombre.
“¿Sabe por qué le pedimos la plata? Porque PAMI nos paga entre 7 mil y 9 mil por cirugía”, se sinceró el profesional frente a una mujer que ya estaba harta de lidiar con tantos obstáculos.
“Usted me habla de plata a mí y yo soy una empleada doméstica que gana 600 pesos la hora. Mi hermano es albañil y por estar acá conmigo lo dejaron sin trabajo, otros dos hermanos que tengo ni siquiera pueden venir a cuidar a mi papá porque no pueden costearse el micro y mi otra hermana está enferma. ¿De dónde quiere que saquemos la plata?”, le cuestionó Liliana
Cuando el médico le dio a entender que si no conseguían el dinero lo iban a mandar de vuelta al hospital de San Pedro, la mujer enfureció: “Yo de acá me llevo a mi papá muerto u operado”.
Frente a esta situación, las hijas de Silva se presentaron en las delegaciones que el PAMI tiene en San Nicolás y de San Pedro para consultar por el pago extra y en ambos lugares explicaron que el centro de salud no debía cobrarles nada y sugirieron que elevaran una queja formal. Una vez hecho el reclamo, al jubilado lo operaron sin abonar nada.
Infobae se contactó con la administración de la Clínica San Nicolás y desmintieron lo ocurrido. “Llamamos a los familiares para pedirles que vengan a firmar una autorización para poder disponer de las piernas como residuos patogénicos, no para que se las lleven”, precisaron. Y aclararon con respecto a la cirugía: “No les cobramos un peso y los hijos se fueron muy agradecidos porque le salvamos la vida al paciente”.
Más allá de las gestiones realizadas por el PAMI ante la clínica, que fueron admitidas por Liliana, todos los hermanos quedaron muy disconformes con la tardía asistencia médica que recibió su padre en San Pedro debido a los trámites burocráticos que le exigía la obra social y ahora evalúan iniciar acciones legales contra ella por abandono de persona y mala praxis.
“Nunca les agradecí nada. Ellos solamente hicieron su trabajo. Yo nunca me voy a olvidar que por culpa de los médicos del PAMI a mi papá le cortaron las piernas. Y encima tuve que soportar toda la burocracia administrativa que provocó que tardaran a diagnosticar y operar a mi papá”, concluyó la mujer, que en los próximos días se presentará ante la Unidad Funcional de Instrucción y Juicio Nº5 de San Pedro y llevará las historias clínicas como pruebas.
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