Las vacaciones de Jacqueline Kennedy en Argentina: los recuerdos de JFK y su amistad con una joven cordobesa

Jackie llegó al país junto a sus dos hijos el 5 de abril de 1966. Se alojó en una estancia en Ascochinga donde 25 años atrás lo había hecho su marido cuando era un recién egresado de Harvard. “Quise que mis hijos conocieran el lugar donde su padre fue feliz”, dijo a la prensa en perfeto castellano

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Jacqueline Kennedy al llegar a nuestro país fue recibida por el presidente Arturo Illia y su esposa. Ese día almorzaron en la Quinta de Olivos
Jacqueline Kennedy al llegar a nuestro país fue recibida por el presidente Arturo Illia y su esposa. Ese día almorzaron en la Quinta de Olivos

El martes 5 de abril de 1966 llegó al país, en un Boeing 707 de Pan American Jacqueline Kennedy, 36 años, junto a sus hijos Caroline, de 8 y John-John de 5. En la pista la esperaba Edwin McCammon Martin, quien desde 1964 se desempeñaba como embajador de Estados Unidos en el país.

El viaje fue una oportunidad de ausentarse del país, en momentos en que salía el libro “La muerte de un presidente”, que había causado gran revuelo y todos los medios habían puesto su interés en ella.

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Del aeropuerto se dirigió a la residencia del embajador, en Darragueira y Seguí. Cuando llegaron ella pidió un café.

A las 13 horas se dirigió a la Quinta de Olivos junto al presidente Arturo Illia y su esposa Silvia Martorell. Jackie hablaba un perfecto castellano. También estuvieron Quinquela Martín y Alberto Ginastera. A la salida habló con los periodistas: “Mis hijos y yo estamos muy contentos de estar en la Argentina. Este es el primer país sudamericano que visitó el presidente Kennedy en su juventud. Quiero que mis hijos aprendan a querer a la América latina como la quiso su padre. Compartirán una felicidad que él conoció aquí y, a medida que crezcan, comprenderán por qué su padre quiso tanto esta tierra”, expresó la mujer.

Jacqueline junto a Miguel Angel Cárcano, el dueño de casa. Fotografía Revista Primera Plana N° 172 12 de abril 1966
Jacqueline junto a Miguel Angel Cárcano, el dueño de casa. Fotografía Revista Primera Plana N° 172 12 de abril 1966

A la tarde voló a la ciudad de Córdoba donde aterrizó a las cinco y media y de ahí se dirigió en automóvil hasta Ascochinga. Se alojó en la estancia San Miguel, de 5 mil hectáreas, propiedad de la familia Cárcano. Ramón J. Cárcano había sido gobernador de Córdoba en dos oportunidades. En la zona estaban las estancias La Paz, que había pertenecido a Julio A. Roca y Las Barrancas, de la familia Martínez de Hoz.

Cárcano había hecho construir una residencia al estilo inglés, que incluía una cancha de golf, otra de polo y una pileta natural formada con las aguas del río Ascochinga.

Para ella, esos campos tenían mucha historia: un cuarto de siglo atrás había estado su marido, cuando recién había egresado de Harvard.

Un joven Kennedy junto a Stella Cárcano. El futuro presidente norteamericano era amigo de la tradicional familia cordobesa
Un joven Kennedy junto a Stella Cárcano. El futuro presidente norteamericano era amigo de la tradicional familia cordobesa

Por 1938, su padre Joseph Kennedy fue embajador de Estados Unidos en el Reino Unido, cargo que tendría que abandonar por su pública simpatía hacia los nazis y por sus más que desafortunadas opiniones sobre los judíos.

Pero mientras desempeñaba su cargo, el domingo 2 de marzo de 1939 asistió con su familia en el Vaticano a la asunción del Papa Pio XII. Entre el cuerpo diplomático se encontraba Miguel Angel Cárcano, que desde el año anterior era el embajador argentino en Francia. El joven John se haría amigo de su hijo Michael y quedaría prendado de Stella “Baby” Cárcano, una bella joven, de cabellera castaña, de 23 años, hija del embajador. Mientras ambas familias permanecieron en Europa, Jack la invitó a salir en varias oportunidades, pero sin suerte, aunque solían coincidir en eventos sociales.

Luego de graduarse en Harvard en Relaciones Internacionales en junio de 1940, Kennedy realizó entre mayo y junio del año siguiente, un viaje por América Latina. A su regreso, se enlistaría en el ejército. Los Cárcano fueron a recibirlo al puerto de Buenos Aires, ya que venía de Río de Janeiro. Días después, con un grupo de amigos, viajó en automóvil a Córdoba. Antes había sido invitado a un asado a la casa que el artista Florencio Molina Campos tenía en Moreno.

Desde el 26 de mayo al 10 de junio estuvo con los Cárcano en su estancia en Ascochinga –”perro perdido”, en lengua indígena- un establecimiento rural de 4 mil hectáreas que entre 1622 y 1767 fue un puesto de la estancia jesuítica Santa Catalina que la familia adquirió en 1925.

La iglesia de Ascochinga, donde Kennedy asistió a misa y que su esposa visitó 25 años después
La iglesia de Ascochinga, donde Kennedy asistió a misa y que su esposa visitó 25 años después

El 29 Kennedy festejó ahí su cumpleaños número 24. Para la familia era Jack y para los que apenas lo conocían era el gringo, el que montaba con campera de aviador, bombachas de campo y con guantes, porque tenía alergia a los caballos.

Mitad en broma y mitad en serio, insistía que sería presidente de los Estados Unidos. El experimentado dueño de casa, en largas conversaciones que mantuvieron, le aconsejaba estudiar y que leyera mucha historia.

Disfrutó de la vida de campo, Stella intentó enseñarle a bailar el tango y cuando le dieron de probar un mate, no le gustó.

Católico practicante, asistió a misa en la iglesia del Sagrado Corazón de Ascochinga, un templo construido en 1900 a instancias de personalidades del lugar, entre ellos Julio A. Roca. En esa oportunidad, Kennedy dejó una limosna de 10 dólares. Cárcano hizo colocar una placa de mármol, que recuerda la visita del que se convertiría en presidente norteamericano.

Otros tiempos. Kennedy, ya presidente, flanqueado por Arturo Frondizi y en el extremo derecho Miguel Angel Cárcano (Wikipedia)
Otros tiempos. Kennedy, ya presidente, flanqueado por Arturo Frondizi y en el extremo derecho Miguel Angel Cárcano (Wikipedia)

Cuando Jacqueline y sus hijos llegaron, la entrada a la estancia se llenó de periodistas y fotógrafos buscando una imagen. Solo uno logró burlar la vigilancia de la policía de la provincia y del FBI y tomó una foto de la mujer a orillas de un arroyo justo cuando se quitaba el traje de baño para secarse. Esa imagen dio la vuelta al mundo.

Donde su marido había estado 25 años atrás, ella permaneció una semana, en los que disfrutó del campo, de los paseos y a sus dos pasiones: andar a caballo y dibujar. Según ella confesó, fue la primera vez que había podido descansar luego de la muerte de su esposo.

Recibió varios homenajes: la visitaron alumnos de la Escuela María Josefa Bustos, quienes le obsequiaron un mate de plata y un facón criollo con incrustaciones de oro. A ella le llamó la atención que los chicos vistiesen guardapolvo blanco y le explicaron su sentido. La directora le entregó una esquela de los periodistas que hacían guardia en la tranquera, solicitándole que se acercase diez minutos para tomarle una fotografía. No respondió.

Los periodistas, que pasaban el tiempo comiendo chivito que asaban ahí mismo, se les ocurrió alquilar un helicóptero. Pero un agente del FBI advirtió que los vuelos sobre el casco estaban prohibidos y que el piloto se arriesgaba a perder su licencia.

Jackie en un paseo a caballo por el campo de Ascochinga (Getty Images)
Jackie en un paseo a caballo por el campo de Ascochinga (Getty Images)

Se organizaron en la estancia pequeños espectáculos con números artísticos, como fue la actuación del grupo folklórico “Los del Suquía” y, como no podía ser de otra manera, también rezó en la iglesia en la que su esposo había asistido a misa. “Había olvidado que podía ser feliz”, confesó.

Su última actividad fue visitar la iglesia de Ascochinga, donde había estado su marido. El lunes 11 partió de Ezeiza a Nueva York.

Cuando su marido abandonó Argentina, siguió en contacto con Stella. A fines de 1942, se enlistó en la Armada, gracias a las insistentes gestiones de su padre, ya que los serios problemas de osteoporosis que sufría en su espalda no lo hacían apto para el servicio activo. En abril de 1943 fue asignado a la Patrol Torpedo Boat en las islas Salomón, en el Pacífico. El 2 de agosto salvó milagrosamente su vida cuando el destructor japonés “Amagiri” partió al medio la lancha PT-109 que tripulaba.

En enero de 1946, Stella se casó en Gran Bretaña con el vizconde William Humble David Ward, veterano de la Segunda Guerra Mundial, con quien tendría tres hijos, mientras Kennedy haría lo propio con Jacqueline en septiembre de 1953. El vínculo de las dos familias no se interrumpiría, tanto los informales como los estrictamente protocolares, ya que Cárcano se encontraría con el mandatario norteamericano en su carácter de ministro de Relaciones Exteriores de Arturo Frondizi.

La guardia periodística en la tranquera de la estancia se mantuvo hasta último momento. Los periodistas se fueron con las manos vacías. Foto Ovidio Lagos. Revista Primera Plana N° 172 12 de abril 1966.
La guardia periodística en la tranquera de la estancia se mantuvo hasta último momento. Los periodistas se fueron con las manos vacías. Foto Ovidio Lagos. Revista Primera Plana N° 172 12 de abril 1966.

Stella se divorció en 1961. Ella y Jack continuarían siendo amigos, escribiéndose y visitándose hasta el fatídico 22 de noviembre de 1963 en que el presidente fue asesinado en Dallas.

En la estancia “Ana María”, a orillas del río Tercero, un 25 de diciembre de 2017 falleció a los 102 años, mientras que Jackie murió el 19 de mayo de 1994, con la tranquilidad de haber visitado ese país en el que su marido había sido feliz.

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