El avión luce como en 1982 cuando realizó interminables vuelos entre el continente y las islas, desde el día de la recuperación hasta casi el final de la guerra. Desde el pasado 2 de abril el Fokker F 28 MK 300 5 Tango 20 “Islas Malvinas” se lo puede visitar en la plaza que pertenece al Museo Nacional de Malvinas, que funciona en Oliva, Córdoba.
Fue el segundo avión en aterrizar en las islas el 2 de abril, llevó al continente el cuerpo de Pedro Giachino y realizó diversas misiones hasta horas antes del cese de fuego.
Para el pueblo, este 2 de abril fue un tanto distinto. En la conmemoración de la recuperación de las islas, la máquina fue la estrella indiscutida, a pesar de que lo rodean ilustres compañeros: un Augusta, un Puma, un Canberra, un Pucará, y hasta el Dagger C415, que fue piloteado en la guerra por el primer teniente post mortem Carlos Castillo, oriundo de Oliva y único caído del II Escuadrón Aeromóvil Dagger “La Marinete”. El director del Museo Gabriel Fioni fue el artífice del rescate del Fokker.
Por 1979 la Armada había comprado tres: el 5 Tango 10 para pasajeros y el 5 Tango 10 y 20, ambos con puerta de carga. El 1 de abril de 1982 se recibió la orden de alistar el F 28, afectada a la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Sostén Logístico Móvil. Sin los asientos se le adosaron 18 camillas, que habían sido preparadas en el arsenal de la base. Les ordenaron dirigirse al sur, pero no les adelantaron nada más. En la base Espora, subieron dos médicos y enfermeros, y a la tarde llegaron a Río Grande.
A la una y media de la madrugada los despertaron para anunciarles que se habían recuperado las Malvinas y que al día siguiente irían hacia allá para buscar a posibles heridos.
Despegaron a las diez de la mañana del día 2. El aterrizaje demoró porque de Puerto Argentino no le daban la autorización y debieron dar unas vueltas antes de tocar tierra y estuvieron a punto de agotar el combustible.
La tripulación estaba compuesta por un comandante, un copiloto, un tercer piloto, dos mecánicos y un ayudante de mecánico. Luego del 1 de mayo, los aviones volaban con un piloto, copiloto y dos mecánicos.
En el primer vuelo del 2 de abril, comandaba la nave el capitán de corbeta Rubén Gómez junto al copiloto el teniente de navío Juan Schmidt. El mecánico era el suboficial segundo Juan Ramón Fossati, y los ayudantes mecánicos el suboficial segundo Carlos Guntín y el cabo segundo Jorge Carnero. El teniente de fragata Antonio Urbano iba en condición de tercer piloto.
Su primera misión fue la de llevar al continente el cuerpo del capitán Pedro Giacchino, al que depositaron, envuelto en una bandera argentina, en una camilla. También subió el cabo Ernesto Urbina, enfermero de la patrulla de Giacchino, seriamente herido en ese mismo encuentro.
A partir del 1 de mayo, cuando los británicos llegaron, los vuelos eran generalmente por la noche, volando a unos 50 metros sobre el mar, atentos al radar y a la radio para evitar a los aviones enemigos.
Apenas aterrizado en una pista cuyos hoyos dejados por las bombas eran rellenados con tierra y piedras, sin parar los motores se abría la compuerta de carga, y en diez o quince minutos, regresaba.
Llevaban distinto tipo de carga, desde municiones, tambores de combustible para los vehículos, hasta personal.
En uno de los vuelos a las islas, llevó a la compañía servicios de sanidad del Regimiento 25, donde uno de sus soldados, Milton Pablo Galíndez, había nacido en Oliva, el destino final del avión.
El último vuelo fue el 11 de junio. El avión estuvo operativo muchos años más hasta que en 2008 fue raleado del servicio.
Cuando fue localizado, no tenía los motores y la cabina estaba sin el instrumental y sin los asientos. Estaba como voló en 1982: el fuselaje sin los asientos, ya que entonces operó con dos filas ubicadas delante de la puerta de carga. Habían hecho lugar para colocar camillas. Fioni ya se puso en campaña para conseguirlas.
Se lo movió con el auxilio de grúas provistas por la empresa de Matías Villamayor, que lo hizo sin costo. Aircraft Integral Solutions lo desarmó y armó, con un importante descuento y la empresa Lancioni se encargó de llevarlo.
Partió el martes pasado en horas de la tarde y llegó a Oliva al día siguiente por la noche. Se demoró más de la cuenta porque en un momento un fuerte viento sur hizo mover la cola del avión. El sábado 1 por la tarde ya estaba armado y todo estuvo listo para el acto central del pasado 2 de abril.
Fue la esposa y las hijas del soldado Milton Galíndez –fallecido en 2001- los primeros en subir a la máquina, acompañadas por Ernesto Urbina. Luego lo hicieron miembros de tripulaciones que lo volaron.
Se tocó la Diana de Gloria y los bomberos locales bautizaron el avión, que tiene en su cola –en el lugar donde durante la guerra colocaron camillas- dos filas de asientos originales.
El entonces teniente de fragata Antonio Urbano, que fue tercer piloto de la tripulación del F 28, donó al museo recuerdos de la guerra y Juan Ramón Fossati, suboficial segundo durante el conflicto, en ese mismo momento sorprendió a todos cuando decidió donar la campera que llevaba puesta, una prenda que lo acompañó en 4500 horas de vuelo.
Para el pueblo fue una pequeña conmoción. Muchos nunca viajaron en avión ni habían visto de cerca uno de semejantes dimensiones. Hicieron una larga cola y todos pudieron subir.
Aun falta recaudar fondos para cancelar la deuda de desarmado y armado del avión. Fioni solicita una contribución voluntaria desde mil pesos, que puede transferirse a la cuenta cuyo CBU es 0200378601000002295397 alias OSLO.ANILLO.AVISO Tel 3532401083 mail turismo@munam.org.ar Cada uno que contribuya, recibirá un certificado de participación.
Queda pendiente darle la bienvenida que merece al helicóptero Puma, donado por Prefectura. Durante la guerra se encargó del rescate de pilotos eyectados, traslado de tropa y vigilancia costera. Resta que envíen las aspas para que luzca como lo hacía cuarenta años atrás y sumarse a la compañía del nuevo integrante, el Fokker F 28, ambos veteranos de Malvinas.
Fotos: Gabriel Fioni Museo Nacional de Malvinas
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