Este sábado 1° de abril, en la provincia de San Juan, tuvo lugar un retiro espiritual destinado a la dirigencia. Inspirado en el papa Francisco, que insta a que “trabajemos por una Patria donde la fraternidad, la solidaridad, la justicia y el Bien Común no sean meras palabras”, el arzobispo Jorge Lozano, a través de la Comisión Arquidiocesana de Justicia y Paz, invitó a una Jornada de Espiritualidad para líderes políticos, sindicales, sociales y empresariales, predicada por el sacerdote José María “Pepe” Di Paola, quien viene de recorrer toda la Argentina con la consigna #NiUnPibeMenosPorLaDroga. La misa fue presidida por el arzobispo de San Juan de Cuyo, monseñor Jorge Lozano, y concelebrada por el obispo auxiliar local, monseñor Gustavo Larrazábal, y el padre Pepe.
Al inicio de la Jornada, que tuvo lugar en la casa de retiro del Movimiento Camino a Emaús, en la capital sanjuanina, el sacerdote porteño, que es párroco en José León Suárez, se refirió a los desvelos que tenía el entonces cardenal Jorge Bergoglio y los que transita hoy como Papa. Luego, en la segunda parte, contó qué son los Hogares de Cristo e invitó a firmar el Acuerdo #NiUnPibeMenosPorLaDroga. A continuación los principales puntos de su mensaje.
• Les quiero presentar a Bergoglio, que fue mi obispo, para que sientan más cercanas las palabras de Francisco. Cuando hablamos de Bergoglio —y nosotros que tuvimos la posibilidad de estar mucho con él— estamos ante la misma persona. No es que cuando lo eligieron cambió, no es que inició una etapa nueva y comenzó a reflexionar en función de que es el líder espiritual de la Iglesia del mundo.
• Sus reflexiones tienen que ver con su vida, con su liderazgo como dirigente, me tomo el atrevimiento delante del obispo [se refiere a monseñor Lozano] y lo llamo dirigente de la Iglesia, cuando estaba en Buenos Aires tenía una función muy importante como cardenal primado.
• Era un obispo cercano. Yo que estaba en las villas en ese momento, veía a Bergoglio como alguien que se acercaba y que mantenía la distancia prudencial para respetar la libertad del otro. Esta tarea no la hacía de forma premeditada, surgía naturalmente.
• Tenía empatía con nosotros como curas de villas. A veces el periodismo confunde y dice que Bergoglio inventó a los curas de las villas. No. Los curas de las villas venían trabajando desde hacía muchísimos años. Desde el año 1969. Pero él sintió una empatía muy grande porque encontraba en esos curas que vivían en los barrios —que trataban de construir la vida social y espiritual en esos barrios como un vecino más, en función de la gente que venía a las capillas pero también en comunión con las organizaciones que ya estaban instaladas en los barrios— que sintonizaba. La palabra es “sintonizó” enseguida con ese modo de vivir.
• Cuando recién llegó a Buenos Aires éramos 9 curas nomás; terminamos siendo 22. Bergoglio apostó a que los sectores más pobres tenían que estar mejor atendidos.
• Bergoglio respetaba el modo que tenía la gente de expresar su fe. Él no llegaba para imponer. Tenía un respeto absoluto a los distintos modos que tenían en los barrios populares de manifestar la religiosidad. Cuando venía a la Villa 21 de Barracas, compartía todo lo que significaba la cultura guaraní. Pero también hacía 15 ó 20 cuadras, se iba a las villas del Bajo Flores y se metía en la cultura boliviana, peruana, que son absolutamente distintas. Este respeto por el otro tiene que ver con lo que dijimos antes: un obispo cercano a los curas y a la gente. La religiosidad no se expresa solamente a través de la misa, también en las procesiones, las formas de organización, los grupos.
• Él veía importantes movimientos sociales y espirituales en las villas, y le atraían. En las conversaciones que teníamos en ese tiempo con él, nos insistía: “dénle para adelante”. Es mentira que Bergoglio manejaba al grupo de curas de las villas, era más bien alguien que animaba. A veces le dábamos algún dolor de cabeza por las cosas que decíamos o escribíamos. Pero él nos animaba a que fuéramos por ese camino.
• Él eligió mirar la ciudad desde la periferia. Buenos Aires te atrae, esa postal turística que puede ser la Plaza de Mayo o el Obelisco. Mirar Buenos Aires desde la Villa 21 o desde Ciudad Oculta en el barrio de Mataderos era verla en todas sus dimensiones. Es fácil para alguien que atiende en la Plaza de Mayo, donde está la Casa Rosada de un lado, el jefe de gobierno del otro lado, pensar que le está hablando a una Buenos Aires desde ahí. Pero si no hace el esfuerzo de ir a la periferia, vivir en la periferia y participar de la periferia la mirada será sesgada.
• Este dirigente que era Bergoglio, el obispo, tenía una mirada completa, donde no estaban excluidos los pobres. Al llegar hoy a Buenos Aires, nos damos cuenta de que la problemática social —y lo hablamos con algunos amigos de San Juan— pasa porque hay mucha gente en situación de calle. Es lo primero que se ve. No se puede ocultar porque es así. Pero las villas sí se pueden ocultar. Salvo la Villa 31 que se ve porque pasa la autopista, las demás están en la periferia. Y son muchas. Y vive muchísima gente. Cientos de miles de personas.
• Bergoglio transcurría muchísimo de su tiempo viendo y conociendo. Caminando, entrando en comunión con nosotros. Les cuento un ejemplo. Un día Bergoglio me llama: “Viene un amigo italiano y me gustaría ir a caminar por la villa con él porque no tiene ni idea y yo estoy de vacaciones”. Para él estar de vacaciones era estar en la curia. No irse a algún lado. Era y es una persona muy especial. Entonces se vino igual que siempre pero con su amigo. Fuimos a caminar por todos los pasillos y los chicos le decían “¿Usted no es el obispo?” Lo saludaban, seguíamos caminando… ese conocimiento solo te lo da si gastás el tiempo ahí. Algunos piensan que esto es perder el tiempo y ese es el problema de la dirigencia y de los curas también: pensar que estamos perdiendo el tiempo porque lo estamos gastando en compartir con estos sectores que no nos van a redituar muchas veces nada. O pensamos que es tiempo perdido porque podríamos hacer otra cosa más importante. Esta fue una característica de Bergoglio en todo momento.
• Él no hablaba solo de las periferias como las villas sino también de las periferias existenciales. Esto era parte de su vida: su preocupación por la trata de personas, por la gente que estaba en el Hospital Muñiz, en la cárcel. Cuando yo empecé el Hogar de Cristo en el 2008 le dije: “Usted que siempre va a la cárcel los Jueves Santo, o al Hospital Muñiz —repitiendo el gesto de Jesús que lavó los pies a sus discípulos como un signo de servicio y adquiere sentido la misa porque servimos a los demás— venga esta vez a nuestra parroquia”. Y vino. Bergoglio participaba de estas periferias existenciales, como decía Jorge [Lozano] al principio, lugares de dolor.
• Bergoglio quería estar en contacto con “gente de a pie” y eso era ir a confesar. Y se iba a San Cayetano los días 7 y los 27 iba a San Pantaleón. En contacto con el mundo del trabajo, con el mundo de los enfermos en forma permanente. Vos podías pedirle una entrevista en cualquier momento, pero esos dos días no te iba a atender. Era como un pacto religioso. Eran dos días inamovibles, son para escuchar. En los santuarios la gente expresa su fe pero también su dolor.
• Bergoglio llevaba una vida simple, austera, de valorar la vida. Muy difícil de imitar en su modo, en sus horarios. Él venía a las villas en colectivo, se tomaba el 70 que llegaba a Barracas, prefería recorrer solo las calles y hacer su vida. Esto nos traía problemas, sin duda, porque velábamos por su salud, que no le pasara nada, pero él tenía esa modalidad de no molestar a nadie.
• La personalidad de Francisco no es una personalidad impostada: Bergoglio es así. Por una cuestión de coherencia de vida se transformó en el dirigente que todo el mundo ve. En otros tiempos, veíamos a Gandhi, Luther King, que sin ser católicos nos representaban en muchas de sus opciones.
• Hoy Francisco se convirtió en el líder mundial. Alguien que transforma vidas y también pensamientos. Llega a lugares comunes de la humanidad y presenta desafíos en un idioma llano.
• Este Francisco tiene mucho que ver con aquel Bergoglio. No es que comenzó a ser austero después de que lo eligieron Papa para armar una imagen frente a los demás, no es que a partir de ese momento se ocupó de las periferias y los migrantes. Hay una continuidad muy grande en este liderazgo de Francisco. Nosotros que lo tuvimos tan cerca podemos dar testimonio de esto.
• Bergoglio hablaba de dos cosas que tienen que cambiar —que también dice Francisco— y que pasaban en Buenos Aires. Él era muy crítico de Buenos Aires a pesar de ser porteño. Una, la cultura individualista, que está más presente en Buenos Aires que en otros lados, y la cultura del descarte. Francisco dice que son las nuevas formas de colonización cultural. “La mejor manera de dominación es manejar la desesperanza”, dijo Francisco. Él se preocupaba por la trata de personas mirando el barrio de Constitución en Buenos Aires y retoma siendo Papa: lo vimos en Lampedusa y tantos otros lugares. Le habla a la sociedad europea y occidental que tiene pocos signos de cristianismo, no ponen al Evangelio como modo de solución de los problemas. Marca los nacionalismos que no son otra cosa que formas de achicar la sociedad, que generan la expulsión de los migrantes, que tengan una vida de segunda. Estos aspectos hacen que como Papa tenga desafíos mucho más grandes. Cuando celebraba las misas en la estación Constitución y denunciaba la trata había gente “mandada” que le gritaba cosas para interrumpir la celebración.
• Como Francisco, muchos medios de comunicación lo han tomado como un enemigo. Esto es una realidad. Porque ha tomado los problemas desde el Evangelio.
• Otro de los puntos críticos del Papa —y que va a ser muy enérgico— es con las mafias de las drogas.
• Así como en la gente de las villas él veía una resiliencia, una fortaleza muy grande, también ve en los barrios populares del mundo una riqueza que todavía no se ha explorado.
• Todas las encíclicas que podamos leer de Francisco (Fratelli tutti, Laudato si’, Evangelii gaudium) los pueden ayudar muchísimo. Están escritas por alguien que tiene la veracidad de un pasado que avala lo que escribe. En sus textos hay un compromiso de parte de Bergoglio que confirma después el Papa Francisco.
• El desafío de este momento de la charla es que en esta Semana Santa leamos algo de él, un dirigente que fue creciendo, así como ustedes alguna vez fueron concejales o diputados, y después gobernador, o como empresarios empezaron de abajo y ahora tienen mayores responsabilidades, Bergoglio empezó siendo ese obispo de Buenos Aires, y con una autenticidad muy grande hoy está expresando su pensamiento al mundo.
Firma del Acuerdo #NiUnPibeMenosPorLaDroga
Al finalizar la misa, los líderes presentes adhirieron a este Acuerdo que se concreta en el marco de las celebraciones por los 10 años de Pontificado del Papa Francisco y el 40° aniversario de la Democracia ininterrumpida en la República Argentina.
Su texto coincide con el que firmaron centenares de políticos de las provincias visitadas por Di Paola, en peregrinación con la Virgen de Luján, acompañado por jóvenes que se están recuperando del consumo de drogas en los Hogares de Cristo.
Estuvieron presentes en esta Jornada y adhirieron al Acuerdo el gobernador de la provincia de San Juan, Sergio Uñac; su candidato a vicegobernador, Cristian Andino; el exgobernador José Luis Gioja; el diputado nacional Marcelo Orrego y Fabián Martín, su compañero de fórmula. También ministros, diputados, jueces, miembros de la Mesa de Diálogo Interreligioso, representantes de mundo académico, universidades y dirigentes de educación, representantes de la agroindustria local y referentes del empresariado sanjuanino.
El texto firmado dice: “En San Juan, nosotros, los referentes políticos, sindicales, sociales y empresariales, reunidos en la Casa de Emaús, adherimos a la consigna de la Federación de Hogares de Cristo, presidida por el Padre José María Di Paola: Ni un pibe menos por la droga. Nos comprometemos a trabajar mancomunados por la libertad e independencia de los jóvenes esclavizados por el consumo problemático de adicciones en situaciones de vulnerabilidad. Desarrollando nuestro trabajo en toda nuestra patria, junto a una Iglesia en salida, que recibe la vida como viene.”
Carta del arzobispo Lozano
Al terminar el encuentro, cada asistente recibió en mano una carta del arzobispo Lozano cuyo texto x reproduce a continuación:
Estamos comenzando la Semana Santa de un año electoral. En este contexto me permito compartir estas reflexiones que brotan del corazón de pastor que quiere ser cercano a Dios y a los hombres y mujeres de nuestro pueblo.
No pretendo realizar una lectura política, que escapa a mi lugar y competencia. Pienso en el ámbito político, social, sindical, organizaciones sociales, ONGs, empresas, cooperativas… todo lo que implique construcción comunitaria.
Todos podemos constatar el anhelo generalizado de paz. En las familias, los barrios, el mundo. Pero no todos nos comprometemos en su construcción, que lleva tiempo y perseverancia en la tarea. Las ansiedades nos pueden jugar en contra.
Es necesario multiplicar arquitectos y artesanos de la paz. Arquitectura y artesanado son dos dimensiones diversas y, a la vez, complementarias. La primera se ocupa de diseñar, programar, calcular pasos y etapas. La segunda va trabajando sobre la obra conforme van respondiendo los materiales, sea la madera, la arcilla, la piedra… Podríamos decir que decide sobre la marcha sin improvisar.
Algunas personas con capacidad de liderazgo social y político tienen cualidades para proponer e impulsar las arquitecturas en vistas a construir la paz en un delicado camino para tener en cuenta las ideas, las historias, las posibilidades en cada contexto. Otras, en cambio, son capaces de generar oportunidades por medio de gestos espontáneos que afianzan los vínculos, distienden relaciones y acercan corazones. En los tiempos que vivimos ambos oficios son necesarios y complementarios. Por eso afirma Francisco que “en muchos lugares del mundo hacen falta caminos de paz que lleven a cicatrizar las heridas, se necesitan artesanos de paz dispuestos a generar procesos de sanación y de reencuentro con ingenio y audacia”. (Francisco, FT 225)
Nadie debería sentirse afuera de aportar a la construcción de la paz y del bien común, poniendo en juego sus talentos, su tiempo, sus propias capacidades. No es una construcción “mágica”, requiere trabajo, tenacidad, paciencia y generosidad poniendo en el centro a las personas (no en los márgenes) y a nuestra casa común. “Cada uno de nosotros está llamado a ser un artesano de la paz, uniendo y no dividiendo, extinguiendo el odio y no conservándolo, abriendo las sendas del diálogo y no levantando nuevos muros.” (Francisco, FT 284)
Una de las claves para la búsqueda de la paz y del bien común es la certeza de pertenencia a un pueblo. “Cada uno es plenamente persona cuando pertenece a un pueblo, y al mismo tiempo no hay verdadero pueblo sin respeto al rostro de cada persona. Pueblo y persona son términos correlativos.” (Francisco, FT 182)
Francisco nos propone “cuatro principios que orientan específicamente el desarrollo de la convivencia social y la construcción de un pueblo donde las diferencias se armonicen en un proyecto común”. (Francisco, EG 221) Quisiera en esta oportunidad detenerme en el primero de ellos: “El tiempo es superior al espacio”.
Experimentamos una tensión entre la plenitud deseada y el límite que casi inevitablemente topamos. Una sana tensión entre la coyuntura concreta y el horizonte que anhelamos. “La utopía nos abre al futuro como causa final que atrae.” (Francisco, EG 222) El deseo nos mueve a la búsqueda de caminos que nos liberen de la opresión. Los sueños nos llevan a la entrega generosa de la vida y nos liberan de ser calculadores mediocres cortoplacistas.
Es necesaria la convicción de que la coyuntura es cambiante. El horizonte, en cambio, permanece. Por eso es fundamental “trabajar a largo plazo sin obsesionarse por resultados inmediatos”. (Francisco, EG 223)
“Uno de los pecados que a veces se advierten en la actividad sociopolítica consiste en privilegiar los espacios de poder en lugar de los tiempos de los procesos.” (Francisco, EG 223) Para ello es importante liberarnos de la ansiedad de los resultados inmediatos, pero mantener convicciones claras y tenacidad.
Otra de las enseñanzas de nuestro Papa es que “andando solo se llega más rápido, pero con otros se llega más lejos”. Los procesos no siempre producen réditos políticos inmediatos, que son tan rápidos como efímeros y no construyen plenitud humana.
Pensemos en la enseñanza de Jesús en la parábola del trigo y la cizaña (Mateo 13, 24-30) Ambos crecen juntos, pero vence la bondad del trigo que se manifiesta con el tiempo.
Recuerdo cuando era niño, en la escuela, la maestra nos indicaba realizar en casa la experiencia de la germinación de una semilla contra las paredes de un frasco de vidrio. Podíamos ver en el transcurso de los días lo que ocurre en lo oculto de la tierra. Algo semejante sucede con grandes acontecimientos de la Historia. Evoquemos, por ejemplo, la gesta libertadora del general San Martín, tan cercana a nuestra tierra, o el derrumbe del muro de Berlín de apariencia inexpugnable durante décadas.
En la Pascua celebramos la Resurrección de Cristo; el triunfo de la vida sobre la muerte, del amor sobre el odio, de la paz sobre la guerra.
Le pido a Él, principio y fin de la Historia, nos ayude a renovarnos en el sueño de “un cielo nuevo y una tierra nueva donde habitará la justicia” (2 Pedro 3, 13).
Con mi afecto y oración por vos y tu familia.
¡¡¡Feliz Pascua!!!
+ P. Jorge Lozano - Arzobispo de San Juan de Cuyo
Seguir leyendo: