Luciana Bertelotti (28) o Luli de los Cruceros como se llama en las redes es una Youtuber atípica. En lugar de mostrar las vacaciones a bordo de un barco, te cuenta cómo es trabajar en ellos, toda la trastienda, el lado B de vivir a bordo y la mejor parte, como recorrer el mundo, visitar destinos que no estaban ni en sus planes como Taiwán, Corea del Sur, Turquía, Hawái y Alaska. “Lugares que uno ve en películas y no se imagina yendo de vacaciones”, asegura en diálogo con Infobae, mientras realiza un recorrido por islas caribeñas, zarpando desde Orlando.
Luli nació en Concepción del Uruguay, Entre Ríos. A los 3 años se mudó a la Ciudad de Buenos Aires con su familia donde vivió hasta los 21 años cuando se embarcó por primera vez. “Jamás había salido del país, sólo había viajado una vez en avión cuando era chica con mi familia y la primera vez que viaje al exterior fue para subir a mi primer barco”, cuenta.
Su vida en altamar llegó sin proponérselo. Sucedió mientras estudiaba Diseño Gráfico en la FADU y quería empezar a trabajar de fotógrafa. “Inocentemente busqué trabajo de fotografía en Internet y no había muchas ofertas, ya que es una actividad que se hace más de manera independiente. Pero encontré dos ofertas que me gustaron, una era para trabajar en hoteles en México, Costa Rica y Guatemala, y la otra era para cruceros. Yo no tenía mucha idea de cómo eran los cruceros, pero no podía no intentarlo y quise averiguar un poco más de qué se trataba. Quedé seleccionada en ambos trabajos, y decidí ir por los cruceros porque me llamaba mucho la atención estar arriba de un barco y conocer el mundo mientras trabajaba de lo que amaba”, relata sobre sus inicios.
La fotografía había llamado su atención desde su infancia. La primera cámara que tuvo fue una que le había regalado su padre, que funcionaba con rollo de película; en la adolescencia se compró una compacta digital con sus ahorros y más tarde su mamá le regaló una reflex. Después de los primeros pasos como autodidacta, hizo un curso en la FADU.
Para trabajar en un crucero, saber inglés era fundamental y Luli estaba preparada. Había tomado clases particulares y terminó de aprenderlo enganchadísima con la serie Lost. “Me obsesioné al punto de saberme los diálogos. Me gustaba escuchar el inglés de todos los personajes de diferentes partes del mundo que había, los diferentes acentos, y cómo podía entenderlos. Practicar la escucha es clave para mejorar el inglés”, recomienda.
Un comienzo con lágrimas
Cuando viajó al aeropuerto para tomar el primer vuelo de su vida al exterior nada fue como lo había soñado. Tras los abrazos de despedida con su familia se desató una tormenta muy fuerte que retrasó su vuelo y le hizo perder el siguiente. “Llegué muy tarde y cansada para encontrarme con que mi valija no había llegado a destino. Esa noche llegué al hotel y me puse a llorar porque sentía que había dejado toda mi vida, toda mi gente, y desde ese momento todo salía mal”, recuerda sobre ese trago amargo inicial.
Pero al día siguiente, cuando conoció a sus nuevos compañeros de trabajo, la tormenta pasó. De inmediato se hizo amiga de Marcela, una argentina de quien aprendió a llevar una vida de cruceros, una chica positiva y alegre, que la ayudó con su adaptación. “Una vez a bordo uno se hace un nuevo círculo de amigos, con quienes se vive el presente al máximo y por suerte fueron pocas veces que me sentí sola y quise estar en casa. Mi familia y mis amistades saben que este estilo de vida me hace feliz, y saben acompañarme a la distancia. Nos mantenemos en contacto y cuando vuelvo es como si el tiempo no hubiese pasado. Volver a casa es siempre hermoso”, asegura.
Como en una cita romántica, el primer viaje es de deslumbramiento. En su primer viaje recorrió paradisíacas playas del Caribe y después, por si fuera poco, el barco cruzó el Atlántico para hacer temporada en Europa. “De por sí cruzar el océano en barco me fascinó, y conocí muchos lugares del Mediterráneo que siempre quise visitar, como España, Italia, Francia. Pero lo que más me deslumbró fue ver con mis propios ojos la postal que tanto soñé en Santorini, Grecia. En la altura de la isla, todas las casitas blancas y ver a lo lejos mi barco chiquito rodeado de agua azul puro. Fue sin duda uno de mis destinos favoritos de todos estos años”, afirma con esa imagen todavía grabada en la retina.
Después de superar algunos momentos difíciles, el romance entre Luli y la vida de cruceros sigue íntegro. Luli no piensa en bajarse. Dice que en principio lo más difícil es adaptarse al nuevo barco y ambiente, que equivale a “cambiar de vida de un día para el otro. Todo a nuestro alrededor es diferente, es nuevo”, explica, a quien todavía lo que más le cuesta es perderse los acontecimientos que suceden en su casa, mientras no está, nacimientos, festejos, y así como también fallecimientos, momentos en que quisiera estar presente.
Algo que suele sucederle a todos los tripulantes es que a mitad de contrato (que suelen ser de seis meses) es que comienzan a sentir cansancio. “Porque trabajamos todos los días y es agotador. Ya no tenemos toda la energía con la que vinimos de casa, y todavía se ve lejos la fecha de vuelta. Ahí es cuando hay que cuidarse mucho, y priorizar lo que a uno le hace bien para seguir”, explica. Y luego llega otra etapa, aquella cercana a la finalización del contrato. “En ese tramo yo suelo tener más energía porque ya empiezo a sentir que me estoy por ir y que voy a extrañar el barco y su gente. Quiero disfrutar al máximo el tiempo que me queda a bordo ya que después no se si volveré a ver esas personas con las que me encariñé tanto”, enfatiza.
Al estar en tierra y conocer gente nueva, a Luli no paraban de preguntarle por su trabajo. Por eso decidió contarlo todo en la plataforma YouTube. Empezó a hacerlo en el paréntesis obligado que le dio la pandemia cuando tuvo que quedarse en su casa. “Realmente extrañaba ese estilo de vida. El contenido lo pensé para que sea entretenido para quienes lleguen por curiosidad y también para quienes quieran “aplicar” (americanismo de to apply, postularse) que sepan un poco de que se trata este estilo de vida. Jamás pensé que me abriría puertas a conocer tanta gente y que les ayudaría tanto. Es muy gratificante”, asegura. Quien visite sus videos en Youtube (Luli de los cruceros) se encontrará con todo tipo de temáticas, desde dónde duermen los tripulantes y dónde comen, hasta las fiestas que organizan.
Tener una mente abierta y positiva es uno de los requerimientos para lograr ser feliz en este tipo de trabajo, según Luli. A bordo se convive con diferentes culturas, valores, personalidades. A lo que se suman muchas reglas y protocolos. “Y uno no siempre se siente libre. Se está a bordo para trabajar y se trabaja todos los días y a veces muchas horas”, subraya y agrega: “Está en uno mantenerse positivo y hacer lo mejor del tiempo libre para que toda esta experiencia lo valga”.
La tripulante argentina dice que si bien ya está adaptada a ese estilo de vida, cada barco y cada contrato ofrecen una experiencia diferente, única, porque siempre está rodeada de personas nuevas. “Yo empecé trabajando como fotógrafa, ahora soy Assistant Photo Manager, y hasta Photo Manager no voy a parar. Es una posición que ya cubrí en varias oportunidades y me gusta mucho. Quiero llegar a ese puesto, disfrutarlo, ahorrar y después cambiaría rumbo para vivir nuevas experiencias en tierra firme”, sueña en el mar pero con los pies en la tierra. Además de recorrer el mundo y hacer nuevos amigos, uno de los grandes beneficios de su trabajo es que le permite ahorrar, ya que tiene cubierto el techo y la comida.
Para el futuro sabe que le gustaría viajar de diferentes maneras o vivir temporalmente en diferentes lugares, cerca de la naturaleza, ya sea en la selva, un bosque o el mar. “Si bien no sé qué es lo que sigue, me da seguridad saber que cuando cierre esta etapa de mi vida al menos tendré ahorros para poder embarcar la siguiente con tranquilidad financiera”, expresa.
Sus contratos suelen durar 6 meses. A veces se extienden a 8 si se lo piden y si ella quiere quedarse más. “Cuando vuelvo a casa es otra vez cambiar totalmente de realidad y de ritmo. A bordo se vive intenso, rápido y al máximo cada día, y al llegar a casa y tener tiempo libre los días se me hacen largos y mucho más relajados. Reencontrarme con toda mi gente es lo más lindo y poder tener tiempo para dedicarme a mí misma y lo que yo quiera. Algo que me cuesta es que yo vengo de vivir a bordo donde no existen los días de la semana... todas las mañanas son lunes y se trabaja y todas las noches pueden ser sábado y haber fiesta”.
Cuenta la Youtuber que cuando está de vacaciones en su casa le mandan el nuevo contrato para su siguiente barco. Antes estaba contratada por una “concesionaria” que le permitía pedir 3 barcos y si se podía le daban uno de esos. “Así fue que en mis primeros contratos pedí barcos con diferentes destinos para conocer siempre lugares nuevos del mundo. Ahora los fotógrafos son contratados directamente por la línea de crucero y ya no tenemos ese privilegio. Como están a cargo de muchísimos tripulantes para cubrir más de 20 barcos, simplemente nos mandan a donde nos necesitan, aunque con mi posición puede haber cierta conversación si es que quiero algo en particular”, detalla.
Con tantos millas, ya tiene sus recorridos favoritos. “Hay varios que hacen una ruta que me encanta. Hacen temporada en Alaska por unos meses y luego cruza el Pacífico para hacer temporada en Australia y Nueva Zelanda. Y mientras cruza el océano visita Hawái, la Polinesia Francesa, y otras islas hermosas en el camino. Tuve la suerte de hacer esta ruta 3 veces y me encantaría volver a hacerla porque en un contrato de 6 meses tengo la oportunidad de estar en las montañas, ver glaciares, orcas y ¡osos! Después pasar por Hawái que es el primer lugar que viene a mi cabeza como favorito del mundo, por lo hermoso que es naturalmente, su gente y cultura. Y luego llegar a Australia y Nueva Zelanda donde he visto bellas ciudades, mucha naturaleza y destinos que parecen de película donde me quedaría a vivir”, se explaya.
Japón es otro país que le encantó visitar y siente que no tuvo suficiente tiempo para conocer y disfrutar. “Es muy diferente en todos los aspectos y me encanta su cultura, sus tradiciones, su comida, su arte”.
Cuando le preguntamos a Luli cuál es su anécdota más divertida en un barco, cuenta lo que vivió hace unos meses, en octubre del año pasado, cuando su barco cambiaba de puerto de embarque y ruta. “Veníamos saliendo de Texas y cambiábamos para zarpar desde Florida. Por lo que tuvimos que navegar dos días para llegar al nuevo puerto de embarque, y lo hicimos sin pasajeros a bordo. Fueron dos días donde habilitaron todas las actividades de los pasajeros para que podamos hacerlas los tripulantes y también coincidió con Halloween, así que tuvimos una fiesta en el área abierta de las piletas a bordo. Fueron dos días en los que no paré un segundo porque me propuse hacer todas las actividades, que estaban planificadas una tras otra. Había una pared para escalar, un simulador de olas, toboganes de agua, patinaje sobre hielo, los jueguitos de arcade, karaoke. Fue agotador pero nos divertimos un montón, la fiesta fue increíble, y fue genial disfrutar la pileta y jacuzzi como si fuésemos pasajeros, escuchando música y viviendo esta oportunidad máximo”, comparte.
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