La felicidad que hoy tiene Lautaro Ocampo apenas entra en él. Hace una semana cumplió el sueño de tener su propia barbería y peluquería, por ahora sólo para hombres; pero asegura que pronto será también un espacio para que las mujeres de Rosario puedan hacerse cortes de pelo y más adelante habrá tratamientos de belleza unisex.
Hasta hace unos meses, llevaba una silla y armaba un gazebo en la plaza, ubicada en la zona norte de Rosario, y ofrecía cortes por $ 700. Hacerlo, lo hizo conocido y se convirtió para él en una experiencia única que no piensa dejar de lado pese a su presente y proyectos.
Llegar a este hoy le llevó siete años. “A los 16 años, ya ahorraba lo que me daba mi mamá para comprar comida en los recreos de la escuela y sumaba lo que ganaba en alguna changa pude comenzar a juntar plata para estudiar barbería y comprar mis primeras máquinas”, le cuenta orgulloso a Infobae el chico de 23 años.
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Meta tachada
Hace tres meses, Lauty (como le gusta ser llamado) se convirtió en papá de Jeffrey. En él piensa cada día y desea cuidarlo de la misma manera que lo cuidaron sus padres, quienes de niño le enseñaron el valor de la familia y qué es la “cultura del trabajo”, cuenta.
“Mis viejos me enseñaron que hay que trabajar para lograr las cosas que uno quiere en la vida y como a mi nunca me gustó que me manden, siempre busqué tener mis changas o emprendimientos solo, para no tener que pasar la vida rindiéndole cuentas a nadie”, dice seguro.
Con apenas 16 años, juntaba los $50 que la mamá le dejaba para comprarse la merienda, pero se los guardaba para, algún día, hacer el curso de barbero que costaba $2000 por semana, por lo que debió arreglársela para ganar su propio dinero.
“Eran changas de lo que salía, pero me alcanzaba para poder el curso. Después de unos años pude comprar mi primera máquina de cortar y aplicar mis conocimientos haciendo cortes en el barrio y la primera vez que estuve cerca de abrir mi propio local llegó la pandemia y me fui para otro rubro, fui taxista todo ese tiempo, pero me fue mal económicamente así que tuve que vender todas mis herramientas de trabajo. Seguí con el taxi el tiempo necesario para poder volver a comprar de a una las máquinas que había vendido para subsistir”.
Un día, paseando con su familia por la playa La Florida, notó que en esa zona nadie ofrecía cortes de pelo y vio una posibilidad. “Aún no contaba con el dinero para alquilar un local, pero fui hasta ahí con una silla que me habían donado, y que todavía la tengo (estoy cortando actualmente ahí), puse un para sombra cruzado y un cartel diciendo que cobraba 700 pesos el corte. Así, otra vez, empecé a juntar pesitos a pesito y con la ayuda de mi viejo pude comprar un gazebo para armar la pelu, eso ya le daba otra imagen”, explica.
Allí adentro ya pudo poner un ventilador, tener un espejo y armarlo su “barbería móvil”. “Ya tenía todo lo que necesitaba en una barbería”.
Esa propuesta causó furor en el barrio. “¡No esperaba tanta respuesta! ¡Me fue bárbaro! La gente lo veía como algo nuevo porque acá, al menos, yo nunca había visto a un barbero cortando el pelo en la vía pública y eso llamó la atención. Además, estaba bueno porque estaba el río a la vista. Creo que en el verano voy a volver porque me gustó. Quiero ir a hacer temporada, digamos”.
“Mi familia soñaba con que yo pudiera tener lo mío. Ahora alquilamos, pero con mi mujer sabemos que pronto podremos comprar un local, nuestra propia casa”, dice con seguridad, sabiendo que el esfuerzo una vez más dará sus frutos.
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El futuro
A Paula Fernández, su mujer y mamá de su hijo, la conoció por Facebook. Lo cuenta y se emociona. “Una vez ella me puso un ‘me encanta’ en una foto y le escribí por privado. Así empezamos a hablar y fue amor a primera vista”, resume y feliz avisa que “ella está terminando la secundaria y estudiando para ser colorista, y esculpir uñas así que cuando se reciba trabajará también en la pelu porque más adelante queremos que sea un espacio para hombres y mujeres que deseen cambiar el look o sentirse mejor, por ahora hago solo cortes, pero cuando pueda comprarme el lavacabezas comenzaré a cortar a mujeres porque a ellas siempre se las lava antes de cortar. Soy peluquero unisex”, destaca.
Durante el mundial, los cortes más pedidos fueron los de Messi y el Dibu Martínez. Ahora, el del capitán argentino sigue en auge.
Pensando siete años adelante, se anticipa: “Un cliente me propuso irme a Miami a cortar, pero hay que juntar mucha plata para hacerlo, por ahora quiero enfocarme en mi negocio que recién tiene una semana y deseo poder abrir tres más. Progresar y que mi marca sea grande y conocida es un sueño. Ojala pueda hacerlo realidad”, finaliza.
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