¿Cuántos secretos puede esconder una localidad de apenas unas pocas cuadras de largo por pocas de ancho? ¿Hasta dónde puede llegar la creatividad de sus habitantes para transformar el espacio público de esos pocos metros de vereda? Serodino es un pequeño pueblo de la llanura santafesina. Tiene apenas 5.000 habitantes. Está ubicado entre campos de maíz y de soja, hoy amarillenta por la terrible sequía que afecta a la región.
Serodino es también la ciudad del escritor Juan José Saer, autor de libros como “El entenado” y “El limonero real”, entre otros. La casa natal del intelectual fue comprada por el municipio y están a la espera de fondos provinciales para la creación de un museo.
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En muchos de los textos de Saer aparecen referencias al pueblo en el que se crió. “El paseo nocturno por el pueblo, el croar de las ranas, el canto intermitente de los grillos, que acompaña desde siempre, y sin duda precede, la noche humana”, escribió sobre sus sensaciones sobre Serodino.
En tanto, mientras los pobladores esperan las lluvias que salven sus cosechas y otros trabajan en el Estado o en las cerealeras cercanas, sus habitantes tienen mucho de que sentirse orgullosos de su ciudad. Es que Serodino esconde varios secretos en sus calles.
La camiseta de la Scaloneta
El año pasado, en plena fiebre mundialista, al presidente de la comuna se le ocurrió poner a trabajar los talleres de costura en la que muchos habitantes aprenden el oficio textil. “Nos pusimos el desafío de hacer una camiseta gigante de Messi para homenajear a la Selección –cuenta Juan Droveta, el funcionario a cargo del gobierno comunal-. Nos pusimos manos a la obra. Mi esposa Marilina Ascani colaboró con el diseño y salió una prenda de 18 por 12 metros”.
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Ahí no terminó el desafío de Serodino. Querían llevarla hasta Rosario para los festejos. “Nos decían que si perdíamos con Países Bajos qué íbamos a hacer con la camiseta. Y muchas cosas más”. El pueblo no se detuvo. Trabajaron unas 10 personas en la confección. Y la tuvieron lista para el partido de cuartos de final.
Llegó el partido. El triunfo ante Holanda por penales, el “anda pa´allá bobo” de Messi y en pleno festejos en el Monumento a la Bandera rosarino apareció la camiseta colgada desde el cielo con una percha gigante de 12 metros, también fabricada en los talleres de Serodino. La cooperativa cerealera de Puerto General Belgrano prestó un helicóptero para llevarla hasta Rosario.
Después se convirtió en cábala y tras los triunfos ante Croacia y Francia, la camiseta bailó en el aire al son de “Muchachos”, colgada esta vez desde una grúa. “La idea era que el nombre de Serodino se conozca en todo el país. Que se hable de nuestro pueblo por el trabajo de su gente”, explica Droveta en diálogo con Infobae.
Por ahora, la camiseta del pueblo no está homologada como la más grande del mundo. “Para nosotros no habrá ninguna igual”, se entusiasma el funcionario. Ya hay varios eventos como la fiesta del trigo, de la leche y hasta una carrera de bicicletas provincial que pidieron por el emblema albiceleste de Serodino. “No tenemos problema, donde podemos la llevamos para que todos la disfruten”, dice Droveta.
El tanque jurásico
Pero las sorpresas de exportación de Serodino no quedan en la enorme camiseta. En todos los pueblos argentinos hay dos objetos que sobresalen en altura y se ven desde la entrada o desde campos vecinos: la cruz de la iglesia y el tanque de agua.
El municipio se encuentra en plena construcción del laberinto Saer, mientras espera que se habilite la inversión provincial para el museo del escritor. Ya está armado el diseño y esperan que en tres años crezcan las ligustrinas para tener el parque temático en su esplendor. Mientras tanto, ubicaron en varias estaciones de los pasillos libros del escritor, máquinas de escribir y otros objetos referidos a la vida del intelectual.
Pero para darle mayor atractivo y que los chicos del pueblo se entusiasmen con el proyecto, Droveta proyecto agregar dinosaurios en el parque temático. Así, el tanque de riego del pueblo se convirtió en uno de los más curiosos del país. Tiene un enorme tiranosaurio rex que pareciera hacer estallar el tanque en mil pedazos. Cualquier distraído que ve la foto lo puede confundir con una escena de las películas de Jurassic Park, pero en versión criolla.
El cilindro de agua del pueblo llegó hasta las redes sociales. La cuenta de instagram @tanques.deagua realiza una encuesta entre este tipo de objetos curiosos que se encuentran en todo el mundo. Compitieron tanques de América Latina y toda la serie del conurbano de la zona de Tres de Febrero. El de Serodino competirá en la final al cierre de esta nota y los pobladores santafesinos se la pasaron prendidos a las redes sociales para sumar votos para uno de sus emblemas más importantes.
El diseño y la construcción del enorme animal que custodia el tanque fue realizado por un artesano de Carrizales, un pueblo cercano a Serodino, con apenas 100 habitantes. “El objetivo es que sea centro de entretenimiento y también educación de los chicos de la localidad, pero también de la zona en general -relata Droveta-. Tenemos, también, una tirolesa y estatuas de Clemente y Mafalda. En cada espacio, hay textos que cuentan la historia de estos personajes y su aporte a la cultura argentina”.
Serodino es una localidad pequeña en la que se conocen todos. Su presidente comunal admite que hace de todo, “menos confesar, eso se lo dejo al cura”, se sonríe Droveta. Pero después, el funcionario está detrás de todos los proyectos. “El objetivo es intervenir el espacio público para darle una mejor calidad de vida al vecino. Así como regamos las calles de tierra para evitar que le entre el polvo al living de la casa, hacemos esta serie de proyectos culturales. Y también enseñamos a que lo cuiden, porque es de todos”, sostiene.
El árbol que habla
Pero hay otra sorpresa en las calles del pueblo santafesino. Un árbol que habla. Hace un tiempo un viejo álamo estaba a punto de caerse. Todos los vecinos sostenían que no iba a aguantar la próxima tormenta de verano. “Cada vez que pasábamos veíamos que estaba en peligro, a punto de caerse -recuerda Droveta-. Se nos ocurrió hacer una intervención para aprovechar la madera”.
Cortaron el árbol hasta dejar una base de unos 2 metros y un artista de la provincia hizo su trabajo con la motosierra y generó una obra de arte tallada. En el interior del álamo pusieron un parlante y un dispositivo con 10 cuentos que fueron grabados por docentes de nivel inicial de Serodino. Así, los chicos de jardín de infantes y primaria van como excursión a visitar a Tronquito a escuchar un relato, mientras miran maravillados cómo sale la voz entre los nudos de la madera del viejo álamo salvado de las tormentas de la llanura santafesina.
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