Descubrieron que había herramientas para luthiers que no se hacían en la Argentina y crearon una empresa familiar

Christian y Natacha están juntos hace 15 años, y son padres de Thiago. Lo que empezó como un proyecto se convirtió en un emprendimiento familiar que cada vez les insume más tiempo. A la par de sus respectivos trabajos, apuestan a la industria nacional y fabrican piezas únicas de manera artesanal

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Natacha, Christian y su hijo Thiago, una familia que apuesta por la fabricación de herramientas hechas a mano (Instagram: @takiricustom)
Natacha, Christian y su hijo Thiago, una familia que apuesta por la fabricación de herramientas hechas a mano (Instagram: @takiricustom)

A raíz de una mudanza de Capital Federal a Valentín Alsina, Provincia de Buenos Aires, Christian Venguiarrutti armó un taller en su casa con la idea de fabricar instrumentos de percusión en su tiempo libre, y cinco años después se convirtió en un emprendimiento de herramientas e insumos para luthiers, ebanistas y carpinteros. Su coequiper, compañera de vida y su chef favorita, Natacha Batausky, lo acompañó e incursionó en la creación de acabados naturales para maderas. El matrimonio habló con Infobae sobre su pasión compartida y el interés de su hijo Thiago, de 6 años, que también pide participar en sus redes sociales.

“Qué suerte la mía que la encontré”, es una de las primeras frases que dice Christian del otro lado del teléfono, con el romance intacto a 15 años del flechazo con su esposa. Se conocieron en 2008, y ese fue el año en que forjaron los cimientos de lo que luego tuvo un nombre, “Takiri” -en Instagram: @takiricustom-, que en quechua significa “el que crea música y danza”. Natacha explica que buscaban una palabra que se relacionara con el cajón peruano, el instrumento que fabricaba su marido en ese entonces, antes de meterse de lleno en el mundo luthier.

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Además de trabajar en una metalúrgica, soy percusionista y toco el bajo, pero hasta mis 24 años siempre había vivido en departamentos donde no tenía mucho espacio, hasta que nos mudamos y en el fondo había un cuartito de herramientas que fui equipando”, detalla. De alma curiosa, siempre le generaron intriga los procesos detrás de la creación de un producto: trabajó en la fábrica de una marca líder de pinturas, en otra reconocida compañía de la industria alimenticia y también en cosmética.

Algunas de las herramientas que disponen en su catálogo son: llave de ajuste universal, curvador de trastes, raspador de cenefas, la lima diamantada para coronado de trastes, entre muchas más
Algunas de las herramientas que disponen en su catálogo son: llave de ajuste universal, curvador de trastes, raspador de cenefas, la lima diamantada para coronado de trastes, entre muchas más

“Fui aprendiendo de todo, desde el envasado de la pintura, las resinas que se utilizan en los barnices, cuestiones químicas de qué combinar para mayor duración o mejor calidad, y ese juego de ver cómo funcionan las cosas siempre me atrajo”, asegura Christian, quien fue a un secundario técnico, una experiencia que considera clave porque sintió que se abrían las puertas de un mundo del que quería investigar más a fondo.

Cursó tres años de Ingeniería mecánica en la UTN (Universidad Tecnológica Nacional), y después se anotó en un curso de luthería. “Ese fue el puntapié, porque ahí empecé a ver un montón de herramientas que se usan en el oficio que en la Argentina no se hacían, o al menos hasta ese momento yo no conocía a nadie ni encontraba quien las fabricara, y me di cuenta de que se podían hacer acá”, revela. Todos esos conocimientos que había acumulado por distintas vivencias convergieron en lo que inició como un proyecto personal.

Christian tiene 42 años, y los últimos quince se dedicó a la fabricación artesanal: primero con instrumentos musicales de percusión y luego con insumos para luthiers, ebanistería y carpintería
Christian tiene 42 años, y los últimos quince se dedicó a la fabricación artesanal: primero con instrumentos musicales de percusión y luego con insumos para luthiers, ebanistería y carpintería

Arranqué haciendo herramientas para mí, probando si realmente lo podía hacer, y para bajar los costos siempre es conveniente hacer en cantidad, así que para abaratar un poco hacía 20 gramiles, uno me lo quedaba y el remanente lo vendía al costo a mis colegas”, rememora. No le representaba ninguna ganancia, pero iba acumulando práctica y perfeccionándose. Al tanto de que ese tipo de producto tenía un costo elevado si se compraba en el exterior, siguió aprendiendo y ampliando el catálogo.

“Tuvieron buena repercusión, le gustó a mis profes del taller, a mis compañeros, y hoy tenemos unas 60 herramientas distintas a la venta”, dice con asombro y también un poco de vértigo porque la demanda empezó a subir y cada vez tenía que dedicarle más horas al emprendimiento. “No me dedico solamente a eso, porque voy a la metalúrgica 10 horas por día, y me pongo a avanzar con los pedidos entre las siete de la tarde y las 12 de la noche, con un parate de 40 minutos para cenar con mi familia”, dice sobre su ajustada agenda laboral.

Rasqueta y mazo, un clásico de su emprendimiento: Christian combinó sus saberes y se formó en luthería y tornería para perfeccionarse
Rasqueta y mazo, un clásico de su emprendimiento: Christian combinó sus saberes y se formó en luthería y tornería para perfeccionarse

“Natacha es la mejor chef que conozco, porque a eso se dedica ella, y hasta ahora nunca probé mejor bocado que los platos que ella hace; y a veces nos reímos porque la cocina es un laboratorio de aceites para los preparados de cera de abeja, masillas y acabados 100% naturales, sin ningún tipo de químicos”, relata sobre el valioso aporte de su pareja. Ella agradece el elogio, y demuestra que la admiración es mutua, porque lo que los mantiene más unidos que nunca es la sensación de que el motor del emprendimiento son los valores que comparten.

Mi abuelo era carpintero, y hay algunas herramientas de él en el taller, que Chris restauró, y obviamente también las usa; y eso es muy especial, porque si bien yo no me dediqué a eso, hay una parte de mi familia que sí tuvo una vida de taller”, confiesa Natacha. Se emociona cuando su hijo les pide ir a jugar con las maderas, porque representa la tercera generación que se divierte en medio de la fabricación de herramientas, y sin dudas tendrá recuerdos únicos de las tardes con sus papás en plena producción.

“Vemos que le gusta, que le da curiosidad, siempre fijándonos que no haya nada peligroso cerca, pero es una forma de compartir juntos lo que hacemos, y quiere aparecer en el Instagram, nos pide participar siempre”, asegura. Christian también evoca recuerdos de su infancia, cuando visitaba a sus abuelos que vivían en una casa en el campo, sin nada alrededor más que plantaciones, y le quedó grabado en la memoria todas las veces que los vio resolver problemas con cualquier cosa que tuvieran a mano.

La llave de ajuste universal es una de las herramientas más pedidas, cuenta el matrimonio que vive en Valentín Alsina con su hijo
La llave de ajuste universal es una de las herramientas más pedidas, cuenta el matrimonio que vive en Valentín Alsina con su hijo

“Vivieron hasta mis 11 años, y tengo patente que me llamó la atención que ellos arreglaban todo: una pinchaduras de caño capaz la emparchaban con cámaras de neumáticos, con lo que encontraran cerca, porque ahí se resolvía con lo que había porque no había otra opción, y yo tomé esa idea de que se busca la solución hasta que se encuentra”, remarca. El ingenio para rebuscarse cuando algo no le sale es una característica que lleva en sus raíces, y por eso la parte que le parece más lúdica del emprendimiento es la primera vez que logra fabricar una herramienta que no había hecho antes.

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“Lo único que no podemos arreglar es la muerte, porque el resto tiene una solución, entonces lo que tenemos que hacer es encontrar de qué manera resolverlo y llevarlo adelante”, sentencia. La paciencia rinde frutos y el compañerismo también, porque aunque al principio Natacha pasaba al taller a cebarle unos mates mientras trabajaba, después se animó a preparar ella misma los acabados naturales y así adelantarle algunos pedidos.

“Para ser congruentes con la idea de ser fieles a la industria argentina la base es usar la mayor cantidad posible de materia prima nacional, y no solo por los costos, sino porque así como nosotros podemos crecer también podemos ayudar a que otros emprendedores crezcan a la par”, expresa la chef, y agrega que acuden a madereras de distintas provincias, y en particular entablaron una cercana relación con una familia que tiene un emprendimiento en Misiones.

Natacha tiene 44 años, es chef y colabora activamente en el proyecto con la fabricación de acabados sin ingredientes químicos para maderas: "A diferencia de los sintéticos, ofrecen una terminación mucho más natural, en vez de los barnices artificiales"
Natacha tiene 44 años, es chef y colabora activamente en el proyecto con la fabricación de acabados sin ingredientes químicos para maderas: "A diferencia de los sintéticos, ofrecen una terminación mucho más natural, en vez de los barnices artificiales"

“Afortunadamente en nuestro país no escasea la madera, y tenemos hermosas variedades para elegir, con unas vetas que se lucen. Nos parece innecesario recurrir a algo extranjero, más aún teniendo en cuenta la situación medioambiental, que hay varias especies que hoy ya están en riesgo y está prohibida su tala, como el ébano africano, que es un árbol que tarda en crecer hasta 200 años”, agrega Christian. En este sentido, sus ganas de aprender más sobre el mundo de la madera lo llevaron a formarse durante un año y medio en La Casa del Tornero, una escuela única fundada por Matías Castro en el partido bonaerense de Lanús.

“Es un oficio que si bien existe hace más de 50 años en Argentina no está tan evolucionado como en Inglaterra o en algunos países de Europa, y al ir al taller de tornería pude aprender un montón porque estaba necesitando sumar conocimiento para los mangos de madera de algunas herramientas”, celebra. Más adelante se compró un torno y aplicó las nuevas técnicas.

El cajón peruano, el instrumento que fabricó Christian, que también se animó a incursionar en los tambores y bombos con cuero vacuno en base a su experiencia y conexión con la música (Instagram: @takiricustom)
El cajón peruano, el instrumento que fabricó Christian, que también se animó a incursionar en los tambores y bombos con cuero vacuno en base a su experiencia y conexión con la música (Instagram: @takiricustom)

Agradecidos por el apoyo de sus seguidores en Instagram y Facebook, a fin de año realizan encuestas donde les preguntan qué les gustaría que sumen a su catálogo. “Nos resulta muy bien porque de esa lista de las herramientas que nos mencionan, después hacemos varias durante el año siguiente, porque siempre que esté a mi alcance fabricarlo, vamos para adelante”, resume el percusionista que además colabora en la banda de rock metálico Asspera.

Por el momento eligen ofrecer solamente lo que tienen en stock, y no toman pedidos personalizados porque cada herramienta es un mundo por descubrir que implica investigación y muchas pruebas antes del lanzamiento. “Nos gustaría seguir creciendo, aportando con todo lo que se puede hacer acá; no hace falta comprar una tremenda máquina en Estados Unidos, nosotros creemos que es mejor crear con inventiva y si bien lleva más tiempo, la satisfacción en el momento en que lo conseguís es inmensa”, aseguran, comprometidos con el proyecto que cada día los une más.

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