A dos de ellos, el Papa Francisco los eligió para dar un poderoso mensaje un año después del inicio de su ministerio petrino: el rabino Sergio Skorka (actual investigador de Estudios Judíos y sobre la Relación entre Judíos y Católicos en la universidad de Georgtown, en Washington DC) y el líder musulmán Omar Abboud (ex secretario general del Centro Islámico de Buenos Aires y actual presidente del Instituto de diálogo Interreligioso, IDI) lo acompañaron a Jerusalén el 26 de mayo de 2014, donde los tres se fundieron en un abrazo frente al Muro de los Lamentos. Fue, quizás, la imagen más fuerte de que el diálogo interreligioso que proponía el Sumo Pontífice no iba a ser apenas una frase de ocasión. El tercero, el pastor evangélico Hugo Alfredo Baravalle (Expresidente de ACIERA -Alianza Cristiana de las Iglesias Evangélicas de la República Argentina-, que reúne unos cuatro millones de fieles en el país) conoce al Papa de compartir retiros espirituales entre Católicos y Evangélicos cuando Bergoglio era Arzobispo porteño. Y por último, Marcelo Figueroa, presbítero en la Iglesia Evangélica Presbiteriana, exdirector de Sociedad Bíblica Argentina, es columnista de L’Osservatore Romano, el medio pontificio, y representa a ese periódico en nuestro país por decisión de Francisco. Los cuatro, además, se conocen entre sí. Por ejemplo. Marcelo Figueroa, Abraham Skorka y Jorge Bergoglio hacían el programa “Biblia, diálogo vigente” en el Canal 21 del Arzobispado, donde charlaban de religión.
Suele hacer énfasis el Papa que así como el diálogo es crucial en la era de la globalización, “también lo es el diálogo interreligioso”. Uno de los dieciséis Dicasterios del Vaticano (o Departamentos en que se divide la administración del Estado Pontificio) se refiere precisamente a este aspecto y fue instituido por Francisco en 2022.
Skorka le cuenta a Infobae el inicio de su relación con Bergoglio: “A partir de 1990 fui regularmente invitado, como representante del culto judío, por los sucesivos presidentes de la Nación al solemne Te Deum que se realiza en la Catedral Metropolitana para las celebraciones del 25 de mayo y del 9 de julio. Allí nos encontrábamos con Bergoglio, nos saludábamos y comenzamos a conocernos. Con bromas futboleras por parte de él, se fue generando una cercanía. Nuestro diálogo siempre fue abierto, sin restricción alguna. La confianza del uno en el otro creció de tal modo que lo invité en dos oportunidades a que dé su saludo para las Altas Fiestas de Rosh HaShana, año nuevo, y Yom Kipur, día del Perdón, a mi comunidad. Dio mensajes profundos, en los que citó e interpretó pasajes de la Biblia Hebrea, que llegaron al corazón de todos. Por su parte, él me invitó a dar una lección a los seminaristas del Seminario Metropolitano de Buenos Aires. Decidimos escribir un libro de diálogos que publicamos con el nombre Sobre el Cielo y la Tierra en el 2010. Una vez electo Papa, nuestra relación siguió, se transformó en una fiel amistad, siguiendo nuestro diálogo hasta el presente, y con la ayuda de Dios, por muchos años más”.
Baravalle, oriundo de San Martín, casado y con hijos, dice que el Papa es “un hombre de oración que ama a Dios y es humilde”. Y cuenta que “siendo presidente de ACIERA me comuniqué con él para tener una declaración en conjunto por un problema nacional puntual. Le dije ‘a usted lo escuchan por ser el Arzobispo del grupo cristiano mayoritario en Argentina’ .Y me respondió: ‘Eso es circunstancial. Ante Dios somos todos iguales’. Siempre ha sido muy respetuoso”.
Por su parte, Figueroa señala que Francisco “mantiene coherentemente un estilo de vida austero, fidelidad a sus raíces, gestos de cercanía con los humildes, una manera directa y simple para manejar situaciones complejas, y una espiritualidad profunda. En los encuentros privados se concentra y enfoca con todos sus sentidos en quien tiene adelante. Bergoglio respeta mucho la confidencialidad y el perfil cuidadoso de quienes lo frecuentan”. Como ejemplo, brinda una anécdota muy personal: “En el año 2015 se me diagnosticó un cáncer agresivo con una proyección de sobrevivida breve. Eran tiempos de Semana Santa. Le escribí una esquela a Francisco para que me tenga en sus oraciones. A los poco minutos de recibirla, y ya vestido para ir al Coliseo, me llamó por teléfono para interiorizarse de la situación, dar paz a mi familia y asegurarme sus oraciones. Antes, durante y después de mi operación quirúrgica, se mantuvo permanentemente en contacto con mi esposa y conmigo para conocer mi situación de salud, hoy ya superada completamente”.
Abboud, por último, recuerda que “saludé por primera vez a Bergoglio en la plaza de Mayo, en una celebración interreligiosa donde se plantó un olivo en el año 2000. En 2001 tuvimos algunas reuniones cuando, en ese tiempo, era secretario de cultura del Centro Islámico. Desde ese momento nació una respetuosa relación, que continúa hasta hoy”. Para él, el diálogo interreligioso tiene en la Argentina una particularidad: “Es un ejercicio de construcción. Aquí tuvo una exposición más pública desde el año 2001. Dadas las características de nuestro país, el foco de conflicto no está, como en otros lugares, a partir del hecho religioso. La creación de espacios de interreligiosidad fue, si se quiere, preventiva y solidaria. Bergoglio, entonces arzobispo de Buenos Aires, siempre impulsó la cuestión del diálogo como respuesta a cualquier tipo de fundamentalismo. Devenido en Sumo Pontífice siguió cultivando esta idea. Si nos ponemos a pensar, solíamos decir por el año 2000, que en Argentina era una satisfacción poder reunir a los cultos ya que en muchos lugares del mundo era casi imposible. La gran obra de Francisco en esta materia es que ha hecho de este diálogo algo frecuente, a nivel mundial y más allá de las fotos, se han multiplicado las iniciativas de diversidad religiosa como nunca antes”.
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Para el rabino, “el momento más emotivo que viví con el Papa fue nuestro abrazo junto con Omar Abboud frente al Muro Occidental en Jerusalén. Quisimos significar que dos mil años de desencuentro y odio entre las religiones abrahámicas debían llegar a su fin”. Según cuenta, “hallé en Bergoglio una persona con una gran vida interior, auténticamente humilde, de carácter muy fuerte y a la vez muy sensible al dolor y el sufrimiento del prójimo. Muy fiel a sus amigos. Expresa sus ideas en un lenguaje simple a fin que aún los menos letrados lo entiendan con claridad, sin disminuir la profundidad de los mismos. Demuestra su afecto a través de una profunda actitud empática con el prójimo”.
Abboud coincide con él: “Francisco es la autoridad espiritual más relevante del mundo moderno, y su advertencia constante al poder temporal, en cuanto a las situaciones de crisis, nos representa muchas veces más allá de su investidura de Obispo de Roma. Es muy impresionante ver lo que provoca su presencia durante los viajes cuando visita países que no son mayoritariamente católicos. Además, se trata quizás el argentino universal más importante de la historia. Es heredero temporal y vigente de una tradición de dos milenios, su palabra y sus recomendaciones son y serán referencia, quizás por siglos, para millones de personas. A veces no se comprende el trato que recibe y los análisis políticos de preferencias y pertenencias a partir de cuanta sonrisa exhibió en una foto. Seguramente en el futuro seguirá predicando a partir de su profunda inserción en la realidad y en defensa de quienes están en peor situación, no sólo económica sino también humana”.
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Acerca del diálogo interreligioso en sí, Figueroa señala que “Francisco habló del ecumenismo del amor, de la misericordia, de la paz, de la solidaridad, de la carne y de la sangre. Durante sus cuarenta viajes apostólicos, en casi todos los casos incluyó al ecumenismo como parte fundamental de su agenda. Transitó el ecumenismo, el diálogo interreligioso, la inculturalidad de razas y el cuidado de cosmovisiones planetarias. Sus Encíclicas que encolumnan el pensamiento y el legado del Papa Francisco son ecuménicas: Laudato Sí, que introduce con el aporte del Patriarca Ecuménico Bartolomé, y Fratelli tutti, referenciando documentos con el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb. El Papa Francisco se constituyó en una voz profética previa y de denuncia e incansable llamado a la paz ante esta tercera guerra mundial. Resultan infatigables sus intentos de implementar el ecumenismo como diplomacia pacificadora”.
El rabino Skorka se expresa en el mismo sentido: “Desde el primer momento de su pontificado, Francisco se esfuerza denodadamente por transformar su Iglesia en una institución en la que los valores de misericordia, afecto, justicia y paz, que enseñó Jesús, tengan una expresión superlativa en su seno. Se esfuerza a fin que la Iglesia no sea meramente un ente administrativo con un mensaje religioso, sino una genuina expresión de espiritualidad que sabe dignificar la condición humana en general y no exclusivamente la católica. Por ello ha mantenido una relación de cercanía y diálogo profundo con representantes del mundo judío y musulmán en especial, y todos los credos en general”.
Hacia el futuro, Skorka espera “que Dios le de fuerzas y lo siga inspirando para que pueda seguir transmitiendo el mensaje de cordura que en estos momentos la humanidad tan desesperadamente requiere. Pero ya ha dado pasos muy importantes enseñando a su Iglesia la senda de la humildad y el compromiso con los valores bíblicos”. Figueroa cree que “tenemos mucho que esperar aún del pontificado de Francisco. Sus líneas pastorales han sido marcadas con claridad y considero que se van a profundizar, afianzar y extender aún más. En un mundo en guerra mundial, con la tragedia de migrantes en aumento, conflictos en demasiados países, desigualdades sociales cada vez más hondas, situación casi irreversible de daño planetario y ausencias de liderazgos mundiales respetados, el Papa tiene un lugar fundamental”. Para cerrar, Baravalle añade lo que seguramente casi todos los argentinos aguardan de Francisco: “Que siga abierto a otros cultos que puedan aportar a que haya cambios en la Iglesia Católica. Y obviamente esperamos que venga a Argentina. Su presencia sería un buen aporte para ayudar a cerrar la famosa grieta que tanto daño nos hace como país”.
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