En el marco del mes de la Mujer, la Universidad Nacional de Cuyo exhibió una muestra llamada “8M Manifiestos Visuales” en el anexo Luis Quesada. Una de las obras expuestas llevaba por nombre “El velorio de la cruz”, realizada por la artista plástica Cristina Pérez. No era la única pieza que componía la propuesta integral, pero fue el objeto del odio para un grupo religioso que ingresó al lugar. Luego de rezar en latín, invocaron un “exorcismo” y procedieron a romperla hasta dejarla fragmentada en pedazos.
Tal como se puede ver en los videos que circularon en Twitter, una agrupación entró al rectorado de la institución, se posicionó formando un círculo y uno de ellos tomó el liderazgo para reclamar “la destrucción del demonio de la blasfemia”. Bajo el argumento de considerar la obra “ofensiva y una falta de respeto” a sus creencias, comenzó una cadena de oración con un Ave María. Parados frente a la creación en la que Pérez trabajó durante 20 años, y que según contó en diferentes entrevistas a medios radiales de la provincia de Mendoza, implicó el estudio de un marco conceptual que unificara varios elementos.
Al grito de “Viva Cristo Rey” y “Viva la Virgen”, tiraron al suelo la pieza y la pisaron hasta romperla en pequeñas partes. Otra de las explicaciones a su accionar fue el de la “violencia simbólica” por apelar al símbolo de la cruz. La exposición fue organizada por la Secretaría de Extensión y Articulación Social de la Facultad de Artes y Diseño (FAD), creada por 36 docentes, estudiantes y egresados de la Facultad de Artes y Diseño de la UNcuyo, con objetivo principal de “visibilizar a través de dispositivos visuales, narrativas, sentires y relatos, las reivindicaciones y conquistas de derechos, además de contribuir al establecimiento de una mirada crítica desde el arte sobre la sociedad patriarcal y a la transformación del orden social de género”.
A raíz de lo ocurrido, autoridades de la universidad brindaron una conferencia de prensa, donde la rectora Ester Sánchez comentó que se inició un sumario administrativo para investigar el hecho. “Nos ponemos a disposición de la Justicia con todo el material y los videos para que se investigue este acto de violencia, que repudiamos plenamente, y la muestra seguirá vigente como forma de resignificarla y visibilizar la libertad de expresión y lo ocurrido”, remarcó. En diálogo con el diario Los Andes, la autora de la obra también habló al respecto, y reveló que se enteró de lo sucedido a través de las redes sociales en medio de la viralización.
“Puede que no te guste una obra, pero intervenir con violencia es algo que cuesta imaginar en este tiempo. No puedo creer que suceda justamente en el mes de la mujer, de la lucha por la igualdad, de visibilizar las disidencias; y en una semana sensible por los 40 años del golpe de Estado y la reconstrucción de la democracia”, enfatizó Pérez. El valor comercial de su obra estaba valuado en 480.000 pesos, un monto ahora perdido, pero más allá del aspecto material, lamentó que las personas que cometieron el acto no hayan leído si quiera la explicación de su propuesta.
En principio, aclaró que no se trata de una cruz, sino de un sarcófago, y la representación de la máscara mortuoria es una vaca, y no un toro, contrario a lo que otros interpretaron. “Proviene de rituales de la historia andina, de santuarios populares argentinos como la Difunta Correa, y conecta con lo femenino y la tierra desde una cosmovisión andina”, explicó sobre la idea que se enmarca en el sincretismo, y busca reflejar la mezcla de creencias y culturas sobre la fecundidad femenina antes de la colonización y los cruces culturales.
“Hoy estamos llamados a reflexionar otras formas de construir la convivencia porque de este modo no se construye. La construcción de la convivencia es un diálogo que se establece, pero seguimos generando guerras, que suceden hoy en nuestras casas, en las salas de exposiciones, y esto visibiliza nuestra reflexión y abre la puerta para que tomemos una acción totalmente distinta”, sostuvo. Aseguró, además, que no es la primera vez que sufre una situación de este tipo: en 2005 atacaron una exposición de pinturas sobre prejuicios femeninos, y en 2007 otra obra en la Universidad Tecnológica Nacional. Dos años más tarde vandalizaron un mural en Godoy Cruz sobre la Memoria, Verdad y Justicia, y remarcó un llamativo detalle: “Dejaron la leyenda ‘Viva Cristo Rey’”, la misma que el grupo religioso repetía esta ve en la Universidad de Cuyo.
Decidida a continuar firme en sus convicciones, anticipó que seguirá creando fiel a su estilo. A raíz de las repercusiones, la Arquidiócesis de Mendoza también compartió un comunicado en el que se solidarizó con los artistas que vieron afectados “el fruto de su trabajo y esfuerzo. Volvemos a llamar a la concordia y la paz que se pierde en los extremos”. En este sentido, manifestaron su repudio a lo ocurrido, y sentenciaron: “Cuando dejamos de percibir que detrás de una obra o detrás de un símbolo religioso hay personas que tienen creencias o ideologías que no deben ser violentadas, ridiculizadas o agraviadas; lamentamos el accionar de personas que viven su religiosidad como en tiempos oscuros, que tan dolorosos han sido para la humanidad”.
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