El vuelo 5428 de Sol Líneas Aéreas había partido el 18 de mayo de 2011, a las 20.08, desde Neuquén con destino a la ciudad de Comodoro Rivadavia. Cuarenta y dos minutos después del despegue, a las 20.50, el piloto y el copiloto advirtieron la presencia de hielo en distintas partes del avión
“¿Por qué te crees que se cae tanto este avión? No sirve este avión para esta ruta, pero no lo quieren entender”, dijo ese día el piloto Juan Raffo, quien comandaba el avión Saab 340A mientras intentaba alcanzar las condiciones de vuelo que le permitiera mantener la nave estable.
“Es como que está pegando hielazos por todas partes…Mirá bol… el bodoque que se te formó, no lo puedo creer…”, sostuvo el copiloto Adriano Bolatti cuando la situación comenzaba a empeorar y su compañero ya había solicitado a la torre de control un aterrizaje de emergencia por engelamiento (formación de hielo sobre la superficie de la estructura del avión en vuelo).
Te puede interesar: El diálogo de los pilotos de Sol previo a la caída del avión en Río Negro
“Un poquito en el parabrisas, podemos hacer una estalactita”, agregó Bolatti, a lo que su compañero le responde: “¿Sabés lo que debe ser la panza del avión?”.
Con el transcurrir de los minutos, y cuando parecía que la situación estaba controlada, todo se desbordó. En el diálogo que el piloto y el copiloto mantuvieron minutos antes de estrellarse, la desesperación ya se había apoderado de ambos. “Tranquilo, tranquilo, dale que lo sacamos”, remarcó el copiloto; a lo que el piloto contestó: “Mirá cómo se está cayendo de nuevo la velocidad…”.
Esa fue la última conversación que quedó registrada en la caja negra del avión que, finalmente, se estrelló cerca de las localidades de Los Menucos y Prahuaniyeu, en Río Negro. El vuelo realizaba el último trayecto del recorrido que incluía las ciudades argentinas de Córdoba, Mendoza, Neuquén y Comodoro Rivadavia. Sus 22 ocupantes (18 pasajeros adultos, 1 niño y 3 tripulantes) fallecieron en el lugar.
A casi 12 años del accidente aéreo, la causa está a punto de prescribir. Pero un reciente fallo de la Cámara Federal de Casación Penal le devolvió la esperanza a las únicas dos familias querellantes (la mujer del piloto y el padre de uno de los pasajeros) que quedaron al frente de la acción penal ya que las veinte restantes fueron indemnizadas y desistieron de hacerle juicio a la empresa.
Te puede interesar: Cayó un avión de la empresa Sol en Río Negro con 22 personas a bordo
El 6 de marzo, los jueces Juan Carlos Gemignani y Mariano Borinksy anularon el sobreseimiento de los tres directivos de Sol (Horacio Angeli, Juan Nyffengger y Danilo Pojmaevich), dictado por el Juzgado Federal de Bariloche y ratificado por la Cámara Federal de Apelaciones de General, y remitieron la actuaciones al juzgado donde se inició la causa para que vuelva a investigar lo sucedido de manera “urgente”.
“Lo que se plantea desde la querella a lo largo de toda la causa y en el recurso de Casación, es que los directivos de la empresa, conociendo perfectamente las normas regulatorias que debían cumplir, las habrían desobedecido a sabiendas de ello, y esa conducta desaprensiva puso en peligro la seguridad de la aeronave de modo tal que la tripulación se encontró a mitad del vuelo con una situación de la que no pudo escapar”, explicó a Infobae la abogada Romina Barreto, que lleva adelante el caso junto a su colega Ruth Ferrari.
Y agregó la letrada: “Los incumplimientos demostrados por parte de la aerolínea en la investigación penal deben ser analizados de manera integrada para arribar a la conclusión de que fue el cúmulo de esos incumplimientos lo que creó el riesgo no permitido que resultó en el desastre aéreo mortal. Todos los incumplimientos e irregularidades de Sol están probados. No se discuten, son un hecho”.
Barreto destacó que el fallo de Casación advirtió que “no hubo una correcta valoración de las pruebas presentadas” y pidió que “sea evaluada la calificación más gravosa de las posibles”.
La querella considera que el hecho debe ser tipificado como un delito doloso, contemplado en el artículo 190 del Código Penal para “cualquier acto que ponga en peligro la seguridad de una aeronave”. Además, asegura que la empresa Sol Líneas Aéreas no había analizado los riesgos climáticos de la ruta que atravesaba la meseta rionegrina. Esa pena contempla hasta 25 años de prisión.
Más allá de que la querella insiste en que “el avión no era aeronavegable, faltaron controles, el parte meteorológico estaba desactualizado y hubo irregularidades administrativas”, desde la fiscalía entendieron que hubo negligencia por parte del piloto.
De hecho, de las pericias también se desprende el uso inadecuado del piloto automático al no seleccionar modo IAS (significa “velocidad indicada” en español), al volar en condiciones de engelamiento y el cumplimiento parcializado de los procedimientos establecidos en el Manual de Vuelo y Manual de Operaciones de la aeronave, en cuanto al ingreso a zonas de vuelo de engelamiento de características severas.
“Quien debe fallar ahora es el juez federal de Neuquén, Gustavo Villanueva, que quedó a cargo del Juzgado Federal de Bariloche. Es una nueva oportunidad para que la fiscalía y el juzgado activen la causa de manera urgente porque la prescripción tendrá lugar el 18 de mayo”, recordó Barreto.
“Pedimos que llamen a declarar a quienes eran los tres directivos de la aerolínea Sol al momento del accidente. Si eso sucede en menos dos meses tendremos otros 12 años para buscar todas las respuestas que necesitan los familiares de las víctimas”, señaló.
Uno de ellos es Juan Carlos Ruíz, cuyo hijo iba a bordo del vuelo accidentado. “A Juan Manuel lo habían mandado a Comodoro Rivadavia por trabajo y era su primer su primer viaje en calidad de gerente de recursos humanos de una petrolera ya que su jefe había renunciado unos días antes y estaba muy contento porque lo habían ascendido”, recordó su papá. “Juamna” tenía 22 años y un futuro prometedor.
“Se trató del accidente aéreo más grande de la historia de la Patagonia y fue muy duro ver cómo nos golpeó la justicia en esta última década. Si el juez Villanueva tiene voluntad es posible que conozcamos la verdad y que los responsables paguen por lo ocurrido”, se esperanzó Ruiz a pesar de ser consciente de las pocas chances que quedan.
“Estamos en una seria situación de riesgo. Desde que surgió este caso sabemos que no van a culpar a nadie y va a quedar en la nada. Pero yo no quiero resignarme y voy a luchar hasta el final”, aseveró.
Juan Manuel era uno de sus dos hijos del primer matrimonio. Cuando sus padres se separaron, se fue a vivir a Buenos Aires con su mamá e hizo toda la primaria y parte de la secundaria en un colegio porteño católico que llevaban a sus alumnos a misionar por el sur del país. ”Uno de esos veranos, cuando tenía 16 años, tomó la decisión quedarse a vivir conmigo y terminar el secundario en Centenario, la ciudad donde nació”, relató.
Sin embargo, cuando optó por estudiar Relaciones del Trabajo no le quedó otra opción que volver a Capital Federal y anotarse en la UBA ya que en Neuquén todos los institutos que daban esa carrera eran privados. Una vez recibido, volvió a instalarse en su provincia y consiguió su primer empleo en una petrolera de Rincón de los Sauces. Luego, le llegó la oportunidad que tanto estaba buscando en otra petrolera de Plottier.
“Él me había contado que la empresa tenía planeado mandarlo a Comodoro pero que todavía no le habían confirmado la fecha” contó Juan Carlos. De hecho, el domingo anterior su hijo había ido a comer un asado a su casa y le había dicho que el fin de semana siguiente recibiría la visita de su mamá y su tía. “Estaba muy entusiasmado con verlas. Por eso, quería asegurarse estar de vuelta para ese día; sino no viajaba”, agregó.
Juan Carlos se enteró de que su hijo iba a bordo de la aeronave siniestrada de manera fortuita cuando el 18 de mayo de 2011, cerca de la medianoche, recibió un llamado a su teléfono fijo. “Somos del trabajo de Juan Manuel. Estamos en la puerta de su casa y queremos hablar con usted”, le dijo un hombre con voz seria. “Ahí me enteré que el avión se había estrellado y que no había sobrevivientes”, recordó.
Ese día juró que iba a hacer hasta lo imposible para que su hijo pudiera descansar en paz y que “el puñado de miserables que le adelantó la vida pague por lo que hizo”. Hoy, está más cerca de lograrlo. Todo depende de cómo actúe la justicia en esta nueva instancia.
Seguir leyendo: