La vida en las islas Malvinas puede ser un enigma para los argentinos. Luego de la guerra de 1982, los veteranos viajaron al archipiélago para visitar las zonas de combate o las tumbas de los muertos en el conflicto. Sin embargo, hasta ahora no se sabía mucho sobre la vida diaria en Puerto Argentino.
Esta semana, un equipo del noticiero uruguayo Telenoche de Canal 4 de ese país estuvo en Malvinas y pudo recorrer las calles de la capital de las islas. Además, tuvo acceso a cómo viven los kelpers y qué sienten sobre los reclamos argentinos.
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En Malvinas se siguen las costumbres inglesas a rajatabla. El informe de la TV uruguaya relata que todos hablan inglés, manejan al revés que en Montevideo o Buenos Aires y cenan temprano a las 19 horas.
Lo primero que dice la periodista uruguaya en el video del informe es que para los isleños son la Falklands, “ni quieren oir hablar de Malvinas”, explica la cronista.
Lo que si comparten a la fuerza para ellos es el huso horario. En Puerto Argentino es la misma hora que en Argentina y también está terminando el verano.
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Al hablar con los isleños, dicen que están a favor de seguir siendo parte del Reino Unido, pero también manifiestan tener una identidad propia. Muchas familias afincadas en Malvinas ya llevan 8 generaciones en este territorio del Atlántico Sur.
Todavía dependen de Gran Bretaña para la defensa del territorio y hay aproximadamente 1.000 soldados que viven en la base militar de la isla, pero pese a esto su economía es autosuficiente, según narra el informe de la TV uruguaya.
Desde 1986 y como una forma de blindar la zona, Londres estableció una zona de conservación alrededor de Malvinas. De esta manera, los habitantes tener un control sobre la pesca en el territorio y vender licencias a las empresas para la explotación del mar. De allí vienen más de los dos tercios de ingresos de Malvinas.
Con los inviernos tan crudos, los kelpers aprovechan la temporada de verano para pasear por Puerto Argentino o generar ingresos extras.
Es así por ejemplo que el informe entrevistó a Tom. Se trata de un piloto en el servicio aéreo de las islas, que en los últimos años compró un helicóptero para llevar a los turistas.
La pandemia de coronavirus pegó fuerte en ese sector al igual que en todo el mundo. El turismo permaneció cerrado por la cuarentena durante dos años.
Cuando apareció la vacuna contra el covid, el gran desafío era hacer que llegara a todos los rincones de la isla. Ahora, cada vez que administran una nueva dosis, las avionetas del servicio gubernamental llegan hasta los territorios más remotos.
Según el informe de la TV uruguaya, “Una de sus principales apuestas es la educación, lo ven como la vía para seguir creciendo y es una filosofía que se instaló después de la guerra de 1982″.
A los alumnos que tienen buenas notas les pagan el bachillerato y la universidad en Gran Bretaña. Pese a que experimentan la vida en grandes ciudades como puede ser Londres, muchos deciden retornar a Malvinas para continuar su vida.
“Solo hay 4 bares y después de un tiempo se vuelve aburrido. entonces uno hace sus planes, nos juntamos en casas y si el día está lindo podemos hacer una barbacoa”, dijo la joven Dani Gordon, residente de Puerto Argentino.
Malvinas es un lugar sin desempleo y con un alto nivel de vida. El ingreso promedio por hogar es de 53.000 libras al año, unos 65 mil dólares.
Hay personas de 68 nacionalidades viviendo en las islas y un 70% se identifica como isleño, británico o una combinación de ambas. Además, hay una gran comunidad de filipinos, chilenos o personas de Santa Helena, otro territorio de ultramar perteneciente al Reino Unido. Se estima, además, que hay unos 20 argentinos viviendo en las Malvinas.
En noviembre del año pasado, un periodista de Infobae estuvo en Malvinas junto a un grupo de veteranos que visitaban la isla. “El aeropuerto de Mount Pleasant es una base militar gigante en la que está prohibido sacar fotos o hacer videos. Nuestro avión se detiene junto a un hangar enorme en el que descansan muchos aviones de combate que no podemos ver. Entramos a la sala de arribos, buscamos las valijas, y llega el momento en que un oficial recibe mi pasaporte y estampa sobre él el sello que dice Falklands”, escribió Joaquín Sánchez Mariño su crónica sobre la visita.
En Puerto Argentino, Stanley para los isleños, hoy viven apenas 2600 personas y hace unos años decidieron que ya no se llame Puerto Stanley sino tan solo Stanley. Según Sánchez Mariño, las referencias a lo argentino vienen siempre cargadas de palabras incómodas: “invasión”, “ocupación”, “liberación”, las tres etapas en las que los isleños recuerdan al 1982.
Sigue la crónica del periodista de infobae de noviembre de 2022: “Antes de volver al hotel paso por el memorial de la guerra: están los nombres de sus caídos y hay flores de amapola artificiales (“red poppy”), el símbolo con el que los británicos recuerdan a los muertos de sus guerras”.
“Las amapolas se mueven con el viento y su gracia contrasta con el busto que está ahí detrás del memorial: un homenaje a Margaret Thatcher, a quienes los isleños le agradecen su liderazgo implacable durante el conflicto”, finaliza Sánchez Mariño su mirada sobre las Malvinas.
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