Tobías Weinberg con sus 26 años recien cumplidos, ya soñaba a lo grande desde sus 7 años, le decía a su familia con toda inocencia que “se iba a ir a estudiar a Estados Unidos, que iba inventar cosas para ayudar a la humanidad”. Su papá, Guillermo, marca otro momento en el que ya pensó que su hijo iba a lograr todo lo que se propusiera. “Cuando tenía 2 años agarró un destornillador y me desarmó una computadora en dos minutos”. Su mamá, Sandra, ya lo notaba inquieto casi desde el momento en que nació. “El médico me dijo ‘este chico no tiene miedo”. Y así fue.
El chico creció y arrancó la secundaria en la escuela ORT de Belgrano. Su sueño era ser ingeniero ligado a la tecnología. En un momento hacia finales del 2012, cuando Tobías estaba en segundo año, empezó a sentir un cosquilleo en las manos. Pudo rendir los últimos exámenes del año y luego empezaron los chequeos.
Cambia la vida de Tobías
“Le hicieron una serie de análisis en el Hospital Garrahan y dieron con el diagnóstico –recuerda Guillermo, mientras su hijo asiente y lo escucha con los ojos muy abiertos a su lado-. Tenía un exceso de cobre en la sangre conocida como enfermedad de Wilson”. Lo que le impide hablar con normalidad y le reduce la capacidad de movimiento de su cuerpo.
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Tobías estuvo 39 días internado en el Hospital Garrahan y la vida de la familia Weinberg cambió para siempre. “Como me había dicho su primer médico, ‘este chico no acepta un no’. Los médicos trataron de sugerirle que capaz era mejor no volver al colegio al principio. Podía estar más tranquilo en casa y recuperarse”.
Tobías no queria entender lo que le decian sus medicos. No iba a dejar que nada, ni siquiera su enfermedad, limite sus sueños. Entonces, ese año el joven volvió al colegio. De la charla también participa Rubén Krawicky, que fue profesor del joven en ORT y es actual director de la especialidad Mecatrónica (robótica) en la escuela. “Sus compañeros y docentes no lo podían creer cuando lo vieron regresar ese año –recuerda Rubén, mientras mira con cariño a Tobías-. Llegó y enseguida pese a su problema de salud fue uno más de la clase. Se comunicaba con su tablet y era emocionante el silencio entre todos los alumnos cuando él escribía para decir algo. Había una alta expectativa en la división para escuchar lo que decía”.
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El joven se convirtió en uno de los mejores alumnos de ORT. Se quedaba después de hora para concretar sus proyectos. Tobi, como todos lo conocen, escribe en su teléfono sus propias respuestas. “En el 2014 desarrollé mis primeros drones en la escuela y un año después armé desde cero una impresora 3D”, explica el joven.
Así, creó todo tipo de objetos con su impresora 3D y fue uno de los miembros fundadores de un grupo de impresion 3D para fabricar protesis impresas en 3D para gente con necesidad en todo e pais. “Ante un obstáculo, Tobi siempre encontró una solución para seguir adelante”, explica Krawicky, que fue su profesor durante los años de ORT.
Los proyectos de Tobías
Entre los temas en los que piensa para su futura tesis doctoral, Tobías se quiere investigar las posibilidades de desarrollar una interfaz cerebral para poder devolver la capacidad de comunicarse a las personas con dificultades para hablar, quizás basado en su propia experiencia, y también expandir mucho más el mundo de los drones hasta llegar a los autos voladores que crucen los cielos de las ciudades.
Escribe el joven sobre cómo encara su vida: “Vivo como un una serie de sucesos aparentemente random, que si lo miras en retrospectiva todo tiene sentido. Pero si no me hubiera dejado llevar por ese azar que yo lo llamo universo no estaría llegando hasta este momento. Creo que es importante tener un objetivo claro y seguirlo. No importa la dificultades, físicas, económicas, mentales, pero también seguir las señales”.
Tobías se recibió con honores en ORT y luego pasó dos años en lo que no terminaba de decidirse por su futuro. El mismo escribió para esta nota su línea de tiempo. “En el período 2016-2018 quedo medio en un limbo –explica el joven-. Empecé dos veces la carrera de ingeniería en la Universidad de San Martín. Trabajé vendiendo y arreglando impresoras 3D y también estaba como ayudante de laboratorio en mi escuela secundaria”, relata el joven.
En el 2018 llega la primera chance grande para Tobías. Le proponen hacer una pasantía en una empresa de robótica en Estados Unidos. El proyecto queda trunco. Pero como esto de las señales del universo que siempre te dan una opción más, el chico se quedó en la universidad de Albany, en Nueva York, para hacer un curso intensivo de inglés.
Tobías conoce el mundo
Volvió de América del Norte, pero en su cabeza seguía dando vueltas la idea de volver. Mientras tanto, se abrió la chance de estudiar ingeniería en una universidad muy prestigiosa de Israel.
“Estábamos festejando el Día de la Madre en un bar. Estaba aburrido y me puse a ver a donde me podía ir, recién recién había vuelto de Estados Unidos. Entonces, encuentro los viajes de Taglit, un programa para jovenes judios para conocer Israel y llené el formulario. La fecha límite era al día siguiente y lo mandé -relata Tobías-. Esa noche me fui a dormir y al otro día ya me llamaron que habia un lugar en el proximo viaje. En ese viaje nos vinieron a hablar de las oportunidades de becas que habia y así fue como llegué a estudiar a Technion, una de las universidades más prestigiosas del mundo, casi por casualidad”.
Desde el 2019, Tobías estudia en esa universidad de Haifa ingeniería mecánica especializada en robótica. Ya durante el curso de ingreso, Tobías sobresale del resto de los alumnos que llegan desde distintos puntos del planeta. “Me reclutaron de la facultad de ingeniería aeroespacial para ayudar en un proyecto relacionado con drones de los chicos que ya se estaban recibiendo. Yo recién arrancaba mi carrera -escribe el joven- Y después que paso el ingreso me contratan para trabajar en el laboratorio de drones de la facultad de aeroespacial”.
Pasa la pandemia de coronavirus y el estudiante sobresale cada año que pasa en Technion. Le otorgan becas y menciones especiales del decano. Tobías no se detiene, el año pasado se incorpora a un proyecto para desarrollar el primer nano satélite que va a orbitar la luna, un proyecto en colaraboracion del Technion y Israel Aerospace Industries (IAI), la NASA de israel. Este año, el estudiante se recibe de ingeniero.
Tobías no se detiene quiere avanzar en sus estudios. Así, aplicó para un pasantia de verano en la universidad de tecnología de Cornell en pleno Manhattan. Allí conoció a sus próximos tutores Thijs Roumen y Wendy Ju. “Fui con la idea de hacer un master de dos años y me convencieron para que haga un doctorado de entre 4 y 6 años”. Se gradúa el 17 de agosto y el 21 ya tiene que estar en Nueva York para comenzar sus estudios en su nueva universidad.
Los proyectos de Tobías
Tobias fue aceptado para hacer un Doctorado en Ciencias de la Computación en la Universidad de Cornell, una de las mejores de Estados Unidos, con beca completa. Alli junto a Roumen va investigar temas relacionados con fabricación digital y nuevas formas de impresión 3D y tecnología asistida, para ayudar gente con distintas discapacidades.
El chico vive con total independencia tanto en Haifa como también piensa hacerlo en Nueva York. “Maneja su auto y se solventa todos sus gastas desde hace varios años ya”, cuenta su papá orgulloso.
El estudiante asegura que ya piensa en inglés, que lo toma como su lengua principal. Pese a su futuro en Nueva York, no puede olvidar una persona que lo ayudó mucho en sus inicios. “‘Labu Marta’, así le dijo desde chico. Ella me acompañaba a comprar los componentes y piezas para armar mis primera batería electronica en la zona de Once. También nos recuerdo caminando entre toda la gente para buscar una cuerina para hacer el parche de la batería”.
La vida de este joven porteño no sólo es estudio. Tobi toca la batería y ahora está aprendiendo bajo. Todo esto lo hace en forma autodidacta a través de videos de Youtube. “Ya cuando estaba en el secundario creó uno de estos instrumentos electrónicos por fuera de su trabajo en la escuela”, recuerda su docente.
Para Tobías, Stephen Hawkings es una de las mentes brillantes de estos últimos 50 años. El científico estadounidense dice que “no hay Dios, nadie dirige el Universo. Durante siglos, se creía que las personas discapacitadas como yo vivían bajo una maldición infligida por Dios. Prefiero pensar que todo se puede explicar de otra manera, por las leyes de la naturaleza”.
Tobías escribe que su vida es lo opuesto: “una serie de eventos random, con señales del universo o lo que muchos llaman Dios que le van abriendo puertas en el camino. Un sendero que no es líneal y que esos eventos aparentemente random estan conectados por algo mas grande que nosotros. Lo importante es tener un objetivo claro, como el que yo me marqué a los 7 años, y seguir adelante, porque nada es imposible, la unica limitacion es uno mismo”
El futuro ingeniero, antes de despedirse del periodista de Infobae, le pide dejar un mensaje. Algo que todos puedan leer y entender desde dónde partió y hacia donde se dirige: “Quiero agradecer a mis padres por todo el apoyo y la paciencia, a mi abuela por acompañarme a buscar los componentes para construir todas las locuras, a Rubén y Darío y todo el equipo de TIC ORT por potenciar y apoyarme en todos los proyectos, y a Israel y el Technion por las becas q me dieron la oportunidad de irme. Esta historia continuará”. Claro que si, Tobías.
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