El frío texto de la información dice que la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal se pronunció en beneficio de indemnizar a las hijas de Mario Roberto Santucho con 300.000 pesos (8.000 dólares aproximadamente) por varias razones. Entre otras, el exilio al que fueron sometidas; los daños que les fueron ocasionados por la muerte de su padre y la desaparición del cadáver de Santucho tras un combate cuerpo a cuerpo con el capitán Leonetti. La decisión de la Cámara, dice la noticia, revisó el fallo en primera instancia dictado en 2018, que condenó al Estado Nacional por “el daño moral que le produjera a las accionantes la no entrega del cadáver de su padre” y declaró prescriptas las demás pretensiones.
En cuanto al origen del exilio sufrido por las beneficiadas debe decirse que el 9 de noviembre de 1974, el Buró Político del PRT nombra “oficialmente” el comandante en jefe del ERP, y le otorgó el grado correspondiente a Mario Roberto Santucho (sin nombre de guerra, aunque firmaba “Robi” o “Carlos Ramírez”), y también designa “oficialmente”, con el grado de capitán, a “Pedro” Juan Eliseo Ledesma como jefe del estado mayor central. A fines de noviembre de 1975, se comienza a planificar el ataque al Batallón Depósito de Arsenales 601 (Monte Chingolo) y se resuelve crear el batallón urbano “José de San Martín”. Es designado jefe del mismo Ledesma, sin perjuicio de continuar como jefe del Estado Mayor. El 7 de diciembre, cuando estaba organizando el ataque a la unidad militar en Monte Chingolo, cae en una emboscada junto con el jefe de logística y Santucho sigue adelante con el plan de ataque, reemplazándolo con Benito Urteaga, “capitán Mariano”, un hombre que lo acompañaba desde la fundación del PRT. Lo que no supo Santucho fue que en sus ropas, Ledesma llevaba diferentes croquis que permitieron al servicio de inteligencia de Ejército reconstruir todos los bloqueos proyectados sobre el Riachuelo que, completada con la información que proporcionaban 3 infiltrados, hizo posible detectar como objetivo de ataque al Batallón Depósito de Arsenales 601 y seguir con el plan terrorista hasta el día del ataque. El lunes 8 de diciembre de 1975, cayeron detenidos los cuatro hijos de “Robi” Santucho junto con Ofelia Ruiz, esposa de Oscar Asdrúbal “Chicho” Santucho (muerto en Tucumán el 8 de octubre de 1975), y sus cuatro hijos, más un hijo del “Turco” Elías Abdón (a) “Teniente Martín” responsable de la Logística el EM del ERP. Dentro del Ejército hubo un debate sobre el destino del grupo. Se decidió liberarlos. La forma y el modo de hacerlo lo decidió un oficial. “Nosotros no matamos chicos” le dijeron a Ofelia Ruiz y tras ser retirados de un centro de detención fueron dejados en el hotel Splendid de Flores. Tomó intervención la policía y finalmente después de varios meses terminaron en Cuba. El viernes 19 de diciembre también caería “Coti” Santucho, hija de Carlos Iber Santucho, una sobrina del jefe del PRT-ERP que pertenecía al aparato militar. El exilio nunca es un hecho virtuoso pero en ese momento fue para el grupo una bendición y más en el “paraíso” castrista. Debe recordarse que el padre de las tres hijas fue el mismo que en una oportunidad le dijo a su hermano Asdrúbal Santucho: “Creo que para lograr la patria socialista vamos a tener que matar a no menos de un millón de personas.”
Lo único cierto es que el PRT-ERP quería imponer “la dictadura del proletariado” luego de miles y miles de muertos. El que lo explicó con mayor sinceridad fue Arnold Kremer (alias “Luis Mattini”), el sucesor de Santucho: “No nos chupemos el dedo porque ahora hay una cantidad de compañeros que se hacen los blanditos. La historia es la historia y hay que hacerla con la verdad. Pero la verdad es que nosotros nunca pensamos en la democracia. Nosotros pensábamos en la democracia en términos de Lenin, como un paso, un instrumento para el Socialismo, teníamos toda la concepción leninista más dura. Para nosotros la sociedad socialista tenía una etapa previa que era la dictadura del proletariado; y en eso que no se hagan los desentendidos.”
“Robi” Santucho murió el 19 de julio de 1976 tras dos grandes fracasos. El primero fue su obstinación por llevar a cientos de jóvenes a la muerte con su propugnada “guerra popular prolongada”, aún en contra de los gobiernos constitucionales de Héctor J. Cámpora, Raúl Lastiri, Juan Domingo Perón y su viuda María Estela Martínez. Estamos hablando de muertes y considerando todo lo que Santucho avaló: los numerosos actos de secuestros, atentados y su complicidad con terroristas extranjeros que tomaron a la Argentina, su país, como un “aguantadero” para sus fechorías, bajo la excusa de que eran sus aliados de la Junta Coordinadora Revolucionaria (JCR), integrada por chilenos, uruguayos, bolivianos, brasileños y unos pocos europeos y estadounidenses. El segundo fracaso fue no poder cerrar, hasta su último día, un acuerdo con la organización Montoneros. Era la formación de la Organización de Liberación Argentina (OLA). Ya para esa época tenía tomada la decisión de replegarse al exterior (a Cuba) por un tiempo. Santucho no tuvo el coraje de sus cómplices chilenos del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), cuando declararon “el MIR no se exilia” y enfrentaron a las tropas del general Augusto Pinochet. Ante la frustración, “Robi” se escapaba a Cuba con su pareja Liliana Delfino (a) “la alemana”.
En una primera instancia la jueza María José Sarmiento condenó la “no entrega del cadáver” de Santucho por considerarlo un “delito continuado” a la par de la “desaparición” pero no hizo hincapié en los otros reclamos. La excusa de los militares para no dar el cadáver a sus familiares fue inconsistente y repudiable. Fue el temor a que su tumba se convirtiera en un lugar de peregrinación u homenaje. Tras conocerse su muerte en combate, el “Buenos Aires Herald” dijo: “Va contra la naturaleza humana el alegrarse ante la muerte de otra criatura humana, pero la gente más decente y la de mejor corazón en la Argentina y en cualquier otra parte del mundo, no podrá evitar un sentimiento de profundo alivio ante la noticia de la muerte, el lunes por la tarde, de Roberto Mario Santucho.” Todos recuerdan los delitos que el “comandante” Santucho llevo a cabo en vida o que avalo. Entre otros, los asesinatos del teniente general Sánchez, los coroneles Ibarzábal, Larrabure (después de un largo período de cautiverio y torturas). El asesinato del coronel Gay, su esposa y el soldado Daniel González. El capitán Viola y su hijita María Cristina.
Luego de sus derrotas en todos los ataques a guarniciones militares y combates rurales en Tucumán y el asesinato consumado por “el pelado” Gorriarán Merlo la venganza contra el dirigente cañero peronista Atilio Santillán (22-3-76), preparó la huída al exterior de tres grupos de cabecillas con sus familias, con pasajes para ir a Cuba con quienes fueron abatidos a su lado en el enfrentamiento final de Villa Martelli. Allí cayeron su última pareja, la de Menna, Ana María Lanzilotto (a) “Liliana” y su segundo Benito “Mariano” Urteaga. A falta de este sucesor designado, se formó un triunvirato con Gorriarán, Eduardo Merbilhaá (a) “Alberto” (desaparecido en setiembre de 1976) y Arnol Juan Kremer (a) “Luis Mattini”, quien al huir a Italia y a Suecia era Secretario General del PRT y último Comandante en Jefe del ERP. Al regresar se afilió al PCA. En 1997/8 las familias Santucho y Urteaga –patrocinadas por Manuel Justo Gaggero (a) “Enrique”- hicieron realizar inspecciones y excavaciones en Campo de Mayo en busca de los restos de los abatidos, sin encontrarse nada.
Seguir leyendo: