Cuenta una leyenda, que toda persona que reciba la visita de un colibrí luego de la muerte de un ser querido familiar, es porque le viene a avisar que se encuentra bien. Para las culturas maya y guaraní, este pequeño ave es un mensajero de almas, y se acerca para darle a la persona en duele un mensaje de paz y tranquilidad por parte quien ya no está en este mundo de manera física.
Esta es la firme creencia que tiene Florencia Abraham, una joven de 20 años oriunda de Berazategui, que mientras estaba con su familia recibió una inesperada vista: “Entró un colibrí a casa y yo ya estaba llorando, sin saber lo que iba a pasar”, contó en un video de TikTok que pronto se hizo viral.
El picaflor volaba, como buscando a alguien, se acerca a la muchacha extendiéndole la mano izquierda, pero él fue directo a posarse en su cabeza. Ella, no supo qué hacer y la emoción fue inevitable porque relacionó ese conmovedor momento con su perrita recién fallecida.
La emotiva y tierna escena fue registrada por su hermano y convertida en un video de unos pocos minutos, pero pasaron unas tres horas juntos. En las imágenes hasta se ve que la chica se sentó y el ave se posó frente a ella sobre el respaldo de una silla y la dejó acariciarlo para, nuevamente, posarse sobre su cabeza.
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La historia
En 25 de noviembre del año pasado, Guadalupe, una labradora de pelaje marrón claro, murió luego de luchar dos años contra un cáncer terminal que hizo metástasis. “Este es mi mejor recuerdo. Gracias, Guadita por volver a encontrarme”, escribió junto al video que ya cosecha cerca de 9 millones de reproducciones, más de 890 mil likes y 17 mil comentarios.
“Justo en ese momento tus energías positivas se equilibraron a tal manera que la inocencia del colibrí encontró seguridad en ti”, opinó una usuaria mientras que otro le recordó la leyenda: “Dicen que cuando los colibríes te visitan, en realidad, es una persona o animal que falleció y solo te está visitando, alguien te quiere”.
Aún emocionada por el recuerdo de su fiel amiga, cuenta que Guadalupe tenía 14 años cuando su vida se apagó y lamenta no haber estado a su lado cuando cerró sus ojos para siempre aunque en el fondo de su pecho llegó a sentirlo.
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Murió a la madrugada, cuando todos dormían. “Parece que no quería que nadie estuviera en ese momento”, cuenta emocionada la estudiante de Diseño Gráfico, de 20 años, que a causa de los finales que debía rendir durante esa semana, no estuvo en su casa la noche del 25 de noviembre sino que por esos días se quedó a estudiar y a dormir en lo de una amiga que vive cerca de la universidad.
Al despertar, Flor llamó a casa y su mamá, para no ponerla mal, no quería contar la triste noticia que enlutó a la familia que además conviven con otro perro y un gato. “Le pedí que me contara porque yo lo sentía. No sé cómo decirlo, pero lo sentí en el pecho porque a esa hora, casi, comencé a tener mucha ansiedad y luego mi hermano me dijo que Guada había pasado muy mal los últimos días. Volvía a casa para verla mientras me quedaba estudiando en CABA y pasaba largas horas con ella porque me daba miedo irme, hasta le pedí que me esperara, pero sentí que eso era egoísta porque ella nos acompañó siempre y siempre estuvo para nosotros. Entonces, le agradecí por todo ese amor”.
El 17 de diciembre, luego de unos días de mucha tristeza, el colibrí entró a su casa mientras ella estaba acostada. “Mi mamá me avisó para que lo viera”, le cuenta a Infobae. Lo que nadie de la familia sabía es que en silencio, mientras manejaba, ella le pidió a Guada que le diera una señal para hacerla saber que donde fuera que esté, estaba bien.
El cuerpito de la dulce perra, que a puro hocicazos obligaba a Flor a levantarse de la cama, quedó enterrado en el jardín de la casa y muy cerca Flor dejó un bebedero para colibríes. “Descubrí un nido, así que parece que hay una familia de ellos. Vi varios, no sé si ese día vino a ver si se sentía bien como quedarse acá, o qué, pero siguen viniendo aunque no identifiqué si es el mismo”, asevera.
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