La Casa Grande aún recibe la sombra de los arboles de palta, jacarandás y palmeras que alguna vez alguien plantó, y dejan pasar un poco de luz por alguna ventana detrás de la que ya nadie mira al corazón chaqueño. Fue la primera en llegar a Las Palmas y vio cómo la seguían quienes, al poco tiempo, se mudaron a su alrededor para trabajar en la planta azucarera que funcionó allí desde 1882.
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Esos primeros vecinos, habitaron luego en la propia construcción de más de 300 metros cuadrados (insertos en las casi 3 mil hectáreas) que hoy no son más que los despojos de la impactante casona de estilo ecléctico que fue: paredes desgastadas por el paso del tiempo, techos rotos y víctima del vandalismo que en casi 20 años de abandono le sacó todo lo que la embelleció, excepto de su rica historia.
El poblado que se fue armando a su alrededor es Las Palmas, bautizado así por la espectacular zona de palmares cercana, y nació casi a la par del ingenio azucarero de los hermanos irlandeses Carlos y Ricardo Hardy, a 80 kilómetros de Resistencia, capital chaqueña.
Además de la impactante obra, lo que aún hace rica a su historia es que a fines del siglo XIX, el poblado se convirtió en el primero de Argentina en tener luz eléctrica. Cosa que, sin dudas, fue un hecho bisagra que lo destacó como una potencia industrial en aquellos años.
Eso tampoco fue todo: la vida de los obreros estaba íntimamente ligada al ingenio, que era un pequeño mundo. Allí mismo intercambiaban las monedas que les daban sus patrones por mercaderías, iban a la iglesia manejada por monjes franciscanos previo permiso del sereno que decidía quién escuchaba la palabra de Dios o no, y enviaban a sus hijos a las escuelas. En su mayoría trabajan, sin datos claros del salario que percibían, habitantes de las comunidades nativas, y mujeres que hacían las tareas de lavandería y cocina. Con los años, colonias españolas, sobre todo, se instalaron en la floreciente comunidad para mostrar no su manos para el trabajo sino sus ropas con volados y lujos.
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La historia
“En 1870 termina la guerra de la Triple Alianza y el Estado argentino, cuando Inglaterra tenía soberanía sobre estas tierras, emite un decreto en el cual le facilitan a empresarios y colonos, una x cantidad de tierras para que vengan y produzcan lo que lo que sea posible producir. Así llegan desde Irlanda los hermanos Hardy y hacen un primer tanteo del cultivo de la caña de azúcar en Isla del Cerrito, cerca de aquí, y el resultado fue excelente, pero una inundación grande arruinó todas las plantaciones. Venían con la primera tecnología europea, eran una familia muy adinerada, que trajo, obviamente, muchos bienes y enviaron a sus exploradores a esta zona sabiendo, por comentarios que les llegó, que había zonas altas, con agua dulce y una serie de especificaciones que la convertían en las mejores para plantar caña de azúcar. Así se instalaron y comenzaron la producción de azúcar blanco y negro”, resume la historia Gustavo Acosta, guía del Museo de Sitio - Ex Ingenio Las Palmas.
Hasta que llegó el ingenio, el 10 de mayo de 1882 (fecha de inauguración), el pueblo estaba parcialmente habitado, sobre todo, por algún que otro fugado de la justicia que buscaba alejarse de las habitadas poblaciones y vivían en campamentos o ranchos aislados, casi a la vera de los ríos y lagunas.
Pero cuando se instaló la fábrica, quienes estaban los más alejados se mudaron para iniciar allí una nueva etapa y formaron un barrio industrial que creció alrededor de la que comenzó a levantarse como la gran casona que incluía la lujosa mansión de los Hardy, las oficinas administrativas (al extremo) y la vivienda de los obreros (en medio), cosa que hizo necesario que también montaran talleres de carpintería, herrería y una fábrica de ladrillos.
La moneda de cambio que usaban era propia: las recibían los empleados para comprar en los almacenes también propios y podían usarlas en otros sectores cercanos a ese mini poblado. “Su infraestructura superaba a la que se veía en la propia capital de la provincia porque adentro funcionaban dos escuelas, un hospital, un centro de salud, cine, canchas para deportes y teatro”, cuenta el guía.
El lugar fue también el primer suelo argentino que tuvo luz eléctrica, unos meses antes que en La Plata (en 1883). Además, tuvo un tren interno (una trochita, parecida a la del Fin del Mundo, en Ushuaia) que usaban para transportar la caña de azúcar y que desde 1886 implementó un sistema eléctrico, lo que volvió a marcar un imponente cambio, positivo para los patrones: el trabajo era continuo y sin interrupciones durante la época de zafra.
Pero ese trencito, que fue restaurado hace unos años, también trasportaba la caña que cortaban en las chacras “y el producto elaborado al embarcadero propio, lo que permitía prescindir de los malos caminos en épocas de lluvias”, citan en su recuerdo la página de la Cámara de Comercio. Allí también se instaló una línea telefónica que logró que todas las chacras y estancias estuvieran comunicadas con la administración y las fábricas del ingenio.
En 1909, la sociedad de los Hardy pasó a llamarse “Las Palmas del Chaco Austral S.A” y, cuentan, que fue cuando la empresa logró su máximo desarrollo, inversiones y producción. Todo esto era logrado gracias al trabajo de unos tres mil empleados, de los cuales, más del 60% era de comunidades originarias provenientes de Corrientes y Paraguay. Para 1920, durante la época de la zafra ya había unos 5000 hombres. Ese año comenzaron los enfrentamientos con los patrones: los obrero reclamaron por las deficientes condiciones de trabajo, cosa que generó un levantamiento con consecuencias lamentables y sangrientas.
Pesa a ello, volvieron a producir aún más y la etapa de gloria se extendió hasta 1969, cuando como consecuencia de una crisis económica fue intervenida por el Estado Nacional.
En ese año, comenzaron en Argentina las conocidas “puebladas” que se extendieron hasta 1972. Entre medio de las fechas, sucedió la quiebra del ingenio (la caída comenzó en 1971) y en 1991, comenzó el éxodo de las familias que ya no encontraban allí su oportunidad. La quiebra llegó en 1993, esto significó que la principal fuente de trabajo de la localidad dejó de existir y eso llevó a cantidad de planes de reconversión en la zona que incluyeron un régimen de promoción industrial. Pero no pasó.
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La puesta en valor
Las ruinas de la Casa Hardy es hoy el Museo Histórico del Ingenio, declarado Patrimonio Histórico y Cultural de la provincia de Chaco, y en noviembre de 2018 un fallo ordenó su restauración.
Por esto, el gobierno de Chaco presenta un plan, programa y proyecto integral de protección y reparación de lo que fue la fábrica, la Casa Grande y las edificaciones anexas del ex Ingenio Azucarero Las Palmas del Chaco Austral. Esto, se prevé que además de intentar conservar el patrimonio pueda ser explotarlo como atractivo turístico, ser un espacio para los estudiantes y así recuperar la historia de la magnifica propiedad.
Según informaron desde el propio museo, “el rescate patrimonial forma parte de un acuerdo entre el Instituto de Cultura del Chaco, el Ministerio de Infraestructura, el Municipio de las Palmas y el Diputado Livio Gutiérrez” y la obra constará de dos etapas: la primera será de trabajos de restauración y conservación patrimonial del edificio, que incluyen el cerco perimetral, oficina y módulos sanitarios. Además, habrá un circuito para visitantes, con iluminación, senderos, bancos y señalización.
Desde su cierre, el edificio tuvo distintos usos: en 1991, quedó a cargo del Ministerio de Economía Obras y Servicios Públicos; el 18 noviembre de 1992, la Ley Nº 3816 lo convirtió en el Museo y Archivo Histórico “Ricardo y don Carlos Hardy” y se dispuso la ubicación del museo en el ala oeste del edificio (el que fue la administración, ubicado en el extremo y que fue la vivienda del sub administrador).
En 1993, fue rematada y en 1995, la Municipalidad de Las Palmas recuperó la tenencia precaria del entonces llamado Conjunto (la casona). A fines de ese año, se cedió el inmueble a Gendarmería Nacional “para satisfacer las necesidades administrativas y de alojamiento para el personal soltero”.
Para el 2 de abril 1998, la provincia de Chaco firmó el boleto de compraventa a nombre de la Secretaría de Desarrollo Social. En el año 2000, la Subsecretaría de Cultura de la provincia asumió la custodia y recuperación del sitio. En este espacio funcionó el museo hasta 2010. Luego, quedó abandonada y fue completamente saqueada.
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