La Justicia ordenó indemnizar con $300.000 a las hijas del comandante del Ejército Revolucionario del Pueblo, Mario Roberto Santucho, tras considerar los daños que sufrieron luego de la muerte de su padre al respecto del exilio al que se vieron sometidas en Cuba y la falta de entrega de los restos del líder guerrillero.
Santucho cayó en un departamento de Villa Martelli, tras un enfrentamiento armado con integrantes de un grupo de tareas que ocurrió en julio de 1976. Este lunes, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal resolvió indemnizar a sus hijas. La decisión del tribunal revisó el fallo en primera instancia dictado en 2018, que condenó al Estado Nacional por “el daño moral que le produjera a las accionantes la no entrega del cadáver de su padre” y declaró prescriptas las demás pretensiones.
La Sala V, integrada por los jueces Pablo Gallegos Fedriani, Guillermo Fabio Treacy y Jorge Federico Alemany -en uso de licencia-, analizaron los reclamos interpuestos por las tres hijas del secretario General del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) respecto a “los daños derivados de: I) el secuestro, la práctica de torturas, tratos crueles y posterior homicidio de su padre; II) la persecución, detención, práctica de torturas a que ellas fueron sometidas y el posterior exilio al que se vieron obligadas como única opción de vida; III) la omisión de entrega del cuerpo de su padre, pese al reconocimiento de su asesinato de forma pública”.
La jueza federal de primera instancia María José Sarmiento había validado el daño moral por “la omisión de entrega del cuerpo” luego de considerarlo un “delito continuado” en cabeza del Estado -cuyo órgano denunciado fue el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación-. Sin embargo, respecto a las otras pretensiones declaró la prescripitibilidad en tanto las actoras tardaron 20 años para realizar el reclamo desde que se dictó por sentencia -el 9 de septiembre de 1996- la ausencia con presunción de fallecimiento de su padre.
La jueza había sostenido que la “reparación civil” debió haber sido “interpuesta a partir del momento en que el derecho pudo ser ejercitado, de modo que, teniendo en cuenta que la democracia quedó instaurada en el año 1983 y que luego se declaró la ausencia con presunción de fallecimiento por sentencia de fecha 9 de septiembre de 1996, hasta la fecha de interposición de la presente demanda ha transcurrido en exceso el plazo de prescripción -de 2 años- del art. 4037 del Código Civil”.
Ese 19 de julio de 1976, Santucho cayó muerto en un enfrentamiento con el capitán Juan Carlos Leonetti y dos suboficiales del Equipo de Combate Chacabuco (Destacamento de Inteligencia 201) que tenía su lugar de asentamiento en la unidad militar de Campo de Mayo. El guerrillero no estaba solo cuando los tres militares le tocaron el timbre: Liliana Delfino (“Ana” o “Alemana”, de 32 años), su pareja, y Benito Urteaga (“Mariano”), integrante de su buró político.
Tiempo más tarde, Enrique Gorriarán Merlo (a) Ricardo, “Gungo” o El Pelado, un jefe erpiano que estuvo con Santacho hasta unas horas antes, admitiría en sus memorias que uno de los tantos errores que cometió la organización terrorista fue cuando en 1976 “evaluamos -tal como lo expresamos en el llamado ‘Argentinos a las armas’- que el advenimiento de la dictadura iba a generar la masificación de la resistencia, cuando en realidad lo que suscitó fue un repliegue de la lucha de masas”.
Santucho fue víctima del mismo desacierto que cometió el “comandante” de Montoneros, Mario Firmenich, al sostener “cuanto peor, mejor” en pleno período constitucional de Isabel Perón, y fomentar el golpe militar porque, de esa manera, ellos se convertirían en la “vanguardia” de la lucha del pueblo contra las Fuerzas Armadas. Las dos organizaciones armadas, siguiendo la consigna “guevarista”, sostenían que “el guerrillero debe moverse como pez en el agua”. Y la sociedad argentina las derrotó cuando vació las peceras, dejándolas a la intemperie.
Desde el lunes 29 de marzo de 1976 en la quinta de Moreno, cuando se estuvo a punto de descabezar a la organización armada, el PRT-ERP fue víctima de numerosos hechos militares que la debilitaron. Según se afirmó en un documento castrense, “no por ello se debe dejar de señalar que la acción antisubversiva ha afectado a esta organización, fundamentalmente en su aparato logístico, sumado a la derrota sufrida en el ataque al Batallón de Arsenales 601 (Monte Chingolo, diciembre de 1975) y a la desarticulación de las jefaturas del Estadio Mayor Central que han disminuido la capacidad operacional del PRT-ERP, estimado en un porcentual del 40%”. También se afirma que “se pudo determinar también que el PRT-ERP prevería recibir una ayuda financiera desde el exterior, de Cuba o de Vietnam”, aunque “Luis Mattini” (el sucesor de Santucho) dijo que Montoneros lo auxilió económicamente en dos ocasiones.
Tras evaluar la documentación capturada en Moreno, la organización recibe un duro golpe en Córdoba, Mendoza y La Rioja. En las riberas del Paraná, dice Mattini, la acción del Ejército resulta “devastadora”. El 10 abril es detenido en Buenos Aires “El Pollo” Enríquez, miembro del MIR chileno (que estaba en la reunión). El 28 de mayo cae el comandante del ERP José Manuel Carrizo (a) “Francisco”, jefe del Estado Mayor y amigo de Santucho desde la facultad, junto con el “Teniente Cuitiño”, jefe de la compañía urbana “Guillermo Pérez”. Fue en Martínez, provincia de Buenos Aires. Carrizo era el sucesor del “capitán Pedro” Juan Eliseo Ledesma, capturado y muerto antes del ataque a la guarnición de Monte Chingolo.
En estos meses comienza a decidirse la retirada-huida “estratégica” de Santucho al exterior. Luis Mattini relató que en los primeros días de julio se reunió el Comité Ejecutivo de la organización (“órgano de decisión ejecutiva que sigue en importancia al Comité Central”, según el informe de Inteligencia militar que relató y analizó la documentación caída de La Pastoril en Moreno) y decidió ad referéndum del Comité Central que Santucho saliera cuanto antes del país.
El “comandante Carlos” demoró la partida a Cuba en razón de poder estar presente y concretar la formación de la OLA (Organización para la Liberación Argentina) con Mario Eduardo Firmenich y la organización Poder Obrero. Según “El Pelado” o “Gungo” Gorriarán Merlo los detalles del encuentro que se iba a realizar el 19 de julio fueron analizados el día anterior -domingo 18- entre Santucho, “Mauro” (Carlos Germán) y él. Mattini dirá que “en la última reunión del Buró Político con Santucho el 18 de julio de 1976” estaban presentes solamente Benito Urteaga (“Mariano”), Domingo Menna (“Gringo”) y Arnol Kremer (“Luis Mattini”), también se analizó la constitución de la OLA y las distintas misiones que iba a desarrollar Santucho en el exterior.
Santucho en esa reunión, al igual que Ernesto “Che” Guevara, había sometido a su cuerpo a importantes cambios. El cubano-argentino fue camuflado por Luís Carlos García Gutiérrez, más conocido como “Fisín”, para cumplir sus viajes secretos al Congo y Bolivia. Según “Fisín” en su libro La otra cara del combate, hizo de Guevara una persona bien diferente. Le puso un chaleco debajo de su camisa y saco que lo hacía más gordo; un corte de pelo de “máquina cero”, dándole una frente más amplia; gruesos anteojos, una prótesis bucal y zapatos que lo hacían más alto. Nunca se supo quién fue el “Fisín” argentino de Santucho (lo mismo que con Domingo Menna), pero lo cierto es que lo hicieron encordar cerca de 15 kilos, le cambiaron el peinado y le alteraron su apariencia.
Gorriarán Merlo contó que el 19 de julio de 1976 a la mañana se enteraron que la reunión con los Montoneros se suspendía y que él quedó en pasar a las 19 horas para despedirse de su jefe y ajustar detalles porque a las 22 horas Santucho “se iba a Brasil, de ahí a Europa para llegar por fin a Cuba”. Vale remarcar que la estación anterior a La Habana era Praga, Checoslovaquia. Cuando se estaba preparando para ir a Villa Martelli llegó Alberto Merbilhaá (a) “Alberto Vega” con la novedad de lo que había sucedido en el departamento donde estaba Santucho.
Nunca se supo y quizá nunca se sabrá cómo llego Juan Carlos Leonetti a ese departamento de Villa Marteli. Como en el mundo de la Inteligencia hay innumerables “historias”, destinadas camuflar, esconder la verdad, las versiones son varias. Algunas ponen un manto de sospecha en unos y en otros levantan a ciertos jefes terroristas. No hay certeza sobre el “entregador”.
Lo comprobable es que frente a las derrotas militares, Santucho y Domingo Menna y sus esposas, Liliana Delfino y Ana Lanzilotto, saldrían del país el 19 de julio a la noche. A partir de esta decisión, la Inteligencia del ERP tomó todos los recaudos necesarios para facilitar los desplazamientos: pasaportes falsos, fotos, pasajes. Con la salida del “comandante Carlos”, Alberto Merbilhaá quedaba al frente de la conducción del PRT y el “comandante Mariano”, Benito Urteaga, pasaba a convertirse en jefe del ERP, el aparato militar.
Menna pagó el alquiler del 3ro “A” y otro en el cuarto piso donde vivía Merbilhaá. Hay quienes sostienen que tenían rentado otro en el segundo piso para la custodia. Semanas antes, Santucho y Menna se instalaron en el departamento de 65 metros cuadrados de la calle Venezuela. El jefe no estaba de acuerdo con la elección porque en caso de emergencia era un tercer piso con balcones cerrados, sin posibilidades de huir. En otras palabras, una tumba.
El capitán Juan Carlos Leonetti, de 32 años, llegó temprano a Campo de Mayo. Como segundo trabajo era profesor de aritmética, se encontraba libre porque sus alumnos gozaban de vacaciones de invierno. Fue en esa oportunidad que le hablaron sobre la pista de “nebulizador” que conducía a una farmacia, a Domingo Menna y luego, a Villa Martelli.
El grupo operativo salió con la misión que terminó alrededor de las 13 horas en el departamento de la calle Venezuela. El 19 de julio, Clarín informaba que “durante la semana anterior la subversión sufrió uno de los más duros reveses al perder tres centros que constituían el más formidable aparato propagandístico del extremismo, pertenecientes a la organización ilegal en 1973 (eufemismo de la época para referirse al PRT-ERP); una imprenta en San Andrés, una Biblioteca y Archivo en Tres de Febrero y la imprenta de Córdoba”.
Al entrar al edificio primero hablaron con el portero, quien les contó que en tercero vivía una pareja y que a veces recibían visitas. Le dijeron que fuera a su departamento y no saliera. Había ascensor pero subieron con mucho cuidado por la escalera. En esos momentos, Liliana Delfino, la pareja de Santucho, preparaba el almuerzo y solo esperaba la llegada de Menna. Entretuvo a Santucho y Urteaga con mate, mientras leían los diarios y escuchaban las noticias. Desconocía que en esos momentos Menna y su esposa Lanzilotto ya habían sido detenidos en forma separada, según Luis Mattini.
Cuando sonó el timbre, Liliana abrió la puerta y Leonetti la empujó hacia un costado. De una habitación interior, Urteaga se asomó disparando al oficial. En ese momento los suboficiales barrieron con armas de fuego el lugar y cayeron Santucho y el mismo Urteaga. Delfino comenzó a gritar que habían matado a Santucho y Urteaga; recién ahí los miembros del grupo tomaron conciencia del hecho. Otros dirán que Leonetti y Santucho se trenzaron en una lucha de la que salieron muertos los dos mientras se disparaban.
Sobre la caída de Santucho hay otra historia que involucra un cable de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos: allí se informa que un miembro del ERP facilitó la dirección de Villa Martelli a cambio de la liberación de su esposa que estaba detenida. En la negociación se convino que el Ejército liberaba a su esposa y le daría los medios económicos necesarios para que salieran de la Argentina.
Los cuerpos de los jefes guerrilleros fueron expuestos en Campo de Mayo y, a pesar de morir en combate, nunca fueron entregados a sus familiares. El 14 de septiembre de 1976 les llegó el turno a “Alberto Vega” Eduardo Merbilhaá y dos meses más tarde a “Mauro” Carlos Germán.
El PRT-ERP estaba herido de muerte y los jefes sobrevivientes escaparon al exterior.
*Esta nota fue publicada por primera vez en Infobae el 19 de julio de 2022.
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