Fue un flechazo. Amor a primera vista. En 2012, Pity Astiasaran, ciclista marplatense de 24 años, llegó a correr a la ciudad de Caucete, en San Juan, con todas las expectativas puestas en probar suerte por unos meses junto al equipo con el que correría en noviembre. Y cuando se preparaba para un desafío la vio: Carla había llegado para llevarle a su hermano, auxiliar en la carrera, unas herramientas que había olvidado.
Quedó perdido en los ojos de la joven y preguntó quién era. Al terminar la carrera, juntó sus cosas y ordenando la mochila ya en su casa vio que había un papel doblado con el número de celular de aquella chica. Comenzó el intercambio de mensajes (SMS), empezaron a salir y se hicieron inseparables; y el 27 de febrero, con dos hijos nacidos con 10 meses de diferencia en 2014 y 2015, dieron el “¡sí, quiero!”.
Luego de la ceremonia religiosa, se montaron en las bicicletas y pedalearon por las calles de la ciudad sanjuanina hasta el salón donde celebraron su unión junto a sus seres queridos.
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La historia
Pity nació en Mar del Plata y a los 14 años, gracias a un amigo de toda la vida, descubrió el ciclismo y dos años después ya lo tomó en serio y se convirtió en profesional. “El papá de él pedaleaba y como estaba en su casa, me invitó a verlo en un entrenamiento en el velódromo de Mar del Plata y me encantó... Cuando regresé a mi casa le pregunté a mi papá si podía comprarme una bicicleta. No entendía nada”.
Descubrir esa pasión y saber que podría vivir de ella hizo que comenzara a entrenar con ganas y que ahorra el dinero necesario para armar su propio equipo.
En 2012, ya como ciclista profesional, llegó a San Juan para participar de la carrera de la Temporada de Ruta, una de las más importantes del deporte que en esa provincia es seguido por miles de aficionados. “Es tan importante como el fútbol. La gente paga entradas para vernos correr”, le cuenta a Infobae.
Pity, como le dicen los amigos a José Rodolfo, había llegado a San Juan a probar suerte y se quedaba en la casa de una familia conocida. “Era por unos meses, y ver qué pasaba. Gracias a Dios me fue muy bien porque encontré equipo, lo que significaba que comenzaría a tener un sueldo y a vivir de la bici.
Ya con equipo comenzó a entrenar y pasó lo impensado. “¡La conocí...! La primera vez que la vi fue en Circuito Carrizo Luna. Me impactó, quedé como shockeado y no solo por su belleza, sino ese algo que me generó cuando la vi. Y pregunté quién era y me dijeron que era la hermana del chico que era mi auxilio en esa carrera. Nos pusimos de novios recién en 2014, después de una Vuelta a San Juan, la carrera más importante, y desde ese día no nos separamos. El año pasado, después de la carrera Giro del Sol, que es amateur, le pregunté si quería casarse conmigo... ¡y me dijo que sí!”, recuerda emocionado.
Carla, hoy de 28 años, es esteticista y trabaja en su propio salón. “Los dos tenemos la dicha no solo de habernos encontrado sino de trabajar de lo que nos gusta”, dice y revela que aunque a ella el ciclismo también le gusta, solo pedalea por gusto.
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“No lo hace de manera competitiva sino como un hobby, y le gusta acompañarme en cada carrera. Es tan importante para nosotros esta actividad que decidimos que la bicicleta sea también protagonista del día más importante”, cuenta.
El recorrido fue elegido por ellos. “Salimos en bici desde la Iglesia, pasamos por todo el centro de Caucete y llegamos a la fiesta donde nuestras familias nos esperaban para hacer allí el casamiento con el juez de paz. Gracias a Dios, todo salió como lo soñamos y a nuestro lado estuvieron también los amigos del ciclismo, comisarios deportivos, amigos de toda la vida y, por su puesto, Luzmila y Máximo, nuestros hijos”.
La pequeña y su hermanito vivieron a la par de mamá y papá los preparativos de la fiesta.
“¡Lo vivieron muy entusiasmados! El nene preguntaba siempre cuándo había que probarse el traje, porque nos vestimos iguales, y la nena tuvo un vestido con la misma tela del vestido de novia de la mamá. La verdad, que se emocionaron más que nosotros y lo disfrutaron mucho”, dice el ciclista.
Cada vez que puede, la pareja sale a pedalear junta. “A ella le gusta el mountain bike y también acompañarme en los entrenamientos”, cuenta.
El último circuito competitivo fue en la carrera de casi 2 mil kilómetros que unió la provincia cuyana. “Se corrió por ruta en los veintipico departamentos que tiene San Juan. Fue en recorrido increíble además por los paisajes. La verdad, los dos somos muy afortunados porque nos conocimos y porque podemos vivir de nuestras pasiones, y eso es una gran bendición”, finaliza.
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