Fue de la noche a la mañana, inmediato, sin darle tiempo a nada, pese a que desde que nació con apenas seis meses de gestación, Nicolás Godoy sabía que en cualquier momento podría perder la visión y sucedió cuando tenía 20 años. Lo último que vio con nitidez fue la esquina de Juncal y Montevideo, y los árboles de la plaza Vicente López y Planes, cuando salía de una consulta con el oftalmólogo que lo atiende en la ciudad de Buenos Aires.
A pesar de las dificultades que la vida le impone desde que todo se volvió oscuro, el joven correntino acaba de rendir la última materia que le dio el titulo intermedio de la licenciatura en Comunicación Social y se convirtió en el primer periodista no vidente recibido en la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE). Aún emocionado por el logro, admite que no pierde las esperanzas de que algún día la ciencia logre desarrollar la cirugía de retina y le devuelva la capacidad de ver.
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Ese logro no fue el final de nada para el hombre de 31 años que asume el periodismo como “una profesión de vocación y el nexo con la sociedad”: se puso en los hombros la responsabilidad de velar por los intereses de otros estudiantes con discapacidad de la visión y encabeza un proyecto que busca convertir archivos PDF en audiolibros “para ayudar a otros estudiantes ciegos”, cuenta.
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La oscuridad
Cuando Nicolás salió de consultar a su oftalmólogo en Barrio Norte, se quedó preocupado porque notaba que su visión comenzaba a ser borrosa. Por eso, aunque sin pensar en nada de lo que pasó, se detuvo a contemplar los edificios de la coqueta esquina porteña, miró las aves que se posaban en las copas de los arboles de la plaza, miró a la gente, se vio las manos...
Regresó a Corrientes y la angustia se acrecentaba porque había despertado como si tuviera un velo frente a los ojos y a los pocos días debió ser intervenido quirúrgicamente para evitar que la retina se desprendiera, lo que sería irreversible. “Fui operado para cambiar el liquido de silicona que tenía, esto se hace cada cinco años para evitar que en caso de subir la presión ocular la retina se desprendiera, pero tuve la mala suerte de que se sobre cicatrizó, y el liquido se metió debajo de la retina y la hizo saltar”. En 2011, sucedió que nunca quiso. No volvió a ver.
“Lo que necesitaría es un trasplante de retina, pero no se hace”, lamenta
Lo que le pasó fue consecuencia de haber nacido a los seis meses, con 900 gramos, lo que le dejó secuelas en la vista. “Del lado derecho nunca vi y del izquierdo siempre tuve problemas. Hasta los 20 años, tenía el 40 % de visión, pero tuve una vida normal”, dice y admite que, por la edad que tenía, aunque sabía que la posibilidad existía, pensaba que “llegaría más de grande, con el avance de los años edad y no tan pronto”.
“No tenía eso en la cabeza, la verdad. Pensaba en otra cosa, no sé, pero no en dejar de ver. Y cuando fue la cirugía, todo fue de golpe y no sabía qué iba a pasar, tenía que esperar unos meses para saber si podía volver a ver, aunque fuera poco, o no”, agrega y dice que su padre y hermana, con quienes vive, también debieron adaptarse a esa nueva vida.
Lo que comenzó fue todo nuevo y a la vez diferente. Pese a las posibilidades de la que siempre los médicos le hablaron, no estaba preparado para afrontar lo que venía. “Fue todo un gran cambio porque fue pasar de hacer las cosas como cualquier otra persona a adaptar muchas cosas a la nueva realidad. Tuve que asistir a un instituto para capacitarme a usar el bastón, aprender a usar las cosas de otra forma, para manejarme de otra forma, para intentar aprender braille, lo que no pude hacer porque es como aprender a escribir y leer nuevamente de grande... La verdad es que no puede con eso, no me adapté al sistema y fue un gran cambio todo lo que siguió”.
Su manera de lectura es por medio de la informática. “Soy dependiente de las tecnologías y muy bueno en eso, entonces me ayudo por medio de un lector de pantalla para leer, por ejemplo”, explica.
Superarse cada día
Ya desde la adolescencia supo qué quería estudiar y a qué dedicarse. “Tengo esa idea romántica del periodismo como de ser nexo con la sociedad, pero también como herramienta para mostrar diferentes realidades y poder estar en el día a día, para poder mostrar las historias que quizás no se visibilicen tanto”, define.
Con temor, dudas y sin saber cómo sería ni si llegaría a la meta, pero se anotó para cursar Comunicación Social y, sin saberlo, comenzó a abrir camino a los demás estudiantes con discapacidades sobre todo de la visión. “El del material de estudio son apuntes en papel, fotocopias o escaneos”, agrega.
Los primeros tiempos fueron difíciles “por los contratiempos que implican esta discapacidad y las dificultades de la educación para estudiar, pero gracias al poyo de los docentes y compañeros pude finalizar”, subraya y cuenta que una de las profesoras lo alentó y que junto a ella y el apoyo de la universidad comenzó a lograr los cambios que pedía para estudiar más cómodo.
“Fue con la profesora de Informática II que comenzamos a crear archivos PDF que puedan convertirse en audiolibros aunque siempre se me hizo una adaptación, esto lo facilita más”, cuenta y dice que la mayoría de las materias las rindió de manera oral.
El proyecto de la audioteca lo entusiasma como pensar en los próximos años y los días por venir. “Quiero seguir con la licenciatura, avanzar con los audiolibros y poder comenzar a trabajar de esto. Me gusta la tele y la radio, y me gustaría especializarme en policiales o periodismo tecnológico, no veo la hora de comenzar a trabajar”, finaliza.
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