La historia de los músicos argentinos que llevarán la Misa Criolla a un teatro de Nueva York

David Rosenmeyer y Rodrigo Aranjuelo se conocieron durante la pandemia y se saludaron en inglés, pero ni bien descubrieron que los dos eran argentinos, nació un sueño compartido: el anhelo de llevar sus raíces culturales al público estadounidense. Eligieron la pieza de Ariel Ramírez por la historia del compositor santafesino y la emoción que genera. En diálogo con Infobae, cuentan los detalles antes del estreno

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Una composición de Rodrigo Aranjuelo, interpretada en guitarra en un feat con Federico Diaz. El proyecto donde vuelca su inspiración y sus raíces argentinas, fue el puntapié para que el director de orquesta David Rosenmeyer pensara en que era la persona indicada para llevar a cabo una asignatura pendiente: tocar la emblemática Misa Criolla en Nueva York

Dos años atrás David Rosenmeyer y Rodrigo Aranjuelo coincidieron por casualidad en las grabaciones de una orquesta en Nueva York. Ni bien empezaron a hablar supieron que tenían algo en común: los dos son argentinos y se dedican al mundo de la música en Estados Unidos. Surgieron varios proyectos juntos, hasta que el sueño máximo cobró forma concreta y ahora tiene nombre, “When Folklore Meets Choral”. Junto a un coro de 80 personas presentarán a la audiencia norteamericana una versión muy especial de la icónica “Misa Criolla” de Ariel Ramírez. En una entrevista conjunta, hablan con Infobae sobre los preparativos mientras se acerca el estreno y el orgullo de abrir caminos honrando las raíces latinoamericanas.

Aranjuelo es el director de Future Natives Project, donde compone canciones, toca la guitarra y está acompañado de Pablo Cafici, Federico Diaz, Juan Pablo Pastor, Santiago Herrera, y Carlos Mena; además de los artistas invitados de diferentes países que también se suman a la banda con participantes esporádicas. Desde los 14 años sube a los escenarios, y su primer gran mentor fue Carlos Bongo Farías Gómez, y más adelante participó de eventos junto a David Lebón, Pedro Aznar, y León Gieco, entre otros. En 2016 se mudó a Nueva York, donde reside y trabaja como solista y músico de sesión mientras desarrolla nuevas composiciones.

Rosenmeyer, por su parte, fue director invitado de la Orquesta Sinfónica Nacional, la Orquesta de Cámara de Israel y la New Haven Symphony, la Ópera de Bellas Artes de México. A su vez, como compositor y arreglador presentó la ópera ‘Odradek’, y actualmente dirige Fairfield County Chorale. Sus trayectorias hablan por sí solas, y su compromiso con la vocación que los invadió desde que eran muy chicos está intacta. Ni bien comienza la charla vía Zoom con este medio, la admiración mutua que sienten por la forma en que cada uno hace música, sobrevuela en la pasión con la que responden cada pregunta.

“La música es un lenguaje
“La música es un lenguaje universal, y esperamos que este evento pueda reunir a personas de diferentes orígenes y culturas", sostiene el director de orquesta David Rosenmeyer

Se respetan, se dan espacio para comentar sus sensaciones, se sorprenden cuando intercambian puntos de vista y no hay dudas de que la integridad y el profesionalismo fueron los valores que los unieron. “En esta ciudad tan grande uno siempre conoce gente, y tuve la oportunidad de conocer a Rodrigo en circunstancias muy especiales, en medio de la pandemia, y enseguida empezamos a colaborar en diferentes creaciones musicales”, cuenta David. Y agrega: “Hace 22 años que estoy en Nueva York dirigiendo coros, y como saben que soy argentino muchas veces me preguntaron cuándo iba a hacer la famosa ‘Misa Criolla’”.

Confiesa que semejante obra, que cautiva al mundo desde su creación en 1964, intimida y compromete a que en el momento de honrarla se haga de la forma más sublime posible. “El desafío era no tanto cuándo hacerlo, sino con quién, y por eso colaborar con Rodrigo fue la combinación ideal para hacerlo posible, y fusionar el mundo clásico con el mundo coral”, sostiene el director. Decidieron abocarse de lleno al desafío de transmitir el sentimiento y el alma del folklore argentino a una gran cantidad de artistas que aunque tienen más de seis décadas de trayectoria, nunca habían interpretado la obra de Ramírez.

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“El estadounidense quizás se encuentra con alguna canción, la escucha, le parece linda e interesante, pero esta es una oportunidad para llegar a más gente y ofrecer nuestra música latinoamericana”, asegura Aranjuelo. “En varios lugares del mundo el contacto es con un tipo de música o con alguna figura, como por ejemplo, Mercedes Sosa, que es una figura mundialmente reconocida, y que abrió el camino en lugares tan disímiles como el este de Europa, en Israel, donde yo viví de joven, como en Estados Unidos”, complementa Rosenmeyer.

Cuando empezaron los ensayos la emoción hizo de las suyas, y ambos coinciden en que hay algo especial en el lenguaje que los interpela siempre, y que los conecta con muchos sentimientos: el orgullo, la añoranza, el desarraigo, la nostalgia y el amor por nuestro país. “Amo la música clásica, pero escuchar el castellano argentino es muy especial estando acá, al igual que enseñarle a un americano cómo pronunciar ‘Misa Criolla’, la fonética de la letra, el énfasis de cada momento musical, porque hay que tener en cuenta que de las 80 personas, solo cinco la cantaron alguna vez; otros 15 la tenía en su lista de pero obras preferidas para hacer en algún momento; y el resto no tenían la menor idea”, revela David.

Rodrigo Aranjuelo, director de “Future
Rodrigo Aranjuelo, director de “Future Natives”, que en 2021 colaboró con “American Ballet Theatre” de Nueva York y su canción “Erial” fue elegida para ser la música de “Nunanu”, un trabajo propuesto por la eximia bailarina y coreógrafa argentina Luciana Paris

Definen la experiencia como “viajar sin subirse al avión”, porque cuando empiezan a sentir el significado cala hasta el alma. “En Argentina la mayoría de la población actual nació después que la ‘Misa Criolla’ fuese creada, pero hay que tener en cuenta que en ese momento fue muy innovadora y revolucionaria”, remarca el director de orquesta. Y detalla: “Ariel Ramírez era un gran compositor de folklore y de música clásica, pero especialmente se hizo famoso por componer canciones como ‘Alfonsina y el Mar’, y en el momento en que el Vaticano le dijo al mundo que podían dar la misa en los idiomas locales, Ariel Ramírez fue uno de los primeros que dijo: ‘Hagámoslo’, y así hizo este milagro que ahora lo damos por sentado, cuando en realidad se requirió mucho coraje para fusionar folklore con música religiosa”.

Lo resume como “hacer puentes”, el mismo objetivo que tienen con esta presentación, y trae a colación otro dato del compositor santafecino. “Ramírez de joven se fue a estudiar a Europa y estuvo viviendo en Inglaterra, estudiando composición clásica; entonces, como tantos argentinos él se fue y volvió, algo que refleja la argentinidad, ya sea Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, hay algo en ir y volver al origen”, reflexiona. Los nervios ya empiezan a invadirlos, en medio de la emoción que sienten y la adrenalina de que el próximo 18 de marzo tocarán en la sala Norwalk, Connecticut, frente a 1200 personas, entre las que se encontrarán los padres de los alumnos de una secundaria que participará y por primera vez interpretarán una canción en castellano.

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“Como en todo proyecto, empieza como ‘qué buena idea, hagámoslo ya’, y termina con un ‘qué bueno que nos animamos a hacerlo’, pero en el medio hay un momento de mucho nervio que uno se pregunta por qué se le ocurrió meterse de lleno a algo así”, bromea Rosenmeyer, pero enseguida aclara que si ese temor ante del debut no lo invadiera, colgaría la batuta sin dudarlo porque sería el síntoma de que la pasión se está apagando. Al día siguiente del evento, el 19 de marzo, por esas casualidades del destino, se celebrará una misa en Roma para conmemorar los 10 años desde la asunción del Papa Francisco.

“Justo teniendo un Papa argentino, y nosotros haciendo la ‘Misa Criolla’ el día anterior, sentimos que es como una especie de bendición”, dicen en tono de humorada. Rodrigo aportará también tres composiciones junto a la banda: un chamamé, una chacarera y una zamba. “Va a ser un homenaje a nuestra herencia cultural, y estamos ansiosos de ver cómo la audiencia responde a nuestra propuesta”, expresan, contentos con las repercusiones y decididos a dejar huella en el público de Estados Unidos.

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