Artaud fue el canto del cisne de Pescado Rabioso. Ni siquiera lo tocaron los integrantes de la banda. Ya estaban separados cuando Luis se encierra con su esposa Patricia en su estudio casa de la calle Arribeños, donde compone gran parte del disco. Sabida es la historia que “Por” fue compuesta por ellos dos, tirando palabras azarosamente, o no tanto.
David Lebón, Black Amaya y Carlos Cutaia, los otros integrantes de Pescado Rabioso, habían grabado con Luis en 1972 Desatormentándonos y el album de dos discos " Pescado 2″, el que tiene “Amame Petiribí” exitosamente sampleado por Eminem en su último trabajo. Se edita “Pescado 2″ en enero de 1973, cuando ya Spinetta estaba en su autoexilio en el Bajo Belgrano.
Muchas conjeturas al respecto, nada demasiado claro, ni para Luis ni para la banda ni para el público, ese público que llenó el teatro Astral unas mañanas de fin de octubre viendo su show solista presentando Artaud.
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Curiosamente la influencia más notoria en la poesía spinettiana en Pescado Rabioso era el poeta francés Arthur Rimbaud, que a los 20 años abandonó la poesía, después de escribir a los 19 “Una temporada en el infierno” y a los 20 “Iluminaciones”. Pero para los dias de la separación de la banda, Luis caía subyugado por la literatura de otro francés, Antonin Artaud. Un artista maldito, que entraba y salía de todos lados, de la locura, de la radio, de los teatros, con una inquietud casi patológica me atrevería a afirmar. Un tipo de genio descontrolado. Suyo es el maravilloso “el teatro y su doble”, iniciador del teatro de la crueldad creado por él mismo, obras sin textos, con imágenes y gestos que a veces provocaban vómitos y desmayos entre los asistentes.
Filósofo de la irrealidad, para Artaud lo imaginado no era menos cierto que lo acontecido. Autor de obras como Heliogábalo, donde pone de manifiesto en 1937 la personalidad transgénero del emperador, entre páginas enteras plagadas de onomatopeyas o duros alegatos. También autor de “Para acabar de una vez por todas con el juicio de dios” y “Van Gogh el suicidado de la sociedad”, libro por el que Luis tenía devoción.
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Confesiones de Invierno fue el segundo disco de Sui Generis que venían arrasando records de ventas y difusión con su debut discográfico “Vida”.
Ambos discos salieron en 1973, Vida en enero y Confesiones de Invierno obviamente en el invierno de ese año. Es notoria la evolución de Charly García y Nito Mestre entre ambos trabajos. De las armonías simples y casi folklóricas en Vida a la complejidad estilística de Tribulaciones, Lamento y ocaso de un tonto rey Imaginario, o no en Confesiones, el publico comenzó a perfilar a García como un músico integral, gran compositor, genial pianista y un cantante hermosamente desprolijo a lo Bob Dylan, justamente al lado de la voz celestial de Nito mestre en plenitud.
Unos meses antes habían participado del festival BA Rock, debutando en ese escenario aun antes de haber editado su disco. Les tenían mucha fe. Es que eran de lo que no había, un duo que a diferencia de sus antecesores, Pedro y Pablo, Miguel Cantilo y Jorge Durietz, no eran contestatarios. Las letras de Sui en “Vida” eran adolescentes, en “Confesiones de invierno” eran mas elevadas intelectualmente hablando. Si en Vida los temas hablaban de novias, miedos, malos ejemplos, en Confesiones hablan de lo mismo pero desde otro lugar, el lugar del novio poco recomendable, el miedo a las autoridades mandantes, y en todo caso como un joven rebeldón podía terminar preso de la peor manera, o en un loquero.
Y estoy hablando de dos discos casi simultáneos.
Es que el rock era así.
En un par de días podías pasar de ser el alma de la fiesta a un preso sin número, ambas cosas por el aspecto solamente.
Si tenemos en cuenta que estamos hablando de chicos de 23 años, Charly y Luis, bajando el promedio con Nito que no llegaba a 21, y siguiendo el postulado que dice que el gran aporte que tuvo el rock en la cultura de masas fue que por primera vez el que estaba arriba del escenario era igual al que estaba abajo, estábamos en presencia de una generación de jóvenes culturalmente brillantes.
El rock era también eso.
Ambos discos duran poco mas de media hora, repartidas en 9 canciones.
Dos discos absolutamente distintos, compuestos en la misma ciudad, caminando las mismas veredas y tocando en los mismos lugares, Sui Generis y Spinetta se cruzaron justamente en ese BA Rock.
También coinciden en el arte de la tapa. Dos bellísimos diseños de Juan Oreste Gatti, el gran ilustrador de nuestro rock, que termino siendo el diseñador de los afiches de sus películas para Pedro Almodóvar que se fascinó con esas tapas que Gatti hacía inolvidables. No obstante, el diseño original de la deformidad en la portada de Artaud fue enteramente de Luis, quien me contó que en el sello por todos los motivos posibles se la frenaban, además no podía terminar de dibujarla, entonces fue Juan O. Gatti mismo quién intercedió ante las autoridades del sello con el fundamento de que no iban a poder pelear contra tanta genialidad junta.
La de Sui Generis por su lado era de una difusa foto con la frescura de los rostros de ambos envueltos en una psicodélica trama multicolor, en medio de una pastelada dorada que hacía las veces de marco enorme para la foto, absolutamente sobria. Mientras en el sobre interno una foto casi renacentista de ambos con túnicas y jeans cubriendo sus 65 kg repartidos en sus metro ochenta de estatura, con los pelos por encima de los hombros. Mas otra foto de la banda completa sentados en círculo en un parque. Lo único más hippie que esa tapa era la tapa de Woodstock. Los sobres internos traían las letras de las canciones en “Artaud” y en “Confesiones de Invierno”, con tipografías de esos años, la del disco de Luis escritas en una especie de receta médica gigante, la de Sui en un sobre interno mas normal. Lo que si, la tapa de “Artaud” solo tenía en lo que sería el vértice derecho una foto de Antonin Artaud anciano entre el verde intenso del diseño, con un reflejo amarillo llegando a la foto. Luis aclaraba que para Antonin el verde era la fecundidad y el amarillo la podredumbre, donde inevitablemente terminaríamos todos.
Hoy que la música llega por Spotify todo esto suena marciano. Lamentablemente.
Para los orientales el universo es ese lugar inconmensurable donde todo tiene dos caras, el día y la noche, el amor y el odio, el yin y el yan.
Estos discos fueron las dos caras del rock argentino en el momento en que empezaba a tomar forma cierta. Ya habían pasado los tiempos de los pioneros, algo que pasaba en todo el mundo. De Elvis Presley y Chuck Berry, desde Sandro y los de Fuego y Johnny Tedesco, pasando por los Beatles, Almendra, Rolling Stones, Los Gatos. La decada del 70 asomaba nueva, diversificada, musicalmente con lugar para la experimentación y liricamente dispuesta a contar lo que les pasaba a los chicos mas alla de polleras y autos.
Spinetta con Artaud y Charly con Nito y Confesiones de Invierno se erigían en los líderes espirituales de miles de chicos que los miraban como se mira a un totem, o a una pirámide o un rascacielos. Quiero decir, los mirábamos como elementos únicos. Irrepetibles, íntegros.
Y tenían 23 años!.
Confesiones comienza con Cuando ya me empiece a quedar solo, Charly preocupado por su vejez, con aire tanguero en la letra, el A1, el primer tema de la placa se pensaba mucho, empezar con esto era salir de inmediato fuera de Vida. Como avisando que aca empezaba otro viaje.
Artaud con Todas las hojas son del viento, una bellísima canción de cuna que Luis compuso cuando se enteró que su novia de la adolescencia, Cristina Bustamante, la del Blus de Cris, radicada en USA, había quedado embarazada de su nuevo novio. Una lección de vida.
El 2 en Confesiones es Bienvenidos al tren, una balada folk a lo Doobie Brothers con una letra que parece de Curtis Mayfield, _... " Los que esten en el camino, bienvenidos al tren...”-
En tanto Artaud tiene en el 2 Cementerio Club, nada mas alejado de Curtis y Sui Generis mismo. –” Que solo y triste voy a estar, en este cementerio. Que calor hará sin vos, en verano...”-
En el tema 3 Charly compuso Un Hada, Un Cisne, la historia de un hada enamorada de un cisne obviamente, en un amor a todas luces errado. Se le buscaban alegorías con un monton de cosas que pasaban en este pais, pero nada comprobable.
Mientras en Artaud aparecía “Por”, el fruto linguistico de un amor verdadero que era el de Luis y Patricia. Un tema que ha dado hasta libros, como la interesantísima lectura de Eduardo Berti al respecto.
En el 4 Sui Generis pone su carta fuerte, Confesiones de Invierno, un alegato fuerte y elegante acerca del encierro y la opresión, con versos de confesión resignada y cruel acerca de las complicadas circunstancias que muchos estaban pasando. Todavía se intuía, después se confirmaba.
El 4 de Artaud era Superchería, casi una canción beat, con un Luis mas cercano a Almendra que a Pescado Rabioso. Aqui acompañado de dos ex Almendra justamente, Emilio DelGuercio y Rodolfo Garcia. Gloriosa.
Despues llega Rasguña las piedras en Confesiones, que salió disparado a la difusión radial nocturna como un satelite. Una letra demasiado ambigua para adivinarle la historia detrás. Se han escuchado de ella los mas disparatados rumores. Si hay tiempo, ver la primera de estas notas donde Nito me cuenta la más absurda. Una balada impresionante.
Por el lado de Artaud el quinto tema es La sed verdadera, aun hoy una incógnita. Solo con la guitarra Luis se las arregla para hacer un quiebre entre lo escuchado y lo que viene. Debo estar sugestionado por la cantidad de veces que he escuchado el disco, pero me pareció siempre ideal para partir la obra en dos partes.
La canción número 6 en Confesiones, Lunes otra vez es el nexo mas nítido con Vida, el anterior disco. Líricamente el mas simplón del álbum, pero efectivo.
En Artaud son los 9 minutos de Cantata de Puentes Amarillos. Impecable, una canción en forma de miniópera rock si se quiere. Luis ya había intentado sobre el final de Almendra darle forma operística a un disco entero, no llegaron, era la época de Tommy de The Who, el rock empezaba a encontrar sus fronteras. Y una letra descomunal, con mensajes para toda la humanidad, como su opinión del rock argentino al cantar –” Y en el mar, naufragó, una balsa que nunca zarpó...”-
El séptimo lo ocupa Aprendizaje en Sui Generis. En forma de balada el dúo sienta las bases que todos los párvulos de la época tomamos como certeras, acerca de como uno debe comportarse, reaccionar o simplemente sentirse en el mundo que nos esperaba de grandes. Very hippie al lado de Pappo, muy digna si se la compara con otras.
En Artaud está en este comienzo del final de obra nada menos que Bajan, prodigio armónico, una canción que no sólo resiste el paso del tiempo, lo supera. La versión de Gustavo Cerati en su primer disco solista lo define. Luis acompañado por su hermano y su amigo Del Guercio llegan a tocar el cielo con sus manos.
Después en Confesiones de Invierno nos topamos con el tema mas corto del disco. Mr. Jones o Pequeña semblanza de una familia Tipo Americana, un rock básico, tocado a los pedos pero prolijamente. Letra corrosiva, exageradamente violenta pero con un disfraz de surrealismo que hacía sonreir. Debe ser una de las más versionadas canciones de Sui Generis. Eso habla bien de ella.
El penúltimo en Artaud es A Starosta, el Idiota, si se quiere la mas Artaudiana de toda la placa. Desde mi, el punto más elevado, el cenit. Luis al piano incluyendo a modo de puente demencial un casette de ruidos, llantos y un pedazo de musica Beatle. Me contaba Luis que durante años llevaba ese casette a todos sus shows para ponerlo en el vivo.
El final para Confesiones de Invierno lo marca Tribulaciones, Lamento y Ocaso de un Tonto Rey Imaginario, o no. Primer paso del rock sinfónico en nuestro rock. Con Un Hada, Un Cisne un verdadero tour de force para Nito Mestre que era único. Un final más que acorde para abrir el crédito popular. Piedras para el poder de turno, finas ironías envueltas en caja para regalo.
Luis llega al final de Artaud con Las Habladurías del Mundo acompañado otra vez de sus amigos ex Almendra Del Guercio y Garcia. Solapada crítica los chamuyos. El chamuyo, esa práctica tan detestable. Con aires de un Almendra nuevo, más ligérsico y espiritual. Despedirse con esta canción no es adios, es un “Nunca dejarás de pensar en mi”.
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Se comenta en los pasillos mas lejos de los baños, que se prepara en el Teatro Colón una noche dedicada a Artaud de Luis Alberto Spinetta. Noche única e irrepetible, colocando a este disco donde debe estar, al servicio de la humanidad bienpensante.
Seguramente algo también se estará planeando con Confesiones de Invierno.
El rock no está viejo, está sabio.
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