Con solo seis años, Agustín entiende qué significan para los argentinos las Islas Malvinas. Su abuelo Mario Giraldez fue uno de los soldados que combatió con solo 19 y regresó con el dolor que solo una guerra puede dejar, y nunca olvidó recordar con orgullo a sus compañeros veteranos y a los caídos. Eso les enseñó a sus hijos y siguió con los nietos.
Tanto así que toda la familia tiene a las islas como motivación en cada arista de su vida. Por eso, el menor de los nietos, que las lleva con él desde que nació, dice orgulloso: “El abuelo estuvo en las Malvinas, que son argentinas” y, antes de meterse a jugar en la pileta, le avisa a Infobae que este miércoles comenzará el primer grado y que ya tiene listo su guardapolvos con las islas bordadas en color celeste sobre el corazón.
“Apenas nació, le hicimos unas sabanitas con las islas, en el pintorcito que llevó a la salita maternal de un año también las tenía estampadas, siempre lleva una pulserita con las islas y el inicio de esta nueva etapa escolar no podía quedar afuera”, cuenta Vanesa, la mamá del nene, que buscó alguien que esta vez no solo las bordara en el guardapolvos sino que entendiera el lazo que representan entre el nene y su abuelo. “Él ama a mi suegro, es un héroe y siempre lo homenajeamos”, dice orgullosa.
La que recibió el particular pedido fue Betania, una bordadora de San Isidro, que cuando apenas lo vio sintió que sería algo especial, por lo que decidió compartirlo en su cuenta de Twitter en la que el mismo día mostró el resultado final.
“Yo hago bordados para chiquitos de escuela y como sabía que empezarían los pedidos de bordados para los guardapolvos compartí en el Facebook del barrio que estaba tomando trabajos para hacer y me llegó el de Vanesa. Para mi todos los trabajos que hago son especiales porque marcan una etapa en la vida escolar de los niños, pero cuando ella me contó por qué quería las Malvinas bordadas casi me largo a llorar”, cuenta emocionada la mujer que el último domingo hizo la destacada tarea.
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Detrás de la foto viral
Mario se emociona al hablar de Malvinas, donde cumplió los 20 años. “Ese fue mi mejor cumpleaños”, recuerda quien llegó allí como soldado del Regimiento VI de Mercedes y dice que pese a que “me dio todo en la vida, también me sacó”. Pero para él hoy no hay nostalgias, ni deseos de regresar aunque el recuerdo de lo vivido lo acompaña cada día y a cada paso que da: es miembro del Centro de Veteranos de Vicente López y es uno de los que llega a las escuelas para contar a los más chicos lo que vivió en esa guerra.
“Nosotros, los que volvimos, no somos héroes. Los que quedaron allá lo son”, le asegura a Infobae y asume que no deja de sentirse sorprendido porque su familia siempre busca la manera para homenajearlo. “Siempre digo que lo que hice allí no fue nada especial, que es lo que hubiera hecho cualquier argentino de bien, pero mi señora, mis hijos, y toda mi familia siempre me agasajan y mantienen presente el recuerdo de Malvinas con algún detalle: una remera, con los guardapolvos de los chicos... A mí me da vergüenza porque no creo que haber hecho algo especial y me llena de orgullo que ellos solos recuerden a Malvinas”.
Desde hace casi 41 años, el veterano sigue encontrándose cada año con sus compañeros del Regimiento conmemorando la partida a las islas. “Somos unas 800 personas entre veteranos y las familias. Allí recordamos a nuestros caídos, porque estarán muertos cuando los olvidemos. La memoria sigue viva en cada uno de nosotros”, asegura y recuerda cómo les habló a sus hijos sobre la guerra.
“Le conté a medida que preguntaban... Para nosotros, los veteranos, Malvinas fue muy duro porque no teníamos apoyo médico de ningún tipo y dependíamos solo de nuestras familias que hacían de psicólogos, de médicos, de psiquiatras... y no hablábamos de eso. Cuando los chicos preguntaban, les dábamos la información que pedían, nada más. De a poco se fue armando la historia y los nietos, la segunda generación post Malvinas, aprenden de sus padres y de lo que también les cuento yo”, explica.
“Me llena de orgullo que mi familia y que mis nietos, sobre todo, haya sido tan receptivos a la malvinización porque mis hijos lo recibieron antes y hoy esto del guardapolvos, como tantos otros detalles, me hace sentir que mi labor está cumplida”, concluye.
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El conmovedor homenaje
“Yo lo acompaño al abuelo, lo quiero mucho. Tengo un montón de remeras de las Islas Malvinas, mis amiguitos me preguntan y les cuento que mi abuelo fue y que son argentinas”, dice orgulloso Agustín, que suele acompañar a Mario cada vez que hay algún acto en homenaje a los veteranos y caídos.
Esa sensación es compartida por cada personas que sabe de la historia familiar. “Para mi hacer el bordado de las Islas fue conmovedor porque la mamá del nene me contó que era un homenaje al abuelo, que es veterano. Lo compartí en mi Twitter porque quedó hermoso el trabajo, le puse mucho corazón, pero también porque deseaba que se conociera a esta hermosa familia”, le admite a Infobae Betiana, la mujer que hizo el bordado.
Emocionada, Vanesa sigue: “Las sabanitas del moisés ya tenían estampadas a las Islas. Desde que nació, cada cuatro meses le cambio una cinta de las islas que lleva como pulserita. En el jardín llevaba un morral con las islas, en las fiestas patrias regalamos escarapelas que teje mi suegra, tratando de malvinizar un poco, esa es la causa”.
“Los últimos dos años, tuvo la suerte de que su abuelo fue a su jardín a dar una charla sobre Malvinas. Llevó su casco, una chaqueta y les contó a los chicos lo que les tenía que contar acorde a su edad”, agrega y revela que en la casa tienen “un pequeño museo de las islas”.
Cada 2 de abril, la familia completa celebra frente al río de Vicente López y rinden homenaje a quienes allí dejaron la vida.
“Es necesario darles a los veteranos el reconocimiento que merecen, pero de verdad. Hay que dejar de cajonearlos porque ellos son verdaderos héroes, recordar que eran chicos cuando fueron a combatir. Aunque tengamos aún la repercusión ahora, hay que mantener como argentinos la llama encendida siempre”, finaliza.
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