Recorren las plazas y parques porteños e intentan que todo se mantenga en armonía y convivencia. Que los perros ocupen el canil, que las hamacas estén aceitadas o que ninguna rama de árbol esté a punto de caer luego de una tormenta. Los viejos guardianes de plaza de la década del 80 que atemorizaban a los niños y hasta secuestraban alguna pelota de fútbol, se convirtieron en los actuales 595 guardaparques porteños. Este 27 de febrero celebran su día en la Ciudad.
Mantener la paz de las plazas
“Los guardaparques de la ciudad cumplen un rol fundamental en el cuidado de la infraestructura pública y también como verdaderos moderadores entre vecinos observando el buen uso de nuestras plazas para que exista una buena convivencia”, destacó en un comunicado Julia Domeniconi, secretaria de Atención Ciudadana y Gestión Comunal de la Ciudad.
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Sandra Vento trabaja hace 4 años en las plazas porteñas. Ahora cumple el horario de 10 a 17 en la Plaza Arenales, de Devoto. “El objetivo es lograr que todos puedan disfrutar el espacio verde sin molestar a nadie -explica la mujer en diálogo con Infobae-. Es un trabajo de diálogo constante con toda la comunidad. Hacerle entender al que lleva el perro que tiene que ir al canil y tenerlo con correa, por ejemplo. También, estar alerta al estado de los juegos de los nenes para evitar accidentes”.
En ese sentido, Vento asegura que recibe muchas muestras de cariños de los vecinos que van seguido a la plaza de Devoto. “Se formó como una linda comunidad y me traen regalitos o a veces charlamos sobre nuestras cosas”, explica Sandra.
La Subsecretaría de Gestión Comunal coordina junto a las quince comunas el funcionamiento de este servicio que incluye a 595 guardaparques.
En sus funciones como servidores públicos y guardianes del espacio verde, permanecen en comunicación permanente con el Sistema Integral de Seguridad y trabajan en red con el resto de las fuerzas de seguridad para que estos concurridos espacios sean ámbitos seguros, amigables y accesibles para los ciudadanos.
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Cara a cara con los vecinos
“Disculpe, ¿vio una campera negra por casualidad?”, pregunta un joven a Paola Batalla, guardaparques de la Plaza San Miguel de Garicoits, en Colegiales, en una soleada mañana del verano porteño. Minutos antes, fue la propia agente quien entregó a una vecina que acude con frecuencia a la plaza a hacer gimnasia una pelota que se dejó olvidada el día anterior. Tras inspeccionar la zona de juegos, la agente acelera el paso y se acerca a un vecino que pasea a su perro en la zona próxima al patio infantil para advertirle: “En esta área no se puede permanecer con animales”.
“Que haya guardaparques es muy positivo porque conocen a los vecinos, a los nenes que vienen a los juegos, sus juguetes y, si nos olvidamos algo en la plaza, ellos saben a quién pertenece”, señala una vecina que suele elegir la Plaza Garicoits para pasar las tardes junto a sus hijos.
Enrique Bustos es cuidador en el Parque de los Niños desde hace 8 años. “Lo bueno de ser guardaparque es que ningún día es igual a otro, como la vida misma. Se dan situaciones lindas como ver el amanecer, estar en contacto con la naturaleza o empatizar con las personas que van a estos espacios a relajarse -relata el guardián del parque-. Otro momento muy lindo es cuando empiezan las clases y vienen los chicos de los colegios”.
En tanto, Vento es también tutora de los futuros guardaparques. “El desafío es que aprendan lo que es el día a día en una plaza: que no es tan fácil, porque son espacios donde conviven chicos, adultos, mascotas. En este trabajo se debe velar por la seguridad: fijarse en los árboles, ramas y nidos, asegurarse de que no haya problemas o riesgos que puedan lastimar al vecino, supervisar los patios de juegos, ver si hay algo roto, y empatizar, escuchar al ciudadano y tratar de solucionar sus inquietudes”, comenta Sandra.
El manual del guardaparques
La Subsecretaría de Gestión Comunal elaboró un Manual de Guardaparques que determina responsabilidades, objetivos y funciones específicas para el adecuado desempeño de los cuidadores en el espacio público.
• Promover y concientizar sobre las reglas del buen uso y cuidado del espacio verde.
• Observar, evaluar, documentar y reportar el estado del espacio verde que se encuentre bajo su supervisión.
• Ordenar el cese inmediato de actividades prohibidas y/o solicitar el auxilio de la fuerza pública en el caso de comprobarse una contravención, delito o toda vez que ello resulte necesario.
• Facilitar el acceso y disfrute de los vecinos con movilidad reducida en el espacio verde.
• Velar por la buena convivencia entre los vecinos.
• Ser el nexo entre el Gobierno de la Ciudad y los vecinos en el espacio verde.
• Colaborar de manera activa con la red de agentes en calle.
• Actuar como anfitrión para orientar al vecino durante su estadía en el espacio verde.
• Comunicar las acciones de Gobierno desarrolladas en los espacios verdes de la Ciudad.
• Comprobar el estado de instalaciones, infraestructura, elementos funcionales y mobiliario dentro de la plaza.
• Examinar que no haya elementos que atenten a la integridad física del vecino, como rejas y/o luminarias en mal estado, cables expuestos o ramas en peligro de caída (priorizando las que se encuentren cerca de los patios de juegos).
• Verificar la limpieza del espacio verde: la higiene en los patios de juegos, el aseo en los caniles, el vaciado de cestos de residuos y la concentración elevada de hojas y/o basura en el suelo.
• Recorrer de manera activa el espacio verde durante la jornada laboral.
Los agentes están equipados con botiquín de primeros auxilios y disponen de un silbato, herramienta que funciona como mecanismo de alerta ante emergencias, situaciones de riesgo, faltas y contravenciones. Es un instrumento que disuade de conductas o acciones erradas pero que solo puede ser utilizado cuando la distancia física entre el vecino y el agente es superior a 20 metros y siempre que no se pueda sustituir por la voz humana.
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