El secreto jamás revelado del viaje de Lanusse a España: ¿por qué Franco lo homenajeó a él y nunca a Perón?

En febrero de 1973, el entonces presidente de facto Alejandro Agustín Lanusse visitó España, invitado por Francisco Franco, que albergaba a regañadientes a Juan Domingo Perón, a quien criticaba solapadamente. El motivo del insólito viaje y el rotundo fracaso que tuvo la maliciosa idea del Generalísimo

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Franco condecora a Lanusse con
Franco condecora a Lanusse con la Orden de Isabel la Católica

1973 fue un año de gran inestabilidad institucional en la Argentina. Tuvo cuatro presidentes (Lanusse, Cámpora, Lastiri y Perón) y tres jefes del Palacio San Martín: Eduardo Mc Loughlin, Juan Carlos Puig y Juan Alberto Vignes. Como un signo de estas turbulencias, en el término de cinco meses dos presidentes argentinos realizaron visitas de Estado a España, acompañados por un sinnúmero de funcionarios. En febrero viajó Alejandro Agustín Lanusse y en junio hizo lo mismo Héctor J. Cámpora.

La Argentina se hallaba inmersa en un clima preelectoral desconocido para una gran parte del padrón. La última compulsa legislativa se había realizado en 1965 cuando la Unión Popular (peronismo) se había impuesto al partido del gobierno (radicalismo). Ahora, los presidenciables hacían proselitismo pero, como consecuencia del rebrote subversivo, todavía imperaba el rumor de una posible inhabilitación del candidato del FREJULI, así como de Jorge Abelardo Ramos y Juan Carlos Coral. El 21 de febrero de 1973, Juan Domingo Perón le comentó al periodista Luigi Romersa, en Il Resto del Carlino, que “la atmósfera era turbia”, porque “está en el aire la amenaza de nuevos golpes de Estado”. Faltaban diecisiete días para las elecciones del 11 de marzo y se anunciaba –algo inusual para un mandatario de facto pronto a retirarse del poder– una visita de Estado de Alejandro Lanusse a Madrid. ¿Por qué ese viaje a España? ¿Qué razones había?

Siempre existieron interrogantes sobre esta visita a Madrid y tanto el oficialismo militar como la oposición no supieron explicarla. Ahora, desde lo más profundo del arcón de los secretos sale a la luz y ocurrió así: En diciembre de 1972 Pedro A. Gordillo, un radical cordobés, Ministro de Obras y Servicios Públicos de la Nación, volvió de Madrid luego de presidir una delegación que negoció la construcción de barcos españoles para la flota de ELMA. Llegó con resultados sobre sus gestiones y, además, trajo una serie de comentarios desde lo más alto del gobierno español. Durante su estadía Gordillo escuchó el malestar ibérico sobre la conducta de Juan Domingo Perón, en especial, de la que manifestó durante su visita a Buenos Aires entre noviembre y diciembre de 1972. La actitud de Perón “lo hacían indigno de constituirse en el sujeto de agradecimiento” de España hacia la Argentina por gestos ocurridos a fines de los años 40. Los españoles “apreciaban que la imagen de Perón había quedado deteriorada seriamente, como consecuencia del viaje (que comenzó el 17 de noviembre de 1972) y se estimaba que la presencia de Lanusse en Madrid podría, en alguna forma, ser un golpe final para terminar con Perón.”

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Exposición de Lanusse ante los
Exposición de Lanusse ante los generales

El análisis del gobierno español no podía ser más equivocado. El paso de Perón por la Argentina fue un éxito, en especial para catapultar la fórmula presidencial que presentaría para las elecciones de marzo de 1973. Entre tantos gestos que intentaron terminar con las contiendas políticas del pasado, los contemporáneos de la época recuerdan muy bien el abrazo histórico con Ricardo Balbín y otros dirigentes que lo habían combatido. Para analizar el pensamiento del Caudillo nada mejor que sumergirse en las “Conversaciones privadas con Franco” contadas por el teniente general Francisco Franco Salgado-Araujo, su primo hermano, que estuvo a su lado, en la Casa Militar del Generalísimo. Entre los juicios adversos a Perón, el 20 de diciembre de 1954, Franco dijo que el ex presidente argentino “obra de mala fe, dando muestras de que nunca sintió el menor afecto a nuestra Patria. No es posible fiarse de él, demostrando ahora que tampoco siente la menor inclinación a la Iglesia Católica al publicar la ley de divorcio después de estar muy afectuoso con las altas dignidades...”. El 9 de abril de 1955, Franco opinó que la masonería estaba muy extendida en América, “especialmente en la Argentina, donde domina a Perón. Este es un hombre débil que primeramente se dejó dominar por su mujer, más inteligente que él, y ahora se deja dominar por las logias.” Las críticas se dieron en medio de las negociaciones por el tratado de comercio en el que la Argentina vendió granos a España. De Evita opinaba que era simpática y amable, mientras de Perón decía que “estaba rodeado de aduladores que lo engañaban con mucha facilidad”.

La revista Panorama con el
La revista Panorama con el viaje de Lanusse a España en la tapa

A pesar de innumerables críticas, el lunes 28 de abril de 1958, mientas Perón se encontraba refugiado en República Dominicana, observó: “Estoy procurando dar largas para contestar a la petición que ha hecho Perón de residir en España; siento no poder acceder a ello, porque Perón se portó muy bien con nuestro país cuando se retiraron los embajadores por orden de las Naciones Unidas y Perón se negó a retirar el suyo. En todo momento se portó muy bien con nuestro país.” No hará críticas a la corta gestión de Eduardo Lonardi, sí opinará, el 15 de noviembre de 1955, que en el nuevo gobierno de Pedro Eugenio Aramburu “va a predominar la tendencia izquierdista, pues se vé claramente la influencia masónica”. Hemos tratado en otras ocasiones el malestar de Perón por la ausencia de un gesto personal de parte de Franco, en especial en sus charlas con el urólogo Antonio Puigvert a quien en una ocasión le dijo que el Caudillo nunca lo había invitado a tomar un café o ir de cacería. Pues entonces hay que entender, con estos antecedentes, la ausencia de Perón a los actos de homenajes a Héctor Cámpora en junio de 1973 estaban motivados en dos razones: su brutal enojo con Cámpora, con quien no quería ni hablar, y en su resentimiento con Francisco Franco.

El 16 de enero de 1973, el canciller Mac Loughlin le entregó a Lanusse un cable cifrado del brigadier Jorge Rojas Silveyra en la que solicitaba una “ratificación” a la invitación “para dar la respuesta requerida”. Además pide que la respuesta sea telefónica a su persona por razones de “seguridad” y, además pide “incinerar el texto adjunto” una vez leído. En el texto complementario se puede observar el interés español por la visita.

Nota adjunta al cable del
Nota adjunta al cable del embajador Rojas Silveyra

A las 9 de la mañana del 7 de febrero de 1973, Lanusse va a presidir un largo encuentro con el generalato, en el que expuso principalmente sobre tres cuestiones: 1) El compromiso de “los 5 puntos” o el “compromiso del Ejército” con el país; 2) Su visión del pasado argentino, en especial la relación con el peronismo y por qué el Frente Justicialista de Liberación debe participar en las elecciones de marzo (que trataremos en el futuro) y 3) sorpresivamente, habló de las razones que lo llevarán a España. La cumbre se realizaba el mismo día que llegaba a Buenos Aires el presidente venezolano Rafael Caldera.

El jefe militar llegó a España el sábado 23, cuando Perón con Isabel y López Rega se encontraban en París. En realidad, el ex presidente se encontraba de gira por Europa desde el lunes 5 de febrero (Italia, Rumania y Francia). La prensa informaría que había sido por “sugerencia” del gobierno español. No hay ningún documento que acredite esto pero siempre se dijo que el ex presidente tenía información detallada de lo que se resolvía en el gobierno militar. Por ejemplo, Lanusse ignoraba (se sabrá años más tarde) que entre los generales que escucharon sus palabras y seguramente informaron se encontraban el general Eduardo Betti, el miembro N° 481 de la logia Propaganda Due (P-Due) que lideraba Licio Gelli y Carlos Suárez Mason.

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Los dos mandatarios recorren las
Los dos mandatarios recorren las avenidas de Madrid

Lanusse era el primer mandatario argentino que pisaba suelo español en trece años. El último había sido Arturo Frondizi. Entre el 24 y el 26 de febrero, el gobierno de Francisco Franco lo colmó de atenciones: lo condecoró con el collar de la Orden de Isabel la Católica, mantuvo con él encuentros bilaterales de carácter económico, presenciaron el clásico Real Madrid-Barcelona (un empate sin goles), Lanusse visitó el Valle de los Caídos en compañía del almirante Luis Carrero Blanco (asesinado por la ETA en diciembre de 1973) y pernoctó en el Palacio de la Moncloa, el mismo lugar donde se alojaría Héctor Cámpora cuatro meses más tarde, con un programa de actividades prácticamente idéntico. Ambos viajes tuvieron otra similitud: fueron realizados por dos mandatarios argentinos que estaban más próximos al final que al comienzo de sus gestiones. Francisco Franco fue a esperar a Lanusse al aeropuerto y también lo despidió, un gesto que no había tenido, por ejemplo, con Charles de Gaulle. Desde la estación aérea de Barajas hasta el Palacio de la Moncloa viajaron juntos. Según me contó el periodista Enrique Bugatti, en ese momento Director General de Prensa de la Presidencia, en la intimidad de ese corto trayecto en automóvil, mientras transitaban las grandes avenidas, el caudillo se atrevió a preguntarle:

--¿Va a haber elecciones en la Argentina?

--Claro que sí.

--¿Y quién va a ganar?

--El justicialismo.

--¿Y por qué va a haber elecciones?

En otro momento del diálogo, a medida que la caravana oficial se internaba en Madrid, el mandatario argentino ponderó la situación que se vivía en España en cuanto a su estabilidad y crecimiento económico. Franco lo miró unos instantes en silencio y, con su voz baja y un tanto aflautada, le observó: “Es la continuidad”.

El Príncipe Juan Carlos y
El Príncipe Juan Carlos y Lanusse se encentran en el Palacio La Moncloa

Lanusse habló de España como “la puerta de Europa” para los productos argentinos, a pesar de que aún no integraba la Comunidad Económica Europea (CEE). Según el semanario Panorama, hasta noviembre de 1972, la Argentina ocupaba el primer lugar en el intercambio de España con los países latinoamericanos. Las exportaciones argentinas sobrepasaban los 136 millones de dólares y las importaciones alcanzaban los 39 millones. De allí la importancia que España le daba a la visita de Lanusse y la firma del reequipamiento naviero. Estaba en juego la adquisición de 7 barcos armados en astilleros españoles por un valor de 85 millones de dólares, con un financiamiento español del 80 por ciento del monto total.

En sus Memorias, el doctor Antonio Puigvert dijo que Perón le comentó que, durante la visita de Lanusse a España, se firmó un acuerdo para la construcción de grandes barcos destinados a ELMA (Empresa Líneas Marítimas Argentinas) y que en la nueva sucursal del Banco de la Nación Argentina se habían depositado 10 millones de dólares de “coimas”. Perón se comprometió con su médico a que, una vez tomado el gobierno, pondría mucha atención en “el incremento de las relaciones comerciales entre España y la Argentina. Yo soy el primero en tomarlo en consideración, pero no así”. De esto nunca se habló, y se aclara: Alejandro Lanusse no era una persona de este tipo de transacciones, vivió y falleció en un clima de gran sobriedad. Mientras tanto, Perón dejaba saber desde París que se había reunido con un representante de Vietnam del Norte (Hanoi) y era visitado por los pintores argentinos Julio Le Parc, Nicolás García Uriburu y la representante de la firma Pierre Cardin, Blanca Álvarez de Toledo. Con ánimo de chicanear a Lanusse le dijo a Le Monde que, como profesor de la Escuela de Guerra, había “visto pasar a todos” y se permitió una ironía: “Estos oficiales de caballería serán muy buenos para montar a caballo, sin duda, pero en cuanto al resto… No se trata de formar un equipo olímpico sino de gobernar”.

El mismo escenario 15 de
El mismo escenario 15 de junio de 1973, Juan Carlos toma el té con Cámpora en La Moncloa

Desde Madrid, Lanusse le respondía: “A este señor se le acabo el negocio de pretender explotar el antagonismo entre los argentinos” y rechazó la consigna de campaña “Cámpora al gobierno, Perón al poder” diciendo que “no se ha dado ni se dará la posibilidad de que alguna persona se siga sintiendo dueña del país.” El 27 de febrero de 1973 el presidente de facto dejó Madrid siendo despedido por la totalidad del gobierno de Franco y llegó a Buenos Aires mientras se formalizaba la prohibición de retorno de Perón antes del 11 de marzo de 1973.

Francisco Franco y Juan Domingo
Francisco Franco y Juan Domingo Perón

Como surge de los resultados posteriores, el viaje a Madrid no influyó nada en el resultado electoral. Tras la victoria del Frente Justicialista de Liberación, el nuevo gobierno argentino emprendería otra visita de Estado a España. Perón no se mostró en ningún acto social ni ceremonia. Solo se lo vió con cara molesta en La Moncloa horas antes de volver definiticamente a la Argentina. Fue otro traspié español porque semanas más tarde el presidente Cámpora dejaba la Casa de Gobierno.

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