Agustín Scorolli, de 23 años, renovó el living de la casa de sus padres en Bahía Blanca mientras ellos estaban de vacaciones y publicó el antes y después en Twitter (@Agusscorolli) como en los programas de televisión dedicados a la decoración. Mis viejos se fueron de viaje y me agarró el raje (locura) Discovery H y H, así los recibí con remodelación sorpresa”, escribió en su cuenta.
Como no podía ser de otra manera, hubo polémica en esa red, donde lo acusaron de modificar la casa a su propio gusto y convertir el hogar de sus padres en una casa de revista, sin embargo, fueron más los comentarios elogiosos. Hubo quienes le pidieron asesoramiento y en broma le propusieron adoptarlo, para cuando se vayan de vacaciones.
En diálogo con Infobae, contó esta historia que comienza cuando él era chico. Agustín, que vive con sus padres, consume revistas y programas de reformas de casas desde su infancia y está a punto de recibirse de arquitecto en la Universidad Nacional del Sur. Solo le falta presentar su trabajo final.
En su publicación de Twitter muchos preguntaron por la reacción de los padres, que no se vio. El final podría ser el de asombro y alegría como el de los programas que lo inspiraron, donde es raro que alguien diga que no le gusta. O terminar mal como el de un capítulo de la exitosa serie sueca Bonus Familjen (Familia ensamblada) en la que Martin, un divorciado que se ve obligado a vivir a lo de su madre, Birgitta, y le tira un enorme sillón anticuado y más muebles, situación que le provoca a su progenitora un gran disgusto.
“La reacción de sorpresa y lo contentos que estaban fue incluso más de lo que yo me esperaba”, aseguró Agustín, que recibió a sus padres en la calle a su llegada. “Fui a recibirlos y al encontrarse con la remodelación estaban fascinados. ‘¿Qué le hiciste a esto que está tan grande?’, le preguntaron”.
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“Primero, antes que nada para llevar tranquilidad a la gente no tiré ningún adorno, no se tiró ningún recuerdo, no quemé nada, están todo todos los adornos que simplemente guardé en cajas, de manera preventiva para que no se mancharan y que después, los reubiquen como a ellos les guste”, subraya.
Su madre Ana, que es ama de casa y su padre, Alberto, docente universitario de biología, se habían ido a Europa a visitar a su hermano durante tres semanas y le habían dicho antes de irse “acomodá la casa como quieras. Si querés mover algún mueble, ningún drama”. Así que Agustín decidió aprovechar ese tiempo en que se quedaba solo para hacer el gran cambio. Era el momento. “Fui, compré pintura, siempre sabiendo qué es lo que a ellos les gusta y teniendo confianza en que les iba a parecer lindo. Entonces, los esperé con una sorpresa”, explica el futuro arquitecto.
Ana y Alberto hace tiempo que querían renovar la casa, pero por cuestiones del día a día, dice Agustín que no surgía. Siempre se postergaba.
Manos a la obra
Cuenta Agustín que la remodelación la hizo solo con sus propias manos y un presupuesto acotado de 10 mil pesos. “Tenía muy poco presupuesto. Compré pintura y me encargué yo de pintar todo, usando de andamio la mesa y las sillas”. Y veces, las dos cosas apiladas.
La consigna fue tratar de conseguir el mayor cambio con el mínimo presupuesto. “Estaba acotadísimo. Es más, mucha gente preguntaba por el techo que tenía una rotura. Yo averigüé y hay que cambiar una membrana, que costaba muchísima plata. Será para otro momento”, explica.
Las paredes las pintó con un blanco roto y la pared de fondo un gris para generar un “foco”, ya que según explica, un color más oscuro en el fondo “expande” el espacio. “Entonces, ellos estaban muy sorprendidos con lo amplio y luminoso que se veía”.
En cuanto a la decoración, lo que hizo fue armar una composición de cuadros, con unos marcos que ya tenía. Los reorganizó. Los cuadros son de su autoría. Agustín se dedica a la fotografía y pinta al óleo. “También invertí el orden de algunos muebles para mejorar la circulación dentro del espacio y arreglé la persiana de adelante, que no abría. Hacía prácticamente 10 años que esa persiana no se podía levantar y permitió que entrara un montonazo de luz, que sino no teníamos”, detalla.
Además, con ese presupuesto compró unas plantas, un espejo redondo y distribuyó unos canastos de mimbre que hace su mamá, en función de la decoración.
Los colores que ya sentía que achicaban el espacio los había elegido él mismo a los 10 años. Agustín ya era fan de la decoración y no solo opinaba. Elegía. Dije: “bordó con amarillo va a quedar bárbaro”, y hoy se ríe quien asegura que desde siempre le interesó la estética de la casa y alentaba a mover los muebles de lugar.
“Su pasión por las casas nació a temprana edad y a su alrededor lo acompañaron. A los siete años jugaba con ladrillos y maquetas de casas. Veo esas casitas y no puedo creer que yo hiciera eso a esa edad”, expresa. “También tuve una casa de muñecas, a la que le armaba los muebles. Muñecas no había, estaba vacía. Yo me ocupaba de rediseñarla, sacarle muebles, ponerle cosas”, recuerda sobre esa maqueta que armó su mamá con cartón, con ayuda de un libro que enseñaba cómo armar casas.
A medida que fue creciendo se vio interesado por las revistas de decoración, de las que tiene una gran colección. Y a los 13 le hizo un render a su tía mientras se construía su casa, para que pudiera verla en tres dimensiones. Cuando empezó la carrera de Arquitectura, él ya sabía manejar esos programas que había aprendido de manera autodidacta. En su cuenta de Instagram @agus_scorolli publica más temas relacionados a estos intereses.
Una vez que se reciba, dentro de muy poco, Agustín quisiera entrar en contacto con su profesión trabajando en un estudio en Bahía Blanca. El día que tenga su propia casa se la imagina en un bosque, rodeada de vegetación. “Algo apartadito, una casa tranquila con patios, pero nada excesivo ni grande ni ostentoso ni lujoso. Algo que que cumpla la función que sea cómodo y que tenga una escala acorde a a las personas que vayamos a vivir ahí.
Los padres, tan contentos quedaron con los resultados, que ahora le pidieron que continúe remodelando otros ambientes de la casa.
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