El calvario de un joven que denunció a su papá por abuso: “Él vive más libre que nosotros”

Sin fecha de juicio y tras dos años y medio de arresto domiciliario con la posibilidad de trabajar, la justicia concedió la excarcelación de un médico imputado por abuso sexual agravado contra sus hijos menores de edad. Tomás Vázquez Ghisoni, una de las víctimas, relató a Infobae su búsqueda de justicia desde hace 11 años

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Tomás Vázquez Ghisoni  lucha
Tomás Vázquez Ghisoni lucha por no quedar anclado en los tiempos oscuros, esos que pasó de chico cuando lo separaron de su mamá y lo llevaron por la fuerza a convivir con su papá (Roberto Almeida)

Estoy estudiando Derecho en la Universidad de Lomas de Zamora por lo que fue mi vida. Pasé tanto tiempo en los palacios judiciales que creo que puedo sumar mi granito de arena. No digo que voy a cambiar el sistema, pero voy a intentar aportar con otra perspectiva… como sobreviviente de abuso infantil”.

Tomás Vázquez Ghisoni está sentado en el medio de la habitación. Los codos apoyados sobre la mesa. El torso levemente inclinado hacia adelante. Parece querer acercarse con sus palabras. Mira de frente y los ojos le pesan. No es una mirada triste, es una mirada cansada. Tomás tiene 20 años pero cuenta hoy lo que viene contando desde sus 7, y los párpados se cansan.

“Tendría que estar en la facultad en una clase de verano pero estoy acá dando una nota. Es volver siempre sobre lo mismo. Como tener un fantasma atrás, una mochila, mientras trato de vivir una vida normal. Todo lo que hace el Poder Judicial actualiza lo que nos pasó. Y que no haya juicio es no lograr nunca una resolución. Si nuestro único abusador hubiese sido nuestro progenitor el problema estaría resuelto. Pero la Justicia amplificó y empeoró la situación, con revictimizaciones, pericias, cámaras Gesell, obligándome a contar todo ochocientas veces. Y ahora encima lo sueltan. Querés pasar de página, sentís que estás progresando y de golpe con una resolución das 10 pasos hacia atrás. Es como que nunca podés ser feliz”.

Tomás lucha por no quedar anclado en los tiempos oscuros, esos que pasó de chico cuando lo separaron de su mamá y lo llevaron según recuerda por la fuerza ─con la fuerza policial─ a convivir con su papá.

Tomás necesita atravesar el juicio.
Tomás necesita atravesar el juicio. Sabe que no será fácil, se imagina en la mira de un Poder Judicial que sienta que ya ninguneó sus relatos demasiadas veces. Ahora lo acompaña su mamá Andrea Vázquez (Roberto Almeida)

“Tuve una infancia complicada. Fui bastante rebelde, hiperactivo. En el colegio me portaba mal. Entonces mi progenitor me pegaba, me tiraba de los pelos, me metía en la ducha con agua fría y la luz apagada, me encerraba en el cuarto durante horas. Eran hechos muy mortificantes. Cuando mi papá volvía de trabajar cambiaba el ambiente. Vivía en constante violencia, fue un abusador dentro de nuestra casa. Una vez le pegó una patada en la boca a mi hermano mayor porque estaba tomando del pico de una botella y le partió el labio. Se lo tuvieron que suturar. Ahí mi mamá dijo basta y se separaron. Pero con la judicialización empezó el verdadero calvario”.

Los tres hijos del matrimonio fueron desparramados en un régimen estricto de visitas.

“Volvíamos de la casa de nuestro progenitor con moretones porque nos cagaba a palos. Pasaba de todo y nosotros lo decíamos. Íbamos constantemente a los juzgados, a los Tribunales a manifestar que no queríamos verlo porque era malo. No deberían obligar a estar con una persona que nos trata mal. Pero en la Justicia nos contestaban: ‘Es el papá que te tocó, tienen que estar con él quieran o no’”.

Con una medida cautelar, el hombre denunciado por abuso, violencia física y maltrato consiguió que el ex Tribunal Nro. 3 de Familia de Lomas de Zamora revirtiera la tenencia de cuidados. Así, el 2 de octubre de 2012 once efectivos uniformados instalaron definitivamente a Tomás ─de 10 años─ y a sus hermanos ─de 11 y 3 años─ en el domicilio de su papá. Los jueces María Silvia Villaverde ─jubilada en la actualidad─, Enrique Quiroga y Roxana del Río decidieron además una prohibición de acercamiento de 500 metros a la madre y familiares maternos.

“Nos dijeron que no íbamos a ver más a nuestra mamá porque estaba loca, porque nos llenaba la cabeza y nos hacía decir que papá nos pegaba. Con el invento del Síndrome de Alienación Parental (SAP) nos arrancaron a nuestra mamá y perdimos comunicación con ella durante años. Yo les pedía el teléfono a vecinos del complejo donde vivíamos para llamarla pero no me ayudaban. Nosotros decíamos que no queríamos estar ahí. Contamos una y otra vez que el que nos pegaba era nuestro progenitor. Pero nadie nos escuchó. Fuimos ignorados como niños. La Justicia nos trató como incapaces, sin juicio ni opinión, con una cabeza vacía que una madre podía llenar. Éramos cosas que podían trasladar de un lugar a otro porque sí. Te inhiben, no te dejan tener voz. El sistema judicial te cosifica”, asegura.

Tras once años de proceso
Tras once años de proceso judicial, P.G. ─el progenitor de Tomás y sus dos hermanos─ está acusado por el delito de abuso sexual agravado por acceso carnal, por convivencia preexistente y por tratarse de sus descendientes, reiterado en varias oportunidades (Roberto Almeida)

En diciembre de 2013, la justicia absolvió a la madre de Tomás, Andrea Vázquez, del delito de impedimento de contacto (Ley 24270) del que fuera acusada. Entre los argumentos del expediente se lee: “…defendiendo a la señora Vázquez también tengo enfrente víctimas cuyo derecho se encuentra a los gritos y eso debe ser sostenido y no pueden olvidarse que los niños han sido también separados de sus abuelos y de sus amigos por ello…” El régimen de visitas asistido, sin embargo, recién tuvo lugar hacia fines del año 2015.

La denuncia de abuso

Tras once años de proceso judicial, P.G. ─el progenitor de Tomás y sus dos hermanos─ está acusado por el delito de abuso sexual agravado por acceso carnal, por convivencia preexistente y por tratarse de sus descendientes, reiterado en varias oportunidades.

“Sin la protección de nuestra mamá la tortura fue desmedida. A mí me medicaron con varios antipsicóticos. Me dormía en el colegio, me olvidaba de las cosas. A mis hermanos los abusó sexualmente. Yo siempre que digo que a mí solo me cagó a trompadas porque lo comparo con la violación de mis hermanos, pero fue también muy doloroso”.

Un párrafo del expediente sobre la denuncia de abuso señala: “Es que más allá de que la defensa se haya esforzado en demostrar que lo contado por I.G y por T.G. en el marco de este expediente ha sido introducido en ellos por su madre, lo que no se explica, es cómo se llega entonces a la evidencia física hallada en el pequeño I.G., ni a la restante prueba ya valorada que da sustento a lo narrado por los niños. Recordemos que de las conclusiones que llevó a cabo el informe médico forense de I.G, se infiere sin hesitación una clara compatibilidad de la lesión hallada en ano del niño con el abuso con acceso carnal que relató el pequeño. También coincide la estimación temporal de la producción de la lesión allí realizada con el tiempo en que habrían ocurrido los hechos abusivos aquí investigados. No hay palabras que puedan inducir la sintomatología y la lesión hallada en el pequeño I.G. y que describieron los profesionales”.

El silencio inunda el espacio. Se expande, espeso. Tomás baja la cabeza. Se apoya en el respaldo de la silla y entrelaza los dedos en actitud de rezo. Ahora sí, los ojos miran triste.

Es que se podría haber evitado. Tanto sufrimiento. El de ese momento y el de ya mismo: porque el pasado 8 de febrero la Sala Tercera de la Cámara de Apelación y Garantía de Lomas de Zamora le concedió al imputado el beneficio de la excarcelación.

“El tipo estuvo con prisión preventiva durante dos años y medio. Existe riesgo de fuga por la expectativa de condena y porque tiene recursos: es un empresario de la medicina con mucho poder. Le dieron prisión preventiva además por su peligrosidad, por las constantes amenazas y violaciones de los perímetros. Sin embargo, lo sueltan y no disponen fecha de juicio. No logramos acceder a la justicia. Mi hermano más chico tiene que volver en unos días al colegio con miedo de que aparezca. No podemos estar en paz jamás. Vivimos permanentemente con miedo. Él vive más libre que nosotros a pesar de estar procesado por abuso sexual doblemente agravado”.

Las manos de Tomás y
Las manos de Tomás y su mamá Andrea entrelazadas en una señal de apoyo al joven (Roberto Almeida)

Consultadas por Infobae, las abogadas de la causa, Verónica Heredia y María Florencia Piermarini, agregan contexto a la excarcelación concedida.

“Se han excedido los plazos. Lo que pasa es que el poder de esta persona generó que nunca haya cumplido la prisión preventiva en una unidad carcelaria, como ocurre con el 99% de las personas sometidas a proceso por sus delitos. Cuando lo iban a detener, antes de que llegara la policía, el imputado se internó en su clínica por una supuesta afección cardíaca. Después lo trasladaron a una psiquiátrica privada en Banfield con un certificado de manifestaciones suicidas que le hicieron en su propia clínica. Eso fue un privilegio que mantuvo hasta el año 2021, cuando la Sala Primera de Casación con un recurso de queja le otorgó una morigeración de la prisión preventiva con una amplia autorización de salidas laborales. Prácticamente salía a atender y a operar pacientes de lunes a domingo, estando procesado por el delito de abuso sexual”.

Finalmente, hace un par de días P.G. fue liberado. Entre otros argumentos, la Sala Tercera de la Cámara de Apelación y Garantías Departamental planteó que como el fiscal Jorge Bettini Sansoni ─que es el titular de la acción pública─ no se oponía a la excarcelación, sin contradicción tampoco con el pedido de la Defensa, correspondía conceder el beneficio.

Así lo explican Heredia y Piermarini: “Estamos convencidas de que luego del juicio será condenado y ésta es la razón del retraso en la Justicia de avanzar para que se disponga fecha de debate como están pidiendo las víctimas, que son los hijos y la ex mujer Andrea Vázquez. Como en la mayoría de los procesos, tenemos en contra al Ministerio Público Fiscal que o no acompaña o no investiga o abandona a las víctimas, en especial cuando se trata de violencia de género o contra las infancias”.

Frente a la resolución, las letradas presentaron un recurso de reposición solicitando el ingreso del acusado al Programa de Abordaje y Monitoreo Electrónico de Situaciones de Alto Riesgo de las Violencias por Razones de Género Territorial, que consiste en la implementación de Dispositivos Duales Electrónicos ─una tobillera para el agresor y un aparato rastreador para las víctimas─ a fin de monitorear el cumplimiento y efectividad de las medidas de protección dispuestas judicialmente por tratarse de un caso de alto riesgo de violencia.

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Las condenas por maltrato y
Las condenas por maltrato y abuso sexual contra las infancias son infrecuentes y no alcanzan el 1% de las denuncias (Roberto Almeida)

Para Tomás se acabó cierta tranquilidad: “Había logrado sentirme tranquilo porque mi progenitor estaba controlado. Cuando violaba alguna de las medidas nos enterábamos, eso me daba seguridad. Pero ahora me vuelve a perseguir la idea de que puede andar cerca. Está libre y hace lo que quiere. Lo único positivo de esta situación es que en la prisión preventiva tenía montones de privilegios y encima le estaban computando pena, porque le van a restar de la condena los dos años y medio que estuvo con preventiva. Por lo menos este tiempo no se lo van a descontar. Trato de rescatar algo bueno de esta mierda”.

Necesidad de Justicia

Las condenas por maltrato y abuso sexual contra las infancias son infrecuentes y no alcanzan el 1% de las denuncias. El ex juez federal Carlos Rozanski lo explica con el rigor de la matemática: “Normalmente en Argentina se esclarece 2 o 3% de los hechos delictivos que suceden. Si se tiene en cuenta que no llegan a denunciarse más del 10% de los casos de abuso infantil, la proporción es geométrica: cada 1000 abusos se esclarece uno y los otros 999 quedan impunes. Esto da la pauta de la magnitud de la impunidad”.

Tomás necesita atravesar el juicio. Sabe que no será fácil, se imagina en la mira de un Poder Judicial que siente que ya ninguneó sus relatos demasiadas veces. Pero vivir esa instancia forma parte de sanar. No da lo mismo, no es igual.

“Hay pericias tecnológicas en los
“Hay pericias tecnológicas en los celulares y en los dispositivos de mi progenitor porque le mostraba pornografía a mis hermanos", relata Tomás (Roberto Almeida)

“Hay pericias tecnológicas en los celulares y en los dispositivos de mi progenitor porque le mostraba pornografía a mis hermanos. Tenía fotos de nosotros desnudos. Ya se ofreció la prueba pero el juicio sigue ahí, sin fecha. Y es algo que tiene que pasar, tenemos que poder acceder a la justicia. No podemos seguir con nuestras vidas en pausa. Queremos dar vuelta de página”.

Virginia Berlinerblau, médica especialista en Psiquiatría Infanto Juvenil y en Medicina Legal, hace especial hincapié en la importancia de que las víctimas encuentren justicia: “Que la Justicia falle en función de la verdad, en el caso judicializado, tiene un efecto pacificador, reparador del psiquismo infantil vulnerado, porque señala quién fue víctima y quién victimario, porque reubica roles y responsabilidades y libera a la víctima infantil de culpas ajenas incorporadas como propias. El acto de justicia contribuye igualmente al reconocimiento del niño, niña o adolescente víctima como persona sujeto de derechos. El niño no va a la Justicia para recibir una recomendación de psicoterapia. La Justicia tiene el deber de que se haga justicia para ese niño que es un sujeto, para no seguir quedando en la posición de objeto de placer de un adulto”.

Para Tomás, con una condena quedaría a la vista, asimismo, la trama de lo vivido: “Todos estos años nos desvalorizaron. Hicieron pasar a mi mamá como una loca, que mentía, que yo mentía, que nos llenaban la cabeza. Que lo condenen habla a la vez de la complicidad de un sistema, por eso es tan importante”.

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