El 15 de febrero de 2015, una feroz inundación azotó parte de la provincia de Córdoba. Once personas murieron, entre ellas Mariana, la hija de Rafael Di Marco, que pasaba su último fin de semana de vacaciones, previo a retomar sus estudios en la universidad. Quería acampar con sus amigos y antes de salir de casa, se aseguraron que todo fuera a estar bien: el pronóstico del tiempo anticipó algunas lloviznas.
Pero durante la noche anterior a la peor tragedia climática que vivieron los cordobeses, el cielo se encapotó, comenzó a llover fuerte y las aguas pronto se convirtieron en un verdugo despiadado que arrasó con todo a su paso.
Mariana y sus amigos dormían mientras el agua subía. Como pudieron salieron de la carpa, comenzaron a buscar escapatoria. Tres de ellos lo lograron, pero la joven de 22 años fue arrastrada sin piedad por el agua que no le dio posibilidad de nada. El 19 de febrero su cuerpo fue encontrado.
“Desde el momento en que Mariana desapareció me juré que nadie más pasaría por lo que yo estaba pasando. Vi muchas falencias y de todo tipo, pero más allá de eso si hubiéramos sabido que llovería, no hubiera ido porque no salía de casa ante cualquier posibilidad de peligro. Por eso, comencé a estudiar meteorología y hoy trabajo para el Observatorio Meteorológico de Córdoba donde brindo información de las lluvias al Ministerio Público de la provincia”, le cuenta a Infobae Rafael Di Marco, su papá, a pocos días de haberse cumplido ocho años de la fatalidad.
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Pudo evitarse
“Las fuertes lluvias que se registraron este domingo a partir de la madrugada en la provincia de Córdoba provocaron desbordes de ríos, inundaciones y cortes de luz, tanto en la capital como en la zona de Sierras Chicas y Punilla, donde sorprendieron a miles de vecinos y turistas”, contó aquel día Infobae sobre lo que ya se anticipaba como un desastre cuando todavía las víctimas fatales era siete y cuatro los desaparecidos, entre los que estaba Mariana.
Los 320 milímetros de agua que cayeron en 12 horas provocaron el desborde de los ríos de Villa Allende, Mendiolaza, Unquillo, Río Ceballos y Salsipuedes.
“Siempre fui aficionado de la meteorología y cuando Mariana me contó que quería ir de campamento, como solíamos hacer, miramos cómo iba a estar el clima y anticipaba que a lo sumo habría algunas lloviznas. Ella se fue de campamento con esa teoría y después llovieron en la cuenca alta más de 300 milímetros entre la noche del 14 de febrero hasta el mediodía del 15. Parece que hubo crecientes que no se tienen en consideración, por desconocimiento que tenemos en general todos porque en la parte donde ella estuvo, hubo un pico de creciente de 6 metros de altura”, revive el duro momento.
El agua los sorprendió en pleno sueño. Todos intentaron salir de la carpa que ya no se veía porque el agua lo tapaba todo. Llegaron hasta la orilla, comenzaron a subir y Mariana no lo lograba. Entre todos la agarraban, pero la fuerza imperdonable del agua pudo más y la llevó cuesta abajo.
“Ese mismo día comenzamos a buscarla. Al siguiente y por otros días más. El 19 de febrero a la tarde, nos avisan que encontraron su cuerpo...”., revive el duro momento y cuenta cómo fue todo hasta ese día: “Comencé la búsqueda solo, después llamé a los bomberos pidiendo ayuda, pero el desastre era enorme en todos lados y había otras personas desaparecidas a la que sus familiares también buscada. Todo era un descontrol, fue caótico, no había conexión de teléfonos, muchas casas estaban destrozadas y hacía que la búsqueda fuera difícil. Pese a todo, se organizó una búsqueda. He llegado a hablar hasta con el gobernador para que hubiera medio, gente y todo lo necesario para encontrarla porque tuve que asumir el rol de organizador de logística para pedir los medios necesarios para poder buscar a mi hija. En medio de ese caos, pude ver de cerca las falencias que tenemos ante las emergencias. ¡No estamos preparados para nada!”.
Dejando un poco de lado el dolor que nunca prescribirá, como meteorólogo analiza: “Si en la parte meteorológica hubiera habido una alerta real, el resultado sería que Mariana no hubiera ido. Se pudo prevenir porque, en ese momento, las estaciones meteorológicas que estaban en Cuenca Alta no funcionaban ni tampoco había una función bien determinada de Defensa Civil Provincial en la que se manejara la situación como un riesgo sino que se trabajaba más en la llegada tarde, o sea, lo que ya pasó que en ‘vamos a ver qué pasa’. Eso no sé si cambió porque todavía seguimos trabajando en llegar tarde y no en llegar temprano”, piensa.
Aunque todo lo que pasó tiene que ver con los propios fenómenos climáticos por tratarse de “lluvias extraordinarias”, cree que estas pueden repetirse. “Se van a dar más seguido porque estamos hablando de un cambio climático, de extremos cada vez más frecuentes: hay tiempo de sequía prolongado, como el que estamos teniendo ahora, y hay tiempo de tormentas que son cada vez más fuertes”.
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La necesidad de federalizar el Servicio Meteorológico Nacional
Según su análisis, lo necesario a corto plazo para prevenir este tipo de tragedias es que “el sistema de alertas funciones, que las comunicaciones, que en las provincias los medios televisivos o gráficos saquen las alertas como corresponde porque acá se recibe una alerta general para toda la provincia, pero no es lo que pasa. Ponen un gráfico con nueve provincias pintadas de naranja y se lavan las manos. Hay que decir que en tal sector habrá precipitaciones fuera de lo normal, y no que cada uno vea lo que quiera ver porque cada sector tiene su condición y es distinta. Hay localidades como Sierra Chica, que el agua cae en alta montaña y la creciente la tenés en una hora y media; eso es distinto para que vive cerca y para el que la creciente le llegará en siete horas porque hay que dar tiempo de tomar decisiones”, explica.
En ese sentido, sostiene que “es fundamental que el Servicio Meteorológico Nacional tenga sede en cada provincia. Los que están en Córdoba, por ejemplo, dependen del Aeropuerto de Córdoba, entonces no hacen meteorología local sino para el aeropuerto. Hay que regionalizarla o que hacerlo como en otros países, que tienen sedes en cada región”.
Como mensaje, pide: “Tenemos que darle un poco más de bolilla a este tipo de eventos y a la necesidad de buscar la manera de prevenirlo y no quedarnos siempre con las sonseras que nos distraen, y de las que siempre nos quejamos”, finaliza.
*Rafael Di Marco analiza el clima en su cuenta de Twitter @dimarcorafael
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