El funk está entre nosotros, como los marcianos. Igual que la herrumbre, avanza inexorablemente. Un gran disco de Neil Young, muy de moda en este estrafalario rincón del mundo hace un par de décadas, se llamaba Rust never sleep. En español era “La Herrumbre Nunca Descansa, título hermoso para una obra como ésa que nos hacía pensar ya desde ahí.
La herrumbre, como la termita, subyace creciendo sin pausa en nuestros propios underground.
Instalado en el sur de USA apenas iniciado este siglo, escuché uno de los comerciales de radio más espeluznantes, económicos, creativos y eficaces que haya percibido en toda mi vida. 15 segundos duraba, en medio del vértigo de una radio dedicada al rock clásico, con los conductores gritando encima de las canciones y separadores a toda velocidad, de repente se hacía un silencio total, silencio de radio, durante 5″, en una programación de ánimos elevados bien arriba 5″ de silencio es revolucionario.
Justo cuando estabas por tocar los botones para cambiar de estación, una voz suave te decía mas o menos así: “Este es el ruido que están haciendo las termitas abajo de tu casa mientras vos estás en otra cosa...”. Y salías a averiguar el precio de un buen antitermitas.
El funk acá es eso justamente. Un óxido que carcome incansable, termitas subyacentes que avanzan en sigilo hasta que se hacen tan grandes como todo lo que ya estaba.
Ya se ha tratado el tema aquí con alguna frecuencia. Desde los albores rítmicos de Los Abuelos de la Nada, Fanky de Charly García, mismo la rítmica de Cerati, Sumo, Los Fabulosos Cadillacs, siempre se sintió una presencia humilde del funk en nuestras bandas trascendentes. Rítmicamente, no espiritualmente.
Ahora estamos asistiendo al nacimiento del espíritu funk.
Ante todo, el espíritu funk es divertido, aun en medio de la palidez general. No es que se niegue la realidad social, se la deja por un rato de lado en todo caso, no se sostiene la pálida en el pensamiento permanentemente.
Hay buen funk en muchos sitios, en Uruguay, en Colombia, en Brasil. Hay buen funk en Buenos Aires y hay maravillas del funk en Córdoba.
¿Por qué hago hincapié en la provincia mediterránea? No me resulta demasiado extravagante que haya funk cordobés. Porque los cordobeses tienen a la Mona Jiménez.
Muchas veces escuché esa metáfora que equiparaba a James Brown con nuestra Mona. Que es hombre pero se llama Mona, háblame de inclusión. Ciertamente la comparación está traída de los pelos, pero también tiene visos de realidad.
Más allá de las diferencias estilísticas, su aspecto y sus vestuarios estrafalarios los asemejan. Vi a James Brown en NYC y a la Mona en La Usina de Córdoba, con lo que puedo aseverar que sus shows de locales son un aquelarre inolvidable de acólitos fanatizados hasta el paroxismo.
Trastornados bien los fans, felices, exultantes, bailan y sacuden sus cabezas en un frenesí que no logran alcanzar con otros menesteres. En escena ambos son gigantes, hermosos, afinados.
Jiménez y Brown generan lo mismo. Un culto al ritmo. Fidelidades y devociones en personas que no son fervientes humanos fieles y devotos para ninguna otra cosa.
Funk, en el argot de su Harlem natal, es una manera algo vulgar de referirse al sudor corporal. Las fotos de James y la Mona en escena son un claro ejemplo de lo que digo.
Hasta en sus laderos se parecían, Brown siempre tenía haciéndole la segunda a su ex cuñado Bobby Byrd, el que grita ¡¡Gedopa!! en Sex Machine; La Mona tenía al genial peruano Bam Bam Miranda siempre a mano en el escenario. Bam Bam grabó su canción póstuma en un disco de Willy Crook.
Otro. Willy es otro funker de calibre alto.
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Crook y La Mona fueron buenos amigos, participaban solapadamente en sus discos. Crook tenía en Córdoba su segunda base de operaciones. Cuando no salían shows en Baires encaraba para La Docta. Y fue además el telonero de James Brown en Buenos Aires.
Willy fue el primero que me habló de De La Rivera. Banda funk cordobesa integrada por los Rivera, dos hermanos y un primo, todos Rivera. Gastón Pérez Rivera, Lucas y Tomás Rivera. De Villa María al mundo. Con unos inicios entre el soul y la electrónica, en sus últimos discos han virado hacia un funk bien cordobés. Es decir, algo que no existía ha sido creado.
Como el rock, el funk es una música de fusión. Con sólidas bases en el soul, más un poco de jazz al estilo BeBop. Por algo Herbie Hancock y Miles Davis en el 71 se involucraron con esto. Se podría sumar un toque de percusiones latinas al estilo Salsoul Orchestra y algunas cosas de folklores gitanos, como las Czardas. Todo para arriba, que la fiesta o lo que sea no termine jamás. Después llegaron las baladas a puro grito y viento. Eso en sus inicios de suburbanos en el primer mundo.
El funk siempre es periférico, rara vez toma el centro del ring. Es el peleador que baila de un rincón contra las cuerdas haciendo que el del centro enloquezca un poco. Es Cassius Clay, cuando todavía era Cassius Clay, dando vueltas alrededor de Sonny Liston que estaba más cansado de dar vueltas que de tirar jabs.
El funk abreva de lo que hay alrededor. Eso le otorga algunas ventajas para ir tomando por asalto distritos transversalmente. Toma folklores, ritmos tradicionales del lugar para entreverarse en todos los bailes.
Hay mucho funk en Brasil, nació en las favelas cariocas con gritos, tambores y armonías del samba mas acelerado, mucho sudor en las pistas callejeras, hasta consagrarse como estilo sirviendo de banda de sonido al film consagratorio “Cidade de deus”. Con Cartola, Hyldon y Tim Maia al frente, el funk brasilero crece hoy con Leo Maia, Ed Motta, (hijo y sobrino de Tim respectivamente), con Max DeCastro hijo de Wilson Simonal o bandas como Funk Como Le Gusta y Jota Quest más el regreso a los salones de baile de leyendas como Cassiano y Tony Bizarro. Enormes.
También tiene lo suyo Colombia, con una escena funk que comparte carnavales con auténticas bandas de vallenato, cumbia y son. Allí se puede escuchar a Tricky D, más un productor que una estrella de show. O músicos como Bareto, Sunka que se familiarizan con nuestros Fabulosos Cadillacs, Salsangroove o Esteban Copette. Digamos que estos son algunos de los que yo conozco, lo que me hace suponer que habrá mucho más que no tengo por ahora.
En Uruguay, otra plaza que no para de crecer funkeramente hablando, desde Totem y Opa hasta hoy, han tenido impresionantes artistas que sostienen una escena funk algo candombeada. Con mucho teclados y guitarras subiéndose a una percusión con toques que inevitablemente te trasladan al candombe callejero oriental. Ni hablar de Rubén Rada y muchos de sus discos a puro funk uruguayo, además de sus hijos que respiran música, arriba y abajo del escenario. En el verano tocando en Punta del Este me crucé con dj’s muy jóvenes, como los Guajiros 2001, que pinchan unos viejos discos inconseguibles y desconocidos para los foráneos, llenos de canciones de funk asombrosas.
Volviendo a nuestro funk mediterráneo, De La Rivera ya lleva unos cuantos años de trayectoria más cinco buenos discos. Volumen I del 2010, Cassettera del 12, Family Game del 2015, el EP Nada más del 2016 y el último hasta hoy que es del 18 y se llama A La Deriva, que cuenta con el aporte de Willy Crook, Emme, Ale Sergi de Miranda! y Julieta Rada.
Hay un tema que llamó mi atención especialmente que se llama Bésala del disco Family Game, consulto a los Riveras al respecto y mientras espero respuesta le pego una oída.
Musicalmente y líricamente, la canción no deja de asombrarme.
“No supe cómo ser tu partenaire
O fueron mis ojos que no te cuidaron bien.
No voy a seguir ahogándote
Hablándote,
Voy a decidir decirle a quién ocupe mi lugar.
Bésala que la tienes cerca
Bésala, siéntela tan fresca.
Bésala si te trata bien
Bésala aunque no lo merezca.
Bésala porque es tan intensa
Besa la boca más perfecta,
Que yo... no supe hacerlo bien.
Fueron tus antojos,
No pude complacer.
O fue que de a poco, te di todo mi ser.
No voy a seguir ahogándote,
Amándote.
Voy a decidir decirle a quién ocupe mi lugar.
Bésala que la tienes cerca
Bésala, siéntela tan fresca.
Bésala si te trata bien
Bésala aunque no lo merezca.
Bésala porque es tan intensa
Besa la boca más perfecta.
Que yo... no supe hacerlo bien.”-
Gastón me cuenta: “Bésala es una canción que salió jugando con una guitarra y un bajo entre Tomy y yo. Lo primero que sale es la repetición de esa palabra bésala. Ahí se nos aclaró el groove, aunque ya de arranque queríamos hacer un tema a lo Earth Wind & Fire. Han inspirado otras canciones nuestras, ellos o Lenny Kravitz ¿viste? Aunque a la vez está llevado a un plano más Low Fi, pero sosteniendo la idea del groove y los arreglos como los hermanos White”.
“También la repetición de la palabra bésala nos pareció muy hookero, ganchero, sonaba buenísimo más allá de que también nos remitía a esas baladas medio grasas latinoamericanas de los 90´s, las de Luismi, por ejemplo. Esas eran un poco las referencias, de muy distintos lugares nos llegaban”, sigue.
“Para completar la letra partimos de esa palabra, era lo único que teníamos, después vino todo el desarrollo de la historia que es algo curioso porque es como una canción que habla de alguien con el corazón roto, que habla de su ex pareja que tiene una nueva pareja ¿no? El tipito le desea lo mejor, pero le habla a la nueva pareja de su ex pareja, digamos. Eso es curioso, cuando se escucha por primera vez la canción puede no entenderse mucho o hay que prestarle demasiada atención para saber de qué se trata, pero acá está contando que falló en su papel de partenaire, de compañero de esta persona. Entonces le pide al nuevo novio que la bese, que la cuide, que haga todo lo que él no supo hacer. Eso la hace una canción con una historia curiosa, desprendida de todo ego. Una canción muy pura por lo que cuenta”, se entusiasma.
“La producción la encaramos nosotros tres, estábamos tocando Lucas, Tommy y yo. Lucas dejó De La Rivera hace un año y medio, ahora seguimos con Tommy y un equipo más amplio. Lucas hizo la producción de gran parte de los teclados que están en Bésala. Tommy tocó todas las guitarras y el bajo mientras yo puse la voz líder. En los coros estuvo Pablo Cordero que es un animal haciendo arreglos vocales y también está Nico Cota aportando su percusión. Un aporte siempre bien apreciado”, detalle.
Y finaliza: “Es una canción que siempre en vivo tratamos de enseñar el estribillo, pidiéndole a la gente que se coma un rato el papel de corista de Luis Miguel y que repitan la palabra bésala. Entonces nos quedamos con los chasquidos, medio a capella, cuestión que cuando llega el estribo el feedback se da de manera muy natural. Se disfruta mucho en el show“.
El funk cordobés ha llegado para quedarse. Suena fresco, bailable, un gran banda sonora para cualquier evento que amerite un groove cool y distendido.
Están De La Rivera, también Valdés otra banda de allá. Linkeados con Willy Crook por sus colaboraciones, también tocan con Carlitos Jiménez hijo de la Mona.
A modo de primicia, De La Rivera ha sido la elegida para telonear a Ricky Martin el fin de semana que viene en las dos fechas que hará en el Anfiteatro Villa María.
Un buen augurio para el funk argentino, que viene derribando muros fronterizos.
Algo que tanta falta hace.
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