La cara más cruel de la situación de inseguridad y violencia permanente que vive Rosario es, sin dudas, la de los asesinatos. En 2022 hubo 287 homicidios en la ciudad y sus alrededores. En 2023 y hasta el 16 de febrero, el Observatorio de Seguridad Pública, informó que la cifra de asesinatos había alcanzado el número de 41. Pero los enfrentamientos a tiros no solo dejan muertos, también dejan heridos.
El edificio del Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (HECA) de Rosario es imponente. Predomina el vidrio por sobre el cemento y sus instalaciones son modernas. Se levanta en la esquina de Pellegrini y Vera Mujica y fue inaugurado en 2008. Hasta entonces funcionaba en un viejo edificio donde -curiosamente- hoy se erige el Centro de Justicia Penal de Rosario, el lugar donde se investigan los crímenes que se cometen en la ciudad del Monumento a la Bandera.
En Rosario hay otros hospitales como el Centenario y el Provincial. Pero el HECA -como lo llaman todos en Rosario- es un hospital especializado en trauma al que son derivados, por ejemplo, los heridos graves de accidentes de tránsito de la región, que son trasladados en helicóptero sanitario hasta el helipuerto que, en caso de necesidad, se despliega sobre la avenida Pellegrini. Los pacientes que necesitan atención neuroquirúrgica también son derivados allí. Y por supuesto la mayoría de los heridos por armas de fuego. Al HECA llegan 40 baleados por mes, según las estadísticas que poseen las autoridades del hospital que depende de la Municipalidad de Rosario.
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Andrea Becherucci es la subdirectora del HECA. Trabaja allí como terapista desde 1999. Sabe de la dedicación de los empleados del HECA, conoce el modo en que trabajan apremiados por las emergencias, ha visto casi todo en estos años y hay algo que la sorprende: “En este hospital siempre se atendieron situaciones de violencia. Lo que sí cambió es la gravedad de las lesiones. Cuando entré acá los heridos tenían dos balazos. Uno en el tórax y otro en una pierna: ahora llegan con seis, ocho, diez balazos. Eso implica mayor complejidad del paciente y mayor trabajo de los equipos”.
Otra modificación que notó la médica respecto de los heridos de bala es que “son cada vez más jóvenes y se agregaron mujeres que llegan baleadas. Antes no llegaban mujeres heridas “.
Fuera del hospital, los policías avezados explican el fenómeno de los multibaleados de manera simple: los tiradores no son profesionales y entonces, para asegurarse el resultado, vacían los cargadores sin buscar precisión. Básicamente porque son neófitos en el uso de armas de fuego.
En el HECA sostienen que el número de 40 baleados por mes se mantiene más o menos estable desde 2019 y que, por supuesto, se redujo durante la fase más estricta de la cuarentena por la pandemia de coronavirus en 2020. Señalan que los meses en los que sube un poco ese número son diciembre y enero, pero que el promedio es inalterable. Y que la mayor cantidad de heridos por tiroteos aumenta los fines de semana.
El HECA es un hospital de puertas abiertas. Las ambulancias y los autos particulares ingresan a la rampa de la zona de guardia y allí se activa el mecanismo para atender las diferentes emergencias. Los baleados suelen llegar en autos de familiares, en taxis o en remises que circulan por los barrios más pobres de Rosario. En la guardia trabajan cuatro médicos por turno. Dos están a la espera de los pacientes junto a nueve enfermeros, cuatro camilleros y cuatro mucamas que se reparten las horas del día. La jefatura de la guardia de día es ejercida por un cirujano general. En algunos casos es tal la gravedad de los pacientes que no hay tiempo de tomar imágenes y no se puede llegar ni siquiera al quirófano que queda a 50 metros del ingreso en la planta baja del hospital. Será el shockroom el lugar donde se atienda con celeridad al multibaleado que llegó en estado grave.
Cuando los médicos del HECA quieren dar un ejemplo de una persona que entró a la guardia con muchas heridas recuerdan el caso del policía santafesino Gabriel Sanabria, sucedido en mayo de 2022. El policía intentó parar un auto sospechoso que escapó: lo persiguió con su moto y cuando se le puso al lado le acribillaron. Le pegaron 12 balazos. Llegó al HECA, extremadamente grave, tenía entre otras lesiones la vena cava rota. Estuvo semanas internado, lo salvaron y cada semana se junta con los médicos para tomar un café con leche con medialunas. Y de ese modo agradece la enorme tarea que realizan día a día los que trabajan en el hospital.
Las situaciones de los heridos múltiples implican la intervención de distintos especialistas y equipos. Actúan, en ciertos casos, cirujanos generales, vasculares, traumatólogos y neuro cirujanos, de acuerdo a la ubicación de las heridas. Ello conlleva una gran asignación de recursos públicos para resolver las emergencias. Ese también es otro costo de la violencia que asola Rosario.
Los heridos que se recuperan tal vez queden con discapacidades que requieren de asistencia a domicilio o en los centros de Salud que tiene el municipio en todo Rosario. Es decir que los multibaleados, producto de las peleas territoriales de los narcotraficantes, implican, además de todo lo que ya se sabe, una enorme recarga del gasto en salud de la comuna. Explican en Rosario que la mitad del personal de Municipalidad está afectada al sistema de Salud y que ello significa un 27% del presupuesto.
Pero hay más. En 2014 ante el aumento -que se mantiene constante- de la violencia y del ingreso de pacientes por heridas de bala en el HECA, la municipalidad de Rosario creó el Dispositivo de Intervención sobre Violencia Armada (DISVA). Una sicóloga y un sicólogo social cada mañana se ocupan de relevar los casos de heridos de bala. Trabajan de forma multidisciplinaria con otros sectores del hospital: el de salud mental, el de enfermería, el de los especialistas médicos. De esa forma el DISVA se pone al tanto de la situación en la que está el paciente.
Allí comienza la tarea más ardua de ese equipo. Entrevistan a los heridos que están en condiciones de hablar cuando ingresan al HECA. Si el herido está muy grave hablan con sus familiares. El DISVA tiene la misión de hacer un informe sobre la situación social/territorial de los heridos.
Por ejemplo si llegan dos rivales heridos porque se enfrentaron a balazos, será el DISVA el que avisará a las autoridades del HECA que no deben ser internados en el mismo sector y que sus familias deben tener horarios de visita diferentes para evitar que el enfrentamiento que se produjo en las calles se reproduzca en los pasillos atiborrados del hospital.
Son los encargados también de relevar cuál es la situación habitacional del herido y si, por ejemplo, vive en una casa en la que puede desplazarse en silla de ruedas. O si al ser dado de alta puede volver a su barrio o le espera una venganza. Entonces deberán reubicarlo y ahí se trabaja con otras agencias estatales. Eduardo Blotta, uno de los integrantes del DISVA, explica: “Tratamos de crear un vínculo habilitante con la persona herida. También de mediar entre los médicos y los familiares. En general los heridos son jóvenes que van entre los 16 a los 30 años, son vulnerables, provienen de los barrios más carenciados, sin trabajo y con pocos estudios. Además llegan consumidores heridos y ahí se activa un dispositivo de salud mental para darles contención. Por nuestra experiencia ya conocemos algunos apellidos y por lo tanto tenemos el mapa de la situación territorial en la cabeza. También ingresan heridos recurrentes”.
Blotta relata que los heridos en condiciones de explicar lo sucedido tratan de evitar relacionar los tiroteos con las disputas por los territorios de narcomenudeo: “Cuentan que salieron a comprar y quedaron en medio de un tiroteo, que las balas no eran para ellos o que fueron heridos en ocasión de robo. Algunos en cambio piden no volver a su barrio porque temen que los vuelvan a herir”.
A veces las autoridades del HECA son informadas de que algún herido que está en condición de imputado en una causa puede llegar a ser rescatado por su banda dentro del hospital. Entonces lo derivan, por ejemplo, al hospital Cullen de Santa Fe, que tiene una unidad penitenciaria. Toda información sirve para evitar situaciones graves dentro del hospital que tiene un destacamento policial permanente con dos agentes. Cuando tienen que atender a un detenido hay personal penitenciario. Cuando llega herido un testigo protegido, la policía provincial realiza operativos especiales con una mayor cantidad de agentes.
Las autoridades del HECA exhiben orgullosos los datos que muestran que el número de recuperación de pacientes es alto. Y que además son el segundo hospital del país en cuanto a trasplantes. La principal cantidad de donantes proviene de los heridos que quedan con lesiones neurológicas irreversibles producto de accidentes de tránsito. Pero también las familias de los baleados que quedan con lesiones neurológicas, porque recibieron un tiro en el cráneo, donan los órganos. Se requiere permiso a la fiscalía que interviene en el caso y se hacen los análisis imprescindibles para la investigación penal y se autoriza el trasplante.
Fotos: Leonardo Galletto
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