No nació con el don del deporte, ni está cumpliendo el sueño que la desvelaba de niña. Hasta los 29 años, Patricia Reve tenía una vida sedentaria y dedicada solo al trabajo. Pero la intriga por esa disciplina que estaban practicando algunos de sus familiares le llamó la atención y quiso saber de qué se trataba y cómo lograr esos movimientos con el cuerpo.
Probó una clase. Le encantó. Regresó a la segunda y cuando se dio cuenta ya se entrenaba para competir en su primer torneo de jiu jitsu. La recompensa le llegó en 2019 durante el campeonato sudamericano en la categoría 64 kilos en Brasil, donde el arte marcial nació: regresó con el oro. En el mismo país, obtuvo el segundo puesto de la competencia general absoluta de damas en San Pablo, que reunió a las mejores luchadoras de la región.
Hace una semana, amplió logros y ganó la medalla de bronce en el Campeonato Europeo —el certamen más grande y prestigioso de la actividad en ese continente—. Pese a ser la primera puntana en llegar hasta allí, como todo deportista no federado, debió costear sola los gastos para competir, pero asegura que lo seguirá haciendo en tanto no haya ayuda provincial porque ama lo que hace.
“Esta disciplina representa crecimiento, desafío y pasión. Es un estilo de vida para mí, no es solo un deporte. Con muchísimo orgullo puedo decir que hago algo que me apasiona”, le asegura emocionada a Infobae desde Barcelona la mujer de 38 años mientras descansa unos días y prepara una serie de Masterclass que dará la próxima semana en Madrid.
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La pasión de competir
Su corazón late fuerte al finalizar cada encuentro. No es por el resultado, ni por el desgaste físico que pueda tener sino porque cada vez que se para frente a su oponente se enciende en ella una chispa que solo puede definir como “pasión”.
El jiu jitsu —define— es una disciplina muy cercana al judo y el arte marcial más expandido de los últimos años. “Fue popularizado mundialmente por la familia brasileña apellidada Gracie, a principios de los 90′, cuando se estableció como una de las bases fundamentales del pujante estilo de lucha y espectáculo de las Artes Marciales Mixtas (MMA), tras una serie de victorias de uno de los Gracie (Royce) en los primeros UFC. Ese clan brasileño perfeccionó conceptos del jiu jitsu tradicional -japonés-, y lo focalizó en la lucha en el piso”.
A nivel competitivo, el jiu jitsu brasileño tiene sus federaciones nacionales e internacionales y, además, numerosas asociaciones de prestigio y franquicias internacionales de competición, según compara con lo que sucede en Argentina. “Esto lo define como deporte de combate con sus propias competiciones en las que pueden participar competidores de todas las edades y niveles técnicos o color de cinturones”. Actualmente, el jiu jitsu brasileño es una de las artes marciales más importantes del mundo.
Esta parte teórica fue conociéndola cuando comenzó a interesarse más por la disciplina y la afianzó cuando se formó para dar clases, especialmente de defensa personal para mujeres.
Con orgullo, asegura: “No hay edad límite para aprender a pelear: en las competencias hay categorías de hasta 70 años, así que se puede comenzar de grande a practicarlo. Nunca es tarde para encontrar algo que nos motive. Cuando comencé, con casi 30 años, no imaginé que ganaría una medalla y menos que colegas me reconocerían y llamarían para dar una masterclass en otro país. ¡Este es un premio enorme!”.
Iniciando el recuento de los últimos nueve años, vuelve a ese primer encuentro. “Lo que me maravilló fue esa sensación con la que salí de la clase. Fue mucha diversión, me divertí mucho porque me di cuenta que lo que debía hacer era desafiar a mi cuerpo, desafiar el equilibrio del otro en alcanzar posiciones, debía buscar el dominio del otro y llegar a un movimiento de estrangulamiento, a una palanca, una sumisión... Me resultó sumamente interesante porque se pone resistencia al principio y no entendía nada, pero con el tiempo se sentía bien porque es una exigencia constante y nunca dejás de ser desafiada. Ahora, más allá de lo competitivo me sigue desafiando desde el lado de la enseñanza y me pregunto todo el tiempo: cómo transmito el conocimiento”, agrega.
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Objetivo cumplido
En aquel primer tiempo, admite que esta practica se convirtió “en una obsesión, hasta que llegó la primera competencia, en 2014. “¡Fue una locura! Estaba nerviosa, había mucha adrenalina, pero era lo que definitivamente quería seguir haciendo. Mi primer gran objetivo fue ir a competir a Brasil, la cuna de este estilo. Me presenté en el Sudamericano IBJJF Rio de Janeiro en julio de 2019 y obtuve el oro”, cuenta.
Allí compitió cuatro veces consecutivas y de cada una fue campeona: obtuvo el oro en los BJJ Campinas de Aracariguama (doble oro) y el oro en dos categorías en el Mundial No Gi CBJJE Sao Paulo, en febrero 2021. “Ese mundial es uno de los torneos más importantes y las oponentes tenían un nivel altísimo”, reconoce.
Ese camino debió transitarlo en paralelo a las nueve horas de trabajo como empleada en una empresa dedicada a la salud. “En Argentina nadie puede dedicarse 100% a un deporte sin federación. Yo tengo que costear todos los viajes y todo lo que necesito para cada competencia”, explica y agrega: “Estoy nueve horas, de salgo a entrenar o hacer actividad física. Luego tomo una merienda rápida y luego doy clases (desde hace un año y medio). Para cada torneo, me preparo a full dos meses antes: desde la alimentación, que no debo subir ni un gramo para mantenerme en la categoría 64 kilos, al entrenamiento”.
También lamenta que pese a sus logros desde la provincia de San Luis no hubo comunicación con ella para ayudarla en los viajes siendo que representa a todos los puntanos. “Por eso necesito organizar mi vida y economía para poder viajar. Por suerte, me acompaña mi pareja, que es mi sparring. No tengo compañeras mujeres para entrenarme y entreno con hombres, lo que en la pelea genera algunas diferencias en los movimientos, por ejemplo”, asegura.
Ayudar a defenderse
“Me gusta enseñar. Lo descubrí cuando empecé a dar clases”, admite. “Antes de eso no me sentía muy segura, pero con el tiempo comencé a sentir una inmensa satisfacción al ver el progreso de mis alumnos”, dice la además cantante melódica, que ya grabó canciones que agrupó bajo el nombre de Canciones sin tiempo -como La vie en rose, en francés- y puede reproducirse en Spotify.
Enseñar, dice, la estimula. ”Ver la fascinación de los nuevos alumnos es algo inexplicable. Además, tomo como un constante desafío el taller de defensa personal para mujeres. Aprenden a defenderse en casos de violencia doméstica, por ejemplo. Una mujer que lo practica se siente más confiada, más segura de si misma. No es cuestión de tamaño, es efectivo teniendo buena técnica o una buena preparación cualquiera puede neutralizar el ataque de alguien así sea mucho más fuerte y pesado. Hay movimientos como el triángulo o una palanca de brazo que si se hacen bien, no es necesario que seamos fuertes para hacerlo para causar un daño, es cuestión de maniobra”, detalla.
Al finalizar, agrega: “Ojalá que lo que aprenden nunca tenga que implementarlo porque no estén jamás frente a una situación de violencia, pero si lo hace, cualquier mujer de 61 kilos, por ejemplo, puede defenderse de alguien con el doble de peso y doble fuerza sin problema”.
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