Juan Pascual Cortés jugaba al básquet con sus amigos, como solía hacerlo los domingos. Era una tarde de octubre de 2008 cuando una sensación que aún no sabe cómo describir lo frenó. Se quedó sin aire, le costaba respirar y un dolor fuerte en el pecho lo alertó, pero los médicos que lo asistieron le dijeron que se trataba solo de un tirón muscular, acorde a la actividad que practicaba y por los 60 años que llevaba encima.
Más tranquilo por ese diagnóstico, le quitó importancia a las molestias, que continuaron por horas. Ya en su casa, la esposa le pidió que fueran a ver al médico amigo de la familia porque ella no estaba tranquila. “Tomate esto y andá ya a una guardia”, le dijo. Había sufrido un infarto agudo de miocardio y ese tiempo en que lo trataron como a una simple molestia muscular le devino en una insuficiencia cardíaca terminal. La única posibilidad de vida dependía de un trasplante de corazón.
Cuando tenía 15 años, Juan descubrió en el atletismo una pasión escondida, pero “las cosas de la vida” lo distanciaron de la actividad, que retomó cinco años después de la ablación exitosa, realizada casi nueve meses después del infarto. Hoy, a los 75 años, sueña con participar del Mundial de Deportistas Trasplantados que se realizará en Australia durante abril y para el que fue seleccionado en noviembre pasado.
“Soy el único mendocino seleccionado para representar a la provincia. Lamentablemente, lo económico es por ahora un impedimento para cumplir este gran sueño”, lamenta ante Infobae y dice que teme no poder juntar el dinero necesario para la inscripción (que cierra el 17 de febrero), ni para el traslado aéreo y la estadía.
Por el momento, le dijeron que puede recibir un poco de ayuda de la Subsecretaría de Deportes de Mendoza. Pero, en total, necesita juntar alrededor de 5.000 dólares.
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La historia
Nacido en Godoy Cruz, Mendoza, Juan vive su nueva vida con un corazón joven. Correr es su manera de volver a vivir, como lo hacía a los 15 años cuando comenzó a practicar atletismo. “Mi papá trabajaba en el club YPF de Godoy Cruz y ahí había una pista a la que yo iba. Se convirtió en una actividad muy gratificante para mi y corrí hasta que pude”, resume.
La vida de adolescente había terminado para dar paso a la de un hombre casado y sostén de familia. “Hasta ese momento, por el trabajo, ya era más difícil entrenar y competir, pero participé en campeonatos mendocinos y de la región de Cuyo. Pero con el paso de los años, y la llegada de los hijos, poco a poco fui dejando de hacer lo que tanto me gustaba”, cuenta.
En 1988, recibió el golpe más duro de su vida. Su hijo Gustavo, de 15 años, murió en un accidente cuando se electrocutó al hacer contacto con una torre de alta tensión. Falleció en el hospital.
“Este año cumpliría los 50 años. Ya pasaron 35 años y aún lo vivo como si hubiera sido ayer...”, dice emocionado. A un año de haber experimentado la peor pena, “que no tiene nombre porque no se puede describir”, asegura, encontró en el deporte un lugar donde transitar su duelo. Correr lo hacía olvidar el dolor.
“Competí en la categoría Master y me convertí en campeón argentino en carrera de vallas (110 x 400), y gané otros galardones. Fui medalla de plata en posta 4 x 400 en el Campeonato Sudamericano en Cali, Colombia”, recuerda y esta vez el tono de su voz denota orgullo ante el recuerdo.
Pese a la vasta actividad que estaba desarrollando, siempre fue deportista amateur. “Cuando competíamos, teníamos que pagar todo: la inscripción, la ropa y los viajes. Pero, siempre encontrábamos la manera de poder estar”, asevera. Los años pasaron. Llegó el infarto y el trasplante. Ahí comenzó para él otra historia.
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La vida con un corazón nuevo
“Tuve un problema en el trabajo, que me provocó estrés y eso derivó en el infarto que sucedió mientras estaba jugando. Apenas mis amigos me vieron mal, llamaron a una ambulancia y el médico que me atendió me dijo que no era nada, que se trataba solo de un dolor muscular y me dieron un remedio para tomar. Al llegar a casa le comenté a mi señora lo que había pasado y dijo que fuéramos a ver al médico amigo de la casa. Estaba pintando su consultorio pero me hizo un electrocardiograma y me dice: ‘Ya te vas a la guardia del Hospital Español de Mendoza y ahí que te pongan un stent coronario’... Estaba todo mal: tenía la mitad del corazón sin funcionar, tenía necrosis. Pasé un tiempo así, pero no me sentía bien, no podía caminar mucho. Al poco tiempo, fui a hacerme un control al Hospital Italiano de Mendoza, me hicieron un estudio y supe que lo único que quedaba era hacerme un trasplante”.
De inmediato, le efectuaron los estudios para saber si estaba en condiciones de recibir un nuevo órgano. Lo estaba. Quedó en lista de espera y debió esperar 19 días para que el 23 de junio de 2009, llegara el órgano de un chico de 18 años. No supo de quién es, ni qué le pasó, pero desde que late en él siente que le debe a ese donante la vida que hoy disfruta y hace todo por lograrlo.
Pese a esa sensación de agradecimiento, Juan no volvió a entrenar. “Extrañaba toda mi vida como era antes pero opté por jubilarme. Tenía tres empleos que amaba y bue... El que más me dolió era en la escuela con chicos con discapacidades donde daba taller de carpintería y oficios”, lamenta.
Pasaron cinco años para que comenzara a buscar nuevas posibilidades para volver a la actividad física. Así, llegó a la Asociación de Deportistas Trasplantados de la República Argentina (ADETRA). “Los contacté y comencé a correr despacito en la Pista Provincial de Atletismo y en el Centro de Deportes de la UNCUYO”, revive.
Su primera competencia fue en el Mundial de Trasplantados de 2015 de Mar del Plata. “Integré el equipo argentino y gané una medalla de plata y otra de bronce. En 2016, participé en los Juegos Selectivos en Mendoza; pero no fui seleccionado y al año siguiente, viajé por mi cuenta al Mundial 2017 de Málaga, España. No gané nada, pero fue una experiencia maravillosa”, asegura.
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En 2019, volvió a integrar el equipo argentino en el Mundial de New Castle, Inglaterra, y trajo una medalla de bronce. “Iba a participar de los Juegos 2021 en Huston, en los Estados Unidos, pero se suspendió por el COVID-19″.
En noviembre de 2022, participó en la ciudad de San Rafael de los Juegos Selectivos y terminó seleccionado para viajar al mundial en Perth, Australia, en abril del 2023. “Por ahora, es solo un sueño que espero poder cumplir. Estamos organizando rifas y todo lo que se puede con mi familia porque la situación económica actual, siendo jubilado, no es la mejor. Necesito sponsors y ayuda. ¡A esta edad pido ayuda para cumplir un sueño!”, dice algo risueño.
Los gastos son: 2500 dólares en pasajes, 800 dólares australianos de inscripción más el hospedaje y estadía, que ronda los 1700 dólares. “El día limite para inscribirme es el viernes 17 de febrero y tengo hasta el 27 para pagar la inscripción”, avisa y dice que además necesita costear la visa y el seguro de salud.
“Antes pude viajar más tranquilo, pero esta vez por tratarse de un destino tan lejano y por la crisis económica que atraviesa nuestro país se hace muy difícil. Mis nietos abrieron una cuenta en Mercado Pago, y hasta el momento recibimos ayuda. Llegaron a donar $ 50, la gente quiere ayudar, pero tampoco tiene”, comenta y se esperanza en que alguna empresa o entidad pueda ayudarlo.
*Quienes deseen colaborar de la campaña puede donar al alias: dulcenoviembre47 o al CBU 0110629530062908300629, Banco Nación, a nombre de Juan Pascual Cortés
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