La historia del buscador de tesoros de las playas de Villa Gesell: el día que devolvió una alianza perdida

Damián Martínez es psicólogo y hace tres años que recorre la orilla del mar en busca de metales. Ya encontró decenas de anillos, monedas antiguas y hasta un dije de oro. Además, contó los secretos para tener éxito en las expediciones

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Todos esos tesoros son los que busca Damián Martínez, un psicólogo geselino que sale siempre que puede en busca de su quimera
Todos esos tesoros son los que busca Damián Martínez, un psicólogo geselino que sale siempre que puede en busca de su quimera

Cientos de miles de personas cada verano pisan las arenas de Villa Gesell. De sur a norte recorren los 6 kilómetros que dan al mar. Allí, puede suceder que pierden algún arito, un anillo que se resbala y va a dar al agua o una cadenita que se zafa y cae. Todos tienen una anécdota para contar de aquel objeto tan preciado que quedó para siempre en esa playa. Quizás hasta si pueden volver a ese lugar se imaginan el reencuentro o lo visualizan a decenas de metro bajo tierra.

Esos objetos quedan ahí y se van enterrando en la arena o el mar se lo lleva y en algún momento los devuelve. Todos esos tesoros son los que busca Damián Martínez, un psicólogo geselino que sale siempre que puede en busca de su quimera.

Nace el buscador

Para él, esta actividad empezó hace tres años en febrero del 2020, justo antes de que se decretara la cuarentena por la pandemia de coronavirus. “Vi un detector de metales en una página de Facebook de compra y venta de Villa Gesell –recuerda Damián, en diálogo con Infobae-. Es una fantasía de todos los que nacemos en Gesell tener un aparato de estos y encontrar tesoros”.

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Martínez había arrancado con otras actividades, pero siempre las dejaba. “Tuve tabla de surf y varios instrumentos musicales. Pero nunca me terminaba de enganchar del todo con esas actividades”, explica el buscador.

Una serie de anillos y colgantes hallados por Damián Martínez en la playa
Una serie de anillos y colgantes hallados por Damián Martínez en la playa

Ya con el detector en su poder, Damián salió a probarlo al otro día. En malla, buzo y ojotas (el uniforme de los geselinos en verano) empezó a caminar con los auriculares y el detector sobrevolando la arena a milímetros. Lo corría de derecha a izquierda en forma lenta e intentaba escuchar cualquier sonido que le diera una señal. “Al principio no podía diferenciar los ruidos de interferencias de los sonidos de la detección”, relata Martínez.

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Entonces tras unos cientos de metros de caminata y con los pies húmedos, se produjo su primer hallazgo. Era una pala metálica como de jardinería que estaba enterrada muy cerca de la superficie. “Fue un momento de una emoción única. Es cómo gritar un gol. –recuerda Damián-. Es como que se hace real todo lo que ves que encontraron otros buscadores en los videos de redes sociales”. Ahora, el buscador geselino tiene su propio canal en Youtube llamado Valiosa detección. Allí muestras sus excursiones en la orilla del mar y muestra los objetos que encuentra.

Para esta actividad, resalta Martínez, se necesita “constancia y paciencia”. Siempre que puede, entonces, el buscador se calza los auriculares, la mochila y sale con el detector a barrer la arena. A buscar su quimera, eso visto como algo imposible, pero que se esconde bajo la arena de Villa Gesell.

Los secretos del buscador

A diferencia de otros buscadores que esconden sus tácticas para no avivar a la competencia, Damián le cuenta a Infobae sus secretos. Por ejemplo, recalca que siempre hay que salir después de una sudestada o una tormenta de esas de verano en las que vuelan las carpas y sombrillas de los balnearios. “El mar crece en esos momentos y se lleva arena. Así, los objetos enterrados llegan más cerca de la superficie y están a mejor alcance del detector que tiene una llegada de hasta 25 centímetros de la superficie”.

Martínez en uno de los pozos que hizo en busca de los tesoros
Martínez en uno de los pozos que hizo en busca de los tesoros

Otro consejo es salir a buscar en los momentos de luna llena. Esos días la pleamar y la bajamar son mucho más pronunciadas. “Son momentos también en los que el mar entra más a la playa y se lleva más arena. Esto nos da más chances de encontrar objetos de metal enterrados”, explica Damián entusiasmado.

Otro gran día que quedó en la memoria de Martínez, fue cuando encontró su primer objeto de oro. “Es como que tocás el cielo con las manos. Sentís que llegaste a lo más alto, que las horas de búsqueda sirvieron para algo -relata el psicólogo geselino-. Era un pequeño dije dorado con unas incrustaciones de unas piedras verdes que parecían esmeralda. Lo guardo en un lugar especial porque es hermoso”.

El primer plano de un anillo hallado por el buscador geselino
El primer plano de un anillo hallado por el buscador geselino

En su casa, mientras su pareja lo deje, Damián guarda un balde repleto de monedas y miles de cajas llenas de anillos, cadenitas y dijes de plata u otros metales. Debe tener cerca de medio kilo de plata en alhajas halladas bajo la arena de Villa Gesell. “Esta actividad yo no la hago para ganar dinero o como una forma de sustento -explica Martínez-. Es un hobby, una forma de conectar con la naturaleza y también de hacer ejercicio con las largas caminatas en la playa. Algunos van a pescar. En mi caso, mi universo es la arena húmeda en la que imagino los objetos que puedo encontrar bajo la superficie”.

En ese sentido, el buscador aconseja que puede ser una buena actividad para compartir entre padres e hijos. “En vez de una consola que lo aísla al chico, esta actividad se puede ir charlando. Además, ayuda a trabajar la paciencia y la constancia para lograr el objetivo. Esto es muy bueno para los chicos”, resalta Damián.

Todos los objetos que encontró Damián tienen un dueño. Turistas o geselinos que lo extraviaron en la playa mientras jugaban al tejo o simplemente caminaban por la orilla del mar. Siempre que puede, Martínez devuelve lo encontrado. “Pido que me dejen un mensaje en mis redes sociales con la foto del objeto y si tengo la suerte de hallarlo en mis expediciones lo entrego al dueño”.

Un caso es el que quedó en la memoria del buscador. Una pareja de Santa Fe estaba festejando fin de año en la costa. Una de sus costumbres siempre fue brindar frente al mar y ubicar sus alianzas en el líquido dentro de las copas. Los enamorados brindaron a las 12 de la noche, seguro que se miraron a los ojos y se besaron. Quizás, también, se contaron los proyectos para el nuevo año.

Entonces, en un segundo el hombre decide tirar el líquido que le quedaba en la copa al mar. Pero no se dio cuenta que con los restos de champagne viajó también hacia la arena su anillo de casado. La desesperación fue total, pero en un segundo recordó los videos del geselino que salía a buscar metales en la arena y lo contactó. Martínez aceptó la propuesta y se puso en campaña.

Barrió la zona con su detector y en un par de horas se produjo el milagro. Apareció la alianza con las iniciales de la pareja que adora los rituales frente al mar. Damián le mandó el anillo en un sobre sin pedir nada a cambio. “Lo más gratificante es encontrar en una situación tan difícil como la playa algo tan preciado para otra persona. Con eso me conformo”, resalta Martínez. Así, otro día arranca y el geselino vuelve a salir a pisar la arena a escuchar ese zumbido en sus oídos que le da la esperanza de encontrar un nuevo objeto. “Nunca sabés con lo que te podés encontrar”, cierra el buscador.

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