Más de 15 artistas provinciales y nacionales ya se sumaron a la campaña “Yaguá la Caza”, impulsada por la Fundación Vida Silvestre Argentina. El acordeonista y compositor Chango Spasiuk fue uno de los primeros en expresar su apoyo con un mensaje donde elevó el pedido de ponerle fin a la cacería en la selva misionera, que pone en riesgo especies cuya reproducción ya pende de un hilo. El yaguaraté, el tapir, el tucán, el mono carayá rojo, el oso hormiguero, y el lobo gargantilla son algunos de los animales que habitan la región que está considerada uno de los sitios más biodiversos del planeta.
León Gieco, Banda San Marino de Brasil, Fausto Rizzani, Julio da Rosa, Los Hermanos Núñez, Cornelio El Retobado, Los Mitá, Sabor a Miel, Joselo Schuap, Musical Bohemios, Jorge Ratoski, RP2000, Rula y los de la Esquina, Los Foracks, Cervecería Show, Las Chicas W, Alilicucú, y Fabián Meza, completan la lista de los que alzaron la voz con sus respectivos testimonios, y la convocatoria sigue creciendo. En diálogo con Infobae, Manuel Jaramillo, director de la Fundación Vida Silvestre, explicó la elección de la palabra “yaguá” en la frase que identifica la iniciativa: “Es una expresión coloquial de desaprobación, desacuerdo y desvalorización que se usa mucho en la región”.
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Hace más de 20 años la organización colabora de manera conjunta con otras áreas para registrar con números comprobables la alarmante situación de la cacería, que en la provincia de Misiones está completamente prohibida.
“Nuestra misión es trabajar para lograr que las personas se desarrollen en armonía con la naturaleza, y en articulación con el Ministerio de Ecología, las áreas protegidas, y los parques nacionales, siempre hemos colaborado de una forma u otra, con infraestructura y recursos. Si bien no hacemos control y vigilancia porque corresponde a otra habilitación; mantenemos un aporte continuo y activo con equipamiento, capacitaciones, para poder tener registros y comparar los resultados que recopilamos”, señala. En este sentido, uno de los últimos monitoreos arrojó como dato que en tan solo un año, en el Bosque Atlántico, -ecorregión a la que pertenece la selva misionera compartida entre Argentina, Brasil y Paraguay-, los equipos de guardaparques identificaron y destruyeron más de 78 campamentos de cazadores furtivos.
A su vez, 20 cazadores fueron detenidos o multados y se encontraron e inutilizaron más de 221 estructuras de caza. En diversos procedimientos entre de los tres países secuestraron más de 34 armas y 6 vehículos utilizados para fines furtivos. “Es una zona muy afectada por la condición de frontera, porque tiene muchas zonas de frontera seca o de acceso por aguas más mansas, y hay cazadores de los países limítrofes que ingresan de manera ilegal con armamento”, asegura Jaramillo, y hace hincapié en que “la naturaleza no reconoce fronteras” y por eso las problemáticas adquieren carácter regional. La tarea de enfrentar ese tipo de amenazas resulta un desafío complejo que implica una lucha diaria que se requiere apoyo y coordinación logística.
“Este tipo de cazadores están muy lejos de ser cazadores de subsistencia o personas que necesitan una determinada pieza de carne para satisfacer sus necesidades alimentarias. Son personas con elevada capacidad de recursos, y en algunos casos también hay un tema cultural, porque la caza es una práctica ancestral que ha ido pasando de generación en generación y algunos todavía lo practican como distracción”, reconoce el director de la fundación, y se lamenta por el término “caza recreativa”.
“Hay que tener en cuenta que no es ningún negocio cazar un animal para comerlo en la selva, porque los tiempos de espera para movilizarse, la inversión necesaria, son claramente superiores al costo que tendría un proporcional de proteína comprado en un supermercado”, recalca. Y aclara que algunas prácticas de cacería de los pueblos indígenas que habitan en Misiones, está permitidas y aceptadas en favor de mantener la cosmovisión del pueblo guaraní.
Agradecido por las repercusiones en las redes sociales sobre al campaña, indica que el objetivo es concientizar y sensibilizar para detener la caza furtiva sobre los animales nativos. “Por más que esté prohibida, la caza continúa siendo la principal amenaza que afecta a la selva misionera, y por eso lanzamos esta propuesta, que tiene como portavoces a grandes artistas y cuyo objetivo es desalentar esta práctica que pone en riesgo el equilibrio ecológico”, sentencia.
La fundación data de 1977, y en junio último cumplieron 45 años de trabajo conjunto -la entidad está asociada con la Organización Mundial de Conservación (WWF)- para enfrentar las diferentes problemáticas ambientales de la Argentina. “La selva, sus majestuosos saltos y cascadas, y su increíble biodiversidad son algunos de los atractivos que atraen a turistas de todo el mundo; con más razón debemos defender y cuidar la naturaleza y la fauna que las habita”, sostiene Jaramillo.
El caso del yaguaraté Guacurí
En el 2006 se registró un yaguareté macho, al que se llamó Guacurarí, y en 2009 fue capturado con fines de investigación científica. A través de un collar GPS podían cononocer su localización, lo que hizo posible que en 2010 lo volvieran a ver y le cambiaran el dispositivo por uno nuevo. Así se convirtió en un emblema, al ser el primer yaguareté monitoreado en la selva misionera. Con mucho pesar, en enero de 2012 confirmaron que fue víctima de cazadores furtivos dentro del Parque Provincial Urugua-í, en la provincia de Misiones. Desde ese momento y hasta nuestros días, todavía no hay responsables identificados ni avances en la Justicia sobre la investigación del hecho.
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